Partida Rol por web

Proyecto Zimmerman: Festín de Fantasmas

Corvale Island: Fase Alpha.

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03/07/2013, 16:01
Directora

Última semana de agosto, hace calor y un ambiente muy húmedo en el aeropuerto. El vuelo en el avión es algo más agradable, en primera clase (business-class), con asientos anchos, mantita y almohada limpitas, confortables y desinfectadas, mucho sitio para estirar las piernas, champán y Perrier, junto con unas tostaditas con salmón ahumado de primera y caviar como snack para picar. En la pantalla de televisión hay varias películas bastante decentes para pasar el rato y que el vuelo se haga más corto. La comida que sirven es de catering de primera calidad, simplemente delicioso, nada de esa basura que ponen en clase turista.

Los paisajes lejanos se deslizan por la ventanita en un mundo de hormigas, el tiempo parece no moverse en absoluto hasta que finalmente aterriza en la costa irlandesa, en el aeropuerto de Shannon. Un tren espera al viajero para llevarlo hasta la costa oeste, donde un barco pesquero recoge a los nuevos alumnos, cargados con montones de maletas. El Ygritte, un barco grande pero viejo,  está claramente anticuado y parece sacado de otro tiempo. Pintado de blanco y azul a bandas, la tripulación de marineros curtidos en el mar mira de reojo a sus pasajeros. El grupo de alumnos, unos 8 en total, se ven obligados a cargar con sus propias maletas ya que ninguno de los pescadores quiere cogerlas, alegando que no son mozos.

-Si no son atunes, no son cosa mía- es todo lo que dicen, con voz ronca y miradas hoscas cuando alguno de los muchachos intenta que uno de los marineros le suba sus maletas.

Las olas chocan contra los costados de la nao, salando el aire que los viajeros respiran. El viento en la cubierta es fresco, metálico y cortante. Acostumbrados a los ruidos de las grandes urbes, se hace extraño el silencio y la calma sólo roto por las olas, el crujir de la madera y el quehacer de la tripulación realizando sus tareas. No hay televisión, ni radio, ni internet. Es un viaje de dos horas que se hace eterno para la mayoría.

Finalmente el barco llega a su destino, el puerto de Corvale Island. Para cuando el bajel ha anclado ya el día está más que avanzado y el sol de la tarde baña la tierra y el mar con su luz tenue y dorada. Greydale, el pueblo que se extiende ante todos parece anclado en el pasado, salido literalmente de una postal. El asentamiento se compone de una veintena o dos de casitas típicas pescadoras, de dos plantas, de madera pintada, a cada cual de un color distinto y vivo. El pueblo entero parece acoger la bahía donde está situado el puerto, abocado totalmente al mar y lo que procede de éste. No hay gente por las calles, a la vista, probablemente están trabajando o reunidos en la taberna de Greydale, el Mochuelo Feliz (o eso pone en un cartel de madera, colgando pobremente de su anclaje metálico a la pared, en su entrada).

En la plaza un hombre mayor, el Señor Daly, espera al pequeño grupo de alumnos para llevarlos con un viejo autobús escolar hasta su nuevo hogar: la escuela Zimmerman. El vehiculo, amarillo y gastado, ha vivido tiempos mejores, pero el motor no suena mal del todo (bueno, eso cuando no suelta ese sospechoso humo negro por el tubo de escape y ese sonido de explosión cada dos por tres). Los cristales están limpios, aunque son gruesos y viejos. Aún así, se puede ver el trayecto por la carretera solitaria que cruza la isla de una punta a la otra.


Un sólo carril de ida y de vuelta cruza un enorme bosque, Mayrose, los árboles a los lados de la carretera tienen un aspecto algo siniestro, sus troncos y ramas retorcidas parecen querer atrapar a los viajeros como si fueran dedos malvados. La espesura de la arboleda hace que la luz del atardecer caiga polvorienta y apagada, como si le costara pasar a través o incluso como si la posición y hora del Sol fuera distinta a la de hacía un rato, como si se hubiera acercado el anochecer antes de hora. El aire que se respira a través de alguna ventana abierta parece cargado de electricidad, es pesado y espeso, como si estuviera a punto de caer un rayo.

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03/07/2013, 16:05
Daly Tiarnán Ó Síoda

El viaje en autobús dura un buen rato y para cuando llega a su destino final, el Sol ya se ha prácticamente puesto del todo y la oscuridad está invadiendo el cielo. Una niebla empieza a levantarse, cubriendo el suelo y los lados del camino para cuando llegáis a la verja que da acceso a la finca. Un muro de piedra, cubierto de musgo y hiedra delimita la finca entera. El Señor Daly baja con calma a abrir la verja y hace bajar a todo el mundo, Fin de trayecto.

-De'en'ntinuarecto, siendo'caminodpiedra y cru'lpuente'stode'pués'stá'a'ntrada'escuela- esas son sus indicaciones, aunque la mitad de ellas no las entendéis porque su acento irlandés os lo impide, ya que parece que mastique las palabras y que se coma el principio de unas y el final de otras, fusionándolas entre sí en una enorme y larguísima palabra indescifrable. Pero sus indicaciones con las manos de "tu tira recto y ya" dejan clara la dirección a tomar. Cargados con todas vuestras cosas, todos cruzáis el lindar de la verja metálica, de intrincadas volutas, e iniciáis la caminata.

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03/07/2013, 16:08
Directora

No hay mucha luz que digamos, algunas farolas de hierro fundido, de esas clásicas parisinas, alumbran pobremente el camino, señalando la dirección hacia la escuela. Vuestros pasos y los de vuestras maletas suenan contra las placas de piedra que conforman el pasillo hasta que llegáis a un puente estrecho de suelo de madera y barandas del mismo metal forjado, flanqueado por dos farolas decimonónicas.

A medida que os vais acercando al puente veis que hay una serie de bancos de madera en uno de sus lados, como para admirar las vistas del río y los bosques que conforman los alrededores de la finca y la escuela. En uno de esos bancos hay un hombre joven sentado. El hombre, de unos veinti-pocos años os espera sonriendo abiertamente, a pesar de que le falta claramente un diente. O'Hannigan, vestido algo desaliñadamente como siempre, se revuelve el pelo con una mano mientras sostiene su gorra con la otra, con la paciencia que sólo la gente que vive aislada del mundo puede tener.

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03/07/2013, 16:09
Dunstan Gareth O'hannigan

-Bienvenios a Old Clevestead- más acento irlandés, aunque menos marcado que el del chófer, que es casi insufrible -Soy su guía, me puen llamar Dunstan- se presenta éste a sí mismo -Debemos dannos prisa, siñores, la nebla sube y non perdona nunca- dice éste, instándoos a todos a moveros de prisa a pesar de toda vuestra carga excesiva.

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03/07/2013, 16:11
Directora

Desde luego, cree en sus palabras porque coge la directa y se pone a caminar a una velocidad extraordinaria. Obviamente, él se conoce de sobras el terreno y no va tropezando con los desniveles, piedras y agujeros de topo con los que vosotros os topáis durante el recorrido acelerado por los terrenos de la escuela. De hecho, tenéis que hacer un gran esfuerzo para no perderle de vista entre la penumbra creada y la niebla, que empeora todo mucho. Pero el puro pánico de perderos y tener que quedaros a dormir ahí fuera (o pasar el ridículo de ser los únicos en ser rescatados nada más el primer día de curso) os impele como sólo el terror puede hacer. El sudor por el esfuerzo realizado de la marcha forzada, el sobrepeso y los nervios, hacen que la humedad del sitio se os pegue a la piel, junto con vuestras ropas, sofocándoos a cada segundo un poco más. A algunos incluso os parece notar como algún tipo de bicho, mosquitos probablemente, os pican en el cuello, brazos y los trozos de piel que están al descubierto. Esos sí que no perdonan, desde luego.

Al final alcanzáis el jardín frontal y luego una gran puerta de madera labrada que compone la entrada del enorme edificio que se presenta ante vuestros ojos. La escuela es una mansión de estilo gótico de grandes dimensiones, con dos extensas alas a los lados y decenas de ventanas por todo el frontal. Sus picudos tejados parecen amenazar al cielo oscuro que cae sobre ellos. Una pequeña escalera con apenas tres escalones os dan la bienvenida antes de que la puerta se abra por mano de Dunstan, que os indica que paséis y entréis a dentro. Una luz cálida viene desde dentro y cuando subís los escalones os dais cuenta de que tenéis el calzado totalmente embarrado.

Si por fuera la escuela era tétrica y siniestra, por dentro tiene un aspecto diferente. O, por lo menos, el Hall. A pesar de que el barro haya ensuciado el suelo, podéis observar que es de madera brillante y oscura, aunque no parece el mismo el mismo parquet que podáis tener en vuestras casas. No; su aspecto es más antiguo, más cuidado. Cuando alzáis la vista os dais cuenta de que, sin duda alguna, el suelo era solamente un preludio a la gran entrada de la Escuela Zimmerman.

 

Lo primero en lo que os fijáis es que no sólo es grande, sino que también está terriblemente sobrecargado. Cualquiera que se haya encargado de la decoración tiene el horror vacui muy asimiliado. La lámpara de araña ilumina tenuemente la estancia con una luz amarillenta, pero podéis observar las paredes recubiertas con papel pintado, los cuadros llenos de paisajes de la isla y retratos de personas ya muertas... Hay un sofá pegado a la pared tapizado de terciopelo rojo, con mesillas altas sobre las que reposan lámparas a cada lado. Para acompañar, un par de sillas también de terciopelo, aunque esta vez verde. A lo mejor es para que os sentéis mientras esperáis, pero a saber: Dunstan se ha ido y por ahí no aparece nadie.

Si dais unos pasos y os internáis un poco os toparéis con dos escaleras paralelas que van hacia el segundo piso. Son de amplios peldaños de mármol. Llevan al segundo piso y conectan también con las alas laterales del edificio. Dos candelabros abren la marcha de cada escalera, con velas a medio consumir cuya cera se amontona sobre la plata vieja. Desde alguna parte de la escuela os llega el murmullo amortiguado de una canción de otro tiempo.

En general el ambiente es extrañamente acogedor, aunque la verdad es que cualquier cosa lo sería después de haber atravesado Corvale. Tener un techo sobre la cabeza, definitivamente, es una alegría.

Notas de juego

ACLARACIÓN: Alastair no está con vosotros en este momento ni tampoco lo habéis visto todavía.

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28/07/2013, 13:45
Directora

 

Estás eufórico, viene carne fresca a la escuela, siempre hay un día especial en la vida de un niño, el que más ilusión le hace de todos, y para Alastair Junior es hoy. Bueno, vale, tu cumpleaños también te gusta por lo de los regalos pero no es nada comparado con esto! Los regalos te duran dos días antes de que se rompan, quemen o desaparezcan, en cambio los alumnos nuevos que llegarán hoy, la diversión que te proporcionarán, te durará todo el año! Qué más puede pedir un niño para ser feliz? NADA.

Te has pasado todo el día aburrido y nervioso, a sabiendas de que hasta entrada la noche no llegaría la nueva remesa. Tu tutor, el profesor Svoboda, no ha conseguido apenas captar tu atención, estabas demasiado ocupado listando posibles cosas a hacer para darles la bienvenida a los recién llegados. Al final se dio por vencido y te dejó a su aire, total, hasta mañana no empieza propiamente el curso, hoy sólo era una valoración de como había ido el verano y como tus conocimientos se habían ido en picado tras los múltiples juegos y travesuras que has cometido durante la corta estación calurosa, que en la isla es simplemente impredecible: había días en que no podías despegarte la maldita ropa y otros en que ibas tapado como si fuera principios de la primavera. Todo en la isla se recubría de esa humedad pegajosa que también conocías ya que no has vivido jamás en ningún otro sitio y no te han sacado de la isla ni para hacer un viajecito para ver a los parientes. Quizás por ello ves la isla como tu cortijo particular y a la escuela como tu patio trasero, en el que jugar libremente.

La Isla es todo tu universo. Sabes que existe algo más ahí fuera, lo has visto en una de esas teles que tienen los pueblerinos en sus casas cuando has ido de excursión a Greydale. En casa no tenéis de esas cosas, de hecho, la casa entera lleva igual, con los mismos muebles y papel pintado desde hace puf no sabrías ni contarlo. Tú nunca notaste nada, nunca pensaste que vivierais en otra época, para tí esto es lo normal, para tí, es así como el mundo es. Bueno, eso fue hasta este verano pasado en que viste ese mágico aparato y sus hombrecillos enanos gesticulando y hablando dentro de aquella caja. Entonces descubriste que no todo el mundo es así, que de hecho, la isla es una pequeña caja de música aislada del resto del mundo. Pero tú no te lo acabas de creer, estás convencido de que no es más que una patraña como las que se leen en las novelas de Julio Verne.


Se acerca lentamente la hora de la cena y toca vestirse de marinerito y cada vez queda menos para que lleguen. A través de la ventana ves como va bajando la niebla hasta cubrir toda la finca. Para tí eso es normal, te fastidia y te agrada a la vez. La niebla suele ser tu amiga porque te ayuda a crear la atmosfera adecuada para tus trastadas pero también te va a impedir ver su llegada. Y eso no te gusta. Para nada.

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28/07/2013, 13:46
Shana Moira Bryan

La sirvienta entra en tu cuarto y pone cara de fastidio.

-Aún no se ha vestido milord? Su madre quiere que lleve esta noche el trajecito gris con rayas azul marino.

La mujer pelirroja, de curvas voluptuosas e insinuantes, te mira con cara de "¿a qué estás esperando?" pero sin abrir la boca. No puede. No se le permite, su vestimenta negra y blanca y esa cofia en la cabeza la marcan como "la que obedece órdenes" y no como "la que puede protestar". Aunque eso no impide que tenga genio y lo demuestre a su manera. Abre el armario de madera maciza de tu enorme cuarto y rebusca entre las perchas el traje señalado. A ti te parece enorme, pero claro eres un niño. Aunque lo que más te gusta son las vistas hacia la escuela.

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28/07/2013, 13:51
Directora

 

Vale, estás aquí porque tus padres han tirado la toalla contigo, nunca saben si estás cuerdo, despierto o bien navegas entre brumas mentales que te impiden llegar a buen puerto en cualquier cosa que intentes realizar, pero lo cierto es que te dejaron muy claro que esta es tu última oportunidad de hacer las cosas bien o acabarías desheredado y desde luego, de volver a casa nada de nada. La sola idea de volver a pasar lo mismo contigo les ponía frenéticos. Acabaste con los nervios, que cojones, con el sistema nervioso entero, de tu madre y por ende, de tu padre. Te han mandado a una isla y han tirado la llave al océano más profundo. Tu insomnio ha desquiciado a todos los que te quieren o te rodean. Tu madre se despidió de tí con alivio y tu padre soltó un chascarrillo aduciendo que el sonido de las olas te ayudaría a dormir, que es infalible. Al principio no captaste la ironía del tema porque nadie te dijo que te mandaban a pudrirte a una puñetera isla remota y perdida en el culo del mundo, llena de mosquitos (y a saber qué más). Sólo dijeron que era una escuela internado muy buena y ya. MENTIRA 1.

Tu viaje no fue el más largo del mundo. Te dejaron en el aeropuerto privado de mami y papi y una avioneta, cargada con todas tus cosas y tus neuras, te llevó hasta la costa y ahí empezó el calvario de mantener los límites de la realidad y la ficción en su sitio para no caer en alguno de aquellos agujeros malditos con tanta niebla. Y llegáis a una casa más vieja que tu abuela. Y te has llenado de barro, qué clase de escuela de élite permite eso? Escuela muy buena, y una mierda!
MENTIRA 2.

Estás deseando ver cuantas mentiras más vas a poder añadir a la lista iniciada mentalmente por ti durante el largo camino embarrado por el campo, porque sí, a ti te ha parecido eterno con el cansancio de no dormir nunca y el estado de trance en el que caes la mitad de las veces, especialmente cuando pasas unos días sin usar las pastillas rosas que te dejan caer en las manos artificiosas de un falso Morfeo. Y cuando fue la última vez que te tomaste una de las caritas sonrientes?

Ya te has vuelto a perder en tus brumas. Aterrizas de nuevo, estás en la entrada de una escuela con aspecto de ser del siglo pasado por lo menos, o más vieja. Embarrado, sudado, con picadas de mosquitos, de las cuales no eres ni consciente de cuando se han acercado los cabrones a chuparte la sangre, y cargado hasta los topes con unas maletas que están llenas de abolladuras y rasguños (cuando ha pasado eso?). Y no sabes donde caerte muerto, ese sofá que huele a naftalina tiene buena pinta, dormir no dormirás pero oye al menos no harás "cosas"...

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29/07/2013, 00:13
Directora

 

Charlie es un capullo. No entiendes por qué le han hecho caso a ese subnormal, pero sabes que cualquier medida que tome tu padre no servirá de nada. Si todos esos internados en los que te metieron cuando eras un adolescente no funcionaron, la Escuela Zimmerman tampoco. Y menos sabiendo que es británica. Esos repipis ingleses… Estabas muy bien en Harvard, ¡sacabas buenas notas! Tu padre no sabe apreciar todo el esfuerzo que has hecho. Nunca lo ha hecho. Simplemente te habías divertido un poco; lo normal para cualquier joven de tu edad. Pero Charlie tuvo que joderlo todo. Maldito gusano traidor.

Tu padre ni siquiera te lleva al aeropuerto; está demasiado cansado y enfadado contigo, así que prefiere no verte. Te deja una carta (estás seguro de que la ha escrito su secretaria) diciéndote que enorgullezcas a la familia y que limpies el apellido. Nada de cuídate, te echaré de menos o cualquier muestra cariñosa. Nunca las ha tenido y ahora no va a empezar. Un coche te deja en el aeropuerto, y a partir de ahí te esperan unas largas y eternas horas en el avión. Gracias a Dios, las azafatas no son feas e incluso consigues engatusar a una para que te lleve una de esas pequeñas botellas de alcohol que venden en los viajes. Te dan ganas de matar al bebé que llora en la clase turista; pega unos berridos tan fuertes que lo escuchas desde allí. Menos mal que el alcohol te hace la marcha más amena, porque sino seguramente lo hubieras ahogado en el váter.

Y no sólo eso: desde Chatwick te espera otro viaje más hasta el aeropuerto de Shannon, Irlanda. Lo único que saber de esa isla es que son todos unos vagos a los que les gusta beber, y que encima no saben hablar bien. Que aprendan inglés, por favor. Además, hay terroristas y sólo comen patatas, o algo así. Malditos irlandeses. Pero no, la tortura no acaba: en Shannon tienes que coger un barco (¿hola? ¿De verdad? ¿Tienes que ir en un barco pesquero? ¿Qué clase de broma es esta?) con una panda de frikis que, definitivamente, no están a tu altura. Vas a matar a Charlie lentamente por todo esto, está claro.

No entiendes nada de lo que te dicen, así que te dedicas a ir con el grupo hasta que llegáis a la escuela. No se parece en nada en Harvard; es todo muy tétrico, desde el bosque hasta el edificio principal. Ni idea de dónde ha sacado tu padre la idea de matricularte aquí, pero definitivamente debe de ser una especie de castigo por todo lo ocurrido. Menos mal que ya dentro puedes dejar el equipaje, aunque tienes que esperar. Cuánta incompetencia y vaya mierda de todo.

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29/07/2013, 18:30
Directora

 

Por fin has salido de esa casa. POR FIN. Te alegras tú más que tus propios padres, de eso seguro. No más ruidos extraños, no más susurros en medio de la noche, no más televisiones encendidas y no más fantasmas. Puedes respirar tranquila, aunque irte a un internado en el que creen que estás loca no es de lo más apetecible. Quiero decir, una cosa es verlo en alguna serie y otra muy distinta vivirlo. Seguro que ahí no hay ningún Kit Walker que te meta mano en las cocinas. Tus padres no parecen muy entusiasmados al despedirse de ti, pero tienen la esperanza de que dejes tus tonterías de casas encantadas y Amytivilles versión irlandesa, pero muestran todo el apoyo que pueden. Es decir, que por favor no armes ningún escándalo y que intentes hacer amigos. Con que los del internado no te llamen Melinda Gordon…

Por suerte, el viaje no es largo. Corvale Island no está lejos de Cork, pero no te libras de tener que ir en coche hasta Shannon (uno bastante cómodo, que para algo tus padres tienen dinero) y, después, subirte a un barco rumbo a tu destino. La verdad es que no esperabas que hubiera tanta niebla, que al fin y al cabo no habías salido de una película de terror para meterte en otra, pero al llegar pareces ser la única que entiende al conductor del autobús destartalado y eso te da confianza. El bosque te la quita. Mientras vas andando, tienes que mirar de un lado a otro para comprobar que no hay nada observándote entre los árboles. Crees ver una sombra, pero entonces un tal Dunstan os lleva hasta el colegio y no tienes tiempo de asegurarte de que de verdad había alguien allí.

Ha sido sólo tu imaginación. Tiene que serlo. Sólo había fantasmas en casa. Además, la escuela parece ser cálida y por fin puedes descansar. No esperabas tener que caminar tanto hasta llegar aquí; si la matrícula costó una fortuna era por algo... pero bueno, por lo menos ya estás a cubierto. Aunque, a decir verdad, el ambiente no es lo que te imaginabas. Parece todo sacado de algún libro de Lemony Snicket, y esa música… uff, casi puedes sentir un escalofrío.

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29/07/2013, 19:52
Dylan Davenport

Tengo barro hasta las rodillas, me pregunto si dejará el suelo lleno de polvillo cuando se seque y empiece a resquebrajarse, como en las películas. También me pregunto si aquí tendrán una señora que limpie, de esas con una cofia y un uniforme negro y así. Seguro que sí. Lo que me parece súper extraño es que no sea todo en blanco y negro, porque uno se hace a la idea cuando ve películas antiguas que la gente antigua era en blanco y negro toda, y que sonaban pianos. Pianos sí que hay, así que solo nos queda lo de blanco y negro, pero a lo mejor es que no había presupuesto. Mis padres me prometieron que esta escuela era de ricos (o algo así, admito que no lo escuché todo porque no tenía ganas y además es muy pesado escuchar a la gente hablar, tienen muchas opiniones y no me interesan) pero creo que es mentira. Es mentira, lo afirmo. Hay muchos irlandeses y descifrar su acento es muy difícil, ¿por qué la gente no habla como en el sur? En el sur es fácil, la gente habla bien. Y fácil. No tengo nada en contra de Irlanda así en general pero quiero que hablen fácil. Por qué la gente hace todo difícil. Uf, cuánto barro, ¿no?

Además me ha tocado venir con un montón de gente que traía también cara de culo, a lo mejor ellos sí que sabían a qué venían, porque yo me siento muy timado, como cuando te tocaba un fantástico premio en un chicle pero luego solo era un álbum de cromos, así pero en peor. Mis padres me han engañado un montón y encima las dos últimas semanas se empeñaron en decirme que desde la dirección o algo así les habían dicho que no debía medicarme nada de nada porque interferiría en el tratamiento, o eso o se lo inventaron porque me odian. A lo mejor ambas cosas. No lo sé. El caso es que esta gente es muy rancia y yo tampoco quiero hablar porque ahora solo tengo muchas ganas de decir tonterías. Durante el viaje en el barco casi hasta me duermo y durante un rato he tenido la sensación de que el ruido de las olas decían cosas, pero eran mensajes muy absurdos y luego he pensado que a lo mejor no. También me ha parecido durante un rato que se me había olvidado el nombre de la escuela a la que iba y eso ha estado mal, aunque ahora que lo pienso se me ha olvidado de verdad. Bueno, alguien me lo recordará.

Y ahora estamos en este salón muy feo esperando que pase algo. Todo el rato me imagino que va a entrar gente y van a ir vestidos así repeinadísimos y antiguos, sobre todo antiguos. Me hace gracia. Me río solo un poco. Nadie más se ríe y me miran raro, creo. No me importa, estoy acostumbrado a las miradas raras pero me sigue haciendo gracia lo de la gente antigua, aunque esta vez me aguanto y no me río, solo sonrío. Me da igual, creo que este es un sitio de locos así que se puede ser loco. Miro a mis compañeros y tienen pinta de gente raro, entre uno así rubio que creo que va de guay, y una chaval que es como fan de las cosas oscuras y góticas, y luego un chico que tiene más pinta de normal y así, uno con gafas. La gente con gafas es intelectual. Ojalá me pusieran gafas, sería un intelectual y no me reiría pensando en gente antigua ni olvidaría el nombre de la escuela. Algo de Z, pero no me acuerdo. Escuela Z suena a escuela de súper héroes o de zombies. O de zombies súper héroes, no sé. Puf, como me duele la cabeza, y qué cantidad tan grande de barro. Estoy cansado.

Hay que ser educado y no sentarse si no te lo ofrecen, pero este sofá aunque huela como a armario de abuela tiene buena pinta, asi que me dejo caer en él y los cojines se quedan desparramados por ahí. Buah, me da igual. Ojalá alguien apagase la luz y así podría dormir un poco, qué mentira, sé que no, pero podría intentarlo, y la luz me hace daño a los ojos, quiero dormir a toda costa. He perdido todo el sentido del decoro y estoy en ese momento que cuando me da la gana de dormir o creo que puede ocurrir, lo hago. La luz me molesta mucho - Qué molesta esta luz, no - es un comentario al azar, no se lo digo a nadie en concreto. No quiero su opinión, sólo lo digo. Qué dura es la vida, es muy increíble, me pican todas las mordeduras de mosquitos, será que tengo la sangre dulce o algo así - ¿Es verdad eso de que a la gente que le pican los mosquitos es porque tiene la sangre dulce? - yo que sé, las veces que me he mordido la lengua no ha sabido especialmente dulce. Ha sabido normal. Será que los mosquitos tienen otra manera de calibrar los sabores.

Quiero dormir a toda costa, pero no puedo. Cierro los ojos pero me duele tanto la cabeza que me duelen los ojos a su vez y es esa sensación rara que ya he experimentado muchas veces, espero que me den drogas o algo así porque estoy agotado. Conozco este estado, probablemente en un rato me entre la euforia y luego quiera volver a dormirme y a morirme y a pensar que las olas del mar me dicen cosas y todo eso y que la gente antigua hace gracia. Qué luz tan molesta. Necesito taparme con algo. Pienso que un cojín con flores estampadas puede servir. Me lo pongo en la cara pero se escurre y lo tengo que sujetar, es muy incómodo pero detiene la luz y eso hace que me duelan los ojos menos. Uf, qué sueño tengo. Es de muy maleducado estar medio durmiendo cuando se supone que va a venir alguien a buscarnos pero me da igual, si tengo suerte y me quedo dormido quiero que me remolquen a mi habitación o me dejen aquí con los irlandeses ,me da igual. Que me roben, no me importa. Por si acaso, pongo los pies sobre mi maleta, llenándola supongo de barro (no la veo, el cojín me lo impide) por si acaso, que no me fío. Ojalá un montón de drogas, pero no. Odio todo, quiero dormir.

 

 

 

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29/07/2013, 21:32
Alastair Harrington Jr.

El verano prácticamente ha acabado y, aunque reconozco que añoraré la libertad que he gozado estos días, no ha pasado un día en que no haya esperado que llegase este momento: nuevos alumnos llegando para el inicio del curso escolar. Sentado en el alféizar de la ventana de mi alcoba, observo el camino por donde sé que deben aparecer con paciencia, algo increíble tratándose de mi. Reposados en mi regazo, una libreta de caligrafía escrita y una pluma han sido mi entretenimiento hasta ahora. No, por supuesto que no son tareas escolares, ni se me pasaría por la cabeza hacer algo semejante el último día. No. Son ideas. Pensamientos plasmados para evitar que vuelen de mi cabeza y no acarreen las desgracias que deberían.

Dando un nuevo repaso visual al camino, me imagino por enésima vez a los nuevos: su apariencia normalmente intimidatoria -cuando no parecen desdichados dejados de la mano de Dios- y su manera de ser, como si fuesen los amos de la isla. Me los imagino en una situación distinta cada ocasión, en todas ellas siempre acaba llorando alguien y, en definitiva, probando que el verdadero dueño de esta isla no son ninguno de ellos. Y eso me anima a seguir esperando, apuntando cuando una de estas situaciones me parece lo suficientemente buena como para ser escrita en mi libreta. Porque no todas lo son.

La niebla comienza a adueñarse de la Isla como cada día a la misma hora. En ocasiones se adelanta, otras se atrasa. Inclusive algunos días la niebla no desaparecía de la Isla en ningún momento. No siempre me molesta, pero hoy, hoy detesto la niebla. Y me irrita. Supongo que esto es lo que se refería Madre con lo de "los senderos del Señor son inescrutables", mas no tengo intención alguna de abandonar mi empresa. He esperado demasiados días como para rendirme por una nimiedad.

Escucho abrirse la puerta de mis aposentos, mas no me giro para ver quién ha entrado, sigo mirando por la ventana con gran excitación esperando ver las nueve cabezas apareciendo por la espesa niebla en dirección a la Escuela en cualquier momento, así que cualquier distracción que pueda hacerme perder la tan deseada llegada no es digna de consideración. Por supuesto, oír a Shana hablándome no está fuera de la categoría "cualquier distracción", así que la ignoro por completo sin molestarme en apartar mi mirada de la ventana.

Oigo como Shana trastea en mi armario, sacando el traje que debo vestir esta noche. No es como si odiase a Shana ni los trajes, en absoluto, pero hay ocasiones en las que me gusta dificultarle el trabajo. En esta ocasión, es ignorarla y negarme a vestirme. Por supuesto, acabaré portando la vestimenta que mi Madre desee, no hay otro remedio, pero no será hasta que Shana se rinda ante la imposibilidad de que cambie de idea y me desvista y me vista ella con sus propias manos. No le queda otra, si desea conservar su puesto.

Así que, en definitiva, no me muevo del alféizar de la ventana ni aparto mi mirada del camino invisible por culpa de la niebla. Y, para pagar mi irritación con alguien, no obedezco a Shana. Primero porque yo no debo obedecerla. Un Harrington sólo rinde cuentas ante nuestro Señor o ante Madre; un Harrington ordena. En segundo lugar, porque estoy irritado y pagará tributo ella. En tercer lugar, porque así lo deseo. ¿Algún problema? Pues que le diga a Madre que no es capaz de controlarme.

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29/07/2013, 22:35
Andrew J. Ellis

Odiaba tener que irse al culo del mundo por culpa de esa rata asquerosa de Charlie Willis, su padre podría haberle mandado a una buena escuela americana en lugar de esa mierda europea. Total, una más de las muchas que ya había visitado. ¿Es que ya no quedaban escuelas en su país que tenían que mandarle al tercer mundo?. El viaje fue eterno, Andrew estaba deseando bajarse del avión desde antes de que hubiera pasado una hora. Le aburrían sobremanera las películas que ofrecían, la mayoría ya las había visto. De no ser por la azafata a la que logró engatusar para que le diera unas pocas botellas en miniatura de alcohol, habría abierto la puerta del avión y se abría dejado caer en medio del Océano Atlántico.

Agradeció bajar del avión, pero no sabía que pronto lo iba a echar de menos. En él tren no había tantas comodidades como en la primera clase del Boing en el que había viajado. Ese tipo de comodidades que uno no echa en falta hasta que no las tiene. Miró dentro del repugnante cenicero donde había un chicle pegado y decidió que no tocaría nada más de aquel tren hasta que no llegara a su destino. Para colmo no había azafatas tan sexys como las del avión, y por supuesto no se le ocurrió camelarse a ninguna. ¡Por el amor de Dios!, ¡eran Irlandesas! y no estaba tan borracho...

En fin, lo que tampoco imaginaba era que también iba a echar de menos ese tren... Lo del barco fue el colmo del mal gusto. Cuando le dijeron que tenía que meterse en aquel cascarón oxidado lleno de irlandeses borrachos pensó que era una broma que había llegado demasiado lejos y miró con incredulidad a su alrededor. Pero no... no era una broma. Por si fuera poco le dijo a uno de aquellos brutos irlandeses que le cogiera la maleta y se negó en rotundo. Tuvo que cargar él mismo con aquella pesada y gran maleta que cargaba con todas sus cosas. Aquella afrenta no pasaría de largo para Andrew J. Ellis.

-Cuando salga de esa mierda de escuela voy a hundir vuestra puta empresa en la bolsa y os mandaré al paro.- Pensó con todo el rencor que pudo reunir al tiempo que echaba una mirada furibunda a aquel malnacido irlandés. -Tal vez luego te contrate para cargar maletas durante toda tu puta vida.

El trayecto en el barco lo pasó apoyado en la barandilla de estribor observando el mar y pensando en sus cosas mientras trataba de calmarse. No se mareaba, afortunadamente, estaba ya acostumbrado al mar de los viajes que hacía con su familia en verano. Se preguntó que sería del Elizabeth III, el yate que su abuelo le regaló por su décimo octavo cumpleaños y que su padre le confiscó por dejar sin dientes a un niñato del barrio. Si le hubieran dejado explicar lo mucho que se merecía aquel puñetazo en la boca no le hubieran confiscado el yate... Pero su padre no le escuchaba, nunca le escuchaba. Le había dejado una carta para despedirse antes del viaje en lugar de hacerlo en persona, decía: "AJ tienes que limpiar el buen nombre de la familia y enorgullecernos y bla bla bla". Hizo una bola con ella y la tiró bien lejos después de leerla.

El resto del viaje lo dedicó a ordenar sus pensamientos, y no prestó mucha atención al pueblo, ni a la isla, ni al camino en bus tampoco. Si quería salir bien parado de allí tendría que aparentar ser un niño bueno, tal vez con un poco de suerte lograra convencer a los encargados de esa escuela de que se había tratado de un error, que él era un chico ejemplar. Tal vez con un poco de suerte en la primera revisión lo mandaran de vuelta a Harvard, esperaba que Charlie Willis ocupara su plaza en la escuela Zimmerman, por chivato. Lo cierto es que Andy, con su aspecto bien cuidado y su encantadora cara de ángel, parecía estar tan fuera de lugar allí como un político en un hogar de beneficencia. Y sabía lo fuera de lugar que podía estar eso... no en vano, su padre era político.

No se fijó mucho en el hall de la escuela, le parecía viejo y feo, y no había ningún cuadro que requiriera su atención. Se limitó a esperar sentado encima de su gran maleta con las manos en los bolsillos del pantalón con aire de pasar de todo. Como si no le importara estar allí.

Se preguntaba si ahora que ya habían llegado tendrían que seguir cargando con sus maletas o aquellos paletos bebedores de cerveza negra harían algo bien por una vez.

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30/07/2013, 22:40
Neala von Unwerth

Al principio me había cagado todo lo cagable en el subnormal que había hablado a mis padres de Zimmerman, pero lo cierto es que tras pensarlo bien, llegué a la conclusión de que era un cambio de aires que necesitaba y que seguramente, me iría bien. No es como si fuesen unas vacaciones, o el Wacken, pero me permitía alejarme de esa casa...

El viaje no fue largo a pesar de los cambios varios de vehículo y sinceramente, aunque lo hubiese sido me habría importado bastante poco. Había sacado el cuaderno de dibujo y me había dedicado a garabatear cosas dutante todo el tiempo que duró el viaje. Lástima que una vez se acabó el trayecto tuviese que guardarlo, pues solo disponía de dos manos y no era plan de llevar en una ambas maletas. Tampoco es como si pudiera...

La nieba no me había hecho demasiado gracia, a decir verdad. Si bien es cierto que como ambientación es cojonuda, a la hora de llegar a un sitio nuevo... no ver más allá de un palmo, no hace ni puta gracia. Me gustaba conocer el terreno. Aunque rápidamente la niebla que también comenzaba a llenar mi mente se disipó casi de un plumazo al ver que yo era la única que había entendido al chófer a la perfección. Tampoco es que hubiese dicho nada de otro mundo, con los gestos se le entendía perfectamente pero... Joder, al fin habían servido de algo las putas reuniones de mis padres en Irlanda. Sonreí ligeramente satisfecha, pensando que bueno, quizás a pesar de la niebla el primer contacto no fue tan malo. Lástima que lo pensé demasiado rápido.

El camino por el bosque no fue plato de mi gusto, a pesar de tener la compañía de otro irlandés raruno. Me gustan los bosques y me gusta la niebla, pero por separado, gracias. Y más últimamente. Mi cabeza se giraba al más mínimo ruido que había a mi alrededor, buscando cualquier cosa que pudiese haber... Claro que era tontería pero ya era como... una manía más. Cuando por fin iba a girar de nuevo la cabeza al frente, entonces, justo entonces, joder, me pareció ver algo. Seguí caminando, pero aún así entrecerré los ojos, tratando de ver mejor entre la niebla. Menos mal que no faltaba demasiado para llegar a la Escuela. Cuando quedaban pocos pasos para llegar, aceleré el ritmo y me metí tan rápido como pude en el edificio.

Suspiré con fuerza y solté las maletas junto a mi. Ni tan siquiera me había acordado de sacudir las botas militares antes de entrar. Mi madre me las hubiese tirado a la cabeza.

Joder. Aquí no. No es posible, NO lo es. -Me froté la sien y luego miré por primera vez al chico de aire distraído.

- Tranquilo, aquí seguramente te librarás por la niebla. Pronto no nos verán a ninguno. Solo falta que se engulla la casa y viendo como está fuera, no parece que falte demasiado para ello.

Luego miré la estancia. No era para nada lo que esperaba, aunque mentiría si dijese que me desagradaba. Seguí con mi mirada las escaleras, viendo si en la segunda planta se encontraba alguien... Sinceramente, si por mi fuese subiría ahora mismo. Pero no era plan, había que aparentar. Así que esperé.

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01/08/2013, 23:38
Elizabeth Barrett

El repiqueteo de unos tacones anuncia la llegada de alguien. Cuando cruza la esquina para llegar al hall veis que es una mujer pelirroja, elegante y formal. Lleva un portafolios, y os sonríe mientras os mira a cada uno de vosotros.

- Perdonad el retraso –se disculpa, con voz afable-. Soy Elizabeth, la secretaria del señor Zimmerman.

El señor Zimmerman es el director de la escuela. Elizabeth mira sus papeles y pasa un par de hojas para comprobar que estáis todos; lleva vuestras fichas. Tras ojearlas, vuelve a miraros. Es entonces cuando llega otra mujer, anciana y menuda. Lleva puesto el típico uniforme de sirvienta, negro y con delantal blanco, y su expresión es opuesta a la de la secretaria: seria y algo severa.

- Fantástico –suspira levemente Elizabeth, sin perder la sonrisa-. Coged vuestros equipajes; os llevaremos hasta las habitaciones. Las chicas vendrán conmigo, y la señora Bevin guiará a los chicos. ¡En marcha!

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01/08/2013, 23:39
Bevin Moreen Bryan

Bevin espera a que vayáis hasta ella y, cuando estáis todos, comienza a andar hasta las escaleras. A pesar de su edad es bastante ágil.

- Las reglas son claras –os dice mientras sube los peldaños, sin miraros-. No seáis revoltosos, no fuméis en las habitaciones y no vayáis a los dormitorios femeninos –llegáis hasta el ala dedicada a las habitaciones masculinas. Es entonces cuando Bevin se para y se gira-. Y nada de merodear por ahí a partir de las siete. ¿Entendido?

Cuando ve que asentís, se vuelve a girar y os indica cuál es la habitación de cada uno. Os junta de dos en dos, y a Dylan y a Andrew os toca juntos. Al llegar al final del pasillo, Bevin saca unas llaves y abre vuestra habitación.

- El desayuno será a las siete y media. No lleguéis tarde.

Y se va, dejándoos solos en la habitación.

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01/08/2013, 23:41
Directora

Vuestro cuarto no es pequeño, pero tampoco enorme. Posee dos camas, una a cada lado de la habitación, y cada uno tiene un armario personal, un escritorio y una pequeña estantería para colocar vuestras pertenencias. Además, contáis con un baño para vuestro uso exclusivo.

Sobre vuestras camas hay un uniforme perfectamente doblado. La chaqueta es azul; los pantalones, grises. La corbata, de color azul y amarillo, tiene bordado el escudo de la escuela. Semper fidelis. Es un rollo tener que llevarlo pero bueno, la política de la escuela es así.

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01/08/2013, 23:42
Elizabeth Barrett

Elizabeth es una mujer simpática y amable, y os pregunta qué tal ha ido el viaje mientras subís las escaleras que os llevarán hasta los dormitorios.

- Espero que nuestros queridos marineros hayan sido amables; a veces el mar los curte demasiado –bromea.

Al llegar al pasillo donde están las habitaciones, Elizabeth se para y se dirige a vosotras sin perder la sonrisa. Supones que es para que las estudiantes no pierdan los estribos o se pongan nerviosas; lidiar con gente mentalmente enferma resulta difícil.

- Hay algunas normas básicas que me gustaría dejaros claras antes de enseñaros vuestros cuartos, para que no haya malentendidos en un futuro –comienza-. La primera es que intentéis mantener el orden. Por favor, no os peleéis. Si tenéis un desacuerdo con otro compañero, acudid a cualquier adulto. La segunda, que no vayáis al internado masculino. Sabemos que sois adolescentes, pero es por vuestro bien. La tercera, que no fuméis. Y por favor, no salgáis de vuestras habitaciones o las salas comunes a partir del toque de queda, a las siete de la tarde.

A partir de ahí, os asigna una habitación y una pareja. A ti, Neala, te pone con una tal Jemima Jones que ni siquiera sabes quién es. Por desgracia sois a las últimas a las que os enseñan la habitación, y para entonces te das cuenta de que tu compañera es una chavala con el pelo rosa, un collar que parece de un perro y pintas de punketa. Elizabeth os abre vuestra habitación y os recuerda que el desayuno es a las siete y media antes de dejaros allí para que os adaptéis.

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01/08/2013, 23:45
Jemima "RaPUNKzel" Jones

La habitación no es pequeña, pero tampoco enorme. Contáis con dos camas, dos escritorios, dos estanterías y un baño para vosotras. Todo muy impersonal y frío. Jemima se tira sobre su cama y toquetea el uniforme que hay sobre ella; en tu cama también hay uno.

- Qué puta mierda –bufa antes de levantarse y abrir la ventana. No tarda en encenderse un cigarro. Parece enfadada-. La zorra esa va de simpática pero seguro que es lo peor. A veces el mar los curte demasiado -imita a la secretaria, poniendo una voz más aguda-. Gilipollas.

Le da una calada a su pitillo y te mira. 

- Me llaman Rapunkzel -se presenta, a su manera, y hace un gesto con la cabeza para señalarte-. ¿A ti?

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02/08/2013, 01:01
Neala von Unwerth

Me mantengo con cara neutral, afirmando con la cabeza cuando creo conveniente ante las palabras de la pelirroja. Cuando se va, y me deja en mi habitación junto a mi compañera (la cual tenía unas pintas de punketa que no podía con ellas), por fin me relajo, tomando asiento en la cama, mirando de reojo el uniforme.

- Yo soy Neala. -La miro. Y me llaman Melinda Gordon.- Seguramente sonreír esté incluido en su contrato. Tampoco la culpes por eso. -Me descalzo las botas militares, voy al baño y me aseguro de dejarlas bien limpias usando el lavabo.- No me malinterpretes. Seguramente aquí nadie sea trigo limpio pero... habrá que darle un voto de confianza, ¿no?

En realidad no. Ni tan siquiera a ella. "Rapunkzel". Quien sabe si luego resulta que lleva aquí años y la usan para espiar al resto. O si simplemente es una chivata porque a cambio de ello le dan tabaco... El tiempo diría.

Una vez he acabado, vuelvo a mi sitio y me calzo las (ahora relucientes) botas.