Partida Rol por web

El gesto de Zach se endureció y esta vez si miró claramente a Roos, como compartiendo aquella tensión con ella para no usar las palabras que no debía (pese a que pensaba que era bastante probable que fuese ella quien las dijera igualmente).

- Gracias, aunque espero que comprenda que las palabras, si no vienen acompañadas de una explicación, de poco nos importa ahora. Aun así usted parece ser más colaborativo que esos dos a los que sí, por desgracia hemos conocido. - dijo el hombre al volver a mirar a Plateau, inclinándose para echarse una taza de lo que suponía que era té con destreza.

Roos apretó los dientes. Esa pareja no habían ayudado en nada, sólo habían contribuido a que su tristeza se tornase en rabia. Entendió la mirada de Zacharie y se abstuvo de comentar nada al respecto.

-Queremos esclarecer lo ocurrido, pero parece que nadie quiere asumir responsabilidades o hablar claro. Espero que no sea su caso, señor D'Atenee, porque no estamos de humor para que sigan tomándonos el pelo. Queremos saber la verdad.

-Claro... intentaré hablar claro. Hace mucho tiempo que no puedo hablar claro delante de nadie. Esos dos me lo tienen prohibido.

Suspiró, y se levantó para cerrar la puerta.

-Esos dos son la peor adquisición de este pueblo desde hace mucho tiempo. Y lo peor es que yo tengo la culpa. Sí, no sé lo que hacer... pero necesito alguien que me ayude. Me explicaré. Hace unos años que firmé un contrato por el cual los alumnos de la citadelle podían venir aquí a pasar un tiempo. Era algo parecido a unas vacaciones con actividades. A cambio de una suma de dinero para que pudieran utilizar lugares donde dormir y comer, venían chicos todos los años una o dos semanas para ver lo que era la vida en el campo. Normalmente se lo pasaban bien, e incluso algunos chicos pedían repetir, pues los bosques cercanos son una verdadera maravilla para los chavales.

Hay algunos que incluso dicen que veían animales fantásticos en ellos, caballos con crines de fuego, e incluso pequeños lagartos hechos de llama.-sonrió- La imaginación de los niños es enorme.

Pero la actividad estrella era sin duda la visita a la mina de piedras preciosas. Les encantaba, y algunos hasta se animaban a coger un pico y una pala y tratar de extraer alguno de sus tesoros. En teoría, todas las piedras que sacaran se las podían llevar, aunque todo pasaba por el control de los representantes de la Citadelle por supuesto. La verdad es que si no han ido, deberían acudir. Es realmente bello.

Y tal era el interés de los críos en esa cueva, que año tras año, las actividades fueron enfocándose más y más en el lugar. Hasta el punto de que parecía que los chicos se pasaban el día en las minas, casi tanto como los trabajadores.

Se recostó en el asiento y se masajeó las sienes, lo duro venía ahora.

-Pero cuando estos dos llegaron, el plan cambió. Paulatinamente, las actividades se fueron volviendo más duras, y el hecho de ser unas "vacaciones" cambió a un "curso intensivo de firmeza y vigor". Marlenne y François explotan a los niños, y la Citadelle, al recibir ganancias no pone pegas. Y como nunca ha pasado nada, nadie sabía nada de esto.

Dejó un segundo de silencio.

Entiéndanme, es una "bendición" que haya sucedido esto. Al fin podré recup...-cayó- podrán los niños volver a estar de vacaciones y no en un campo de concentración simulado.

La expresión de Roos cambió a una de absoluta ira.

-¿¿Una bendición?? ¿¿Le parece que la muerte de mi hijo es una bendición porque así volverá a haber chicos en su maldita mina?? ¡Deme una buena razón por la cual no deba darle un puñetazo o voy a hacerlo!

¡¡¡Nononononono!!!-dijo el hombre mientras levantaba las manos.-Me ha entendido mal. Lo que quiero es que dejen de ir a las minas, y hasta ahora estaba atado de pies y manos. Con esto que ha sucedido, seguro que podemos expulsar a esos dos imbéciles...

Hasta los dedos de Zacharie se clavaron en la silla cuando D'Atenee pronunció aquellas palabras. Ésta vez no hubo mirada tranquilizadora para Roos y su gesto de rabia contenida quedó bastante claro.

- Cuide sus palabras, alcalde, o no sólo se ganará un puñetazo de mi esposa... Su bendición, señor, podría haber llegado por otros medios y no con la muerte de un niño... de NUESTRO NIÑO. - el hombre apretó los dientes, controlando la respiración. - Pero entiendo lo que ha ocurrido con esos dos energúmenos. ¿Usted sabe algo más? Alceo el sacerdote nos dijo que no sabe muy bien lo que le pudo ocurrir... -

-No lo sé. Alceo nunca ha creído a esos dos, pero siempre se mantenía al margen. Se dedicaba a sus propios asuntos y nunca se había molestado en ninguno de los niños. Gardien fue la excepción, parecía tenerle en muy alta estima. Él sabrá los motivos... Por eso le veo mucho más implicado ahora, hasta el punto de ponerse en contra de François.

Suspiró, y trató de elegir mejor las palabras, no quería ofender a ninguno de los dos padres, pero no sabía decirlo mejor...

-Por eso creo que ahora es el momento. Alceo es capaz de mover a todo el pueblo con sus discursos en la iglesia, y con una opinión exterior todo suma...

-Si es posible que esos dos dejen el mando de la Citadelle, mejor. Zacharie, creo que no hay mucho más que este hombre vaya a decirnos. Deberíamos volver y contarle a Philipe lo que sabemos -dijo Roos en tono grave.

-¿Pero me ayudaréis?

Tan sólo esas palabras, ninguna más. Su mirada estaba clavada en Roos con una mezcla de súplica y pena. Realmente sentía la pérdida del niño, pero no podía evitar sentir que era su momento.

Roos miró a Zacharie de reojo.

Mientras Roos y él mismo se dirigían a la salida, el alcalde lanzó una última súplica. Zacharie recibió la mirada de su esposa y luego observó al alcalde. No le terminaba de gustar aquello, pero por ahora era el único aliado que podrían tener allí.

- Lo pensaremos, señor. Debemos... hablar sobre esto. En familia. Y cuando tomemos una decisión, se la notificaremos... ahora no puede pedirnos mucho más, dada la situación. - sentenció, para girarse y salir con su esposa del hogar de Plateau

Plateau asintió, sabiendo que por insistir no conseguiría nada más de aquella pareja. El dolor por la pérdida de su hijo era demasiado grande para que entendieran sus motivos, que... a decir verdad, no había sabido expresar con claridad. Quizá había encontrado unas palabras no adecuadas, o el matiz final de todo lo expuesto había contrariado a sus potenciales aliados...

No lo sabía, pero no iba a tirar más de la hospitalidad de sus invitados. No se había llevado un tortazo por muy poco, y con la complexión de Roos, no le apetecía llevárselo.

-Muy bien... nos veremos en el entierro de Gardien ¿no es cierto?

La niña miró a su padre, y puso los ojos en blanco. Se acercó a Zach y empezó a tirarle de la túnica.

-Yo... yo os acompaño fuera.

Y en efecto, la chiquilla les guió hasta la puerta de la mansión. Mas no salió de ella, una vez en la puerta se despidió con la mano y volvió al interior, con su padre.

Su hijo y su "amiga" habían ido a la mina, pero eso estaba a al menos media hora de distancia a pie. Encontrarlos pronto sería complicado, y con suerte, se los cruzarían mientras ellos volvían de allí.

Ya volvían a estar solos, como hacía mucho tiempo que nunca estaban. ¿Quizá era el momento de hablar del pasado?