Partida Rol por web

Acompaño a Walter por los intrincados pasillos de nuestra sede. No puedo evitar sonreír por el camino. Cuanto tiempo paseando por aquí... Suspiro. Este ha sido el único hogar que he podido conocer. Puede que no tenga la vida más agradable del mundo, pero es lo único que tengo. Desde pequeño fui diferente, igual que Walter. No tuve tanta suerte como él...

Finalmente llegamos a la habitación, le abro la puerta y enciendo las luces. Walter se deja caer sobre la cama. Entonces cierro la luz, pero cuando estoy a punto de cerrar la puerta llama mi atención. Escucho con atención lo que tiene que decirme, y mi rostro se queda completamente paralizado. Entonces se duerme, y decido no perturbar su sueño. Cierro la puerta lentamente, y cuando me giro, ahí están. Jimmy y Sue. -Buenas noches, chicos. También lo habéis oído, ¿verdad?

Sue asiente, y Jimmy le toma la palabra. -Así es, pero no hemos venido por eso. Tenemos que irnos, no hay tiempo que perder. Soph se ha topado con Adam en Cambridge. Hay que ir de inmediato.

No puedo evitar esbozar una mueca de sorpresa. -¿Adam? ¿En serio...? P..pero... ¡Sandra está por Los Angeles! No podemos dejarla a sus anchas.

Jimmy suspira. -Ya, pero Adam también es peligroso. Recuerda lo que le hizo a Eric.

Enmudezco al escucharlo. No era nada agradable. Eric era también uno de nosotros. -¿Y no puede ir Robert? En serio, tengo algo que hablar con vosotros. Es sobre... Sandra. Creo que puede haber alguien más implicado. Y tengo sospechas. Serias sospechas...

Lo coge fuerte, blandiéndolo como una maza y acto seguido golpea. El bate impacta sobre el brazo a la altura del codo doblándose en un ángulo completamente antinatural acompañado por el crujir de los huesos al romperse. Por un segundo al muchacho se le revuelve el estomago, luego siente eufórica satisfacción. Después de tanto tiempo soportando los continuos maltratos su ira se revuelve al fin como una bestia furiosa.

El abusón cae al suelo con un patético aullido de dolor, mas semblante al de una muchachuela que al de un chico de quinto curso. A su alrededor estalla el caos, varias de las animadoras chillan mientras los demás abusones miran sorprendidos sin saber que hacer mientras asimilan el hecho de que su líder esta revolviéndose por el suelo como un cerdo moribundo. Por unos momentos el muchacho alza ligeramente el brazo dispuesto a golpear al abusón de nuevo para acallar tan molesto berrinche. Entonces alguien le coge de la mano con una férrea tenaza.

-          Ya basta chico, es obvio que has dejado claro tu punto de vista.- Le dice el entrenador Green.

Lentamente el muchacho suelta el bate de beisbol y deja caer los brazos en jarras.

El entrenador mira al abusón que aun llora tirado en el suelo mientras se agarra el brazo fracturado como si este estuviese a punto de cobrar vida propia y salir corriendo.

-          Vosotros.- exclama el entrenador Green con voz autoritaria señalando a los demás abusones.- Dejar de quedaros ahí plantados como unos idiotas y llevaros a Mich a la enfermería.-

Los chicos del equipo obedecen al instante y levantando a su “líder” salen de allí como alma que lleva el diablo. Una ligera sonrisa aflora en el rostro del entrenador mientras sopesa el bate en las manos con un gesto meditabundo. Cuando alza de nuevo la mirada, observa que el muchacho, se está marchando con la cabeza gacha y las manos metidas en los bolsillos de su cazadora.

-          ¡He tu!- exclama llamándole la atención.- ¿Cuál es tu nombre chico?-

El muchacho se gira y mira al entrenador durante unos instantes con sus brillantes ojos verdes marinos y un rostro inmutable. Finalmente responde con un titubeante.

-          Walter… Walter Bailey, señor.-

............................…

Lentamente los ojos de Walter se abren en la oscuridad de la noche. Con un intenso dolor de cabeza, mira a su alrededor por unos instantes intentando comprender que hace en esa desconocida habitación. Poco a poco los recuerdos de la noche anterior se abren paso entremezclándose con los vagos fragmentos que logra recordar del sueño que ha tenido. Se estremece ligeramente, ¿A que había venido eso de soñar con aquello a esas alturas?

Masajeándose el dolorido entrecejo suspira enojado consigo mismo. Simplemente se encuentra demasiado cansado como para pensar en ello, así que decide olvidarse del tema y girándose en la cama vuelve a quedarse dormido.

El silencio lo llena todo. Lo único apenas audible es tu calmada respiración, que resuena levemente por la habitación. Muy lejos de allí, en el horizonte, un brillo dorado tiñe el cielo de azul. Tras el apoteosis de la brillante luna llena en el cielo, el Sol realza el vuelo. Su cálida luz sofoca la sombra, y su reflejo aparece en todas partes.

Unos finos pero potentes rayos de sol se filtran por la cortina de tu habitación, iluminando las partículas de polvo que danzan en el aire. De pronto, alguien llama a la puerta de tu habitación, despertándote de tus ensoñaciones. Escuchas una voz familiar al otro lado. -¿Walter? Soy yo, Zack. ¿Estás despierto?

Al otro lado de la puerta, Zack se mantiene firme frente a la puerta, lleva una bandeja con el desayuno para Walter. Después de llamar a la puerta por segunda vez, comprueba la hora en su reloj de pulsera. -Las 9:39. Quizá he venido demasiado temprano. Ayer fue una noche intensa...

Zack suspira y apoya la espalda en la pared, esperando tu respuesta.

 Por unos instantes Walter permanece en silencio observando pensativo  las motas de polvo que bailan a la luz del amanecer. En el fondo espera que lo ocurrido la noche anterior fuese un  mero sueño, como el que ha tenido en su incomodo reposo. Se reprende por tener un pensamiento tan infantil. Sus vanas esperanzas y ensoñaciones no van a cambiar la realidad y la prueba era el mismo lugar donde se encontraba.

Había que asegurarse de que Margaret estaba bien. Luego hablaría con Gregory, tenía una proposición que hacerle.

Con un suspiro se gira en el lecho y deslizándose perezosamente se sienta en el borde de la cama. Se masajea el rostro en un intento de despejar la modorra y finalmente se aclara la garganta y responde con un simple.

-          Adelante.-

Cuando Zack entra por la puerta Walter le hace un vago saludo acompañado de una mueca cargada de graciosa ironía.

-          ¿Como estamos?- Pregunta aunque solo sea para tener un mínimo de cortesía.

Cuando me permite pasar abro la puerta, cerrándola detrás de mí al entrar. -Buenos días, Walter.- le digo, sonriendo. Frente a mí sostengo con las dos manos la bandeja con el desayuno. Unas tostadas con mermelada y mantequila. Y un buen café, por supuesto.

-Yo estoy bien, aunque creo que esa no es la cuestión.- me acerco a él, dejando la bandeja en una mesita al lado de la cama. -¿Cómo estás tú? Ayer fue un día muy movido, la verdad.- le pregunto mientras voy a coger una silla para sentarme a su lado.

-Espero que te gusten las tostadas, no tenía nada mejor que prepararte.- Sonrío mientras apoyo la espalda en el respado. -Supongo que tendrás muchas dudas. Y también que querrás ver a Margaret.- me cruzo de brazos. -Bueno, pues yo daré respuestas a tus preguntas y te llevaré frente a tu amiga. Me ha tocado ser tu anfitrión.

Le echo un vistazo a la habitación, aún está un poco en la penumbra. Me levanto y me dirijo a la cortina. La aparto, dejando pasar toda la luz del día. -Iba a venir Robert, pero le han asignado varias misiones. Ya sabes, su poder es de lo más útil. Poder ir a donde quieras cuando quieras. Es fascinante, ¿verdad?

 Walter mira las tostadas y el café con la mirada algo perdida, sabe que debería comer algo pero la verdad es que se encuentra desganado.

Asiente a la explicación de Zack sobre que será su anfitrión y que podía preguntarle lo que quisiese. La verdad es que si alguien tenía que acompañarle prefería que fuese Zack y no cualquier otro. Al menos a él le había leído la mente y sabía que era un tipo de fiar.

Cuando le menciona lo de Robert y sus misiones se queda bastante sorprendido. ¿Ese chaval era un “operativo” de la corporación? La verdad es que la noche anterior se creía que Robert se limitaba a transportar a la gente, no que fuese una especie de “hombre de acción”. Desde luego después del lo ocurrido, dudaba mucho que las “misiones” del chaval tuviesen que ver con ir a comprar el pan.

Realizando una media sonrisa cargada de ironía levanta la vista y observa a Zack detenidamente. La verdad es que tenía muchas dudas, así que no pensaba privarse de darles una respuesta. Con un resoplido comienza a lanzar sus preguntas.

-          Ayer me dijisteis que llevabais muchos años estudiando a los “especiales” como nosotros. Así que me preguntaba… ¿De dónde salen nuestras habilidades?- Enarcando las cejas realizo una mueca.- ¡Tengo cuarenta y dos años por el amor de Dios! ¿Cómo es posible que no descubriese mi telepatía hasta ahora?-

Aparto la mirada de la ventana, volviendo a prestare atención a Walter. Comienza con una buena pregunta. -Verás, según nuestros estudios... la manifestación de los poderes no tiene nada que ver con la edad de la persona. Al principio creíamos que simplemente surgían. Pero fuimos indagando cada ves más y más en su origen.

Camino un poco por la habitación, acompañando mi explicación con el repiqueteo de mis pasos. -Todo esto lo conseguimos gracias al señor Dawson. Fue uno de los fundadores. Y la primera víctima de Sandra. Él tenía... algún tipo de talento especial para tratar los temas referentes a nuestros poderes. Fue algo que siempre le fascinó, y sabía tanto que podías preguntarle casi cualquier cosa.

Sonrío recordando de nuevo los tiempos pasados. -Realmente fue como un padre para mí y para los demás... Bueno, creo que me estoy desviando del tema.- zarandeo un poco la cabeza. -Como te iba diciendo, investigamos más al respecto. Y descubrimos algo realmente sorprendente. Existe un cometa, al que llamamos "E.R.E.3", que hace apenas unos días se alineó con el Sol y la Tierra. Creemos que cada vez que se alinea de esta forma, la radiación solar incide en él, y proyecta sobre nuestro planeta lo que llamamos E.R. "Radiación Evolutiva".

Vuelvo a sentarme en la silla, mirándolo a los ojos. -Al parecer, hay personas que tienen un gen especial latente. Al contacto con esta radiación, el gen se manifesta en el organismo de la persona, otorgándole una capacidad sobrehumana. Como tu telepatía, la teleportación de Robert, o la detección de mentiras de Margaret.

-Y... lo que es realmente curioso.... es que el señor Dawson consiguió hacer una lista de todas las personas en el mundo con el gen latente. Pero como ya te dije, el cómo lo hizo es un secreto que se llevó a la tumba. 

 Walter no puede más que parpadear atónito ante la explicación de Zack. ¿Un cometa había causado que el adquiriese aquellas capacidades telepáticas? Pero aquello no tenía sentido ¿O si lo tenía? La verdad es que todo aquello le resultaba extraño y ajeno por completo. Entendía que era posible que una radiación cósmica afectase a un gen anómalo que estuviese en su cuerpo, pero si así era ¿Cómo es que ante las anteriores exposiciones del cometa no le había afectado?

Rascándose la cabeza reniega un poco por lo bajo. Parecía increíble, pero las cosas se estaban poniendo cada vez más raras.

-          Muy bien, digamos que la parte empática de mi cerebro ha sido afectada por la anómala radiación de un cometa y que por eso puedo “escuchar” las indiscreciones ajenas.- Comenta con gesto adusto.- Pero, ¿Cómo es posible que un gen permita a alguien teletransportarse a donde le dé la gana? Eso no tiene nada que ver con la genética, directamente es físicamente “imposible”. ¡Una locura de ciencia ficción!-

Se cruza de brazos, mientras frunce el ceño pensativamente. Con un resoplido continua su alocución.

-          Olvídalo…- Continua negando con la cabeza.- He visto a Robert hacerlo ante mis propios ojos, así que a no ser que ayer bebiese de más, no me queda más que aceptar lo evidente…-

Para dar énfasis a su próxima pregunta pega una sonorosa palmada.

-          Bueno, pasemos a la siguiente cuestión del día.- Comienza con una media sonrisa.- Después de hablar con el simpático de tu jefe tengo algunas dudas de considerable magnitud ¿Exactamente como estudia esta corporación las “habilidades” de los especiales, y como se lo hace para ayudarles a desembaular sus poderes? 

Escucho con atención hasta que finaliza su pregunta. Cuando acaba me llevo la mano a la barbilla. -Verás... lo primero que hacemos es estudiar el efecto más inmediato del poder, para catalogarlo. Véase, telepatía, control de la densidad, capacidad de volar...

Vuelvo a cruzarme de brazos. -Luego, a raíz del efecto, estudiamos las capacidades del poder de la persona. Deberías ver a Robert intentando teletransportarse de un lado a otro del globo terráqueo, es algo bastante gracioso...

Después de reírme durante unos segundos sigo con mi explicación. -Por último se estudian las causas que activan el poder en la persona. Por ejemplo, el poder de Robert o el mío se activan a voluntad. El de Margaret es permanente. El tuyo es una combinación de los dos, porque puedes captar pensamientos continuamente, pero también puedes concentrarte para amplificar tu telepatía. Y por último, hay poderes que se activan mediante la adrenalina. Quiero decir... cuando la persona se altera, su poder hace acto de presencia.

Hago una pausa, acomodándome en la silla. -Estos últimos son los más peligrosos. Los poderes que se activan así son casi siempre "sistemas de defensa naturales", que provocan un efecto nefasto a lo que les rodea, sobretodo cuando su portador siente miedo. Un ejemplo de ello es un tipo que hemos traído aquí recientemente. Era un abogado en Los Angeles. Pero un día su poder se activó. Cuando se altera, su cuerpo comienza a desprender calor. Ese día, los juzgados de Los Angeles se carbonizaron completamente, como si hubiese explotado una bomba.- Hago una pausa de nuevo para coger aire. -Por suerte conseguimos encubrirlo todo, pero no fue nada agradable...

Cierro los ojos y me masajeo las sienes durante unos segundos. -Lo que hacemos aquí precisamente es ayudar a las personas especiales a controlar su poder. Tenemos médicos, científicos y psicólogos. A parte de personal de seguridad y gente especial, como yo.

 El comentario de Zack sobre un hombre capaz de “explotar” como una bomba de relojería le deja algo más que inquieto. Ahora que lo recordaba, algo le había parecido escuchar en las noticias sobre una explosión, en los juzgados de los Angeles, pero ahora que sabia a que había sido debido… Un temblor involuntario le recorre de arriba abajo. ¿Cómo podía alguien llevar una vida normal sabiendo que era una bomba de relojería con patas?

Mordiéndose el labio con nerviosismo analiza la situación con denuedo. Tal vez sus anteriores suspicacias sobre la organización habían sido una equivocación. Si ellos podían ayudar a tantas personas no debía de ser tan malo.

-          Muy bien.- exclama decidido.- Puedo imaginarme la respuesta de Margaret cuando tus jefes le pidan su ayuda. Es una buena persona y no podrá evitar decir que sí a una demanda de auxilio.- Suspira lánguidamente y mira a Zack con seriedad.- Así que no me queda otra opción, una vez que me he encontrado con todo esto no puedo apartarme. Quiero ayudar, hay detener a Sandra. Así que ¿Dónde hay que firmar para unirse a vosotros?-

Sus ojos se fijan en los de Zack con una determinación inamovible. No piensa aceptar un “No” por respuesta.

Me quedo bloqueado durante unos segundos. No me había esperado una proposición tan directa. La gente especial no se suele unir a nosotros, prefiere intentar tener una vida normal. -Bueno, no hace falta que firmes en ningún sitio. Si quieres trabajar con nosotros solo tienes que hablar con el señor Petersen, es el que se encarga actualmente de dirigirlo todo. Los otros tres fundadores estan demasiado ocupados.

Me levanto de la silla, estirando un poco las piernas. Miro la bandeja a mi lado. -Almenos tómate el café. Seguro que te hace sentir mejor.- esbozo una agradable sonrisa. -Aunque te lo advierto, ir a por Sandra no es nada fácil. Es de lo más escurridiza. Y pondrías en peligro tu vida...- dejo mi advertencia en el aire. Lo último que quiero es que caiga alguien más en las garras de esa asesina.

Me giro y me dirijo a la puerta. La abro de par en par, y mientras salgo le pregunto -¿A quien quieres ir a ver primero? ¿A Margaret o al señor Petersen?

 La posibilidad de ponerse en peligro por intentar pararle los pies a la asesina era algo redundante. El y Margaret También estaban en la lista. La otra opción era volver a casa y sentarse a la espera de que Sandra hiciese otra de sus visitas de cortesía. No, todo estaba decidido, como ya había señalado amablemente el Sr. Gregory muchas vidas estaban en juego, aquello era lo correcto. ¿Y quién sabía? Quizás la carrera de criminología que había cursado en la universidad al fin pudiese dar sus frutos.

De repente se da cuenta que debería estar realmente acojonado por la situación, pero que extrañamente se encuentra totalmente calmado. El objetivo que se había marcado le proporcionaba una seguridad en sí mismo que pocas veces había podido experimentar en su vida. Proteger a Margaret era su prioridad.

Muchas veces las personas no podían dejar de preguntarse ¿Qué sería capaz de hacer por una persona amada? A veces era mejor no saber la respuesta…

-          No te preocupes por mi seguridad.- Responde con su mejor voz de tipo duro.- Hare lo que sea necesario para proteger a Margaret y si para ello e de perseguir a una hija de perra psicótica, me lanzare de cabeza sin pensármelo dos veces.-

Extendiendo su brazo coge la taza de café y se la bebe de un trago.

-          Vamos primero a solucionar todo esto… llévame con el señor Petersen.- Suspirando emite un gruñido apenas contenido.- Ojala que sea más agradable que tu otro jefe.-

Impulsándose con las manos sobre sus rodillas, se levanta de la cama con un resoplido. Para que no se diga se mueve hacia la mesita, coge las dos tostadas, las junta a modo de bocadillo y le pega un buen mordisco. Mientras mastica no puede dejar de darse cuenta de las pintas que lleva con la ropa arrugada y desmadejada, por no decir llenas de sangre seca. Tosiendo se aclara la garganta.

-          Bueno, espero que tengáis unas cuantas mudas de ropa por aquí, porque con este aspecto no estoy como para una entrevista del trabajo.- Comenta gracioso.

Salgode la habitación, pero llego a oir a tiempo su pregunta. ¿Ropa? Hmm, no creo que le guste uno de esos monos que hay por aquí. -Esto... puedo ir a buscarte ropa, tendrás que esperar unos minutos.- le hago un gesto con la mano, indicándole que se espere, y me voy rápidamente a por ropa. No le he preguntado su talla, pero puedo suponerla...

Te quedas ahí solo, esperando. De vez en cuando escuchas pasos, pero solo ves hombres y mujeres con una bata blanca, parecen científicos o médicos. Tras unos cuantos minutos de espera vuelve Zack con unos pantalones, una camisa, y un cinturón. Los deja sobre tu cama y te sonríe, aunque parece algo nervioso.

-Bueno, mientras te cambias voy a ver si encuentro a alguien. Por el camino me ha surgido algo.- Lo miro a los ojos durante unos segundos. Luego me giro y me voy rápidamente. Me dirijo rápidamente al despacho del señor Petersen, hay algo que quiero discutir con él en privado antes de llevarle a Walter. "No puede ser que hayan enviado al chico a hacer una cosa tan arriesgada...

 Mientras Zack sale de la habitación para buscarle una muda, Walter decide pasar al baño para asearse un poco.

Entra en la pequeña habitación mientras se traga el último trozo del sándwich de manera indolente, y enciende la luz. Apoyándose en el lavamanos se observa detenidamente en el reflejo del espejo del baño. Realmente ofrecía un espectáculo deprimente. Abriendo el agua caliente del grifo se remanga las mangas de la camisa y comienza a quitarse las manchas de sangre de las manos hasta el antebrazo. Luego se refriega con fuerza la cara asta enrojecerse el rostro. Se seca la cara con la toalla y vuelve a mirar su reflejo y se guiña a sí mismo con una sonrisa picara.

-       Ese es el Don Juan que yo conozco.- Comenta con ironía.

Realmente no era mucho pero por lo menos no parecería un pordiosero. Pasándose las manos mojadas por el pelo intenta mesárselo  de una manera mínimamente decente.

Suspirando satisfecho sale del baño a tiempo de ver como Zack entra por la puerta.

Ante el comentario de este, solo se le ocurre enarcar la ceja con curiosidad.

-       Bueno, no te preocupes que no pienso perderme por aquí.- Comenta cogiéndole la ropa.- Espero que no sea nada.-

Y lo ve marchar tan rápido como si el diablo siguiese sus pasos. No sabe que es lo que pasa, pero de seguro que para variar no es nada bueno.

Encogiéndose de hombros se limita a volver a lavabo para cambiarse con un mínimo de intimidad. Si lo que ocurre es algo importante es de suponer que mas tarde o temprano se enteraría. ¡Que diablos, era un puto telepata! Si no se enteraba antes de que finalizase el día es que era idiota.

Hace 17 años...

-Bien, Zack, vamos a intentarlo una vez más. Pero esta vez ten un poco más de cuidado, ¿de acuerdo?- la voz del señor Dawson sonaba amable pero firme. La verdad es que era un buen hombre, y Zack lo apreciaba muchísimo.

-V-vale... pero no sé si lo conseguiré...- murmuró el pequeño mientras se encaraba de nuevo hacia la pesada viga de metal, que se sostenía en el aire mediante un cable metálico especial. El señor Dawson observaba, espectante. Zack se concentró en la viga de metal, deseando que fuera hacia abajo.

Hacía pocos meses, había descubierto que podía hacer flotar las cosas. Era algo bastante divertido como para entretenerse, pero el señor Dawson le había dicho que los dones que recibimos deben ser usados con responsabilidad. Y quería que aprendiera a usarlo. Sabía que podía hacer que las cosas pesaran menos. Y el sañor Dawson creía que podía usar su don para hacer que las cosas pesaran más.

Se concentró durante unos segundos, y la viga comenzo a temblar. El cable metálico pareció tensarse, e inició un leve vaivén. Intentó forzar un poco más, pero no consiguió que la viga pesara lo suficiente como para romper el cable. -No puedo hacerlo, señor Dawson.

El hombre le revolvió el pelo, diciendo a su vez que no importaba. Por hoy, almenos, ya había descubierto que podía usar su poder de manera invertida. Aunque Zack aún no sabía exáctamente lo que era, pues cuando le preguntaba al señor Dawson, comenzaba a hablarle de cosas raras, y de una tal gravedad. Zack sonrió, satisfecho.

Presente, el despacho del señor Petersen

-¿Está diciendo que ha enviado al chaval a seguirle la pista a Sandra?- Zack aún no se lo acababa de creer.

-Así es, Zack. Su poder le permite transportar información instatáneamente. Él puede ayudarnos a encontrar el paradero de Sandra más rápidamente.- el hombre, de edad avanzada, miró a Zack a los ojos. 

-¡Pero si ni siquiera está preparado para enfrentarse a ella! ¡El señor Dawson no lo aprobaría!

-Zack, Mathew está muerto. Por culpa de esa zorra. Sé que te duele, pero a mí también. Y a los demás. Debemos hacer lo que sea para detenerla, además, él se ofreció.

-P-pero...- Zack calló, resignado. Cualquier réplica sería inútil. -Ahora te traeré a Walter, quiere ayudarnos con lo de Sandra.

-Perfecto, hacía ya tiempo que necesitábamos a otro telépata. Ya de paso, podrías traer también a Margaret, así podremos hablar todos juntos.

-Sí, señor.- Zack se dirijió a la puerta y salió del despacho.

Después de unos minutos, Zack llega a la habitación. -Ya he hablado con el señor Petersen. Pero prefiere hablar directamente contigo y con Margaret a la vez. Vamos, iremos a su habitación.- Zack te sonríe, pero captas algo de tristeza en su sonrisa. Entonces captas uno de sus pensamientos, como si te hubiera permitido escucharlo. "Ya no es lo mismo..."

 En el rato de esparcimiento Walter ha tenido tiempo de pensar en el futuro que les espera.

Levantándose de la silla donde ha estado esperando, Walter sonríe emocionado. El nerviosismo le embarga, después de tanto tiempo de vida rutinaria, no puede dejar de pensar que el giro que han dado los acontecimientos tal vez no sea tan malo después de todo.

Cuando Zack entra por la puerta está dispuesto a acompañarle sin reservas.

Walter asiente con gesto meditabundo y cuando analiza la información de lo que Zack ha dicho enarca una ceja. ¿Cómo que reunirse con Margaret? ¿Acaso no estaba convaleciente del disparo en la espalda?

-          Perdona Zack, pero dudo que el médico recomendase que Margaret se moviese de la cama para ir a ninguna reunión…-

Con esperanza contenida le mira con los ojos iluminados. ¿Seria posible que la herida de Margaret no hubiese sido tan seria como había creído? 

Comienzo a reir, divertido por su comentario. -No te preocupes, Walter. Tenemos a alguien cuyo poder es el de sanar.

Salgo de la habitación y me giro para ver que Walter me sigue. Luego sigo con mi camino, en dirección a la habitación de Margaret. -Lo que pasa es que no siempre podemos disponer de ella. Y cuando no la tenemos cerca tenemos que usar médicos de verdad. Por desgracia, ayer por la noche no estaba aquí. Pero la llamamos, y accedió a venir.

Finalmente llegamos a la puerta de la habitación de Margaret. Le doy unos golpecitos con los nudillos, esperando respuesta. La voz de Margaret se escucha desde el otro lado "Adelante." Abro la puerta, y entro junto a Walter en la habitación. La verdad es que todas las habitaciones de por aquí son iguales.

Margaret está en cama, con los ojos entreabiertos. Está algo pálida. A su lado, sentada sobre una silla, hay una niña de unos 9 años que la coje de la mano. La pequeña se gira para miraros. Sus azules ojos relucientes contrastan con sus rizos dorados. Parece sacada de un cuento.

-Buenos días, Charlotte. Hola, Margaret.- sonrío a las dos por igual. -Charlotte, querida. Sophie llegará en unos minutos. Por lo que me han dicho necesitará tu ayuda. Acaba con Margaret y ve a la segunda planta.

La niña asiente con la cabeza y cierra los ojos, sosteniendo aún la mano de Margaret. Un color más vivo retorna a ella. La mujer que ayer recibió un impacto de bala en la espalda parece más saludable que nunca. Margaret le da las gracias a la niña, que sonríe y se va corriendo a buscar a Sophie.

Margaret te saluda, sonriente. Parece que se alegra mucho de verte.

 Walter se queda francamente sorprendido ¿Qué tenían a alguien con el poder de curar? ¡Dios mío! ¿Qué sería lo siguiente? ¿Una tiparraca que podía amueblarle la casa entera con muebles de Ikea en un abrir y cerrar de ojos?

Recuperándose de la impresión, se da cuenta de la cara de idiota que debe de tener en esos momentos y pone los ojos en blanco con un lánguido suspiro.

-          Hay madre, donde me estoy metiendo…- Gime antes de seguir a Zack azarosamente por los pasillos.

Aunque en cierta manera le inquieta el amplio muestrario de poderes que parece haber entre las personas “especiales” como él, en el fondo se siente aliviado. ¿Cómo podría quejarse si Margaret salvaba la vida gracias a el poder de otro “especial” como ellos? Y no solo eso, ¡si no que podía ser curada de sus heridas en un tiempo record! Realmente aquello era algo confortante, después del sufrimiento por el trance que estaba viviendo Margaret.

Por primera vez desde de los sucesos de la noche anterior siente que las cosas van a salir bien y eso le hace sentir satisfecho.

Cuando Zack se para delante de una puerta, él ya tiene los nervios a flor de piel. El momento de enfrentarse ante las consecuencias de lo ocurrido cuando Sandra les salió al encuentro ¿Estaría Margaret enfadada por lo ocurrido? ¿Por haberse quedado ahí quieto mientras a ella le pegaban un tiro? Ciertamente en aquellos momentos, él se encontraba bajo el control mental de Sandra, pero aun así no sabe hasta qué punto ella ha sido informada de los pormenores de la situación en la que se encontraban.

Cuando escucha la voz de Margaret dándoles permiso para entrar en la habitación, su corazón comienza a palpitar desbocado. Tragando saliva espera a que su compañero abra la puerta.

Cuando la puerta se abre lo primero que hace es volver a quedarse anonadado por enésima vez desde que se levanto de la cama ¿Aquella muchachita encantadora que cogía la mano de Margaret era la Curandera que Zack había mencionado? Desde luego llevaba unos días que no ganaba para sorpresas…

La piel de Margaret recupera el color en unos instantes y de pronto parece estar mejor que nunca en su vida. Desde luego aquella “habilidad” era impresionante… Y una encantadora niña de nueve años era su portadora… De alguna manera aquello le refuerza en su decisión de detener a Sandra. ¿Cuántos niños inocentes como aquella chiquilla corrían riesgo de muerte tan solo por el hecho de ser “especiales”? ¡No! Impediría que la asesina y aquel que se escondía detrás de ella se saliesen con la suya.

Walter se hace a un lado para que la Charlotte pueda salir de la habitación al trote no sin que antes él alcance a giñarle un ojo mientras articula un sincero - Gracias pequeña.-

Margaret le saluda alegremente con la mejor de sus sonrisas y los ojos iluminados… Siente que podría ahogarse en el interior de esa mirada.

Ambos que quedan mirando en silencio durante unos instantes con los ojos fijos en los del otro. El corazón de Walter palpita acelerado ¿Debería hacerlo?

 “No” se dice, con Zack delante no era muy propicio, luego si tenían un momento de privacidad, ya le besaría y le diría lo que realmente sentía por ella.

Acercándose a ella le coge la mano con suavidad.

-          Bueno, al final no salió la velada como estaba planeada…- Comenta medio en broma en un intento de quitarle un poco de hierro al asunto.

El tacto de la pequeña me devolvió la vida, que horas antes se me había estado a punto de escapar. Le sonreí con dulzura mientras se marchaba rápidamente.

Cuando nos quedamos Walter, Zack y yo solos en la habitación le dirjo otra sonrisa a Walter. Me siento tan aliviada de tenerlo cerca... Le dejo que me coja la mano, aunque ahora mismo me siento tan viva que podría ir por ahí dando saltitos. Esa niña es sorprendente...

-Ya, bueno, la cosa se complicó...- pese al inesperado final, mantengo mi sonrisa. -Zack y otros dos ya me han dejado al corriente de todo. Guau... un poder... como los X-men ¿eh?- comienzo a reírme de mi propio chiste. La verdad es que todo aquello me parecía muy irreal. Pero lo había presenciado por mí misma. Esa maldad en la pelirroja, la niña que me ha curado. La sensación que siento cuando alguien me miente...

Volteo la cabeza, mirando por la ventana de la habitación. -Ha pasado tan rápido... Ayer mismo era una mujer normal. Ahora soy una detectora de mentiras, y la única invulnerable al poder de esa asesina...- Vuelvo a mirar a Walter. Fijo mi mirada en sus ojos, cada vez que lo hago parece que me pierda en ellos... Después de unos segundos vuelvo en mí misma. -Supongo que habéis venido por el tema de hablar con el jefe... Bueno, ya me encuentro mucho mejor. Vayamos pues.

Te sorprende un poco que Margaret ya esté informada de todo.

Junto a Walter y Zack, salgo de la habitación. Entonces Zack se pone en cabeza y nos guía hasta el despacho de su superior. Aún no había tenido el placer de conocerlo... Llama a la puerta con los nudillos, una voz masculina le permite el paso. Abre la puerta, invitándonos a entrar.

Una vez dentro le echo una ojeada al despacho. Estanterías repletas de libros, archivadores, sillones... Y un escritorio al final de este. Detrás de él hay una silla dándonos la espalda. Parece que el hombre que está sentado en ella obserba algo por una ventana que hay al final de la sala. Zack se sienta en uno de los 4 sillones que hay frente al escritorio. Y yo le imito, tirando de Walter para que se ponga a mi lado. Entonces el hombre se pone de cara a nosotros, y comienza con su discurso.

-Buenos días, Zack, señor Bailey, señora Bregman...

No tardan mucho en llegar. Cuando llaman a la puerta aún estoy distraído observando el horizonte. Al sentarse en los sillones me giro, dándoles la cara. Entonces aclaro la garganta, y comienzo a hablar.

-Buenos días, Zack, señor Bailey, señora Bregman. Se preguntarán por qué les he hecho venir aquí... Como sabrán, hay una mujer muy peligrosa suelta por Los Angeles. Ayer, en desagradables circunstancias, la conocieron. Ella usó su poder de la persuasión para retenerlos, así es como suele actuar. Pero algo le salió mal, no se esperaba que el poder recientemente activado de la señora Bregman, la inmunizaba contra la persuasión.

Junto las manos sobre mi escritorio, entrelazado los dedos. -Como ya saben, Sandra es una asesina en serie. Una asesina que lleva un tiempo asesinando personas especiales, y escapándose de nosotros. Es en parte nuestra culpa por que nosotros la entrenamos. Y creemos que tiene la lista con los nombres de las personas. El caso es que, señora Bregman, es usted actualmente la única persona que conocemos con la capacidad de rechazar las ordenes de Sandra. Y, por el bien de nuestra organización y de las personas que están en peligro, le ruego que nos ayude a detenerla.

Hago una pausa para coger aire y volver a reclinarme en mi asiento. -Sé que es mucho lo que le pido. Pero debemos detener a esa mujer, y hacer justicia. No podemos permitir que la vida de tanta gente peligre durante más tiempo. Hay que buscar a Sandra y eliminarla.- miro severamente a la señora Bregman a los ojos, enfatizando mis últimas palabras. -Según nuestra información. Sandra aún se esconde en Los Angeles. Pero aún no estáis preparados para enfrentaros a ella. Ni siquiera siendo inmune a vuestro poder. Debemos, almenos, prepararos mínimamente en combate y autodefensa. Y para aumentar las probabilidades de éxito, cuando vayáis a por ella os acompañarán nuestros mejores agentes. El señor Newton es uno de ellos.- afirmo mirando a Zack. -A parte de él os acompañarán 4 agentes más, preparados para el combate y con habilidades especiales.

Respiro hondo, esperando alguna reacción por parte de ellos. -Si tenéis alguna pregunta o algo que decirme... adelante.