Partida Rol por web

Quince hombres en el cofre del muerto.

3 de Marzo. Año 1622. Por la mañana.

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25/10/2013, 19:26
Anabela Prieto

Junto a una bandeja de plata donde quedaban los restos del desayuno, con dos naranjas a medio terminar que eran atacas intermitentemente con alegría por Anabela, la italiana se entretenía  ayudando con la preparación del tocado a Inés. Seguía llevando sus burdas ropas de sirvienta, sin rastro de armas, y aunque a solas su mirada se tornara firme y seductora de nuevo, la Grande de España sabía que volvería a su estupida bizquera en cuanto apareciera alguien. Su habilidad para controlar ese tipo de detalles era cuanto menos desconcertante.

Se encontraba entrenia peinando con maestría el pelo de Inés, estaba trenzándolo elaboradamente con varias tiras de seda, de colores rojizos, para que pegara con la discreta cofia de fino oro que se pondría como tocado. Sería un poco extraño, pero a veces daba la sensación de que la asesina disfrutaba mucho con su papel de sirvienta. A juzgar con la alegría con la que jugaba con su pelo, bien podría ser el caso.

¿Acaso no había cosa que aquella mujer no pudiera hacer? Entre estocada y estocada ¿cuando se sacaba tiempo para aprender tales artes femeninas?  

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25/10/2013, 20:15
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

El humor de su grandeza era notablemente mejor, picoteando con el mismo entusiasmo algo de fruta. Quizá de cara a la soldadesca fuese algo imperceptible, pero para la confesora resultaba un secreto fácil de desentrañar. Las preocupaciones le pesaban todavía, era cierto, pero se sentía confiada y relajada, y mientras Anabela trenzaba su pelo con esmero y profesionalidad –que menuda reliquia había adquirido sin saberlo-, Inés hilvanaba sus propios planes. Tenía un preso al que atender, y una oferta en pendiente, pero resultaba más llevadero tras haber sobrevivido a las desgracias. Incluso, para sorpresa de algunos, había abandonado el riguroso negro.

 -Hay algo que me gustaría saber sobre vuestro contrato –comentó en cierto momento, llevándose un gajo a la boca. Masticó despacio antes de seguir-. Habló vuesamerced de un pago por cada servicio requerido, pero dicho cobro nunca quedó estipulado más allá de la palabra. ¿En qué se basa?

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26/10/2013, 14:46
Director

Anabala interrumpió una tonadilla italiana que andaba cantando sólo de forma medio consciente, no pudo evitar sonreír.

- Cara, la relación con tu confesor se basa en la confianza, en la entera confianza. Un día fijaré un precio, un favor, como su grandeza quiera llamarlo, que tendrá que ser satisfecho si queréis que siga a su lado. Si accedéis, todo seguirá igual, y si no... pues me iré sin ninguna consecuencia, considerando los favores dados como gratis, sin rencores cara, sin rencores.

Anabela se rió.

- Aunque más de uno luego se arrepiente y vuelve pidiendo ayuda. Y entonces si, entonces si le cuesta bastante. Ains, cara...

 

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26/10/2013, 15:36
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

De confianza era fácil hablar cuando uno tenía los recursos para defenderse o las habilidades para ello, y la italiana las tenía bien escondidas bajo el mantón. Lo sabía con certeza. Pero para alguien como Inés, que tras cada sombra se escondía un nuevo peligro, la confianza sólo le aseguraba la desgracia.

Esbozó una sonrisa tibia, clavando sus ojos fríos en la confesora de buena gana.

-Eso no es lo que quiero escuchar, Anabela -dijo con sencillez-. Si es que ese es vuestro nombre. Resulta muy fácil hablar de confianza cuando uno conoce el suelo que pisa.

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28/10/2013, 09:09
Anabela Prieto

Anabela se encogió de hombros.

- Me pondré triste si discutimos, vuesa grandeza, soy niña chica para poder cambiar las reglas a mi disposición, gustase o no. ¿Pensáis que os traicionaría? 

Anabela se quedó un instante callada y luego profirió un gruñido sonriente. 

- Sería escoger al caballo perdedor. 

Y había respeto y verdad en esa frase. 

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Sabes por cultura que la secta de los confesores opera en las sombras y son famosos por no revelar nada, ni bajo tormento. Aunque esa solo la versión oficial. 

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28/10/2013, 16:10
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Inés reflexionó un breve momento sobre su actitud llevándose los dedos al mentón con aire ausente.

-También sería mala apuesta si os juntarais a quien en todos confía. No me siento satisfecha -declaró muy resuelta unos segundos después, inclinándose hacia un lado de la silla-. Y estoy lejos de poder decir que confío en vuesa merced. Sin ofensa; es un hecho. Y sin cartas sobre la mesa al descubierto no tendría muchas esperanzas de que eso cambiase.

No sonaba a amenaza o exigencia, más bien la corriente de pensamientos que en verdad cavilaba.

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30/10/2013, 23:06
Anabela Prieto

- ¿Y qué os he de contar yo, vuesa grandeza, para qué os quedéis tranquila? .- Su mano se paró a centímetros de su nuca, con ligereza, sin llegar a atreverse a tocar la piel y sin que Inés notara nada. - ¿Cual de mis identidades falsas, de mis orígenes apañados y de buen arreglo, os haría más feliz? 

Pareció suspirar. Pero su voz volvió a sonar alegre. 

- Yo os aconsejo de que llevéis siempre a un apuesto soldado dispuesto a meterme una bala en el higado. Estará su merced más tranquila.

 

 

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30/10/2013, 23:11
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Inés calló un instante.

-Puede que no necesite gallardo soldado para tal labor, como ya habéis podido comprobar.

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30/10/2013, 23:12
Anabela Prieto

Anabela quedó inmóvil durante un segundo, ajena a todo excepto a sus pensamientos. Después, pues volvió a sonreir.

- ¿Para qué os preocupáis entonces si sois mujer que no necesita hombre en sus quehaceres? 

 

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31/10/2013, 13:30
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Un gesto bastó para desoír la pregunta como si esta careciese de relevancia, pero no quedó ahí. Con gentileza tomó la muñeca de Anabela para guiarla, si le parecía bien, hasta su lado, tirando levemente de la manga buscando quedar a la misma altura.

-No hallo solución al dilema, aunque quisiera. Es vuestro oficio y he de respetarlo, más os propongo un intercambio -sugirió de forma inocente con una media sonrisa-. Dadme un dato vuestro, real, que en nada interfiera con los asuntos de vuestra Orden. Y yo lo aceptaré de buen grado como si fuera veraz.

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05/11/2013, 02:15
Anabela Prieto

Anabela rió fuerte y risueñamente ante la ocurrencia de Inés. Apoyándo sus manos sobre el suelo y con, pardiez que asombro, extrema facilidad se mantuvo haciendo el pino mientras se giraba para mirar a Inés, cabeza abajo como estaba. 

- Pertenezco a la nobleza italiana, jamás he amado a hombre alguno y al menos dos de mis identidades tienen prohibida la entrada al puerto de Barcelona bajo pena de muerte, que no soy yo de llevarme bien con los catalanes. 

Ladeó la cabeza, con la frente completamente despejada por la caída hacia abajo del pelo estaba realmente hermosa.

- Creo que soy feliz trabajando contigo vuesa grandeza. 

 

 

Notas de juego

La ropa es bastante rígida, pero si, la falda se le cae hacia la altura del estomago. 

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05/11/2013, 13:07
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Inés ahogó un quejido ante sus modales, que dejaban mucho que desear en una mujer. Rápidamente empujó sus piernas para que bajara y mostrase decencia, levantándose con mucho garbo y presencia.

-¡Jesús! ¿Qué clase de mujer sois? -dijo con reproche, frunciendo el ceño ofendida apuntándola con dedo acusador-. Vestís como varón y no tenéis pudor enseñar los interiores. Deberíais avergonzaros.

Y aunque resultaba divertido, casi como si hablara con un bufón, no lo era.

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05/11/2013, 22:21
Anabela Prieto

Anabela se incorporó aun con la risa en la boca, arreglándose el pelo, pero a fe de Inés que algo pasó por su mente mientras se adecentaba correctamente, pues su rostro se torno algo amargo. 

- Que te voy a decir Señorita de Osuna: ni mujer, ni hombre, ni cristiana ni nada. Soy rata traicionera y hereje que se vende más allá del perdón por guerras que son todo menos suyas. - Le clavó los ojos negros y chasqueó la lengua. - Y si llegara a cogerme la guardia tendría suerte si alcanzarais a tener la bondad suficiente de sobornar al carcelero para que no violara mi cuerpo apaleado las horas antes de la horca. 

Se encogió los hombros. 

- ¿Pero a las mujeres libres como yo no se las coge vivas verdad? No hay que preocuparse por eso.... ni a fe, cara, que por mi vida tampoco. 

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07/11/2013, 13:28
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Le sostuvo una mirada indiferente, quedando para sí lo que en realidad pensaba de todo aquello. Era amargo, crudo y frío, el reverso de una verdad que Inés ignoraba por su condición, aunque más por insistencia propia que por desconocimiento. Tenía ya una edad y una posición como para saber lo que realmente se cocía en la olla. Pero no hizo comentario alguno; se volvió revestida en soberbia a su asiento y le hizo un gesto para que terminase de arreglarle el peinado. Tenía asuntos importantes que atender.

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08/11/2013, 20:58
Anabela Prieto

Asintió, ya con indiferencia o respeto, que dios cristiano o hereje pudiera saberlo, y se dispuso a su lado para terminarle el peinado. No dijo nada más. 

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10/11/2013, 14:22
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Una vez dispuesta, Inés se armó con filo corto bajo la túnica, ordenó traer vino y pan, y se hizo acompañar al calabozo por sus dos ya acostumbrados matadores.

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11/11/2013, 14:56
Tomás Lemoine.

El tiempo transcurrido engrilletado en la bodega había limado la tranquila confianza del rostro de Lemoine, dejando sólo una mueca de asco en su cara. A todas luces dicho trato le parecía innecesario y la gracia de este tipo de trámites parecía más razonable cuando se pensaba que era otro hidalgo, y no el mismo, quien las sufría. 

No se dignó a mirar a quienes entraban a verle. Quiera el buen dios un rayo para partirlos. 

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11/11/2013, 16:54
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Con sus propias manos sujetó Inés la bandeja de alimentos que dejó en el suelo para empujarla con la punta del zapato hacia él, como si estuviese afectado por el mal de la peste y acercarse más de lo necesario conllevase riesgo de mortandad. Sería estúpido por su parte si no aceptara aquellos manjares, pues no había recibido alivio para el estómago en lo que llevaba de encarcelamiento. Pero considerando su debilidad de carácter, pensó Inés, una terquedad innata que le resultaba harto ingrata, lo más probable es que lo ignorase.

Dio un paso atrás con los brazos cruzados a la espalda, balanceándose ligeramente sobre las puntas de los pies. Lo evaluaba cuidadosa en la penumbra, tomándose su tiempo para abordarle.

-Debéis de sentiros muy bravo viniendo aquí pendiente de soga y ofreciendo dones del Diablo después de haber tomado cartas en la conjura del virrey. Temo haberos subestimado, en verdad. Os calibré como simple hereje cuando os despacharon en aquella taberna. Debí haberos separado la cabeza del resto cuando tuve ocasión. Pero tenéis mérito. Ayer robasteis mi completa atención -admitió arrastrando las palabras con pesar.

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13/11/2013, 22:16
Tomás Lemoine.

No miró la comida ni un segundo, ni salivo su lengua, ni sus manos temblaron, a pesar de que había pasado su buen tiempo ya sin ingerir nada. Lo que si hizo Tomas Lemoine es bufar con fastidio y mirar de reojo a los españoles, que nunca había que olvidar que hidalgos o viñanos hideputas locos eran del primero al último. 

- Tengo suerte entonces de haber llamado vuesa atención ¿estáis a buenas con el intercambio propuesto o preferís mejora o cambio? 

Su voz estaba áspera y ronca. 

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13/11/2013, 22:51
Doña Inés Mª de Osuna, grande de España

Inés hizo un gesto de espera y se volvió hacia Marcos y Felipe.

-Dejadnos. No hay nada que temer. El instinto de conservación del señor Lemoine es fascinante y sabe de sobra que si algo me ocurre no serán uno ni dos los infiernos que visitará antes de atracar.

En verdad buscaba una intimidad innecesaria que le ayudase a reforzar los asuntos que estaba apunto de mentar, y que en presencia de oídos indiscretos no habrían servido para nada. Y no es que el lugar inspirase demasiada confianza, pero algo ayudaba si uno ponía de su parte.

-Mencionasteis algo ayer -dijo en un susurro apagado, casi temiendo comentarlo-. Magia.