Partida Rol por web

Fuiste el último en llegar. Cuando te apareciste estaban todos en sus posiciones. Una docena de magos y brujas vestidos de negro te daban la espalda. Era el uniforme de la academia. Lo más neutro que se podía conseguir. Todavía te resultaba difícil reconocerles a todos, incluso con la capucha bajada.

No te costó encontrar a Lucas. Estaba en la tercera fila justo al lado de Nicky. No había necesitado ni una semana para quedar totalmente prendado de ella. De momento parecía que la chica no se había dado cuenta. O quizá es que no quería hacerlo. 

En la cuarta fila estaban los hermanos Lacroix. Habían sido la última incorporación en la academia. Fue Rachel la que te vio llegar. Te saludó con una sonrisa en la boca, invitándote con una mano a que te acercaras hacia ellos. Siempre te guardaban un sitio. Fue Reuben el primero que se dirigió a ti.

- Un día tienes que contarnos a qué te dedicas por las noches.

La originalidad había muerto. Claro que en el caso de su abuela, hacía más años que para la mayoría pues ahí estaba la clásica comparación entre Andelin y ella. Sólo que en aquella ocasión le pareció tan cogido por los pelos que logró arrancarle una seca carcajada. ¿En serio acababa de comparar su temperamento con el mal humor de Andelin? ¿De verdad, cuando el estado natural de su hermano era el del mal genio, le decía que el suyo era peor? Por Dios...¿Desde cuándo su abuela se había convertido en un ser tan ridículo? Probablemente ya lo era.

Ese pensamiento efímero aumento exponencialmente cuando le pidió que investigara a su futuro jefe por el bien de la familia. Dejó que su expresión de cordialidad contenida se deslizara por su rostro hasta mostrar el hastío que le producía aquella mujer que llevaba su sangre. Su abuela. Que le pedía que hiciera algo por una familia que no movía un dedo por su bien. No. Había renunciado a su familia en el momento en que los había encontrado escondidos en un puñetero búnquer cuando una guerra mágica se avecinaba. Un atajo de pusilánimes que sólo miraban su ombligo.

- No - una sola sílaba pronunciada con ligereza, incluso con alivio. No hubo despreció o rencor en su voz. Se sentía extrañamente tranquila. Por un momento, jugueteó con la idea de preguntar el motivo pero al final se relajó, sin que le importara demasiado un apellido que no le reportaba nada en absoluto -. Si eso era todo lo que querías... - comentó con un ligero encogimiento de hombros, indicándole la puerta.

En que Liam salió por la puerta se hizo el silencio. Con el tiempo que había pasado todavía no te habías acostumbrado al ruidoso Gryffindor. Te preparaste con la tranquilidad y eficiencia que te caracterizaba y llegaste al Ministerio justo a tu hora. 

No tardaste el localizarla. Esa chica rubia que tan rápido había conseguido sacarte de quicio. Por supuesto, no le habías dado el gusto de demostrarlo. 

- Jackson, te veo bien.

Te miró de arriba abajo lentamente, con una naturalidad que confirmaba que estaba acostumbrada a hacerlo. Te hacía sentir extraño. Te recordaba mucho a Isabella, pero con ese rollito raro de veela que tan poco te gustaba. Sin olvidar que no dejaba de ser una extraña que se tomaba demasiadas confianzas.

Tu visión detectó la sombra de Biger Evens.

- Williams, Jackson. A mi despacho.

 - No

Tu respuesta le sentó como una patada en el estómago. Pudiste leerlo en las arrugas que se pronunciaron en la comisura de sus labios. Pero no dijo nada. Ni siquiera se despidió. Antes de que pudieras decir nada más, había desaparecido.

No tardaste en hacer lo propio. Te apareciste en la entrada del Quisquilloso. Un edificio de tres alturas visiblemente modesto. Nada que ver con la imponente sede de El Profeta. Habías ido en una ocasión con Ryan para ver a su madre. Parecía que había pasado un siglo de aquello. 

- Berenice Blair.

Te sorprendió que esa mujer anciana y diminuta dijera tu nombre. Antes de que llegaras al mostrador ya había dado la vuelta y había salido en tu encuentro. Debías sacarle al menos una cabeza y media. 

- Ven conmigo, Rick te está esperando.

No sabía que ganaba la partida, si la felicidad o la decepción. La expresión de su abuela había sido un gratificante regalo para ella. Se sentía satisfecha. Llevaba años despreciándola sin pensar que más tarde pudiera necesitarla y ahora le habían llegado las consecuencias. Sin embargo, una parte de ella sentía que debería haber escuchado lo que tenía que decir antes que nada. Es cierto, sentía que probablemente su familia merecía lo que fuera que estuviera por venir de manos de su futuro jefe pero había sido imprudente.

Su expresión grave se difuminó rápidamente con un suspiro. Como si importara. ¿Qué era lo peor que podía pasar? En los últimos meses había enterrado a demasiada gente como para preocuparse por una posible caída en desgracia ante la sociedad mágica. ¿O por una celda en Azkaban? Pues que les dieran la de al lado de Isaac. Sabía que Faye no estaría nada orgullosa de ella por pensar así pero una parte cruda de Vinny que antes no existía se dijo que Faye ya no estaba. Que Isaac estaba en Akzaban, en el mejor de los casos. Estaba sola después de meses de sufrir y preocuparse por todo el mundo, sin que de nada hubiera servido. Siempre poniendo en primer lugar la seguridad de los demás. Estaba cansada y deseaba ser egoísta. Pero sabía que no podría.

Al final permitió que todos esos pensamientos se deslizaran de su conciencia para tomar de un sorbo lo que quedaba del café antes de desaparecerse de su apartamento para ir directa al edificio que hacía las veces de sede de El Quisquilloso. Miró el lugar, mediocre en una terrible comparativa con su competencia, torciendo el gesto. Berenice Blair, has sido relegada a la posición de ciudadana de segunda, se dijo con sorna. Daba igual, se dijo, ella sólo había escogido esa profesión para acercarse a la verdad en estado puro y dudaba que eso lo pudiera conseguir desde El Profeta.

Una voz la sacó de su ensimismamiento, haciendo que se volviera para analizar a una anciana que parecía hacer de recepcionista a pesar de que ya debería haberse jubilado hacía mucho, al menos en el mundo muggle.

- La nueva - correspondió al saludo con una ligera inclinación de cabeza antes de empezar a seguirla.

No me extrañó lo más mínimo ver, cuando me aparecí sin mayores problemas, que había sido el último en llegar. El milagro es que hubiera llegado a tiempo, de hecho. Quizás por eso, en lugar de perder más tiempo, dediqué un último instante a echar un vistazo al móvil una última vez mientras caminaba hacia el grupo, como si mirar esa pantalla fuera hacer que llegara aquella respuesta.

Torcí ligeramente el gesto, acabando por guardar el móvil en el bolsillo, mientras echaba un vistazo a mi alrededor, a los allí presentes.

La primera persona a la que vi fue Lucas. Allí, al lado de Nicky. Pura "casualidad", por supuesto. Verlo allí me hizo dibujar una diminuta sonrisa. El discreto, lo llamaban. Lo que me sorprendía es que Nicky aún no había parecido darse cuenta de las "oscuras" intenciones de Lucas... o a lo mejor prefería que el resto pensáramos que era así de ingenua. Fuera como fuera, sólo esperaba que el corazón de Lucas no acabara roto, apaleado y pisoteado una vez más.

Y aún estaba divagando sobre Lucas cuando vi como alguien hacía señales en mi dirección desde una fila más atrás. Mi vista fue entonces más allá, focalizándose en la dueña de aquella mano que me llamaba. Rachel. Aquella sonrisa suya me contagió y, antes de que pudiera darme cuenta me vi a mi mismo correspondiendo a aquel gesto con un cabeceo y un guiño que indicaba que aceptaba su "invitación".

-Buenos días, señorita Lacroix. Gracias por pensar en mi un día más. - la saludé, con un breve cabeceo con un deje de pomposidad, al tiempo que esbozaba una media sonrisa, ya junto a ella y a Reuben. Fue la frase de este último la que me hizo girarme hacia él, afilando la sonrisa ligeramente en mi rostro ante su comentario-  Si os lo contara, dejaría de alimentar los mitos y leyendas urbanas que pululan por ahí. - guiñé un ojo a Reuben, dándole una breve palmada en el hombro, apenas perceptible, a modo de saludo- ¿Me he perdido algo? Hoy Ryan estaba charlatán... - resumí entonces el motivo de mi tardanza. ¿Pero que le había dado hoy a todo el mundo con lo que hacía por las noches?

Notaste que tu comentario le hacía gracia. Una juguetona sonrisa apareció entre la maraña de arrugas que componían su rostro.

- Yo también dije eso una vez...

Sonaba que había sido en el pleistoceno. Caminaba lenta y ligeramente encorvada. La recepción del edificio era pequeña y modesta. Tenía un toque gris que no ayudaba a cambiar la sensación de desconsuelo. No pasaste por alto que la mujer iba directa hacia las escaleras. Miraste a tu alrededor. No parecía haber ascensor. 

- Una pequeña excursión y llegamos.

Pensabas que era ironía pero resultó ser verdad. Fue una subida de tres pisos a una velocidad inesperada. Cuando llegasteis a la meta te costaba respirar más que a ella. Te sonrió con una calidez desconcertante. Podría haberse hecho pasar por tu abuela. 

La escalera desembocaba en una sala rectangular relativamente amplia. Estaba llena de mesas enfrentadas en grupos de 4. Habría espacio para unas veinte personas. Debía ser muy pronto para la plantilla, porque apenas había dos cabezas enterradas entre papeles.

En la zona más alejada de las escaleras estaba el despacho de Rick. No tuviste problemas en reconocerlo, era una enorme habitación cerrada por una cristalera transparente. Todo lo contrario que los herméticos despachos de El Profeta. La puerta estaba abierta. No tardaste en reconocer a Oliver Teason. Habíais coincidido en tu último periodo en Hogwarts pero no habíais cruzado ni media palabra.

Al llegar a la puerta del despacho la anciana se apartó hacia un lado indicándote que pasaras. Con una cantarina voz (casi aniñada) avisó de tu llegada.

- Misión cumplida Rick.

Era increíble la capacidad de aquella chica para cabrear a Ryan. A decir verdad, la rubia no había llegado a separar los labios cuando se le ocurrieron varias formas de saludarla que incluían, para una mente afilada, varias faltas de respeto a varios niveles. Aquí algunas de las perlas que, nada más ver a aquella chica, pasaron por la mente de Ryan mientras dibujaba una diminuta y afilada sonrisa:

"Buenos días, Cassandra. Repásate el pintalabios, se te ha corrido con el último trabajo"

"Buenos días, Cassandra, me alegro por lo de tu embarazo, ya decía yo que últimamente estabas más gorda"

"Buenos días, Cassandra. ¿Qué tal las rodillas?

"Buenos días, Cassandra. ¿Cuando termina tu programa de la Obra Social de Gringotts?"

"Buenos días, Zorra"

Bueno, ese último no destacaba por sutil, tampoco importaba. Pero uno no podía darle el gusto a alguien de esa calaña de hacerla conocedora de su animadversión por y para su persona. Así, que gracias a las técnicas legendarias practicadas durante años en Hogwarts cada vez que veía un Hufflepuff y que le permitían no insultarle, faltarle golpearle o escupirle a la cara, se limitó a sonreír y asentir ligeramente con la cabeza.  

- Buenos días, Cassandra. - Quizás hoy le invitaría a café y después le escupiría en el mismo cuando no estuviera mirando. Y eso por estar mirándolo como estaba. Si no fuera por los pequeños problemas que volvería a tener su relación con Isabella por estar internada en San Mungo, le contaría con cierto lujo de detalles los gustos visuales de su nueva compañera. 

Así, Ryan fue a entreabrir los labios para invitarla a aquel café, cuando vio a Evens. Que ahora fuera su jefe solo le hacía pensar que el mundo, además de pequeño no estaba exento de cierta ironía. - Que pena, hoy estoy de tan buen humor que pensaba invitarte a un café. Quizás en otra ocasión. - Acabó por decirle, mientras señalaba el despacho de Evens a Cassandra, para que fueran juntos. 

 Rick O'Connor era un hombre alto y moreno. Con una poblada cabellera siempre en su sitio. Era atlético y siempre vestía de forma adecuada aunque nada ostentosa. Parecía ser fiel a los valores de su periódico. Cuando entraste en el despacho te lo encontraste de frente, detrás de la puerta. A pesar de las paredes transparentes no lo habías visto. Parecía estar esperándoos. 

- Misión cumplida Kitty.

Su voz te sorprendió. Era grave pero acaramelada. Emanaba madurez y fuerza. Quedaba muy bien en ese atractivo cuerpo. Se desplazó medio metro hacia afuera quedando justo debajo del marco de la puerta. Lentamente se inclinó hacia la mujer, apoyando sus labios en su frente. No dijeron nada ninguno de los dos. A Kitty le tocaba repetir la excursión. Rick se giró hacia vosotros y cerró la puerta.

- Sentaros por favor.

Las dos sillas colocadas frente a su sillón se desplazaron hacia atrás. Oliver se quedó quieto esperando que tú te sentaras primero. 

- Antes que nada, bienvenidos y muchas gracias por elegir al Quisquilloso para vuestro primer puesto de trabajo. Estoy seguro de que eramos vuestra primera opción. 

Estaba bromeando. Le faltaba soltar la carcajada que se reflejaba en sus ojos. Sabía que la mayoría de sus trabajadores habían intentado entrar en El Profeta. Muchos otros habían sido recogidos por él después de haberse escaldado en el buque insignia. No le importaba. Él mismo había sido uno de ellos.

- Por favor, habladme un poco de vosotros. Seguro que es más interesante que lo que yo os pueda contar.

- ¿Qué sería de ti si no fuera por nosotros?

Te pasó una mano por la parte superior del brazo en modo de saludo. En compensación, recibiste un puñetazo en el otro. Reuben era todo finura. 

- ¿Ryan charlatán? ¿Acaso es eso posible? 

A Rachel no le caía bien el exslytherin. A Reuben tampoco, pero lo disimulaba un poco mejor.

- Hoy entrenamos con Grey.

No disimuló su alegría. A Rachel le ponía muy burra Miller Grey. En realidad, cualquier hombre joven y fuerte lo hacía. No haría ningún asco si Ian Muller se tropezara y cayera en su cama. Pero Grey parecía tener algo especial. Te lo decía la cara de boba que se le ponía cuando pensaba que no os dabais cuenta. También el cachondeo que se llevaba Reuben con el tema. 

- Estás fatal hermana - resopló Reuben, con un falso hartazgo. - Liam, ¿te veremos el sábado en la fiesta?

-Quedarme sin sitio cada día, eso seguro. - respondí a la chica, con aquel aire desvergonzado mío que aún me seguía quedando de cuando en cuando, de aquellos tiempos en los que la vida aún no había decidido putearme hasta la extenuación.

-Au, cabrón. Podrías aprender de tu hermana. -me quejé al recibir el golpe de Reuben, pasando mi mano metálica por el lugar donde me había dado- Y te sorprendería lo que llega a ser posible a veces, creéme... - bromeé, con aire divertido, acabando por poner los ojos en blanco cuando Rachel pronunció aquel "Hoy  entrenamos con Grey" con aquel tono de adolescente mojabragas.

A ver, que ya tenía claro que Rachel no era de las que disimulaba, ni mucho menos de las que se cortaba y vale que Muller estaba bueno hasta para mí pero, ¿Grey? ¿En serio?

-"Hoy entrenamos con Grey" - repeti, haciéndole el paso, con voz cantarina- Ya te podrías emocionar tanto cada vez que entrenas conmigo... - la piqué, incluyéndome en aquel grupo de "tíos buenos" solo para ver por donde salía- Dile algo a tu hermana tío... Dentro de nada dirá que le pone Lucas... - volví a bromear, acabando por girarme hacia Reuben cuando me preguntó por la fiesta- ¿Qué fiesta? - dije, algo descolocado.

Que yo supiera, no había ninguna fiesta el sábado, ¿no? ¿O era una de esas cosas que había aceptado hacer en un momento en el que no estaba prestando atención a saber por qué motivo? Fuera como fuere, sería interesante saber de qué iba aquello, ¿no?.

- ¿Un café? Pensaba que me invitarías a tu cama.No se estaba insinuando. Esas palabras contenían menos sensualidad que desprecio. Y tú no pensabas tocarla ni con un palo. En teoría. Cosas más raras se habían visto.

Evens estaba sentado en su voluminoso y cómodo sillón. Permaneció en silencio hasta que os sentasteis en vuestros respectivos.

- Gracias.

Siempre tan educado.

- Esta semana no os hemos hecho mucho caso. 

Hizo la apreciación, pero no parecía sentirlo. En realidad, la frase correcta era que no te habían hecho caso desde que habías llegado. La sonrisa de suficiencia de Cassandra parecía indicar que las cosas no habían sido así en sus comienzos. Evens no se dio por aludido. No solía prestar mucha atención a Cassandra.

- El Ministerio quiere endurecer la ley mágica de responsabilidad penal del menor. - Hablaba como si él no tuviera nada que ver, pero pocas cosas se decidían sin que Biger Evens estuviera presente. - Una ley que permita regular lo que está por llegar.

No dio más detalles. Tampoco los necesitaste. Recordabas el viaje a Bulgaria como si acabases de volver.

- Se va a crear una grupo de trabajo para redactar el borrador. Vosotros dos habéis sido seleccionados. Empezáis en una hora.

Tu imitación de Rachel hizo que Reuben soltara una sonora carcajada. 

- Estoy seguro de que es su rollito de 'bestia' lo que le pone tanto.

eSE COMENTARIO se ganó una fulminante mirada de la chica.

- No tienes nada que hacer, Nathiel. A mi hermana le gustan los tíos difíciles. Cuanto más inaccesible sea mejor. 

El puñetazo de Rachel no se hizo esperar. La primera semana ya comprobaste que Reuben debía de tener un brazo anti-bombas.

- Lucas es muy mono, pero me temo que ya está pillado - indicó Rachel con su habitual naturalidad, y después de darle un buen repaso. También te lo dio a ti, aunque no se pronunció. Se te quedó mirando con la cabeza ligeramente inclinada. Por fin había salido del trance. 

- ¡¡A VUESTROS PUESTOS!!

Grey nunca se molestaba en saludar. La educación era algo más propio de Muller. Os habían llegado rumores de que era un mujeriego relaciones públicas. Quizá había sido en otra vida.

- Veo que ya estamos todos.

Te miraba a ti. No le había pasado desapercibida la mala costumbre que habías adquirido. En su voz no notaste ningún ápice de acusación. Parecía incluso que tu actitud le resultaba familiar. Mantuvisteis la mirada unos segundos, mientras Reuben contestaba de forma atropellada a tu última pregunta. 

- La fiesta del no inicio de Hogwarts. La organiza Carrow.  

Una fiesta en Las Tres Escobas. La última a la que fuiste no acabó muy bien.

- El entrenamiento de esta semana será diferente. Dividiros en dos equipos.

Ni siquiera tuvisteis que moveros. En apenas un par de segundos ya teníais a Lucas y Nicky a vuestro lado. La última en aparecer fue una chica flaca y menuda con la que no habías intercambiado ni media palabra. Cuando la veías entrenar no podías evitar preguntarte cómo había conseguido llegar hasta allí. 

A la vieja Vinny le hubiera escandalizado el beso en la frente a la anciana. A la actual, también. Punto número uno, era inapropiado en un entorno formal como era el trabajo y, punto número dos, sencillamente, todo estaba mal en esa imagen, sin más. Quizás se notó en la forma en que desvió la vista pero tuvo la decencia de volverla en el último instante para darle las gracias a la mujer que había hecho las veces de guía, a pesar de que, teniendo en cuenta el ascenso, hubiera sido más grato para ella darle las indicaciones y quedarse abajo.

Desvió la mirada de la mujer para seguir a su jefe hasta el despacho en compañía de Oliver, quien, en una caballerosidad totalmente innecesaria, esperó a que tomara asiento primera. Frunció ligeramente el ceño por un momento antes de tomar asiento y taladrar con la mirada a Rick O'Connor. En sus cuarenta y tantos, Rick era la imagen del hombre que había sabido madurar bien, con un aspecto informal pero cuidado, una sonrisa agradable en el rostro y, en definitiva, un aire atractivo. Aquel era el hombre que, supuestamente, quería hundir a su familia. Y la persona que había dejado El Profeta para reflotar el que en su momento había sido un periodichucho de chismes y chismorreos. Demasiada información para hacerse una imagen clara. Y, desde luego, demasiada para corresponder con la imagen desenfadada que él ponía tanto empeño en proyectar.

Por un momento recordó las palabras de Dorian diciéndole que no podía desconfiar de todo el mundo mas, al igual que en aquel momento, se sentía incapaz de vencer aquella resistencia que sentía, esa necesidad de separar al mundo entre "ellos y yo", calificando a todos los demás como posibles enemigos. Sin embargo, iba a tener que hacer un esfuerzo, si bien no en confiar sí en aceptar a las personas entorno a las cuales iba a construir su vida profesional.

Se dio cuenta de que había empezado a divagar cuando se encontró al hombre expectante y a Oliver dirigiéndole una mirada. Tuvo que hacer marcha atrás para saber lo que se esperaba de ella. Uno, una respuesta, otro o bien otro acto de micromachismo o bien uno de cobardía.

Contuvo un suspiro. Odiaba eso. En otros tiempos hubiera sentido el nerviosismo y la presión que le decían que debía dar no sólo con la respuesta correcta sino con la mejor versión de la misma. Pero en aquel momento sólo deseaba que aquel trámite pasara.

- Soy Berenice Blair pero, por favor, llamadme cualquier cosa menos eso - acabó por decir y aunque sus labios se curvaron ligeramente hacia arriba en el amago de una sonrisa, sólo fue el fantasma de una -. En Hogwarts todo el mundo me llamaba Vinny - todos aquellos que ya no estaban, que habían desaparecido, se habían distanciado o que ahora yacían pudriéndose en una celda la habían llamado Vinny. De modo que una parte de ella había empezado a rechazar aquel apodo cariñoso que ahora le parecía el de una niña boba -. Seguro que no hay mucho que pueda contar que no sepas ya - bien, quizás poder no era el verbo adecuado y más bien era el querer, pero cumplía su función -. Sabes quién es mi familia, que mi hermana fue brutalmente asesinada hace unos meses. En ese entonces quería ser medimaga pero me temo que ese era un sueño de otra época y de otra persona. Me obsesionan las respuestas que aún no conozco. Y hace unos meses caí en la cuenta en que quizás el problema radicaba en que tampoco conocía las preguntas. Así que supongo que por eso estoy aquí. Quiero aprender las preguntas que me llevarán a las respuestas que busco.

Mantenlo simple, se dijo. Era una verdad bonita y parcial. Imaginaba que decir que había preguntado por cuál de sus opciones sería más útil para el grupo que investigaba todo lo que estaba aconteciendo en el mundo mágico y que le habían recomendado la de periodista, no sería lo más adecuado.

Alcé una ceja ante el comentario de Reuben, mirando a Rachel de reojo, con una media sonrisa burlona en los labios- Así que tíos difíciles... Bueno, tendré que volverme un borde entonces. - dije, afilando aquella sonrisa, acabando por convertir mi expresion en una de sorpresa cuando dijo que Lucas era mono y que ya estaba pillado.

-¿Ah si? - pregunté, sin dejar claro si la pregunta era por el "es muy mono", por el "ya está pillado" o por ambas.  No me lo podía creer. ¿Pero que le veían a Lucas? Fuera lo que fuera, aquel repaso de Rachel me dejó claro que algo debían ver. Sin embargo, lo que no esperaba es que el siguiente repaso fuera para mi, así que ante aquel gesto no pude sino alzar las cejas con un aire entre divertido y desafiante. Y es que, por muy atormentados que estuviera mi alma y mi corazón en aquel momento, el espectáculo debía continuar, por supuesto, y aquella frivolidad, aquel juego, siempre habían sido parte de mi coraza, la forma más fácil de no dejar que casi nadie llegara más lejos.

Así pues, mantuve la mirada clavada en Rachel, siguiendo aquel juego, hasta que la voz de Grey me hizo girar la cabeza en dirección a tan rudo saludo- Mr Simpatía... - mascullé, casi imperceptible, justo antes de alzar ligeramente el mentón, manteniendo la mirada de Grey cuando hizo aquel comentario que claramente iba por mi. No, no había reproche en su tono. Pero si esperaba que me sintiera mal como un colegial por llegar con la hora pegada, podía esperar sentado.

De hecho, aquel pulso de mirada aún estaba en su pleno apogeo cuando Reuben respondió a mi pregunta sobre la fiesta. Una fiesta de No-inicio de Hogwarts. ¿En serio? Hacía tiempo que todos habíamos abandonado el colegio. ¿De verdad no había otra excusa para Carrow para montar una fiesta? 

La sola mención de aquel apellido hizo que mi mente se transladara a algún tiempo atrás, a aquella sala en la que el Veritaserum nos jugó a Ryan y a mi una mala pasada con otro miembro de aquella familia.

Joder. Víctor.

Torcí ligeramente el gesto ante aquel recuerdo, consciente de que aquella fiesta cada vez me parecía peor idea- No sé, me lo pensaré... ¿Quién va? - pregunté por lo bajo, justo antes de que Grey nos mandara hacer grupos, y de que Lucas practicamente se teleportara con Nicky hasta donde estábamos- Ey. Buenos días. - dije, inclinando la cabeza ante ambos, con aire divertido y una media sonrisa. Y parecía estar dispuesto a añadir algo más cuando vi que aquella chica -joder, ni siquiera me acordaba de cómo se llamaba- también se acercaba a nosotros. En todo aquel tiempo, era una de las pocas personas con las que ni siquiera había intercambiado una sola palabra, algo difícil, teniendo en cuenta mi naturaleza sociable- Eh... hola. - acabé por saludarla al ver que se unía al grupo, con toda la amabilidad que fui capaz de imprimir a esas dos palabras.

En el fondo quería ver qué era lo que Grey nos tenía preparado. Necesitaba un poco de acción y solo esperaba que no fuera edulcorada.

Era hora de un entrenamiento de verdad. Estaba cansado de esperar.

Durante todo tu relato Rick se mantuvo en silencio, dedicándote una de sus correctas sonrisas. Podías notar el estupor de Oliver a tu izquierda. No te molestaste en mirar hacia él.

- No me equivocaba - puntualizó al fin, haciendo referencia al comentario que te había cedido la palabra. - Espero que tu estancia aquí te de todo lo que buscas. 

Parecía una frase hecha, pero la lúcida mirada de Rick indicaba que estaba hablando en serio. No volvió a abrir la boca. Se limitó a mirar hacia Oliver esperando que iniciara su turno de palabra.

- Y...yo... - su voz sonó débil y entrecortada. Carraspeó su garganta con visible nerviosismo mientras se acomodaba en el asiento. Te había cedido el turno de palabra porque no estaba nada cómodo. Escucharte no había mejorado su situación.

- ... - el silencio empezó a molestarte. Cuando tu limitada paciencia estaba a punto de jugarte una mala pasada, el exhufflepuff arrancó. 

- Soy Oliver Teason. Mi pasión son deportes, mágicos y muggles. Tendría que haberme visto jugar al quidditch - lo que habría sido un comentario gracioso quedó eclipsado por el incómodo aura que habías dejado en la habitación. - Me gustaría entrar en la sección de deportes. Es donde más os podré aportar.

Las últimas palabras de Oliver le hicieron son reír. Esta vez con más energía. No le había pasado por alto que el chico no había dado ningún detalle sobre su vida. Quizá fuera que no tenía mucho que aportar. De cualquier manera, tenía las cosas claras y eso siempre era bienvenido en el Quisquilloso. 

- Había escuchado hablar de ti. Veo que tienes las cosas claras. - Poco te faltó para elevar una ceja con incredulidad. Era muy fácil tener las cosas claras cuando tu "pasión son los deportes, mágicos y muggles". - Ya tienes todo preparado. Saliendo a la derecha encontrarás el área de deportes. - hizo un gesto con la cabeza señalando hacia la puerta.

Había terminado con él. A Oliver no pareció molestarle. Solo quería salir de allí y ponerse a trabajar. Podías verle dentro de cinco años firmando los titulares de la portada de su sección. La gente como él siempre acababa teniendo suerte.

Cuando el chico salió del despacho os quedasteis en silencio. Rick te miraba sin mostrar ningún tipo de emoción. Su tono de voz se volvió algo más serio que el utilizado previamente con Teason.

- ¿Tienes alguna preferencia?