Partida Rol por web

Uno a uno los clientes fueron entrando en la posada. Primero entró un hombre llamado, Jack que al momento se sentó en una butaca. Hacía bien, fuera hacía un frío de pelotas.

La siguiente fue una muchacha con un perro que a pesar de ser precioso no dio muy buena impresión al gato que teníamos.

-Oh... Que monada... Y tú cállate, estúpida gata -Dijo Pink mientras se agachaba ante el perro, tendiéndole la mano para saludarlo

Antes de poder contestar a la petición de la chica rubia aparecieron dos hermanas pelirrojas que solían vender un tónico por aquí y por allá. Pink notó que Minnie se tensaba, al fin y al cabo era una cascarrabias antisocial.

-Claro, chicas, coged los vasos que querais y cuando podáis venid conmigo a ver el pedido -Pink las sonrió amablemente-Pero dejadme recordar las normas que creo que las habeis olvidado y hay gente nueva que no las sabe

Pink se puso de pie y dio dos palmadas.

-Bien damas, caballero y recién llegado, les vuelvo a dar la bienvenida al "Coyote Pálido". Como todas las zonas de descanso tenemos nuestras normas. Primera: Sombreros fuera. Nada de caras tapadas, no nos gusta, esto es un sitio de paz. Lo cual nos lleva a la segunda norma: Estaríamos agradecidas de que todas las armas se dejaran en el cubo que hay bajo la cama. No nos gusta que inciten la violencia. Y por última pero no menos importante: La guerra civil ha sido hace poco y nos gustaría recalcar que no nos gusta que nos traten como esclavas o despectivamente por nuestra piel... Y si quereis hacerlo así os invito a dormir con vuestros caballos 

Pink sonrió dulce y fraternal tras decir las normas, esperando que las hayais entendido.

-¿Todo correcto? ¡Pues a tomar café! ¡Serviros!

Nuk estaba muy alegre cuando Pink le acaricio.Y le dio un par de lametazos en la mano a modo de bienvenida.Luego escucho al gato, alzo las orejas, pero no parecio darle importancia.

-Nuk...portate bien...entendido?-Digo con gesto serio al husky.

El solo mueve el rabo y se va a tumbar en una esquina cerca de la chimenes.Pronto se da la vuelta  mientras e queda Dormido.Bueno..el hueso tendra que esperar, pienso para mi.

Despues las gemelas empezaron su parodia de teatro.Brebajes por aqui, brebajes para esto para aquello...Interesante pocion..pero yo necesitaba Whisky.Dudo que algo que vale para llenar el estomago y cure la calvicie a la vez tenga mucha graduacion. Sin embargo me parecieron graciosas las chicas.Quizas un poco de entretenimiento nos venga bien.

Luego Pink  hablo sobre modales.Bien!una posadera con los huevos de un leñador.Eso estaba bien.Mejor dejar las cosas claras que luego echarse a temblar o encontrarse con el cañon de una escopeta apuntando tu sesera mientras cagas en el agujero.

Lo del sombrero era normal ...de hecho yo ya me habia quitado el mio.Lo de las armas ya no me gusto tanto.Armas fuera?Lo dudo!Si tenia que matar a alguien no seria dentro de la posada, desde luego.Fuera de ella..no prometia nada.No habia llegado hasta alli fiandome de que nadie me iba a apuñalar por la espalda.Quizas dejase las armas en el cubo de mear por la noche...pero el puñal seguiria alli donde estaba: en la bota.

Me acerco a la barra mientras se sirve Cafe.

-¿Señorita Pink, no tendra Whisky?Cualquiera me vale para para entrar en calor.-Pregunto amablemente mientras, con un gesto con la cabeza saludo al hombre de la barra.

-¿Se anima usted tambien, señor?Le invito al primer trago-Digo mientras me apoyo en la barra cerca de el, pero auna distancia prudencial.-Samantha Jenkins, y usted es...?-pregunto mientras me presento al caballero.

Bill escuchó aunque con cierto desinterés lo que decían las hermanas respecto a unos brebajes. Realmente siempre había considerado que esas cosas eran una clase de estafa, por lo cual, no me estaba muy interesado.

Cuando Pink comenzó a explicar las reglas del lugar, se molestó ante la idea de quitarse el sombrero, sus motivos tenía para molestarse pero lo que principalmente le preocupó y molestó por sobre todas las cosas, fue el que le pidieran que se apartara de sus armas. Era verdad que probablemente no había nada que temer allí pero nunca le había agradado estar lejos de su Winchester,  y aun menos, de sus revólveres. Lamentablemente, también sabía que si se negaba, tendría que buscar refugio en otro lugar. No tenía otra opción, al menos le quedaba su cuchillo Bowie el cual llevaba ocultó bajo el abrigo en una vaina sujeta cerca del pecho.

Aun así consideró que al menos intentaría negociar con la dueña para continuar llevando con él uno de sus revólveres.

Al quitarse su sombrero para cumplir con una de las reglas, se acercó a la barra y buscó llamar la atención de Pink para en primer lugar solicitar whisky o alguna otra bebida alcoholica para beber ya que el café no era algo de su agrado. Tras escuchar el pedido de Samantha, sonrió ya que esta se le había adelantado.

Yo quiero lo mismo que la señorita. Prefiero alcohol para combatir el frío.

Luego seguía el intento de negociación.

También, preferiría conservar al menos uno de mis revólveres conmigo, ¿hay alguna manera de convencerla? Tal vez algún pago adicional. Después de todo, todos sabemos que la seguridad escasea últimamente y a menos que pueda asegurar nuestra seguridad, no me siento demasiado tranquilo apartándome de mis compañeras.

Se quitó el sombrero y lo colocó a un lado de la barra cuando la mujer llamada Samantha se aproximó a él.

— Clay Milton —respondió con voz serena. Aguardó un par de segundos con su cuerpo dirigido a la barra pero observándola de reojo—. Sería un despropósito rechazar el agua de los dioses, ¿no cree?

Él mismo había pedido una botella de whiskey a la morena y a cambio recibía café más una suerte de oda a la libertad de su raza. Por supuesto, consideraba estúpido hacer cualquier tipo de réplica respecto a la guerra, pero no tanto en cuanto a separarse de la única garantía que lo había mantenido vivo en no pocas ocasiones. Cuando el hombre con una cicatriz en la boca buscó una alternativa a entregar las armas se limitó a beber el trago que le habían ofrecido sin ningún ademán de acercarse al cubo mencionado por la propietaria del lugar.

Me sentía rodeada de caballeros..bueno, eso era normal...casi siempre. Aunque en este caso, aunque buscara calor, nome apetecía hacer nada mas que beber un trago.

- Y bien caballeros... cual es su historia? ¿Que hacen por estos lugares?- pregunte a  ambos.

Mire de reojo a las muchachas gemelas. No me fiaba de ellas. Serian mujeres, si, pero eran mujeres de muchos caminos. Unas vividoras. Unas tramposas. Eso me decía mi instinto. Esperaba equivocarme, pero mi instinto pocas veces me fallaba. Eran las típicas jovencitas que venderías a sus padres por conseguir algo de fama. Sin embargo, todos estábamos allí porque el destino nos había reunido.

-¿Chicas? ¿Que tal si tomáis algo con nosotros?

Con cierta desilusion observaron que ninguno de los presentes quiso el ofrecimiento de las jovenes, parecia que la palabra gratis no tenia todo el significado que deberia para ellos. la hermana mayor fue a abrir la boca cuando la dueña de la posada le dijo que queria hablar con ellas aunque justo en ese momento la rubia vaquera comenzo a congregar a los presentes para hablar.

Casi al unisono las hermanas se giran y las sonrien y contestan.

- Gracias querida... enseguida vamos con vosotros... pero antes... tenemos que arreglar unos asuntos con la posadera.

Con un gesto entre comico y educado se dirigen hacia donde esta la trastienda.

Parecía que sus huéspedes no estaban dispuestos a dejar las armas de fuego como amablemente había pedido... Bueno... Tendría que seguir a las buenas.

-Pueden servirse toda la bebida que deseen en el bar, está a su disposición. En cuanto a las armas... Me veo obligada a insistirles amablemente que las depositen en el cubo. No se preocupen por la protección, así nos sentiremos todos más seguros, y esto es un remanso de paz. Espero que Minnie no tenga que pedírselo a las malas... Ella es muy cascarrabias.

Pink miró a su hermana que había vuelto a su tarea de limpiar el pollo para el estofado y miraba a los presentes con su cara de malas pulgas.

La posadera sonrió dulce de nuevo y escuchó a las chicas hablar. Al parecer a las pobre hermanas les había salido el tiro por la culata.

-Vaya... Lo siento chicas creo que a estos no les interesa -Dijo Pink mientras ponia una mano en el hombro a la pequeña- Queridos huespedes, sirvanse lo que gusten. Les dejaré con Minnie mientras hablo con mi amigas
 

Parecía mas de  lo mismo de siempre. Posaderos poniendo normas de convivencia...Estábamos en el Oeste, y por lejos que estuviéramos de Washington, nuestro querido Lincoln nos había dado el derecho a portar armas. Y usarlas!! si era necesario.

 Tambien es cierto, por otro lado, que nadie nos daba el derecho a dormir caliente. Sonreí a los caballeros que estaban cerca mío, y después mire a Minnie como fruncía el ceño y se cruzaba de brazos.

-Bien , caballeros... las damas primero, ¿verdad?- Solté el mi cinturón y me lo quite de la cintura. De la primera cartuchera cogí el revolver de mi  padre. Le quite el tambor y las balas, y me quede el resto. Ahora estaba inservible . De la segunda cartuchera saque el Colt y le quite las balas.

Acercandome a Minnie con paso firme y le entrego las balas sueltas, el Colt y el tambor del revolver  que le había quitado al otro.

- Aquí tiene mis armas, señorita Minnie. Pero ésta... -Digo enseñando la culata del revolver, en la que estaba grabado el nombre de mi padre.- ...ésta se queda conmigo. Era de mi padre. Todo lo que tengo de él. Y no se lo daré a nadie. Ahora no sirve de nada sin el tambor. Espero que quede en buenas manos el resto.- Esperaba que lo entendieran de sobra. Si no, pediría dormir en la cuadra con el caballo. Muchas veces lo había tenido que hacer.

Sonrei a  Minnie y a Pink desde alli, como intentando complacerlas. Me acerque a la estufa y cogí la tetera con  el café y me lo lleve hasta la barra , donde estaban aun los dos caballeros. De la barra cogí la botella de whisky y tres vasos.

En uno de ellos vertí café, en otro whisky y en otro mitad cafe y mitad Whisky.

- Bien caballeros... El primero que se presente beberá whisky  y el último... solo café. - Dije sonriéndoles. Era divertido verles así, y esta segura que me seguirían el juego.

- Y puesto que seguro que le cederán el puesto a una dama...- Digo cogiendo el vaso con whisky - Mi nombre es Samantha... Samantha Jenkins.- Apuro el vaso y cuando termino rio ligeramente- . Son todo unos caballeros...El señor Clay creo recordar tambien se presentó....¿cual es el del resto?- Pregunto al resto mientras lleno el vaso de nuevo y sonriendo a todos.

Al ver que no pudo convencer a la dueña de la posada, supo que no tendría otra opción que entregar sus armas, eso o tomar la situación por la fuerza pero sabía que algo así no era la mejor opción por lo cual, asintió ante las palabras de Pink.

Haciendo lo mismo que hacía la rubia, "Jack", comenzó a entregar sus armas, primero su Winchester, separando la munición la cual guardó con él, entregando el arma, continuó con sus revólveres  a los cuales les tenía aprecio teniendo en cuenta su origen. Dudando un momento, separó también la munición la cual guardó y los entregó a ambos.

Asegúrese de cuidar bien mis armas, en especial mis revólveres a los cuales les tengo mucho aprecio, los gane en una apuesta. Si, había sido una apuesta especial.

Tratando de no pensar demasiado en sus armas que ahora se encontraban separadas de él, observó a Samantha quien aun esperaba una respuesta, una presentación por parte de los dos que se encontraban cerca.

En ese caso no quiero ser el último, me gusta el whisky. Como dije antes, mi nombre es Jack y solo estoy de paso. Iba en dirección más al norte, de regreso a mi hogar pero el clima no estuvo de acuerdo así que me obligó a parar aquí. Al finalizar, extendió la mano, adelantándose y tomando el vaso con whisky.

Suspiró apoyando el vaso de cristal —ya vacío— en la barra con un golpe seco y, en vista de que el resto de huéspedes parecía ceder a la entrega de las armas, hizo lo mismo desenfundando el revólver de su cinturón. Vació su cargador depositando la munición en un pequeño bolsillo y dejó el arma en el cubo, junto al resto.

Se acercó a la señorita Jenkins y al hombre que acababa de presentarse, quien se había tomado el whiskey ofrecido. Clay encogió sus hombros, se sirvió una taza de café y le añadió unas gotas del contenido que había en la petaca que portaba. La poca importancia que le había dado daba a entender que su propia bebida no podía ser peor que la del local.

— ¿Ha pasado por Wyoming antes? —le preguntó a Jack—. ¿Cuánto puede durar esta ventisca?

Al escuchar la última pregunta de Clay, se encogió de hombros. Estaba seguro que la tormenta duraría bastante pero quien sabe cuánto.

Si, lo he hecho. Y no sé... dependiendo de la tormenta en sí pero no sería raro que durara unos tres días, quién sabe. Espero que no estés demasiado apurado a continuar tu viaje.

"Jack" si lo estaba pero sabía que no podía luchar contra el clima. Tendría que esperar como todos a que la tormenta se calmara para poder seguir hacia su destino. Al menos tenía un lugar donde refugiarse, beber y comer. La situación no parecía tan mala después de todo.

Por mi parte mientras que tenga whisky para beber, no me preocupo demasiado. Dijo mientras sonreía sin preocuparse por mostrar aquella cicatriz en su boca.

Las hermanas se detuvieron junto a la puerta, lo suficientemente cerca como para ser oidas si alzaban la voz, pero lo bastante lejos como para evitar escuchas indiscretas. Ambas cruzaron los brazos por delante del pecho y esperaron a que Pink pasara por delante de ellas con la sonrisa caracteristica de un comerciante.

Pink salió tranquila de la posada y os llevó a la parte de atrás, una vez allí os apuntó velozmente con dos pistolas. Al parecer era una pistolera muy rápida para duelos.

-Muy bien... Vamos a dejar las cosas claras... ¿Quiénes sois, qué quereis y cómo es que sabéis que no pintamos nada aquí? Si la respuesta me gusta a lo mejor os dejo convivir aquí mientras dure la ventisca, si no, os pego un tiro a cada una u os dejo congelaros desnudas en la nieve.

Miro a los hombres beber y hablar.

Bien.. ahí lo teníamos. El típico hombre duro, presto para la acción y nunca dispuesto a perder una afrenta.. y mucho menos de whisky. Por otro lado, teníamos al otro hombre que le importaba una mierda lo que pensaran de el. Se apañaría solo si era necesario. Y su petaca del bolsillo me hacia decir, que no le importaba quedar el ultimo, pero ganaría igualmente y no se quedaría sin su premio.. costase lo que costase.

- Bien, caballeros... eso quiere decir que estaremos juntos no menos de tres días, ¿cierto? Quizá podríamos entretenernos contando cuentos o algo así frente al fuego... pero, opino como el señor  Jack, que el Whisky lo hara todo mas interesante. Díganme, ¿que les ha traído por aquí?-Comento con una dulce sonrisa mientras  veo a Nuk revolverse patas arriba, dormitando al lado del fuego.

Tres serían los días y las noches que tendría que pasar en compañía de desconocidos en una posada regentada por una negra en mitad de Wyoming. Aquello parecía de todo menos un golpe de suerte, aunque siempre que contase con ella en el juego no saldría ni una mínima queja de su boca.

Clay asomó su reloj de bolsillo por unos instantes cuando la atractiva mujer rubia hizo la pregunta imprescindible para romper el hielo en una situación como aquella. De haber podido apostar porque alguien la haría —y tenía la corazonada de que sería ella— al menos ya habría valido la pena hacer esa parada imprevista. Así pues, tras atusarse el bigote respondió el primero mientras tamborileaba sus dedos en la petaca produciendo un sonido metálico.

— El buen temporal. De otro modo no se me ocurriría perderme en un lugar así —esbozó media sonrisa con sorna y se encendió un cigarro tan delgado como un espagueti—. En realidad pretendía jugar un torneo de póquer y espero llegar a tiempo. El dinero no es de nadie más que de quien se lo gana, ¿no cree?