Partida Rol por web

Salido quién sabe de dónde Haddock salta en dirección al pequeño que se precipita al abismo. Pero tarde.

-¡¡Rayos y Truenos y Centellas a millares!! ¿Han visto eso? ¡¡Hay que acabar con esa bruja cristalográfica!! Hay que pensar, caballeros... y dama, usted perdone. (Se inclina respetuoso hacia la Supermujer). La historia que vamos componiendo habla de amor y traición... pero hay que atar cabos. ¿Cómo encajan las piezas que hemos ido encontrando...? Yo, por mi parte, tengo una bombilla fundida... que puede haberse fundido a propósito para dejar a oscuras un lugar, quizá para perpetrar el crimen... y un sacacorchos. Quizá para abrir una botella que va a ser envenenada... El sacacorchos... me recuerda... ¿Alguien tiene algo para beber que no sea esta maldita agua envenenada...? ¿Un poco de whisky...? ¿Quizá una petaca...?

Filemón mira con curiosidad la trampilla por la que desapareció Zape. Después mira de reojo al López de marras:

- ¡Usted! ¡En cuanto el chaval ha comenzado a hablar de usted se lo han cargado! ¡Y ha llegado tarde! Yo creo que tiene algo que ver en el asunto... No me fío ni uno de mis pelos.- dice mirando con una enorme lupa la cara de López - Y ese parecido a Super López... Mmmm... Muy sospechoso.

Después se encamina hacia la puerta abierta.

- Bien, veamos que hay en esa otra habitación Mortadelo. ¡Venga! ¡Apúrese merluzo y déjese de disfraces ahora!

Un poco después vuelve de la biblioteca jugando con un bastón escondido en tras su espalda y silbando.

López se indigna ante el comentario:

¡¿Yo?! ¿Acaso no ha quedado claro que el niño era un imprudente y que no debía andar corriendo por ahí? ¡Esto es lo que pasa cuando se deja a los chavales sin vigilancia! ¡Voy a buscar a sus padres! dicho y hecho, enfila hacia la nueva habitación...

Carpanta vuelve de la cocina tras su infructuosa búsqueda y, al oir al Capitán Haddock, se esconde rápidamente la botella en la parte de atrás del pantalón, silbando una tonada para disimular.

Al ver al recién llegado, sus ojos se abren como platos. ¿Es posible que nadie haya visto ese pollo asado que tiene en lugar de la nariz? Babeando incontrolablemente, empieza a acercarse a López con las manos extendidas y la boca abierta.

-¡Ven con papá!

Pepe gotera se despierta de una siesta reparadora que se había tomado para percatarse de que mientras él ha estado descansando todos los demás se han preocupado en conseguir pistas por toda la casa. Maldiciendo el sueño acumulado por tener que trabajar por dos personas (otilio se pasa el día comiendo) se pone pie y se dirige hacía la nueva sala por la que apareció el tal lópez ese.

- ¡Sí, jefe! -responde Mortadelo a lo propuesto por Filemón, que como todo el mundo sabe le quitó el puesto de mandatario por dos pelos. Enfundándose en su disfraz de esclavo de Platanoarriba del Sinrey (con hueso atravesando el tabique y todo, oiga), se adentra en la nueva y sucísima sala.

Minutos después, como si se tratara de lluvia de estrellas, aparece entre una nube polvorienta caracterizado como un chef de cocina, agitando una espumadera por la espalda para mantener alejado al jefe.

- ¡Aquí llegan Mortarguiñano y su plato fuerte, el marrano!

Anacleto finalmente se decide, y dejando el lugar que hasta ahora ocupaba en la mesa, se dirige a la biblioteca.

Rompetechos observo a esa cucaracha enorme que se movía asi que cogió una de las sillas y la siguió para rematarla encuanto esta se detuviera

El detective mira los retratos de la galería, pensativo.

-Por las sábanas de la Reina Victoria, esto es inaudito. ¡Han "desaparecido" al niño! ¡Y justo cuando estaba a punto de decir algo interesante! O... -se acaricia el mentón, reflexionando- quizá al contrario, por algo que no ha dicho. ¡Claro, era elemental! ¿Cómo no me di cuenta? Debemos tener mucho cuidado con lo que decimos, amigos. Mucho cuidado.

Cuando Anacleto y Rompetechos parten para la biblioteca, parece acordarse de algo de repente:

-Mmm. Si Superlópez ha desaparecido, entonces hemos perdido una pista. Y las que Zape llevaba, también. No podemos permitirnos perder las pistas... ni a más gente... son nuestra única manera de vencer a nuestra malvada anfitriona. Ahh, daría mi knighthood por un trago de whisky para el buen capitán y un marsupilami para nuestro joven botones. Seguro que así funcionaríamos todos al máximo de nuestra capacidad. ¿Alguien sabe que se ha encontrado en la biblioteca?

-Oh, gracias por su interés, Sir. En realidad me conformaría con un trago de algo más fuerte que el agua, la verdad. Pero agradezco su comentario, igualmente. ¡Por todos los diablos! Lo sucedido a ese grumete travieso da que pensar... ¿no creen? ¿Qué debe haber sucedido? ¿lo que iba a decir lo ha matado, dice usted....? Mmmmm.... ¿no será lo que sí ha dicho...? ¡Rayos y centellas! ¿Y QUÉ ha dicho?

El marino se mesa su barba negra y espesa, aunque limpia y bien cuidada, reflexionando, la pipa ladeada y olvidada en una comisura de sus labios.

-Nos faltan datos...

Filemón se gira rojo de furia con el bastón en lo alto para azotar a Mortadelo:

- ¡MARRANO LO SERA SU TIA!

Filemón duda un momento cuando habla el tipo de la pipa y le enseña el bastón a Sir Tim O Teo.

- Yo encontré este bastón... ehhh... que cayó de la lámpara...

Sir Tim observa el bastón que le tiende Filemón con curiosidad.

-Mmm. No menospreciemos el significado de tan humilde instrumento. ¿Acaso no comienza el Sabueso de Baskerville por un bastón? Lástima que yo no sea Sherlock Holmes. ¿Qué nos dicen, una bombilla fundida, un saco de abono, una regadera, un juego de te, un cuchillo ensangrentado, matarratas, un anillo de compromiso, una botella vacía del vino más caro del mundo...? Por sí solas nada, claro: eso es elemental. Pero unidas... ah... unidas. Tres personas. Una muerta de vieja, otra desaparecida y una tercera asesinada... Pero nos sobran armas del crimen... nos sobran...

Tintín se ha quedado al lado de lo que era el borde de la trampilla, con la boca abierta y las manos por delante. Ha intentado, tal cual el Capitán, agarrar al niño que estaba tan cerca de él hacía sólo un momento. De hecho, de rodillas ante la inclemente puerta abierta, la cara de Tintín resume la desolación por la falta de respuesta del infante desaparecido. Seguramente, al belga le ha faltado un pelo para tirarse tras el niño en la espera de agarrarlo antes que termine de caer.

Levanta la mirada hacia el Capitán, aún con la boca abierta, y sin poder bajar las manos vacías.

- ¿Qué ha pasado? ¿Qué de extraño ha dicho el niño? ¿Alguien ha escuchado algo comprometido?

Haciendo un gran esfuerzo, se incorpora. Pero inmediatamente se agacha al lado de Zipi y le pone una mano en el hombro, esperando su reacción, para contenerlo. Levanta la mirada hacia Tim, sin dejar de prestarle atención a Zipi.

- Lo que estamos encontrando son recipientes que pudieran contener el veneno, como el que nos han dedicado, y medios para asesinar. Deberíamos separarlos en dos grupos para analizar las conexiones.

Se dirige entonces, como si recién lo notara, al que ha entregado el bastón.

- ¿Dónde ha encontrado eso? ¿Sabe usted si había un perro allí?

- En principio me inclino a pensar que el arma mas plausible es el cuchillo, al menos es de la única que tenemos certeza ha sido utilizada. El bastón solo me sugiere por el momento la evidencia de que era propiedad de un hombre, el cual pudo estar en la biblioteca leyendo y reflexionando mientras se autocastigaba escuchando la cinta.

Las pistas encontradas por zape me fueron reveladas en el mismo invernadero. Un saco de abono... ni siquiera como marsupilami arrojadiza.

En cuanto a las tazas de té,solo había dos... Por lo que una de las tres personas estaba excluida. O bien por que las dos que estaban allí eran aquellas que eran amigas, O porque en el caso de los amantes el tercero en cuestión sobraba.

- ¿Y si los amantes que habían decidido casarse quisieran la casa para ellos solos?

Espero contestación de algunos de sus compañeros, la Urraca no sabía a quien habia envenenado...

- Bueno... - Tintín continúa agachado, sin quitar la mano del hombro de Zipi - Lo primero en realidad es saber si la tercer persona era un hombre o una mujer. Seguro, al menos había un hombre y una mujer, pero, ¿y el tercero? Quizás eso nos lleve a poder descartar o no determinados medios.

Tintín no parece muy convencido de lo que va a decir, pero al final lo hace.

- No quiero ofender a nadie con esto - hace una pausa - Pero si hay dos mujeres, es más probable que el asesinato se haya cometido con veneno. Si hay dos hombres, más probable que haya sido cometido con el cuchillo.

Una nueva pausa, mirando al Capitán.

- Si esto fue hace diez años, y una de las personas ha muerto de vieja, debemos considerar que al menos una tenía sesenta o más años. Eso puede ser un dato importante. También, ¿por qué una de las dos personas ha desaparecido? ¿Se ha fugado?

Mete la mano en su gabardina, buscando su anotador periodístico, y empieza a hacer movimientos extraños para escribir sin soltar a Zipi.

- Díganme cuáles son las pistas que hemos encontrado hasta ahora. En papel será más fácil. El veneno para ratas... - anota - La bombilla fundida, el saco de abono...

Mortadelo, que ya tenía preparado su disfraz de Usain Bolt (cordón desatado incluido), permanece con la cabeza agachada y semiescondida, cual tortuga, cuando el jefe le muestra a Sir Tim el bastón, temiéndose un buen varapalo. ¡Ande irá sin la booooinaaaAA!

Escucha entonces los alegatos de Spirou y Tintín y, a falta de una barba propia y habiéndose dejado los postizos fuera de la casa, se sitúa subrepticiamente detrás del capitán Haddock y comienza a mesarle la chiva, mientras adopta una pose pensativa.

- Huuum... Veamos: La cachava del jefe, el saco de abono de los de la oferta de supermercado, el veneno ese, la shirla, la bombilla fundida, el sacacorchos... -hace una pausa, rascándole el pelo al capitán, una vez más a falta de melena propia- No sé. Por cierto, Spirou, ¿y si era un juego para dos porque el tercero ya había muerto de viejo?

-¡¡Por todos los cañones tonantes del Unicornio!! ¡¡Rayos y rayos y miles de millones de rayos!!

Haddock se ha girado sobre sí mismo en una pirueta tan rápida que haría dejar en ridículo a la del mejor bailarín. Se encara al estrafalario tipo que le tiene agarrada su pelambrera y le espeta a gritos, escupiéndole palabras y pequeñas gotitas de saliva, sulfurado:

-¡Especie de paramecio gasterópodo de los páramos! ¿¿Quiere soltarme MI barba y MI pelo?? ¡¡Descastado!! Su rostro está rojo, congestionado como un tomate, y si no fuera porque eso no es posible, diríase que pequeñas chispas estallan a su alrededor. Su pipa ha caído de su boca, y humea desde el suelo. Haddock la ve, y, si cabe, su enfado aún aumenta. -¡Mire lo que ha hecho hacerme! ¡Sátrapa! ¡Antifúngico!

Se agacha después de soltarse airado, recoge su pipa con amor, y la vacía.

Tras unos segundos que pasa mascullando improperios que no llegan a ser, afortunadamente, audibles, se calma, y expone lo que su mente analítica ha estado considerando hasta el momento mientras llena su pipa de nuevo y la enciende con ceremonia.

-¡¡Humpf!! Veamos. No creo que tengamos aún pistas suficientes para elaborar una teoría. Por ahora tenemos objetos desperdigados, aunque está claro que son pistas de lo que sucedió... pero hay que consolidarlos en una historia. Tres personas, un compromiso de boda. Por el anillo lo digo. Dos antiguos amantes, posiblemente, un despechado, los dos amantes actuales se casan, podría ser. El despechado planea un asesinato, si sale bien, uno de ellos muere entonces, y otro se salva. O no se salva, pero desaparece. Si sale mal, no muere asesinado, quizá se ha descubierto el pastel, y asesinan al que iba a ser el asesino. Y los otros dos, los amantes, se salen con la suya. Humpf. ¡Diablos! ¡Qué lío...! ¡Necesito un... (suspiro)... whisky...

Realmente, la mente analítica del capitán es tan turbulenta como su medio ideal...

Superlopez aparece por la puerta con el saco de abono en la mano como si tal cosa.

Mira el desaguisado y pone mala cara.

Ayyy, que dolor de tripa. Esto es cosa de la pichurrina oscura.

Se lo piensa otra vez, y vuelve a la habitacion.

Carpanta aparta la vista de Otilio un instante para intervenir.

-O quizas... ¡uno envenenó a otro y luego fue apuñalado vilmente! -mira a Otilio una vez más antes de continuar- El último en morir tuvo que morir envenenado, ¿no? ¿no?

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