Partida Rol por web

Un roce áspero en la barbilla te despierta súbitamente. Abres los ojos, aún algo atontado por el cansancio y lo primero que ves es la cabeza de un felino que se inclina sobre tu rostro para lamerlo.

- ¡Arriba, dormilón! - exclama Fawkes contento. - Tenía que haberte despertado de un zarpazo, ya verás cómo ibas a dejar de remolonear en la cama... ¿O crees que yo tuve mucho tiempo para dormir cuando me mandásteis a la ciudad? - pregunta con un tono ligeramente dolido. - Mis patas me dolieron durante horas - dice lamiéndose las almohadillas de las patas delanteras en un acto reflejo.

De un salto, baja al suelo de la habitación, dejándote algo de espacio para levantarte.

- Le llevé el mensaje a Asceltis, como me dijiste. Cuando me preguntó algo directamente, asumí que ya sabía que podía hablar... Esa mujer parece estar enterada de todo. Ni siquiera se sorprendió cuando leyó lo que le contabas sobre Alder, aunque creo que eso no lo sabía. Por mucho que sea tu familia, no puedo comunicarme mentalmente con ella - revela.

Te sorprende su revelación, pero lee tus pensamientos antes de que puedas decirle nada.

- Sí, me enteré ayer... Asceltis me encerró en su casa y me estuvo cuidando un par de días - dice con un ligero ronroneo. - Escuché cómo ese bruto de Alder te ataba en el salón, pero mientras pensaba cómo poder ayudarte llegó ella. No pude evitar escuchar vuestra conversación, pero no era el momento de decir nada...

¡Fiel amigo mío!

Le sujeto por debajo de los brazos y le lanzo al aire de alegría

Cuánto me alegra volver a verte. ¡No sabía qué te había pasado! Me tenías preocupado... -le rasco la cabeza con vehemencia con los nudillos-

¡Es magnífico que estés aquí, y de una pieza! Pues si estabas en la casa de Asceltis, entonces ya sabes más o menos todo el asunto. -De repente pongo una expresión más seca y severa- Pero si te he de ser sincero, este nuevo plan no me gusta nada. Asceltis quiere que mate a una mujer... y no me gusta. Quiero decir... hay mujeres horribles. Peores sin duda que un hombre. Y a mi no es que me de miedo la sangre, ni nada... Pero matar por la espalda, a traición, simplemente no es mi estilo... Le prometí a Asceltis (Asceltis, Asceltis, tengo que acordarme de decirlo bien. No la cagues, Areth) que haría lo posible para ayudarla, y pienso cumplir mi palabra. Por lo menos, amigo mío, puedo hablar contigo y tus consejos son siempre sabios. Eres el gato más listo que conozco...

Despiertas tumbado en la cama con la sensación de no haber descansado lo suficiente. Sin embargo, el dolor de tu brazo se ha vuelto más agudo allí donde la espada de Eric te alcanzó la noche anterior. Retiras tu túnica con cuidado para descubrir la herida y notas cómo la carne arde ligeramente alrededor del corte. Maldiciendo, coges agua de la palangana y empiezas a limpiarte la herida para evitar que se infecte.

Cuando terminas, las sábanas están llenas de sangre. Al menos esta vez ha sido el brazo, porque la última vez que estuviste aquí Asceltis te tuvo que aplicar una poción en las quemaduras de tu cabeza. Desde luego, el posadero debe temer cada vez que viene a limpiar tus aposentos.

La luz de la ventana te indica que hace tiempo que ya ha amanecido. Terminas de arreglarte y notas el peso del medallón en el cuello. Asceltis te pedirá hoy que honres vuestro acuerdo y le prestes el medallón para cumplir sus objetivos, cuales quiera que estos sean. Si durante los últimos años has llegado a conocer a la mujer, estás bastante seguro de que os estará esperando abajo.

Fawkes ronronea ante el halago.

- Claro, soy el único gato listo que conoces... - contesta. - ¿Así que quiere que mates a una mujer? Bueno, no debería ser un problema si te enfrentas a ella cara a cara. Sabes perfectamente que una mujer puede dar una buena paliza a cualquiera si se prepara para ello. ¡Mira a Martha! La última vez que entrenasteis te habría partido todos los dientes si le hubieras dicho que ibas a retener tus golpes porque fuera una mujer.

No puedes evitar una sonrisa al recordar a tu compañera en el campamento de Jakko. También ella fue herida en el ataque a las amazonas de los Caras Azules, y no puedes sino preguntarte cómo estará. Tal vez, cuando todo esto acabe, consigas convencer a tu hermana de que se una a vosotros allí, lejos de todas las intrigas de la ciudad. Aunque no sabes si Asceltis encajaría allí bien.

- ¿No te dijo nada más sobre esa mujer? Seguro que tiene que haber un motivo para que tu hermana te pidiese que la matases. Es decir... es Nadia, no la zorra manipuladora que siempre habíamos considerado que era Asceltis, ¿no?

Frunzo el ceño al contemplar esa posibilidad.

-Me dijo Nadia que me daría más detalles de la mujer que quiere muerta cuando me reuniera con ella en El Grifo Ardiente. Claro que tiene que haber un motivo, siempre hay un motivo... Pero, ¿es lo suficientemente bueno? La prometí que la ayudaría, y eso es lo que haré. Si hay que matar, mataré. Pero también creo que no es una zorra manipuladora, como dices. Los hermanos no se hacen eso, y si quisiera un cuchillo de alquiler para despachar a alguien desde las sombras, sé que hay mejores opciones que yo. Si me pide ayuda, es porque de verdad debe necesitarla.

El Dindavara se acerca a la ventana medio abierta. Lo hace con cuidado de no asomarse demasiado. Una franja de luz le acaricia la cara y le llena la mente de sol. Se permite el lujo de no pensar en nada durante unos segundos antes de respirar hondo, darse la vuelta y terminar de prepararse.

El Medallón queda convenientemente cubierto con la camisa blanca con la que Yi Fan se viste. La última que le queda. Pero antes de ponérsela, se asegura que las vendas entorno a la herida de su brazo estén bien sujetas y limpias, no vayan a manchar de sangre la prenda.

Necesita conseguir otras vestimentas. Más discretas, más propias de Uldnacht. Eso incluye otra capa con capucha con la que embozarse en caso de salir de la protección que la posada le ofrece. Tiene dinero. Podría encargarle las compras al posadero. No es una buena idea dejarse ver por la ciudad. También sería útil obtener algún preparado para tratar su herida. No es el mejor momento para que una inoportuna infección le deje febril y le robe las fuerzas.

No, no es el mejor momento. Yi Fan piensa en el desastre de ayer por la noche. El desdichado Fender ya no tiene que preocuparse de nada, pero el Didavara sí. Se pregunta cuántas personas, y en concreto cuántos hechiceros en la ciudad, ya están al tanto de la existencia del Medallón y de éstos quiénes saben a estas alturas que el poderoso artefacto se encuentra en poder de un extranjero Dindavara.

¿Se extenderá la noticia? ¿Cuánto falta para que empiecen a investigar sobre su paradero? Uldnacht es una ciudad muy grande, pero Yi Fan cree que no serán muchos los compatriotas suyos que residan aquí. El color de su piel, su acento y sus maneras le hacen fácilmente identificable, y aunque está seguro que Asceltis controla lo que sucede de puertas adentro del Grifo Ardiente, ¿cuánto tardará alguien en hablar, si la recompensa por Yi Fan es lo suficientemente alta?

Pensar en la mujer hace que sienta como si el Medallón pesase más, por imposible que eso sea. Asceltis cuenta con él. Durante tres días completos. Eso fue lo que le dijo. También dijo que después se lo devolvería. ¿Puede confiar en la palabra de la mujer? Yi Fan aprieta los dientes. Debe hacerlo. Al fin y al cabo, ella confió en él cuando acompañó a Fender en su ajuste de cuentas, a pesar de que al hacerlo se arriesgaba a perder el Medallón. Algo que estuvo a punto de suceder…

Corresponder confianza con confianza. Es lo justo. El Dindavara cree en eso.

Cierra la puerta de la habitación y se encamina escaleras abajo, a la sala principal de la posada.   

Fawkes se lame una pata, desinteresado.

- Es posible - dice, aunque telepáticamente eres capaz de detectar sus dudas: tal vez los excesos de las últimas semanas puedan haber hecho que Asceltis esté corta de efectivos.

Niegas con la cabeza, desechando la idea del gato. Después de todo, es tu hermana y no tendría sentido que te hubiese localizado y mandado la carta como Asceltis para hacerte venir a la ciudad sólo para contar con un nuevo secuaz: sin duda le habría salido mucho más barato contratar a alguien aquí que montar todo esto para pedirte que asesines a alguien.

De repente Fawkes se queda quieto y levanta las orejas mientras olfatea al aire.

- Yi Fan está aquí - dice señalando la puerta. - Y por el olor a sangre, diría que le han herido.

Miras al gato y abres la puerta de la habitación.

Bajas las escaleras y ves cómo una figura femenina cruza la sala. Una muchacha joven y atractiva sale de la posada sin percatarse de tu presencia. Observas el resto de la posada y ves que, salvo por la figura solitaria de Asceltis, está completamente vacía. No tienes tiempo para pensar en la chica, porque la voz de Asceltis centra toda tu atención.

- Yi Fan. Espero que tu brazo esté mejor... - Al contrario que otras veces que os habéis reunido, la mujer no espera a que te acerques y tomes asiento frente a ella, sino que se gira para comprobar cómo estás. - Henry me contó lo ocurrido. Lamento la pérdida de Fender, si es que llegaste a considerarle un amigo - añade. Por su tono, parece claro que a nivel personal le importa más bien poco lo que le haya podido ocurrir al bandido.

Una puerta se abre en el piso superior y ves cómo Asceltis gira ligeramente la cabeza hacia allí.

Areth se acerca a las escaleras y ve cómo Asceltis y Yi Fan se giran hacia él. El dindavara, con el brazo izquierdo apoyado contra el cuerpo, acaba de bajar al salón y se dirige a la mesa de Asceltis.

- Areth - dice la mujer. - Espero que tuvieras suerte con la información que te di ayer.

El guerrero masculla algo entre dientes y baja al salón, sentándose en la misma mesa que su compañero, frente a la mujer enmascarada. Volviéndose ligeramente, Asceltis da un par de palmadas para llamar al posadero.

- Por favor, pedid algo de desayunar. Os vendrá bien reponer fuerzas. - Espera a que el hombre os sirva lo que pidáis y a que empecéis a comer.

- Yi Fan, me temo que Alder ha estado demasiado disperso últimamente y no vamos a poder contar con su ungüento curativo. - Dice señalando tu brazo. Areth tuerce el gesto, con una expresión que deja claro que preferiría que se le gangrenase una herida antes que ponerle una pomada hecha por el gigantón tatuado. - Aún así, por lo que veo, eres capaz de moverlo sin problemas, ¿no es así?

Mientras el didavara contesta, se vuelve hacia su compañero.

- Areth, tengo un pequeño encargo para ti. Un último favor por los servicios prestados. Leena Henders. La mujer tiene una tapadera en un pequeño negocio de los Barrios Medios, pero en realidad le sirve para coordinar un trabajo mucho más oscuro. No sólo es una asesina de primera clase, sino que también cuenta con una de las redes de información más importantes de la ciudad. - Huelga decir que otra de esas redes es la de la propia Asceltis. - Sin embargo, me han informado que ella y varios de sus hombres estarán esta mañana en una pequeña casa en la Periferia.

Espera las preguntas del guerrero y mira hacia el dindavara, que se sirve su té siguiendo un tranquilo ritual al que todos os habéis acostumbrado ya.

- Yi Fan, creo que tú tenías algo para mí... - añade con voz tranquila, aunque después de tanto tiempo juntos os parece detectar un cierto tono expectante en sus palabras.

Me aproximo al Dindavara con expresión preocupada. –Maldita sea, Yi-Fan. Si has acabado así, habría que ver cómo han quedado la media docena que se hayan puesto enfrente tuya.- Sé lo dado que es este tipo a hacerse el machote y el duro. Si se duele de las heridas, es que debe de haber recibido lo suyo.
 
Ayudo a la mujer a acomodar al guerrero para tratarle las heridas. –Y a ti, Asceltis, te doy las gracias. Cumpliste tu parte y seré tu lobo de ataque... por ahora.- Sonrío una mueca sin mucho humor.
 
Este próximo objetivo... Henders. Si es una maestra espía y asesina, no será fácil pillarla desprevenida. ¿Cuánta gente tendrá bajo su mando? ¿Qué puedo esperar de sus defensas? ¿Y cuánto tiempo dispongo para llevar a cabo el trabajo?
 
También tengo una petición para ti, Asceltis. Tras el largo viaje que llevamos a cabo Yi Fan y yo para encontrar el artefacto mágico que nos pediste, acabé descubriendo su poder. Y tengo un amigo con un serio problema... –miro de reojo a Fawkes mientras lo digo- que podría quitarse de encima ese problema gracias a la fantástica capacidad de ese cacharro. Quizás tú nos podrías ayudar.
 

Mirando de reojo al guerrero Uld mientras toma un sorbo de té, Yi Fan constata que Areth parece encontrarse con mejor ánimo que con el que lo dejó el día pasado, tras acompañarlo a la residencia de su hermana. Quizás más tarde tenga la oportunidad de preguntarle por si finalmente pudo hablar con ella, pero ese tema tendrá que esperar.

Fender ha muerto. Comenta de pasada tras escucharle, como si hablase de un tema intrascendente, dejando la taza con delicadeza sobre su platillo. Perdió su duelo con la mujer-hechicera. Yi Fan no cree que el rudo guerrero sienta en exceso el fallecimiento del salteador, pero la noticia, por lo repentina, debería sorprenderle.

Sin embargo, decide pasar inmediatamente al tema que debe tratar con Asceltis. Algo en su tono de voz le dice que no es aconsejable demorarlo ni un instante más. Por tanto se quita el Medallón que lleva colgando al cuello, y deja el artefacto sobre la mesa, frente a la mujer.

Pedisteis utilizarlo unos días… Ella dijo tres, pero el Dindavara no quiere tensar la situación. Aquí está. A vuestra disposición.

A Yi Fan no se le escapa la mirada de Areth, la suya y la de ese gato suyo, Fawkes. Pero nada hay que pueda hacer. Estaba conminado a entregar el Medallón a Asceltis, y ahora será decisión de la mujer si quiere utilizarlo para revertir al felino a su forma humana, si es que éste ha descubierto una forma de hacerlo.

El Dindavara no cree que ella preste ayuda desinteresada a Fawkes. Mucho se teme que el compañero de Areth tendrá que seguir esperando. Mientras tanto, y aunque Yi arde en deseos de preguntar a Asceltis por el tal Novak, sabe que debe ir poco a poco. Antes que nada debe conocer el alcance de las repercusiones que puede haber tenido lo de ayer.

Respecto a lo sucedido la pasada noche… Yi Fan mira a la mujer, en la esperanza de obtener alguna respuesta de alguien que, como ella, conocerá lo que ocurre en esta ciudad, sea rumor o noticia oficial. …puede que sepáis si estoy siendo buscado por la guardia de la ciudad o por otras fuerzas…

Asceltis asiente cuando Yi Fan informa a Areth de la muerte de Fender.

- Lo que he descubierto recientemente - añade mirando al dindavara - es que esa misma hechicera fue quien te hirió la noche en que capturasteis a Jezzabel. La verdad es que nunca había imaginado que fuera tan hábil con la espada como para derrotar a un experto espadachín como ese bandido...

Con seriedad, estira la mano para coger el medallón. Lo observa con atención y asiente hacia Yi Fan, agradeciéndole con ese gesto el hecho de que mantenga su palabra.

- Te lo devolveré lo antes posible - añade con seriedad.

Mira a Areth con seriedad y asiente con la cabeza. - Conozco el problema de tu amigo; he estado hablando con él los últimos días y ayudarle me parece un justo precio por el último favor que te he pedido - dice mientras Fawkes se acerca a ella y se frota contra su pierna. - Sin embargo, el tipo de magia que requeriría cancelar su transformación es extremadamente raro en Uldholm. Tal y como están las relaciones con el Imperio, los sacerdotes de Pahar no suelen frecuentar esta ciudad. Intentaré encontrar alguno, de todas formas, aunque tardaré unos días en tener tiempo para poderme dedicar a esos menesteres.

Cuando Fawkes ronronea a modo de aprobación y Areth asiente aceptando la respuesta, sigue con su explicación.

- Henders está ahora mismo planeando un ataque a un renegado de su gremio, aquel que me reveló su nombre - dice con un destello en la mirada. Realmente la asesina tiene que ser hábil si Asceltis ha tenido que recurrir a un traidor para desvelar su identidad. - No sé cuánto podrá aguantar el Rey Sombra el asalto de Henders y su gente, pero no creo que demasiado. Si te apresuras, podrás encontrarla desprevenida, centrada en el ataque a la casa de la Periferia y sin preocuparse demasiado por su retaguardia. Tal vez seas capaz de encontrar un aliado en su objetivo, aunque te advierto que es un tipo desagradable.

Una vez contestadas las preguntas de Areth, se vuelve una vez más hacia el duelista dindavara.

- La guardia te está buscando - confirma. - Lo cual podría dificultar tu tarea si te propones a investigar lo ocurrido con tu tío. Sin embargo, si quieres acercarte a los Barrios Centrales, conozco a la persona ideal para ayudarte. Emma sería capaz de mantener fuera de la cárcel incluso a un ladrón al que capturasen en medio de un hurto... por un tiempo limitado. - El nombre de Emma os recuerda a la abogada que sacó de la cárcel a Alex y Areth. A penas han pasado unas semanas, aunque todo lo ocurrido os da la impresión de que ocurrió años atrás. - Si quieres la puedo hacer llamar, aunque me temo que tendrás que prescindir de esa túnica... Llama demasiado la atención - añade con un tono divertido a sabiendas del efecto que produce su propia máscara a la luz del día.

Yi Fan observa cómo Asceltis se guarda el Medallón. El Dindavara no sabría decir si se siente inquieto por no contar con la ayuda del artefacto o aliviado de librarse de la carga que supone. Pero desecha en un instante estos sentimientos para asentir a las palabras de la mujer.

Sí, Emma… afirma, aunque lo cierto es que no recuerda el nombre. Puede que hace tiempo Areth o quizás el malogrado hechicero lo mencionaran, no está seguro.

Agradecería disponer de la oportunidad de reunirme con ella si puedes disponer un encuentro… Dice con suavidad, pero sabiendo que los agradecimientos de nada le valen a Asceltis, que no suele hacer nada de manera desinteresada. En cuanto pueda hacerme con una indumentaria menos… llamativa.

Sí, algo menos vistoso que sus pantalones de cuero, camisa de seda y fajín, que no destacarían en su patria pero que aquí hacen de él un objetivo. Y también algo para ocultar su tez oscura, porque la piel es algo que no puede disfrazar.

Asiento al escuchar a Asceltis. Una misión más, y ella ayudará a mi viejo amigo Fawkes. -Lo que es justo, es justo.- Afirmo con convicción.

Medito sobre la información que me ha proporcionado Asceltis sobre mi objetivo, y el breve tiempo del que dispongo para prepararme. Parece que en esta misión estoy solo, que mis enemigos serán muchos y peligrosos, que no tengo tiempo para preparar adecuadamente un plan de ataque. -¿El rey Sombra? ¿Así se hace llamar? Entiendo que quieran matarle... Pero si tengo que cumplir esta misión, cualquier par de manos extras que sepan empuñar una espada serán siempre bien recibidas. Dices que puede ser un hombre difícil de tratar. Pero si van a cortarle el cuello, puede que se vuelva amigable por un rato. Enséñame dónde puedo encontrarle.

Volviéndome hacia el Dindavara, me apena no poder ayudarle en el fregado en el que se haya metido en este momento. -Cuídate ahí fuera, Yi-Fan. Está todo lleno de hijos de puta...

Areth, estás en lo cierto acerca de la dudosa respetabilidad de las madres de muchos de los que nos esperan más allá de las paredes de esta posada... responde Yi Fan, aunque sin estar seguro de haber escogido las palabras adecuadas para expresarse. Aún hoy, su dominio del idioma Uld no es completo.

Por eso opino que podríamos ayudarnos uno al otro... Mira de reojo a Asceltis, pensando para sí qué opinará de esto.

La mujer os mira de hito en hito, esperando la respuesta del guerrero. Al notar la mirada de Yi Fan se encoge de hombros.

- Si os sentís cómodos trabajando juntos y no tenéis problemas en que el otro se involucre en vuestros asuntos, por mi parte creo que será más seguro si colaboráis uno con el otro.

Curiosamente, las dos últimas veces que Yi Fan luchó al lado de alguien no acabó demasiado bien para sus compañeros, aunque Asceltis no hace ningún comentario al respecto.

- Emma os esperará aquí dentro de una hora... Probablemente llegará antes que vosotros, de todas formas. Yi Fan, le pediré que traiga ropas más discretas, aunque en la Periferia no tienes mucho de lo que preocuparte, ya que la guardia no acostumbra a meterse en estos callejones... - su tono deja que se complete la frase: "por la cuenta que les trae".

Con una inclinación de cabeza, se despide y se levanta de su silla. - Estaremos en contacto - asegura mientras se dirige a la puerta de salida.