Partida Rol por web

Las semanas pasaron y poco a poco se fue normalizando la cosa en el instituto. Que Yukino era la nueva capitana seguía creando admiradores y fans, pero no de una forma tan llamativa. Según Fukiyose tendría que vivir con ello a partir de aquel momento, aunque muchas veces era más divertido que una carga. 

La victoria de Kuroko Sakura en baloncesto mitigó la gran novedad que era Yukino aquel mismo día, el día del cumpleaños de Yukino. Tezuka y Yukino habían pasado juntos la navidad, uniendo a las dos familias más una adicional: los Otoya. Fue una gran noche. ¿Sería aquella igual de especial? ¿Habrían preparado algo para ella?

Ryusei apareció por la habitación de Yukino, llamando a la puerta:

- ¿Se puede?- ¿Qué era eso que llevaba en la mano? Era un yukata precioso.

La verdad es que una vez se había acostumbrado a hacer de capitana resultaba bastante divertido, aunque mejoró exponencialmente cuando dejó de estar bajo la atenta mirada de la mayoría de sus compañeros cuando Sakura se alzó con la victoria del básquet.

A parte de eso los días pasaron como hasta el momento, tranquiles, felices e ineludibles hasta llegar a la Navidad, días que aprovecharon sus abuelos para hacerles una rápida visita que aunque duró sólo cuatro días fue bien aprovechada, sobre todo cuando festejaron el día veinticinco con los Kunimitsu y los Otoya. No quiso decírselo a nadie porque se sentía como una niña pequeña al pensarlo pero la verdad es que era el primer año que disfrutaba plenamente del espíritu navideño al estar rodeada de tanta gente y no ser la única responsable de que todo saliera bien. Que Kotaro fuera más mayor y ya no esperara milagros también era de agradecer.

Aquel día, en su cumpleaños, se sentía extrañamente nerviosa. Siempre pensaba en su madre por su cumpleaños aunque era más una nostalgia feliz que un pensamiento deprimente pero aquel no era el motivo de su inquietud. Era que por primera vez no sabía lo que le deparaba su cumpleaños y estaba ansiosa, a la expectativa y a la vez temerosa de esperar demasiado.

Se estaba forzando en pensar a lo pequeño cuando su padre apareció, asomando la cabeza con aquel yukata envuelto en gasa entre las manos. Yukino le miró boquiabierta antes de preguntar tímidamente, sin querer mostrar su emoción:

- ¿Es mi regalo?

Entró en la habitación, sonriendo y entregándole el regalo.

- Sí. Así es.- estaba contento. Porque sabía que a su hija le encantaría aquel regalo. Era caro, sí, porque era de buena calidad, pero era un precio mínimo en comparación con la sonrisa de su hija.- ¿Te gusta?

Llamaron abajo y Kotaro salió corriendo para abrir la puerta, sin esperar.

Observó el regalo sin apenas poder articular palabra, seria antes de tomarlo entre sus manos y acariciar el suave tejido, maravillándose en el intrincado bordado de las telas japonesas.

- Hai - sonrió con cariño a su padre, quien, a pesar de sus fallos, era alguien muy querido para ella -. Arigató.

¡Se lo quería probar! Pero ponerse un yukata ella sola era muy complicado y no podía pedirle ayuda a su padre o a su hermano así que decidió esperar a ver a alguna de sus amigas para pedirle ayuda con el kimono.

El deseo de Yukino no se hizo esperar. Al instante llamaron a la puerta de la habitación y aparecieron Hayane y Mei cargadas con un par de bolsas.

Hayane las dejó en el suelo y abrazó a Yukino con fuerza y emoción.

Hayane:- ¡¡¡YUUU-KIII-NOOOO!!! ¡¡Feliciades!!

Mei:- Oi, Hayane... no la asfixies.

Ryusei decidió dejarlas solas.

Mei:- Felicidades, Yukino. 

Fue una suerte que aparecieran sus amigas para interrumpir porque el momento se estaba volviendo extrañamente emocional y no quería dejarse afectar por algo así. Por eso les sonrió de forma animada cuando llegaron, incluso aunque eso supusiera aceptar de buen grado el intento de homicidio de Hayane, a quien le dio unas palmaditas en la espalda.

- Ne, ne, que me ahogas...Pero gracias a las dos. No sabía que vendríais.

Hayane dio un bufido ante el comentario de Yukino:

- ¡Puf! ¡Como si nos fuéramos a perder tu cumpleaños!

Mei sacó dos paquetes bien envueltos de una de las bolsas y se los extendió a Yukino:

Mei:- Ne. Íbamos a esperar a más tarde, ¡pero qué más da!

Hayane:- Además de que tenemos que arreglarte y arreglarnos. Así que venga, ¡ábrelos!

Sonrió con indulgencia ante el soplido nada delicado de su amiga a la vez que tomaba los dos paquetes que le tendía la rubia de los Kunimitsu, feliz de tener unas amigas que pensaran tanto en ella. Desenvolvió los regalos con cuidado, tirando de forma inmediata el papel a la basura para que todo quedara ordenado en su inmaculada habitación.

- ¡Os habéis acordado! - mostró el libro en alto que había mencionado un par de veces delante de sus amigos antes de pasar al biquini, el cual miró, mezcla de cohibición y entusiasmo -. Qué sexy - contuvo las ganas de decir que demasiado para ella. en su lugar, le dirigió una mirada interrogante a Mei -. ¿Arreglarnos? ¿A dónde vamos?

Empezaron a sacar cosas de las bolsas. Entre ellas unos yukatas algo más normales, secador, peine, colonia, brillo, etc.

Hayane:- ¡Ya lo verás!

Mei:- Es sorpresa.

Hayane:- ¡Sorpresa, sorpresa!

Parecían bastante emocionadas- o al menos Hayane- ante la sorpresa que tenían preparada. Hayane miró el reloj:

Hayane:- Bueno, tenemos una hora para todo. ¿Lista, Yukino? 

Les dirigió una falsa mirada exasperada a la vez que se dejaba caer en su cama con porte resignado, exhibiendo sus mejores morros que pronto la traicionaron para convertirse en su clásica sonrisa divertida. Tanto misterio estaba logrando que se emocionara aún más.

- Estáááá bien...no preguntaré - por desgracia la mirada suspicaz de aquella vez fue de verdad al verlas tan excesivamente preparadas para lo que parecía una sesión de embellecimiento de...¿¡una hora!? -. Eh...esto...bueno, pero no os paséis.

Mei:- No te preocupes. La mayoría de todas estas cosas son para ella.

Hayane:- ¡Oi!

Mei:- Resulta que dice que tiene una cita. Aunque no me lo creo.

Hayane:- ¿Por qué iba a mentirte?

Mei puso los ojos en blanco antes de mirar a Yukino y decir con resignación:

Mei:- Dice que Kototsu irá porque ella se lo ha pedido y ha aceptado.

Se las quedó mirando a las dos con cara de circunstancias, paseando la vista de una a otra a la espera de que se echaran a reír, de que le dijeran que era sólo una broma porque era imposible que Hayane hubiera conseguido una cita con Kototsu, imposible del todo. Nunca hablaban, no tenían nada que ver el uno con el otro,...; sencillamente no había manera.

- Ah...oh...¿felicidades? - comentó insegura.

Lo que sí tenía claro es que tenía una nueva pista: fueran donde fueran, Kototsu iba a estar allí.

Enseñando los dedos en forma de V victoriosa y exhibiendo una gran sonrisa, la chica le contestó con un "¡¡¡Gracias!!!". Al parecer era cierto que se le había acercado cuando se lo encontró en la tienda de libros y que se presentó aunque él, por lo visto, ya sabía quién era. Le comentó de ir a donde fuera que iban a ir y él aceptó. La parte que Hayane obviaba era que no le había pedido una cita en sí. Simplemente le había invitado. ¡Pero para ella era lo mismo!y

Una hora después, las tres estaban ya preparadas con el yukata y bien peinadas. ¡Estaban geniales! Se hicieron un selfie las tres juntas y en el momento en que la foto llegaba al móvil de Yukino y Mei, un claxón sonó.

Hayane:- ¡Ya han llegado! Vamos Yukino. Coge lo necesario que nos tenemos que ir.

Seguía sin cuadrarle por ningún lado lo de Hayane con Kototsu pero decidió con mucho tacto que lo mejor sería guardárselo para ella y para la mirada que le lanzó a Mei mientras su otra amiga estaba en su mundo de corazoncitos rosas y caras de Kototsu.

Tras una ardua hora las tres estuvieron vestidas y aunque estaba mal por su parte decirlo lo cierto es que estaban preciosas. Nunca estaría tan bien dotada como Mei y Hayane, por no decir que ellas eran más exuberantes mientras que Yukino era la clásica imagen de una japonesa, pero aún así aquel día se sentía guapa.

Fue entonces cuando sonó el claxon, haciendo que cogiera su bolso con prisas mientras se apresuraba tras las hermanas con un cosquilleo nervioso en el estómago. El misterio empezaba a disgustarle. ¡Quería saber qué pasaba! Y la visión de aquel coche negro tampoco la tranquilizó en demasía.

- ¿Qué es esto?

Bajaron con la máxima rapidez posible y salieron afuera, donde un chófer ya las esperaba con la puerta abierta para que entraran. Cual fue la sorpresa de Yukino cuando se encontró dentro a Otoya y Renji ambos vestidos con yukatas masculinos, sonrientes.

Otoya:- ¡¡Felicidades!!

Renji:- ¡¡Sí!! 

Les hicieron hueco a Mei y Yukino mientras que Hayane se pedía la parte de alante. El chófer recorrió el camino hasta su asiento y no tardó en arrancar. En una de las puertas, grabado, ponía "propiedad de Fukiyose".

No era extraño que en su fuero interno hubiera estado esperando encontrarse con Tezuka en el interior de la limusina así que cuando entró quedó aún más intrigada al ver ahí sólo a Otoya y Renji, vestidos con kimonos y felicitándola por su cumpleaños con una amplia sonrisa que ella correspondió.

- ¡Gracias!

Tampoco le había pasado desapercibido el nombre grabado en la limusina, aunque lo cierto es que le sorprendía muchísimo que Fukiyose estuviera involucrada en todo aquello. Miró a los cuatro una vez se hubieron instalado en el interior del vehículo, sopesando lo poco que sabía.

- Vale, entonces, ¿vamos a casa de Fukiyose-sempai?

Al parecer, ignorantes de la pegatina del coche, todos se miraron sorprendidos por que Yukino supiera a dónde iban.

Otoya:- Ya se escapó, ¿no, Hayane-san?

La chica se indignó bastante, aunque su forma de hacerlo resultase bastante cómica:

Hayane:- ¡Esas cosas no se me escapan, Itokki-kun! ¡¿Por qué no se le pudo haber escapado a Mei?!

Era obvio: Mei era más discreta que Hayane. Pero bueno, Ittoki al fin y al cabo terminó por reír, divertido, antes de contestar a Yukino:

Otoya:- Eres demasiado lista, señorita Holmes. A ver, venga, adivina, ¿y para qué vamos a casa de Fukiyose-sempai?

Miró a todos, divertida, mientras se lanzaban acusaciones sobre quién había metido la pata sobre el asunto de casa de los Fukiyose, al parecer sin que ninguno de ellos hubiera reparado previamente en el hecho de que el coche llevaba una identificación clara de quiénes eran sus dueños.

En ningún momento se le pasó por la cabeza la idea de explicarles cómo lo sabía, sino que en su lugar siguió con el buen ambiente.

- Etto...¿para celebrar mi cumpleaños?

Chorlito en la frente a Yukino por parte de Otoya:

- Qué graciosilla eres. Quería que especificaras más.

Chorlito en la frente a Otoya por parte de Mei:

Mei:- Oi, que es su cumpleaños. No la lesiones.

Sorprendido, la cogió y tiró de ella hasta sentarla en sus piernas, Mei sonrió divertida mientras Otoya la miraba sorprendido y diciendo "Mala persona..." en broma; pero la mirada fija de Renji les hizo cambiar toda expresión, carraspeando y volviendo a alejarse.

Hayane:- ¡Dos minutos!

- ¡Eh!¡Au!

Se quejó, llevándose las dos manos a la frente como si realmente aquello le hubiera hecho daño. Por lástima su gesto pasó casi al completo desapercibido puesto que Otoya y Mei aprovecharon para hacerse carantoñas, olvidando que su relación seguía siendo un secreto.

Miró a Hayane, mordiéndose el labio para ocultar la sonrisa hasta que se dio cuenta de que Renji observaba a la parejita con extrañeza, probablemente conjeturando, así que decidió seguir una vez más con aquel juego de las adivinanzas.

- ¿Una fiesta temática de kimonos?