Partida Rol por web

Annis no se fiaba ni un pelo de la goblin, estaba claro. Su repentino temor a explorar aquel pasillo le pareció a la semiinfernal aún más sospechoso. Hubiera dado un cuerno por explorar aquella zona y descubrir si Ekkie mentía o no. Pero no estaba sola. Ahora era un agente Pathfinder y debía trabajar en equipo. 

La tielfing se ecnogió de hombros y se preparó para seguir al resto si decidían seguir a la goblin.

- Estoy con Isobel. Confiamos en ti Ekkie. Somos amigos.

El grupo de pathfinders decidieron -no sin cierto grado de inquietud por parte de algunos de ellos- seguir los pasos de Ekkie. La goblin cogió el pasillo general de donde salían los brancales y comenzó a caminar hacia el otro extremo. Cuando se aproximaban hacia la pared, consiguieron vislumbrar gracias a la luz mágica conjurada por Isobel, que el pasillo torcía formando un recodo a pocos metros del brancal más distal.

Ekkie se detuvo unos instantes mirando hacia el último brancal y cuchicheó entres susurros: - Por aquí ir a laboratorio de kema-kema. Goblins gustar fuego. Allí Yarak...- dijo con cierto tono que desprendía miedo.

Asentí a lo que decia la Goblin. Me acerqué sigilosamente junto a la entrada y espié dentro a ver si veia problemas. De ser así avisaria a mis compañeros. 

Vors siguio a Hatake a una prudente distancia, intentando dejarle espacio pero preparado para acercarse e intervenir.

Hatake se introdujo con su habitual destreza y sigilo. El ninja había perfeccionado durante años sus dotes de subterfugio, y eso le permitía adentrarse en lugares en los cuales otros ni tan siquiera osarían acercarse. Para suerte del humano, a medida que avanzaba por el brancal, las sombras y reflejos de una tenue fuente de luz le permitía continuar sin tropezar con los múltiples escombros rocosos que curiosamente se apilaban en aquella zona de la guarida.

A medida que se acercaba al umbral de la estancia, se hacía más patente los ruidos y las estridentes palabras de un goblin, pero de repente, la voz se apagó. Hatake decidió proseguir y al menos inspeccionar la sala.

Finalmente el ninja llegó hasta una estancia de dos niveles. El nivel inferior -por el cual él transitaba- estaba repleto de rocas, fragmentos de columnas y otras ruinosas estructuras, mientras que en el nivel superior, se podía contemplar con gran claridad -gracias a varios fogones encendidos, el aparatoso circuito de matraces, decantadores, tuberías de plomo y humeantes recipientes- un par de grandes bancos de trabajo.

En una de las paredes de la estancia, había una escalera de peldaños de roca, pero justo en el último tercio de la misma, la estructura se había colapsado, dejando un hueco vacío entre ambos tramos.

El grupo esperaba en silencio la vuelta del ninja con información de la sala. Ekkie mientras tanto, hurgaba su nariz extrayendo algún moco verde seco, que no dudaba en ingerir después.

Habia escuchado las palabras de un goblin, por lo que sabia que habia alguno cerca, posiblemente en la parte de arriba. Hice señas a la Tiefling para que me siguiese, ya que era la mas sigilosa del resto despues de mi, que me siguiese para apoyarme por is habia problemas y me dirigí hacia las escaleras para asomarme a la parte de arriba. 

Annis se deslizó tras Hatake con una mano en el arco y atenta a posibles sonidos o detalles visuales. Aún recordaba la caida y el dolor resultante y no quería volver a resultar herida si lo podía evitar.

El ninja dio las instrucciones pertinentes a Annis. Sabía que en aquella sala se escondía algún goblin, pues había oído su estridente y desagradable voz, pero no tenía idea de dónde se podía esconder. Aquellos demonios de piel verdosa eran duchos en buscando y aprovechando escondrijos...

La magus tiefling entró haciendo gala de sus dotes de sigilo, todo iba bien hasta que uno de los puntiagudos tacones de aguja de sus botas de caña alta, quebraron lo que parecían los restos de porcelana de algún tipo de recipiente. En ese momento sucedió. De entre los bancos de trabajo del nivel superior, aparecieron un par de goblins. Uno de ellos, portaba un gorro rojizo y su cara mostraba la mirada de un retorcida y maníaca maldad. El otro por contra, era un goblin mucho más joven, pero cargaba los mismo frascos de fuego de alquimista que los guardianes de la entrada.

Hatake, vio al goblin del sombrero, pero no detecto al segundo...

Annis reaccionó con furia al oir la cerámica romperse. Se maldijo a sí misma por no prestar más atención y vió aparecer a los dos goblins gracias a su infravisión. Lamentablemente, los nervios de la culpabilidad, le embotaron los reflejos y se vió sorprendida...

El goblin del sombrero no me habia visto, con suerte podria deslizarme junto a él y acabar rapidamente. Me preparé para escabullirme. 

Maldiciendo Vors intento acercarse para ver que demonios ocurria...

Tanto Annis como el goblin cruzaron sus miradas.

El tiempo pareció detenerse mientras sopesaban su próximo curso de acción, pero aquella pequeña y ruin alimaña, reaccionó con mayor premura que la magus. Sin poder hacer nada, Annis vio y sintió como un frasco chocaba contra su cuerpo, quebrándose la cerámica del mismo. El líquido de su interior, se propagó al tiempo que su contacto con el aire lo hacían prenderse entre llamaradas de fuego violento.

- ¡¡Kema!! ¡¡Kema!! ¡¡Yo hijo Zarongel!!

Por suerte para la semiinfernal, su herencia del abismo le permitía soportar tales ataques de una forma mucho más resuelta que un simple mortal.

Si no fuera por ese pequeño detalle, Annis ahora sería un tronco de carne carbonizada...

Annis sintió el mordisco de las llamas. Afortunadamente, el fuego era un viejo amigo suyo y no le hizo el daño que podría haber causado a sus compañeros. No obstante, le tenía aprecio a su capa, por lo que rodó por el suelo para apagar el incendio que consumía sus ropas.