Partida Rol por web

-Turno 1 bis

El montaraz hizo denotados aspavientos con las manos en señal de prohibición cuando vio acercarse a Aelloth y Hasgon con las antorchas; señaló al orco caído y le repitió a los nuevos en sumo silencio la información que previamente le trasmitió mediante gestos a Agnor: señaló al interior y luego al orco del suelo e indicó con su mano el número 4, y luego se llevó ambas manos al rostro como para indicar que dormía y luego indicó con su mano el número 5 seguido de un movimiento sinuoso girando la muñeca que le indicaba que esta última cifra era una estimación. Posteriormente se señaló a sí mismo, juntó ambas muñecas como si estuviera encadenado e luego indicó con sus dedos el número 4.

Tras ello y siguiendo con sus gestos, señaló nuevamente al orco caído y realizó un gesto señalando su ropa e imitando como se la ponía, esperando que alguno de ellos entendiera su idea; luego los señaló y le hizo una señal como para que lo siguieran, pero claro, para ello tendrían que escalar.

Pero mientras terminaba de hacer esto vio algo que le llamó bastante la atención, se vio como cambiaba de arma nuevamente por su espada bastarda, cogía su escudo y salía de la visión de sus compañeros.

-Turno 2

El dúnedain avanzó hacia la trampilla intentando hacer el menor ruido, esperando que su hechizo de "matices" aún estuviera activo. Se colocó detrás de la misma, con su espada desenvainada y el escudo en el suelo de momento (colocado con suavidad), para permitirle obrar un mejor primer golpe. Se quedó aguardando paciente a que el primer orco asomara la cabeza para acabar con él lo antes posible, y aunque vinieran más y dieran la alarma, los retendría lo suficiente como para que sus compañeros subieran y pudieran bajar todos a ayudar a los cautivos.

Asistí perplejo al baile de gestos y señas que el forastero de la capa nos hacía.

Creí entender que todavía se escondían alrededor de 9 Orcos en el interior de la Cabaña, 4 en pie, y aproximadamente 5 durmiendo...además de 4 prisioneros, probablemente Abêl y Menegor estuvieran entre ellos...

...al otro lado, vi como dos nuevos asaltantes se acercaban por la pared este del solar. Mi rostro palideció por momentos cuando creí vislumbrar el plan de ataque de nuestros improvisados aliados...¡¡Pretenden incendiar la Cabaña!!
Enseguida me giré, e hice un gesto a Theon para ponerlo en alerta sobre la situación del arquero con la flecha incendiaria.

Mi mirada hablaba por si sola. No podemos permitirlo.

Cuando el Montaraz empezó a gesticular de nuevo, pude captar retazos de su idea. Pretendía vestirse con las ropas del Orco y fingir que había capturado a un merodeador para así poder infiltrarnos en la cabaña...Es una puta Locura...en cuanto entremos ahí y se den cuenta del engaño, estaremos muertos.

Y sin embargo, no había tiempo, y ponernos en la linea de fuego del arquero, al menos evitaría que incendiarán la cabaña mientras nuestros amigos seguían dentro, posiblemente encadenados y condenados a una muerte segura consumidos por las llamas.
De modo que arrebatado por una extraña locura, me encaramé al tejado donde el Montaraz se encontraba y una vez allí, hice gestos a los asaltantes que portaban el fuego para pedirles que no incendiasen la cabaña todavía, y deposité mi confianza en el alocado plan de mi nuevo compañero, esperando que al menos él supiese lo que estaba haciendo...

Turno 2 bis

...entonces me dí cuenta que en su explicación, el forastero no pareció hacer mención alguna a los perros asesinos de los Orcos...debia hacerselo saber...pues tal vez todo su plan (y nuestras vidas) girasen en torno a su ignorancia sobre ese pequeño pero vital detalle:

Camarada... le susurré al Norteño cuando estuve a su lado...no se si tu y tus amigos estais al tanto, pero hay Huargos con esta patrulla...al menos 2...

Turno 2 bis

De pie en campo abierto podía observar mejor todo. Escuchó claramente los gritos de quien parecía liderar a las bestias que había dentro. Pudo ver como el hombre del techado hacía señas contando la cantidad de orcos y rehenes, esa información era valiosa, y no sabía cuanto tardarían en despertarse los que aún dormían, el tiempo apremiaba. Luego le pareció interpretar que el hombre quería disfrazarse de orco, y casi sonríe, pero no lo hizo , por el contrario, palideció al ver como los dos hombres a los que les había hecho señas de acercarse lo hacían.... con fuego... Están locos, son principiantes, no puedo creer lo que estoy viendo, se dijo. El grupo comenzaba a descontrolarse, cada cual parecía seguir su propia regla y si esto seguía así serían derrotados con facilidad, estaban perdiendo la sorpresa y se estaban desorganizando. Negó con la cabeza de un lado al otro y se volteó hacia Egnadan - Si intenta lanzar esa flecha, le disparas. Prefiero un aliado inconsciente que tu padre y tu hermano muertos...- venían ya de varios días siguiendo el rastro de los raptores y ahora que estaban a punto de rescatarlos no iba a dejar que un par de desconocidos le dieran muerte por actuar sin pensar. Cruzó su mirada con su compañero y continúo su camino hacia la puerta de la que provenían los golpes.

Turno 3

Tarbrand recogió el casco orco que se había quedado en el tejado cuando su dueño se había precipitado hasta el patio. Luego se preparó para dejarse caer por un agujero hasta el interior del edificio. Entonces vio a Aaren que había trepado con enorme agilidad al tejado de los establos y avanzaba con rapidez hacia el edificio principal. Por debajo de sus pies, desde el interior del establo, se escuchaba el rugido de los enormes huargos sobre los que ahora avisaba el guerrero mientras avanzaba. Aaren pudo por algunas rendijas las fauces y los ojos amarillos de las temidas bestias que los orcos a veces usaban como monturas. Tal vez cinco… Uno de ellos hizo un salto vertical de varios metros tratando de alcanzar al intruso que ahora paseaba por el tejado. También se pudo escuchar a varios caballos relinchando en otra parte de los establos, presos del pánico.

Detrás del edificio, Agnor había llegado junto a la pared y se preparaba para un ataque coordinado. En el otro lado, Aelloth le detuvo a Hasgon y miró a Theon. Asintió con la cabeza dando entender que esperaría la orden para incendiar la flecha, y apuntó con su espada a la doble puerta cerrada desde fuera que de momento mantenía a los huargos dentro del establo. Quería cruzar el patio para llegar hasta esa puerta lo antes posible.

La posición de Theon y de Egnadan en la entrada al patio de la granja era la menos protegida, y los orcos de la planta inferior ya les habían visto. Pero la propia valla les daba cierta protección, y las ventanas de la primera planta no estaban pensadas para disparar desde el interior. Sin embargo, las de la segunda planta sí.

Turno 3

Desde detrás de la valla pudo ver todo con claridad. El tumulto en los establos cuando Aaren pasó sobre ellos, el salto del hombre del tejado hacia dentro del edificio, y las señas de los otros dos que estaban cerca de la puerta principal. Sabía que había alguien más, pero no lograba verlo. Era consciente que tanto Egnadan como él estaban mas expuestos, y eso había querido, que los demás pasasen desapercibidos.

Observó la flecha incendiaria unos segundos, era una ventaja importante para el grupo, pero él no sabía dónde estaban los rehenes, no podía usarla contra el edificio principal. Miró hacia los establos, sin duda incendiarlos era una distracción importante e incluso impediría que escapase alguno de los orcos montando alguno de los huargos que suponía había dentro¹ , sin embargo era una decisión difícil, su propio caballo estaría allí dentro también, un fiel amigo de años - Maldición..- se escapó de entre sus labios, sabía que el camino que había elegido lo llevaba a desiciones difíciles, pero al momento de tomarlas no dejaban de pesarle. No hay tiempo para dudar pensó y juntó fuerzas de algún lugar interno que siempre le permitía ponerse de pie ante cualquier adversidad. Tomó su arco, lo agarró con firmeza y cruzó miradas con el hombre que sostenía la antorcha, señalando la puerta del establo. Luego dejó caer el arma y tomó la espada y señaló la puerta principal, confirmándole que aceptaba su propuesta. - Egnadan, prefiero que nos asistas desde detrás de la valla mientras abordamos la puerta - susurró a su compañero y tomó su escudo con la otra mano. 

Luego se dio a la carrera hacia la puerta principal, con escudo y espada en mano, esperando llegar a tiempo para encontrar al hombre de la antorcha en el ataque.

-Turno 3

Mientras el montaraz procedía a bajar las escaleras vio como uno de aquellos recientes aliados subía para ayudarlo tal y como le pidió. No tenían mucho tiempo para preparar algo elaborado, por lo que esperando que confiara en él como lo había hecho anteriormente, le dijo en un leve susurro:

-Atráelos hacia ti, van a subir, yo les atacaré por la espalda -dijo mientras seguía descendiendo y se colocaba detrás de la trampilla por la que ascendían los orcos.

Así que siguiendo con su idea, se colocó sigilosamente en su posición, agarró su espada con dos manos y con fuerza. Tenía pensado dejar que los orcos subieran y atacar al último que subiera, de forma que este se llevara el golpe mortal, y luego con la ayuda del hombre de cabello rubio, acabar con los otros orcos que ya estuvieran arriba.

Turno 3

A medida que avanzaba por el tejado de madera, volví a desenvainar mi maza y a empuñar mi escudo.

El forastero me hacia señas para que siguiese trepando hasta el tejado donde se encontraba, pero aquello requeriría envainar mis armas y desenvainaras otra vez cuando estuviese arriba...contando con que llegase a tiempo para representar mi papel antes de que todo comenzase...

Considerando que no había tiempo para aquello, le hice una seña desde abajo indicándole que entraría a la 2nda planta desde la ventana que daba al tejado del establo. Si podía aprovechar esa circunstancia para ejecutar su plan me daba por satisfecho, sino, ambos deberíamos movernos con rapidez.

Todavía no había descartado la posibilidad de que los Orcos no nos hubiesen visto. Después de todo, el ruido del Orco caído se había oído en el patio, y confiaba en que la inquietud de los Caballos y los Huargos hubiese amortiguado el sonido de mis pies cruzando la techumbre del establo.

Antes de entrar por la ventana, dediqué unos últimos segundos a Theon. Le indique claramente que me iba a infiltrar a través de la ventana. Si el conseguía llamar la atención de los Orcos desde abajo, el forastero y yo podríamos intentar ganar el factor sorpresa. Pero después de aquello, los arqueros y el resto de asaltantes, deberían actuar con rapidez, o Theon serian hombre muerto en lo que tarda en cantar un Gallo.

Mi esperanza era que en la confusión del ataque, los Orcos se asustasen, y advirtiendo tal vez un peligro mayor del que suponíamos dos hombres, huyesen precipitados al exterior sin imaginarse que allí serían un blanco fácil para los arqueros y el resto de nuestros compañeros. En cualquier caso, no pensaba dejar de vigilar el flanco que llevaba a la puerta del establo, no podíamos permitir a ningún Orco llegar hasta allí.

Turno 3

Aelloth y Hasgon habían llegado a la granja pero por algún motivo no procedían a prender el fuego que habían planeado. Algo debía de impedirlo. El único motivo para no querer prender fuego a una patrulla de orcos es temer que se quemara algo de valor. ¿Rehenes, quizá?

Eso lo cambiaba todo. Comprobadas las ventanas traseras, que estaban tapadas con tabla clavadas, Agnor se escurrió hasta llegar junto a sus compañeros, desde donde podía ver el patio delantero. Comprendió enseguida la importancia de mantener cerrada la puerta del establo. Mientras, entendió que los orcos subirían a la segunda planta para disparar a placer desde allí. Pero otros se quedarían abajo guardando la puerta y, quizá, saldrían. Pero para salir necesitarían un buen motivo.

Dos de aquellos hombres estaban fuera, claramente expuestos y haciendo de señuelo.

-Aelloth, hagamos arder a esos lobos, el establo está cerrado por fuera. Los orcos querrán salir para evitarlo pues son su única manera de escapar -susurró a sus compañeros-. Me pondré junto a esa puerta -dijo, señalando a la puerta de la granja-, y atacaré por sorpresa a cualquier que salga. Hasgon, tú puedes cubrirme con tu arco. Dispara a cualquier orco que salga.

Aelloth asintió ante las palabras de Agnor. Le confirmó lo que había visto del plan de los nuevos, y acto seguido se puso a cruzar el patio hasta llegar hasta el portón del estable. A su derecha tenía a Theon y a su compañero, y detrás Hasgon les proporcionaba cobertura con el arco. Y Agnor iría a su izquierda, hacia la puerta principal del edificio.

Agnor dejó que Aelloth se adelantara un par de metros antes de pasar por encima de la valla con todo el sigilo que pudo, con la intención de acercarse a la puerta. Confiaba en que los orcos no quisieran permitir la muerte de los lobos, sus monturas imprescindibles en tiempos de prisa. Con suerte, intentarían evitarlo, saldrían, y recibirían su rencoroso espadazo.

Se deslizó pegado a la pared, confiando que el ruido que se estaba formando arriba ayudara a cubrir sus movimientos.

Turno 3: Orcos

Los orcos se movían en el interior de edificio, y los ruidos de las mesas, sillas y armas se podían escuchar desde fuera. Estaban agitados y nerviosos, pero gracias al duro adiestramiento y el puño de hierro de los capitanes, los orcos se mantuvieron firmes para organizarse ante la posible amenaza que aún desconocían.

Los huargos sí estaban más al tanto de los enemigos, y sus gruñidos les animaban a los orcos y asustaban a los caballos a partes iguales. Al parecer, los caballos estaban en otra parte del estable separado por una pared.

Entonces, la puerta principal del edificio comenzó a abrirse lentamente…