- No deberían de tener problemas para disponer de ellos, repite Strophes.
pero... me pregunto una cosa - miró a sus compañeros con cansancio - si estaban siguiendo a este pobre diablo, quizás sigan monitorizando sus cuentas... podríamos sacar dinero de alguna sucursal y atraer a alguno de sus atacantes y tenderle una emboscada
Tal vez.- Dice el adepto antes de añadir la parte negativa a la frase.- Aunque los que querían a Orday muerto saben que han conseguido su objetivo así que no veo el sentido a que sigan monitorizando sus cuentas en caso de que alguna vez lo hubieran hecho.
De todas formas En estos momentos es el único camino por el que podemos tirar hasta la visita a la corte de Alabastro de esta noche. Por lo menos hasta que hasta que el personal de Lord Stropes consiga abrir el maletín. - Comenta tras pensarlo unos instantes.- Si queréis puedo acercarme discretamente a la mano dorada.
Caecus, iré contigo. Pero debemos hacerlo cuanto antes, tenemos una cita con Lady Borelda.
Este asunto parece resuelto, son una secta que busca psíquicos, solo hacen falta las pruebas.
Sin problemas.- Respondió a Caín.- No esperemos más entonces.- El adepto sentía que el tiempo se le escapaba y que prácticamente no hacían avances.
CAín y Caecus a la Mano dorada ¿los demás esperar?
Asintió - por mi parte, sino os importa, me quedaré descansando
El edificio de la Mano Dorado es grande y algo pomposo, muestra de que manejan uno de los poderes que sustentan el Imperio. Quedáis maravillados por un bajorrelieve en la fachada del Emperador con un tamaño superior a los 10 metros. Al entrar vuestra grado de asombro no se reduce al descubrir una enorme sala repleta de mesas y adeptos que van de un lado para otro cargando placas de datos, seguidos de servocráenos y autoplumas. Grandes cristaleras dejan pasar la luz que llega de las partes más altas de la colmena, inundando la estancia de una calidez que resulta extraña para los criados en estos mundos.
Los clientes son todos gente de la alta colmena o criados de alto rango que resuelven asuntos financieros para sus amos. Aunque parece que nadie os hace caso, de pronto alguien carraspea a vuestro lado...un adepto joven os mira de arriba abajo y se dirige a Caécus: El Emperador protege ¿en qué puedo ayudarte?
El edificio de la mano Dorada era una muestra del poder de la humanidad, un edificio suntuoso con bellos bajorrelieves que representaban al emperador y un interior iluminado por luz natural.
El emperador protege.- Le responde Caécus al joven adepto que se ha acercado a él.- Vengo a retirar fondos.
El adepto os observa atentamente: ¿Tiene sus códigos?
Los códigos...ya...siempre parecemos estúpidos.
Caín mira a Caécus, esperando que él sepa cómo salir adelante de aquella situación. Tal vez el archivero sepa de alguna ley o mecanismo que pueda...
El Emperador nos tienta a todos con la absurda capacidad de soñar despiertos...
Si claro, por supuesto.- Contesta el adepto tratando de imprimir a su contestación la mayor seguridad posible, mientras saca de su túnica la llave que sus compañeros recuperaron del cuerpo sin vida de Orday.
Os hace un getso para que le sigáis y llega hasta una consola con runas a los lados y un orificio en el que inserta la llave: ¿Nombre del propietario? - desde luego es un trabajo rutinario pero parece que le gustaría que los clientes se lo aligeraran.
Orday, Vorlin Orday.- Le responde Caécus al adepto.- Deseando que la llave sea suficiente para acceder a los fondos y no sea necesaria ninguna clave adicional o su plan se iría al garete.
EL adepto pulsa runas y teclea un extraño lenguaje para al final volverse y preguntar: ¿Cuánto desea retirar?
Serán doscientos creditos.- Contesta Caécus con total tranquilidad, aunque sin tener claro aún que el plan fuera a funcionar bien.
El adepto vuelve a tocar unas runas y de una ranura junto al monitor sale un papel impreso: Llévelo a la ventanilla para que le entreguen el dinero, gracias por trabajar con la Mano Dorada, dicho esto se gira y se acerca a una mujer con ropas elegantes haciéndole el mismo ofrecimiento de servicio que os hizo a vosotros.
¿Doscientos créditos? -le susurró a Caecus- ¿No hubiera sido más sensato preguntar cuánto dinero había? No estamos aquí para robar a un muerto, sino para averiguar si una cantidad extraña de dinero estaba en manos de Orday...y si realmente necesitaba el dinero que le pidió a Lord Strophes.
Aeragan pidió que sacáramos algo de dinero y eso es lo que hemos hecho.- Respondió Caécus con otro susurro. Después, con paso decidido caminó hacia la ventanilla y al llegar a ella le entregó la nota al adepto que allí había.- Disculpe, se me ha olvidado pedírselo a su compañero, pero ya que estoy aquí me gustaría consultar mi saldo y los últimos movimientos que ha habido en mi cuenta.-Le dice con su mejor sonrisa.
El adepto coge el papel y la pasa una espedie de autopluma con una luz de color rojo, con un ruido de motor bajo el mostrador se abre un compartimento para que Caecus reitre el dinero.
- Lo siento pero aquí solo se le suministra el efectivo, deberá volver con un contador para que le de esa información, contesta educadamente.