Partida Rol por web

Tras el consejo, William se sienta en lo primero que encuentra apropiado para ello que no sea el suelo y le escucha atentamente. Durante la charla, con algunas de las bromas de Joel, sonrie incluso rie en algunas ocasiones. Se sentia mas relajado, mas cercano a el y a sus palabras. Comenzaba a notar algo de confianza en el, cosa normal en William tras una leve charla con cualquiera.

Tal y como avanzaban sus explicaciones, William lo veia todo mas claro, menos confuso. Entendia su aislamiento, que le tubiesen encerrado. -"Vale... Soy un riesgo en potencia... quieren ayudarme..."- Miraba su manos con cierta tristeza, pero en cuanto escuchaba las palabras de su compañero, volvia a sonreir.

-"Amigos..."- Dijo a la vez que estrechaba su mano y se levantaba. -"Si quieren ayudarme estare encantado. Ahora mismo, y siendo sincero... entiendo por que estoy aqui encerrado. Aun que sea que me ayuden a controlar esto, no quiero ser un Hulk demasiado calentorro"- Finaliza sonriendo y soltando su mano.

-"Bueno, ¿Y cuando vamos a salir de esta celda...?"- Pregunta mirando a su alrededor esperando su respuesta. -"¿Asi que tu tambien tienes un Don, no? ... ¿Cual es? ¿Te estiras? ¿Viajas en el tiempo?"- Sonrie y le mira de arriba a abajo. -"Yo siempre he querido ser como Lobo, de hecho, es el primer comic que lei."- Ya empezaba a tomarle mas confianza, estaba mucho mas relajado y apenas le importaba donde estaba. De estar solo a tener compañia... jamas habia deseado tanto poder hablar con alguien en una situacion parecia.

Al otro lado de la puerta...

La mujer observaba con nerviosismo al interior de la sala. -¿Qué temperatura hay ahí dentro?- preguntó a un tipo con bata blanca que había cerca, frente a unos monitores. -20 grados, Sue. Parece que la temperatura ha disminuido muy rápidamente.

-Bien, entonces no hará falta calmante... ¿Está lista la sala especial? No quiero accidentes.- la mujer se cruzó de brazos, respirando hondo. -Sí, Sue, me han comunicado que ya la tienen.

La mujer sonrió mientras miraba a través de la ventanilla a los dos hombres. -Perfecto. Gracias.

Sonrío ampliamente a mi nuevo compañero, William, hasta me acerco a él y le doy un abrazo. - Gracias, tío. Sabía que lo entenderías. ¡Ah, joder! Es un placer, William, en serio. Sabía que tus subidas de temperatura, no eran más que esas inseguridades... que hasta yo, sigo teniendo. - Me retiro ligeramente de él, para permitirle tener su espacio vital. Levanto la vista, arqueando una ceja y poniendo una mueca un poco de "no es para tanto". - Nada, mi don es una gilipollez. Ya me molaría a mí, hacer lo que tú. Digamos que básicamente... no pueden pincharme. ¡Jajaja! Sí, suena un poco raro, y la verdad es que me parece bastante inútil, aunque se supone que hay algún tipo de campo... magnético, o energético que recubre mi cuerpo. Ni idea, tío... Las ciencias, nunca fueron lo mío.- Al terminar, me muerdo el labio inferior, colocando ambas manos tras la espalda.

- A ver, William, - Introduzco una de mis manos en el bolsillo donde guardaba aquel objeto. Saco despacio la jeringuilla y extiendo la mano abierta, mostrándosela. - Esto, es una jeringuilla. No te asustes, no quiero hacerte daño.- Despacio voy agachándome hasta dejarla en el suelo, la lanzo un poco hacia él, para que no se siena inseguro. - Dentro, hay un líquido que calma tus poderes. Es un sistema de seguridad, para evitar que se produzca el acontecimiento de los juzgados, que por cierto, se han encargado de "hacer desaparecer". - Sonrío tras este último comentario. Luego señalo con los ojos la jeringuilla.

- Cógela tú, sabrás mejor que nadie, cuándo inyectártela. Además, confío en ti. No te preocupes, no dejaré que te hagan daño. Ni a ti a ninguno de los que aparezcan. Somos personas ante todo. - Sonrío, esta vez, más para mí que para él. La verdad es que me extrañaba a mí mismo. Siempre había sido bastante egoísta, y este extraño me estaba haciendo cambiar de opinión. Por un tiempo, había olvidado que me quería marchar, y una extraña sensación de protección había nacido en mí. Debería desecharla tarde o temprano.

- Bueno, eso, voy a ver si nos abren. - Camino hacia la puerta y llamo varias veces, insistentemente, a propósito, sabiendo que eso les podría molestar. Al fin y al cabo, había derribado su método, y eso me daba algunos puntos con respecto a ellos, según mi percepción, que en resumen, era la válida. Lanzo una mirada a William.

- Si te pones nervioso, dímelo antes de inyectarte nada. Unas bromitas seguro que te bajarán la temperatura, ¡Jajaja! O podemos llamar al Hombre de Hielo... ¡Juas! - Niego con la cabeza, mientras le guiño un ojo.

William escucha sus palabras con una sonrisa en su rostro. -"Oye oye, no creo que eso sea una estupidez. ¿Nunca has escuchado eso de que el mejor ataque siempre es una buena defensa? A ti no te pueden ni tocar"- Sonrie -"Pero bueno, al menos tu puedes... "controlar" tu poder, yo no"- Frota su mano en su frente, suspirando.

Cuando su compañero lanza la jeringuilla como si fuera a morderle, William se cruza de brazos, mirandole alzando una ceja a la vez que evita una gran carcajada. -"Pero... Jajajajajaja, Joel, que no soy un leon, que no voy a morderte. No hace falta que hagas esas cosas"- Se arrodilla y coje la jeringuilla -"Tendre en cuenta esto, no te preocupes, pero siempre he sido una persona bastante tranquilo... Esto ultimo solo ha sido... como decirlo..."- Queda unos segundos pensativo -"Espontaneo"-

William no evita desprender una gran carcajada tras el comentario del hombre de hielo. Con el tema de su juicio, los preparativos y el estres acumulado, hacia semanas que no reia como lo estaba haciendo en ese momento. -"Si si, que venga el hombre de hielo, veras que bien queda en un cubata"- Sonrie a Joel, siguiendo la broma.

-"En fin, que abran esa puerta ya que quiero respirar algo de aire fresco"- Finaliza apoyando el hombro en la pared, cerca de la puerta con la jeringuilla en su mano, medio oculta. -"Espero que no tenga que usarlo pero... si me la juegan..."- Sonrie a Joel, mostrando una aparente tranquilidad en espera a que la puerta se abriese.

Al otro lado de la puerta...

-Bien, ya podemos abrir, ¿no?- le pregunto al científico. Él asiente. -Bien, pues vamos allá...- murmuro mientras hago acopio de fuerzas para abrir la pesada puerta. Después de desactivar la cerradura electrónica la empujo hacia mí. La puerta cede enseguida, interrumpiendo seguramente la conversación que transcurría en el interior.

Cuando se queda completamente abierta, les dirijo una sonrisa a Joel y a William. -Ya es la hora. Muchas gracias por la ayuda, Joel.- Suspiro aliviada. -¿Listo para las pruebas?- le digo a William, acompañado de una agradable sonrisa.

- Hola, Susan. - Sonrío satisfecho de mi logro sin tener que recurrir a ningún pinchazo. Le he demostrado que había otro método, y eso me hacía sentirme, ligeramente superior, seguramente por ese excesivo narcisismo que poseía. Miro a William, sonriendo, confiado. - Ella es Susan, me trajo aquí y... qué decirte, ha sido como una mamá, como una hermana, te cuidará bien. Además, como puedes ver, es un portento de mujer ¡Jajaja! - Solté una carcajada, divertido por la situación. Y por mi éxito. Eso significaba que podría pedirles alguna que otra cosa más o hacer lo que realmente quería hacer desde hace un tiempo: Viajar. Que eufemísticamente, vendría a ser, salir de ese sitio. Le hago un gesto a mi nuevo amigo para que pase primero, teatralmente, tras lo cual miro a Susan para decirle.

- Eh... La jeringuilla la tiene él, como es un tipo razonable, pensé que podría dársela, él sabrá mejor que nadie cuándo pincharse. - Sonreí, inocentemente, pensando en la buena acción que había sido esa. Una acción plena de comprensión y entendimiento. Algo que  yo no había tenido, y me gustaba sentir que podía darlo. O podría. Me crucé de brazos, tras lo cual avancé al exterior, deseoso de ver el mundo libre. Ah, esto es genial, Joel... Llegas, te dicen que eres intocable, no sirve para nada, sí, pero ahí está. Te piden que convenzas a un tipo, lo haces, y sin sus métodos. Un genio. Un crack. A veces, pienso que soy demasiado... yo. ¡Jajajaja!

-"Preparado... supongo..."- Dice mientras sonrie, dudando de si de verdad se encontraba preparado para esas pruebas. No sabia de que trataban, y le asustaba el simple hecho de pensar cosas extrañas. -"Esto... ¿de que seran las pruebas?"- Pregunta mientras se arrasca la cabeza, dubitativo -"Es que no me apetece que me hagan cosas raras..."-

Desde hacia pocos segundos habia tomado de entretenimiento el pasarse la jeringuilla por los dedos como si fuera un lapiz. Alza la jeringuilla mostrandosela a la joven y pregunta -"Una duda, ¿Que efecto provocara esto en mi si me lo... inyecto?"- Finaliza lanzando la jeringuilla hacia arriba y volviendola a atrapar.

Medio sonrío cuando escucho a Joel. La verdad es que nunca antes le había cogido cariño a alguien. Exhibiendo una agradable sonrisa le respondo a William. -Verás, tu poder funciona a través de la adrenalina. Por eso no lo puedes controlar. Cuando te alteras, aunque sea levemente, cabe la posibilidad de que tu poder se active en consecuencia. O eso creemos, a través de las pruebas que les hemos hecho a personas con poderes que se regían por la adrenalina.

Comienzo a andar por el pasillo, indicándoles con la mano que me sigan. -Esa jeringuilla contiene una substáncia desarrollada por nosotros. Es un potente "calmante de poderes". Aunque solo sirve si tu poder está vinculado a tus emociones.

Finalmente llegamos a una puerta revestida de metal. La abro, dejando ver en su interior otrá cámara acorazada. Aunque esta tiene una placa de vidrio en una de las paredes, desde la que se puede ver una habitación contigua llena de máquinas y monitores. -William, tendrás que entrar aquí, pero dame la jeringuilla, no sería conveniente meterla ahí dentro. Como no te has inyectado el calmante será más fácil realizar las pruebas.

Cuando William entra cierro la pesada puerta, que se cierra auntomáticamente con una cerradura electrónica. Luego me llevo a Joel a la habitación contigua, que tiene a un equipo de científicos en su interior. -Hola Sue, ya estamos listos para comenzar con las pruebas.

-Bien- respondo -vamos a comenzar.- Me dirijo a un micrófono y me acerco a él. -Bien, William. ¿Me oyes? Esta sala está completamente blindada con una aleación especial. Y este vidrio es irrompible, así que no tengas miedo. Vamos a comenzar con las pruebas. Primero comenzaremos analizando tu poder un poco por encima.

Sigo a Susan en silencio con una amplia sonrisa en el rostro. Me encanta que le haya agradado mi comentario, y lo muestro. En la habitación, mantengo ese talante hilarante, mientras observo con curiosidad tantos a los hombres de bata blanca, como los aparatos con que está compuesta. Me acerco ligeramente al cristal, apoyando una de mis manos, mientras observo en silencio lo que se disponen a hacer con William. Atiendo a Susan mientras empieza a darle indicaciones al abogado. En un momento dado, me acero a Susan y la empujo, bromeando, mientras me  adueño por unos segundos del micro.

- ¡Vamos William, dale chicha! Lo estás haciendo genial. - Luego me retiro, sabiendo que seguramente me he saltado las reglas, pero no me importaba. Sonreí a todos los presentes, y a Susan le guiñé un ojo. Despacio me retiré, y le hice un gesto de "adelante señorita". Miro a mi alrededor, analizando rostros y expresiones, mientras los ejercicios seguían. Lentamente me retiro, hasta apoyarme contra una pared, ligeramente desinteresado. ¿Por qué tengo que ver cómo salen ardiendo?... No sé, podrían meterme en alguna sala así y hacerme desarrollar mis poderes. O dejarme salir... Estoy es cuanto menos, aburrido. Además, si al menos hubiese científicas guapas, pero no, son todo hombres, excepto mi querida Susan. Qué habría sido de mí sin ella.... En fin, aguantaré por su santa... densidad. Jajajajaja Pienso mientras mis ojos se pasean tranquilamente por la estancia.

Sigue a la joven hasta la sala, sonriendo y un poco cabizbajo. -"¿Quieren que destroze esto? ¿Que mate mas gente...?"- Su corazon se empezo a acelerar, pero tras un breve espacio que dedico a respirar, procuro calmarse. Tras la recomendacion, le entrego la jeringuilla y entro en la sala.

-"Si, te oigo"- Contesta a su pregunta -"Si lo que vivi fue cierto, dudo que esto lo aguante..."- Explica mientras agacha la cabeza, mirando el suelo y a su alrededor -"Si... encerrado de nuevo... para no dañar a nadie..."- En ocasiones sentia que ese poder podria ayudarle a hacer el bien, en otras ocasiones pensaba que mejor estar muerto y no dañar a nadie. -"Realmente si buscas ver como activo esto... no tengo ni la menor idea... cuando paso estaba realmente cabreado, y ahora mismo no lo estoy, no es mi manera de ser la de enfadarme asi..."-

Tras unos segundos, cruzó los brazos tras el, se puso rigido y con la cabeza bien alta comenzo a acelerar su respiracion -"Vamos vamos... Es mejor controlarlo que el me controle..."- Susurro mientras en su rostro se notaba que intentaba hacer esfuerzo. -"Señorita Susan, aviseme si algo va mal..."-

Le dirijo una severa mirada a Joel, que pronto desaparece cuando me guiña el ojo. Le sonrío, pero le advierto a la vez. -Joel, no voy a regañarte. Pero quiero que sepas que esto es algo serio.

Me giro, mirando a William. Entonces me vuelvo a acercar al micrófono. -No te preocupes, William. Hemos preparado esta sala específicamente para ti. Está recubierta de una aleación especial muy resistente al calor. Y este vidrio está hecho mediante un proceso especial, también muy resistente al calor. Toda la sala está llena de unos microsensores ignifugos. Si detectan una temperatura demasiado alta se activará el enfriamiento de emergencia.

Hago una pausa para respirar. Entonces miro a uno de los científicos que nos acompañan. -¿Todo listo?- el científico responde afirmando con la cabeza. -Bien, pues. William, creemos que tu poder se activa debido a la adrenalina. Como un sistema de defensa natural. Necesitamos que te alteres. Tenemos métodos y métodos, pero no son nada agradables. Así que preferiríamos que lo intentases tú.- me muerdo levemente el labio inferior. La última vez que alteramos nosotros mismos a alguien con un poder que se activava por adrenalina la cosa no acabó muy bien...

-Piensa en algo que te enfade, o que te asuste. Algo que te haga ponerte a la defensiva.- me cruzo de brazos, esperando que surja efecto. No me gusta para nada pedirle ayuda a Harry, es demasiado peligroso. 

-"Entendido"- Afirma a la vez con la cabeza -"No dudo de las capacidades de estos sensores pero... enfriar el infierno es algo realmente imposible..."- Finaliza cerrando los ojos y concentrandose. Malas experiencias, la ida de su hermana, el juicio... Eso era, el Juicio. Ese cerdo le habia provocado esa descomunal ira en el juicio. En pocos segundos su corazon comenzo a dispararse.

Caminaba de un lado a otro frunciendo el ceño, imaginaba tenerle enfrente, a merced de su poder. -"¿Como va todo señorita...?"- Decia mientras apretaba los puños con fuerza mirando a una de las paredes de la habitacion.

Cuando William comienza a dedicarse a sus emociones me aparto del micrófono. -Estad atentos, esto es una prueba experimental, nunca se sabe.- los científicos asienten, entonces le dirijo una mirada de preocupación camuflada a Joel. "Espero que no pase como la última vez. Hemos reforzado la seguridad, pero igualmente..."

Me cruzo de brazos, mirando de nuevo a William. -La temperatura comienza a aumentar. Aunque es muy lento.

-Vaya, debería ser más rápido. Aunque bueno, supongo que esto prueba la teoría que teníamos.

-Sí,- afirma otro de los científicos. -parece que la causa proviene del mismo sitio que del niño del ataque biológico.- entonces vuelvo a fijarse en el monitor que tiene enfrente, analizando la información que nos proporcionan los sensores.

Me acerco al micrófono de nuevo. -William, de momento vamos bien. Sigue así.

Vuelvo a separarme del micrófono y miro a Joel. Me acerco y le susurro. -La verdad es que no acabo de estar segura de esto. Hemos reforzado la sala con una aleación especial, capaz de resistir temperaturas extremas, y de una dureza y resistencia bastante superiores a los materiales convencionales. Pero... la última vez que probamos esto con alguien...- mi rostro se ensombrece. -La cosa no acabó muy bien. Como el niño por si solo no podía activar su poder, lo intentamos forzar. Y el resultado no fue nada agradable... Yo me salvé porque huí atravesándolo todo. Pero uno de nuestros equipos científicos murió.

Tras mi confesión, miro a William algo angustiada.

Miro a Susan bastante confuso. Lo que me está empezando a contar, empieza a ser algo bastante serio, aunque yo no entienda mucho de esto, es de sentido común anteponer la moralidad a la ciencia, ¿no?. Me siento ligeramente desubicado en este momento. Los recuerdos de mi apacible vida anterior afloraron en mi mente, dibujando distintas imágenes divertidas, trepidantes, peligrosas incluso, pero todas ellas poseían un alto grado de seguridad, al fin y al cabo, sólo eran circunstancias sociales y relaciones con los demás. Esto ponía en juego la vida de los demás. Fruncí el ceño, a medida que estas imágenes atravesaban mi mente, y reflexiones existencialistas, vitalistas, acudían se sumaban a esas visiones. Susan pudo notar perfectamente que lo que estaba sintiendo en este instante, no era agradable. Di algunos pasos hacia atrás también, tal vez remarcando inconscientemente las ganas que tengo de apartarme de estos juegos de científicos. Nunca había sido muy despierto en esos aspectos, porque realmente nunca me interesaron, prefería la literatura, incluso la pintura... pero la genética me parecía excesiva. Sí, siempre había inventado teorías ficticias sobre lo que se podría llegar a hacer, pero jamás pretendí verlas hechas realidad. Jugar a crear no era tan fácil. No sabía muy bien porqué, pero lo veía muy claro: Si pones a un gladiador tuerto entre luchadores ciegos, poco importa de donde sean, no tienen ninguna posibilidad. Nacen los sentimientos de poder, la ambición se apodera de uno... Me parecía excesivamente desafiante. Claro... ¿Cómo controlas a alguien que es consciente de que puede hacer arder... media ciudad, por ejemplo? Porque si esto son niveles iniciales, no quiero pensar en cómo serán niveles más altos del poder de William. Además, no se puede jugar con los niños... ¿Qué significa forzar a un niño? ¿Y por qué?... Matarlos... Matarnos no es la solución. Tiene que haber alguna mejor que esta Organización. ¿Qué pasó con el niño? Inconscientemente, el pensamiento brotó de mis labios en los oídos de Susan, en voz baja, denotando molestia. No era una molestia específica, y no se podría analizar muy bien si por la situación o por lo que me había contado.

- ¿Qué pasó con el niño? - Pregunto, en voz baja. Con sequedad. Instintivamente, me cruzo de brazos, esperando la respuesta. Lo que me dijera Susan, sería decisivo para mí de ahora en adelante con respecto a esta Organización. Desde luego, que antes, hablaría con ella, se lo explicaría pero... probablemente después de escucharla, marcharme sería una "prioridad de nivel 1" como decían ellos en algunos casos. Después de escuchar su respuesta, le pregunto de nuevo.

- Si las cosas salen mal, tengo que entrar y clavarle le jeringuilla a William, ¿no? Por eso me cuentas todo esto. - Concluyo, rozando algo parecido al enfado, sutil, pero evidente. Con este último comentario, llamo la atención de los científicos.

Sin dejar de prestar atención a William respondo a la pregunta de Joel. -Cuando el poder del niño se desactivó, me acerqué a él. Había quedado inconsciente. Decidí que ya era suficiente. Pero no podíamos dejar por ahí a un niño que cuando se altera mata a todos los seres vivos cercanos. No podíamos arriesgarnos a experimentar más con su poder, así que tuvimos que recurrir de nuevo al que había provocado la activación de su poder. Una habilidad de estas dimensiones es demasiado para alguien de tan corta edad, así que por medio de un telépata, manipulamos su mente para que el poder no se activara a la mínima alteración emocional. Quiero decir, algo muy gordo tendría que pasarle al pequeño para que su poder se activase.

Lo miro a los ojos durante unos instantes. -En efecto, en el caso de que nuestros sistemas no puedan contener el calor, deberías ayudarnos a detenerle. Pero si se descontrola de verdad, ni la jeringuilla podrá detenerlo...- comento mientras me muerdo repetidamente el labio inferior. Si esto falla, más personas morirán...

Cruzo los brazos mientras la escucho hablar, algo me dice, que a pesar de que hace todo esto y está aquí, no le gusta. Algo así como que, al ser lo único que ha conocido, es de lo único de lo que disfruta. Si no le tuviese bastante aprecio, pasaría de ella, probablemente, hasta me habría marchado ya, o lo habría intentado, pero... no era el caso. Asiento cuando termina, extendiendo una de mis manos.

- Pues dame la jeringuilla, porque seguro que tus amigos... Van a querer ver hasta dónde resiste esta sala. - Lanzo una desagradable mirada hacia los científicos, señalándolos a la vez. Vuelvo los ojos hacia ella, con una expresión más serena.

- Susan, a ti no te gusta hacer esto. Seguro que preferirías... yo que sé, irte de viaje al Caribe, aunque suene muy tópico. - La miro a los ojos, intentando atravesar ese escudo que había creado a lo largo de tantos años trabajando con la Organización. - ¿Cuántas mañanas has deseado despertarte sin tener un informe a tu lado, sabiendo que no tendrás que secuestrar a un chaval, o encerrar a... un bebé? Yo que sé, esto... Se me escapa un poco de las manos, parece que aquí abarcáis dimensiones demasiado importantes. No quiero saber si el Presidente de los Estados Unidos es un mutante o no, créeme, pero sí quiero una cosa. - Inspiro despacio, sin dejar de mirarla a los ojos. - Que nos marchemos los dos de aquí. Una vez fuera, tú puedes irte a donde quieras, yo haré lo mismo. No te quedes aquí... esto sí te consumirá totalmente. ¿Qué hay de dentro de unos años, o mejor dicho, dentro de 30? Cuando ya no seas la misma Susan Strauss... ¿Te meterán en una celda de esas mientras estudian cómo se deteriora o no tu don con el envejecimiento? Esto... es un poco turbio. Voy a dejarlo, creo que... empezamos a llamar la atención entre ellos. No creo que quieras que piensen que estás vinculada a un sujeto de estudio. - Sonrío a Susan, para distender de nuevo todo lo que había dicho. Al fin y al cabo, no era quién para darle consejos, y este no era el sitio más apropiado, aunque realmente a mí, me importaba poco que fuera o no el sitio. Me importaba más bien ella, y lo quisiera o no, William. Parecía buen chico, con la ayuda de Susan podría aprender a controlar su habilidad... Una vez hecho eso, podríamos... cada uno separarnos, continuar nuestras vidas. En dos meses, estaba cambiando bastante, había cambiado bastante. Veía las cosas de otra forma, y el escudo que me había creado para con las personas, parecía desvanecerse. No sabía muy bien si era el don, o qué... Doy unos pasos al frente, acercándome a la ventana. Observo en silencio cómo William se esfuerza en enfadarse, sentirse mal, acorralado, sufrir. Y cada vez que el gesto de su rostro cambia, expresando más esfuerzo, los batas-blancas me dan más asco. Juego con la jeringuilla en mi mano, viendo cómo pasa el tiempo frente a un " cristal de aleación bla bla bla bla ". Con lo fácil que sería darle baños de agua fría al muchacho. sonrío para mí. Siempre encontraba una forma de quitarle importancia a cualquier cosa.

Su corazon comienza a latir mas rapidamente, su respiracion agitada le hace creer que le falta el aire, creando en el una angustia inmensa. Comienza a tambalearse por el habitacion, llevandose las manos a la cara, ocultandola. -"!!Ahhhhhh!! ¿!!Que me pasaaaaa!!?"- Grita fuera de si. Retira sus manos del rostro, observando su alrededor. Siente como si el oxigeno se acabara, una falta de libertad comienza a inundarle y no evita golpear la pared buscando una salida.

Histerico completamente, cae de rodillas llevando sus brazos a su abdomen, cerrando con fuerza sus ojos mientras toma aire con dificultad. Sus pupilas dilatadas se dirigen hacia el espejo y durante unos breves segundos parece sonreir a quienes estan al otro lado. De un momento para otro, golpea el suelo con todas sus fuerzas, dejando que la ira, la angustia y la claustrofobia se adueñen de el y liberen lo que duerme en su interior...

En ese momento, cuando el sentimiento de William es lo suficientemente poderoso, su poder se activa. De pronto su piel se enrojece, y un cálido brillo comienza a rodearlo. El aire vuelve a sus pulmones como por arte de magia. De pronto se siente más bien, dentro de lo que cabe. 

Tras el espejo, los científicos se alteran. -¡La temperatura está aumentando muy rápidamente! ¡96 grados! ¡118 grados! ¡146 gados!- anuncia uno de los hombres de bata blanca. Susan frunce el ceño, los poderes que dependen de la adrenalina imponen bastante cuando se activan. Aprieta los puños mientras se acerca lentamente al micrófono. -William, está funcionando. Vas muy bien, ahora mismo estamos analizando tu temperatura máxima. No te preocupes por el calor, la sala resistirá aún muchísimos grados más.

Uno de los científicos se acerca a Susan, y llama su atención posando una mano sobre su hombro. -Susan, la temperatura está subiendo muy rápidamente. Si sigue así llegará muy rápidamente a los 1000 grados. Y en pocos minutos, alcanzará los 2000. Se calienta muy rápidamente.

Susan, sin dejar de mirar a William responde. -No pasa nada, la sala puede resistir muchísimo más.- en ese mismo momento otro de los científicos alza la voz. -¡938 grados!

Sorprendidos, todos los presentes observana William, que a pesar de estar a casi mil grados, su cuerpo solo brilla intensamente. Ningún daño, nada perjudicial. Almenos es ivulnerable a su propio poder... Susan se acerca a Joel de nuevo. -Joel, creo que ya tendremos otro momento para discutir sobre nuestras vidas. Aunque quiero que sepas que agradezco de veras tu propuesta.- sonríe ampliamente, mirándolo a los ojos. -Pero ahora la temperatura es demasiado elevada, y la jeringuilla inservible. Si te metes ahí dentro la substancia se evaporará, y no te aseguro que tu campo de fuerza pueda aguantar una temperatura tan extrema.

De pronto Joel nota que el ambiente comienza a caldearse. Susan, sorprendida, vuelve a mirar a William. Ahora su cuerpo brilla al rojo vivo. Y los monitores no auguran nada bueno. -¿¡3000 grados!? ¿¡Tan rápido!?- Susan alza la voz mientras los científicos, nerviosos, intentan contener la situación. -Hemos intentando activar el enfriado de emergencia, creo que los dispositivos han quedado inutilizados.

Los de la bata blanca pierden el control, y Susan vuelve a alzar la voz, imponiéndose. -¡Señores! ¡No se pongan nerviosos! ¡Salgan de aquí y vayan a pedir ayuda!- los científicos no tardan en salir de la sala. Susan mira a Joel, con expresión seria. -Joel, esto se nos ha ido de las manos. Una vez más. Los monitores ya marcan 4000 grados. Si te quedas aquí no te aseguro que vayas a sobrevivir... Voy a meterme ahí, para tratar de calmar a William.- entonces da unos cuantos pasos hacia delante, y cierra los ojos.

Asiento levemente a las palabras de Susan, mientras observo cómo William cambia su tono de piel. Me parece fascinante, y además, sigue intacto. Emocionado, observo cómo brilla su cuerpo, mientras algunos científicos dicen números, como si cantaran un bingo. Por un momento, la situación me parece hasta divertida. Hasta que de pronto, siento ese calor, que no me transmite nada bueno; en ese preciso momento miro a mi alrededor, para ver qué hacen "los comentaristas". Efectivamente, la cosa se está poniendo mal. Me alejo instintivamente del cristal, mientras observo la tensión que están pasando. Las imágenes son fugaces: William enrojece, los científicos siguen cantando sus números, Susan, Susan está rara... Hasta que finalmente pasa. Lo sabía. Sabía que pasaría alguna mierda de estas, joder. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Atento, escucho las indicaciones de Susan, dispuesto a seguir a los científicos en realidad, y cuando me dispongo a salir tras ellos, la mirada de Susan me frena. Sus palabras suenan rápidas en mis oídos. Los pensamientos que surgen después son aún más céleres. Es mi oportunidad de salir de aquí. Susan morirá. Joder, joder, joder, joder, esto sólo debería pasar en las películas. Joel, tienes que pirarte ya. Deja de pensar, haz algo, joder. En mitad de esos pensamientos las palabras de Susan silencian mi mente. Si fuese un sensiblón, lloraría, pero no era el caso. Miro a Susan a los ojos, lanzo una mirada a William, inspiro, para ver lo caldeado del ambiente, y sonrío.

- Si entras ahí dentro... puede que desaparezcas.- Sonrío ampliamente. Me encantaba hacerme el héroe junto a las chicas, en especial las que me caían bien; esta no era una situación muy agradable ni precavida para ello, pero mis correrías de jovencito, también acudieron a mi mente. Tal vez fuese la señal de que iba a morir. No lo sabía. No lo cavilé en esos momentos. Alejé a Susan de la puerta, mientras la miraba a los ojos, anteponiéndome en su camino.

- Déjamelo a mí. Puede que la palme ahí dentro, y puede que verme le haga frenarse. O eso espero al menos. - Digo rápidamente y alzando una ceja finalmente. - Sal de aquí, rápido. Y prepáranos un par de mojitos. ¡Y el pasaporte a Cancún, Susan! - Digo mientras una de mis manos se posa sobre el pomo de la puerta. Cierro los ojos unos instantes, sintiendo el calor, que aún no quema mi mano. Joel, si tu padre controlaba fuerzas energéticas... Tú puedes controlar tu escudo. Aprieto los ojos aún más, casi como cuando intentas contener las lágrimas. Sólo es cuestión de concentración. No puede ser que el abogado suba a 4000 grados y tú no puedas resistirlos. Si el alma existe, mi alma sonrió satisfecha, desplegando un ápice de voluntad resistente. Siéntelo, Joel. Siente ese campo magnético, como lo llaman ellos, a tu alrededor. Es tu aura. Un aura expandida. Inesperadamente, lo que consideré en su momento chorradas contadas por Cecille, una hippie que conocí en un festival hacía un tiempo, acudió a mi mente. El aura. Los Chakras. Cecille... Cecille decía que podías concentrarte hasta un punto de fusión con tus Chakras y tu aura, liberando todo ese poder interior. Poder interior. Esa era la clave. Susan cambiaba su densidad en función de su estado de ánimo también, igual que aquella vez. William lo hace de igual modo. Yo... Yo también puedo hacerlo. Extrañamente, un pedazo de mi coraza se resquebrajó, cayendo al suelo, mientras mi mente, profundizaba en los vagos recuerdos de mi infancia que me empujarían a protegerme. Los intenté retener en mi mente, saborearlos, a medida que abría la puerta. Por último, abrí los ojos, mirando a Susan. 

- Márchate. - El tono era melodramático, casi romántico. Una amplia sonrisa invadió por sorpresa mi rostro. - No tardaré mucho ¡Jajaja! - Concluyo, pisando con fuerza, embargado de una extraña sensación poderosa. Quién sabe si una mera sugestión, o algo más...