Partida Rol por web

Uno diría que el salir de la aprensiva y calurosa atmosfera de Korriban sería algo bueno, sobre todo si estás cumpliendo una misión para mayor gloria del Imperio Sith. Lo malo es estar en un ambiente con tanta decadencia como la que encuentras en Nar Shaddaa.

Reedha recuerda con algo de desgana como su maestra Darth Caribdys la mandó obedecer a Lord Thanton como si fuera ella misma, en cuestiones de asuntos relativos a misiones para el Imperio. Que es precisamente lo que le ha llevado a estar en aquel planeta junto al aprendiz del Lord y un cazarrecompensas ubese.

Para Karak, estar allí compartiendo una misión con otro aprendiz cuando él solo se podría encargar era casi un insulto.

Y a Ebb Xelent le habían ordenado ir allí y le pagaban por ello.

Por no hablar de que la misión encomendada era un desperdicio para vuestras habilidades. Localizar a un diseñador armamentístico que había desaparecido del lugar donde trabajaba, en Balmorra. Un planeta dedicado casi exclusivamente a fabricar y desarrollar nuevas armas y cuyo control todavía está en disputa. Sin saber cómo se esfumó de un día para otro, junto con sus planos.

A vuestros maestros, y al Imperio, les interesa dar con su paradero, y por lo visto un Señor del Crimen local de Nar Shaddaa, un devaroniano llamado Skanni, tiene alguna información al respecto. Y estáis allí para averiguarla.

Un contacto de Xelent le ha dicho donde localizarlo. Es el propietario de un local de bebidas y apuestas de cierta importancia.

Tú maestra te mandó llamarcon cierta urgencia. Creías que iba a volver a decirte que dejaras de molestar a los aprendices, o más bien a los profesores de los mismos, ya que al parecer no daba buena imagen que fregaran el suelo con ellos delante de sus alumnos. Pero cuando te presentastes en sus aposentos privados la encontraste mirando unas pantallas, y con la mesa llena de mapas estelares. Puedes ver también textos que parecen antiguos, y varios holocrones en ella.

Al cabo de un rato se volvió a tí.

Hola Reedha. ¿Te has peleado con muchos profesores hoy? Un día de estos vas a cabrear a alguien de verdad, y ese día no voy a poder, o querer, protegerte. Tienes potencial, pero no eres la única. Recuerdalo.

Se acercó un poco más a tí y te miró a través de la mascara que llevaba.

En fin. Tengo un misión para tí. Una que te permitirá salir de Korriban un poco, aunque te pondrás a las ordenes de otro. Lord Thanton es un alto cargo dentro del aparato militar del Imperio Sith. Y con grandes ambiciones además, cosa por otro lado nada inesperado. Quiere entrar dentro del Consejo interno Sith, cuyas vacantes son más bien escasas, y seguramente en algún futuro no muy lejano tendré que acabar con él. Pero de momento me conviene como aliado.

Como he dicho estarás a sus ordenes, aunque dudo que te mande nada en contra del Imperio. Los Jedis están aún fuertes y lejos de ser derrotados. Esta guerra se está alargando más de lo necesario, y Thanton cree que quien tenga la pistola más grande será el vencedor. Idiota. La Fuerza es lo único que nos hará ganar esta guerra.
Pero eso no quiere decir que las armas no ayuden.  Así que irás con su aprendiz y un cazarrecompensas ubese a encontrar a un científico desaparecido, Lian Wann, supongo que él te dará más instrucciones.

Estaba claro que no iba a decir mucho más, y que aquello era una forma de despedirte. Aunque cuando te ibas a marchar por la puerta añadió.

Me gustaría que no mataras al aprendiz de Lord Thanton, a no ser que sea realmente necesario. Al parecer le tiene en alta estima y no me gustaría tener que dar explicaciones, o matarte a tí en compensación.
Ah. Y al Ubesee sí que lo quiero vivo. Lo necesitaré en el futuro. De hecho es más importante que el aprediz de Thanton aunque no lo sepa.

Karak acudió raudo a la llamada de Lord Thanton. Su maestro era muy tolerante con algunas cosas, pero no con los que se retrasaban. Le econtró en su "sala de guerra". Era uno de los comandantes militares del Imperio, aunque sabía que él aspiraba a llegar al Consejo Interno Sith, y sus logros eran bastante impresionantes. El por qué lo había elegido a él com aprendiz era un misterio. Estaba dando algunas ordenes y enseguida se volvió hacia su discipulo.

Hola Karak, me alegra de que hayas venido tan pronto. Tengo una misión para tí, seguro que te gusta.

Se giró a una de las pantallas y accedió a unas imágenes.

Este es Lian Wann. Un genio en diseño armamentístico. Innovador en su campo. Prometió crear un arma capaz de destruir un destructor acorazado de un solo disparo, cosa que iría genial para instalar en nuestros destructores. Y al parecer era capaz de lograrlo. Pero desgraciadamente ha desaparecido.

Se giró hacia Karak con evidente disgusto.

Estaba en su laboratorio en Balmorra. Y al parecer esquivó a los guardias que le habíamos puesto, para su protección, y se esfumó. Es obvio que no lo ha hecho solo y ha tenido ayuda. Quiero que lo encuentres y me terminé lo que me prometió. He formado un grupo de busqueda. Aparte de tí se unirá un cazarrecompensas ubese llamado Ebb Xelent. Tiene recursos y contactos que os serán útiles. De hecho gracias a él sabemos que Wann, o alguien que sabe su paradero está en Nar Shadda.

No pongas esa cara, los caza recompensas son útiles para ciertas cosas, y este en concreto más. Lo necesito con vida.
Y esta misión es importante. De hecho aparte de él se unirá a tí la aprendiz de Darth Caribdys. Esa zorra y yo tenemos asuntos comunes que requieren la colaboración de ambos. Al menos de momento. Seguramente tendré que acabar matándola en un futuro, pero ahora la necesito. Maldita sea su negra alma.

Ah. Y sería bueno que no trataras de matar a su aprendiz. Tengo entendido que es una luchadora excepcional, y lo mismo ella se enfada.

Partiréis esta noche, a las 00 horas. En el astropuerto habrá una nave lista para llevaros a vuestro destino. No la rompáis, o seré yo quién me enfade.

Ebb Xelent había tenido clientes que eran autenticos cabrones sin escrúpulos. Pero nada de ello le había preparado para trabajar para el Imperio. Ellos además era profesionales. La mayoría al menos. Y además no regateaban con el precio, claro que tampoco le dejaban opinar sobre la tarifa. Era la que ellos decían, y punto. Aunque no era mala. Eso sí, sabía que cuanto más alta más dificil sería el trabajo, y más fácil morir. Podría jurar que aquellos bastardos casi esperaban que fallase para así no tener que pagar.

En especial habían tres siths que le contrataban. Una tipa que no le veía la cara ya que llevaba mascara, Caribdys; un jeriflarte militar que decían que era un Lord Sith, aunque sería por el sable que llevaba, ya que extrañamente para lo que era normal llevaba también pistola. Y algunos aparatos extraños que había identificado como escudos personales. Cosas muy raras. El último Sith que le encargaba trabajos era Lord Regloss. El más "normal" de los tres, y el que más le preocupaba. Ni tatuajes, ni cicatrices, ni armaduras, por no llevar no llevaba ni sable. Y sus trabajos solía consistir en llevarlo de un planeta a otro y hacerle de escolta.

Ahora tenía otra misión para Lord Thanton. Al parecer habían perdido a un diseñador de armas de Balmorra. Un planeta que estaba todavía en disputa. Ni el Imperio ni la Republica había podido terminar de conquistarlo, y las zonas cambiaban de control de un día a otro. Pero también era un buen caldo de cultivo para probar y crear nuevas armas. Siempre había sido un planeta belicoso.
El tipo desapareció de un día para otro. Y sus "guarda espaldas" fueron eliminados sin poder dar la alarma. Gracias a sus contactos sabe que hubo noticias de la presa, Lian Wann, en Nar Shaddaa. No le hacia gracia volver allí, no lo había pasado muy bien la última vez. Y lo mismo todavía había gente que le quería muerto. Pero el sith le había prometido una nave. Y eso era algo por lo que merecía la pena arriesgar el cuello. Además, no iba a ir solo. Los aprendices de Thanton y Caribdys iban a ir con él. Seguramente tendría que hacer de niñera de ellos, pero lo mismo le eran útiles y todo. Como mínimo de carne de cañón.

Redujo la potencia de lo propulsores gradualmente, haciendo que la nave tomase tierra finalmente con suavidad. Menuda maravilla. Cuando Lord Thanton le prometió una nave no dudó de que sería una decente, aquella gente manejaba pasta y además iba a ir acompañado de dos de los aprendices de los maestros Sith, por lo que no iban a endosarle cualquier quincalla. Pero tampoco se esperaba encontrarse con esta belleza en el hangar. Parecía un modelo nuevo, y desde luego estaba a estrenar. Durante el viaje se había movido como la seda. Se moría de ganas por estrenar esos potentes cañones láser, pero aquello tendría que esperar.

Se levantó del asiento de piloto y recogió su rifle bláster del soporte. Se dirigió a la parte trasera, donde había unos asientos para tripulantes y el espacio de carga. Pulsó un botón de su guantelete y la compuerta de atrás empezó a descender.

—Fin del trayecto, mis rojizos amigos —dijo con sorna una indefinida voz metálica a través del respirador de su casco.

Descendió por la compuerta y saludó con desgana al bith que regentaba aquel pequeño puerto espacial. Estaba bastante más alejado de los sitios de interés que los demás, pero al menos conocía a aquel bith y su familia, y por mucho asco que le dieran sabía que eran de fiar. No pensaba dejar ese pedazo de nave reluciente en el oscuro antro espacial de ningún hutt en el centro de la capital de Nar Shaddaa, para regresar y ver que se la habían birlado o desmontado para piezas.

Recordó a sus acompañantes la información que había obtenido de su contacto.

—Parece que el tal Skanni tiene una cantina-casino por el centro. A ver si es verdad que tiene información sobre el diseñador majadero que buscamos...

Karak estuvo todo el viaje en silencio. Se había despedido de su maestro sin mostrar objeción o contrariedad por los compañeros que le habían sido impuestos; y aunque prefería trabajar solo, su maestro normalmente sabía lo que hacía. El caza recompensas le daba un poco más igual. Ya había trabajado con los de su calaña. Solo los movía el dinero, así que por este no debía de preocuparse. Su maestro lo tenía a raudales. Además, si siquiera sospechaba que los iba a traicionar lo mataría.

La otra aprendiz, Reedha; esa era la que había captado la atención del sith. Estaría atenta a ella. Veríamos si lo que Lord Thanton le había dicho era cierto o no.

— Vayamos a buscarle — Dijo al bajar de la nave. La localización elegida por el caza recompensas era buena, así que tampoco hizo objeción alguna.

- Por supuesto, Maestra - había dicho, arrodillada con la cabeza baja al recibir una reprimenda sobre su entrenamiento. Sabía perfectamente que aún tenía cosas que aprender, técnicas y poderes que aún no había tenido ocasión de estudiar, a pesar de que destacaba sobre muchos de sus compañeros.

Escuchó con avidez de conocimientos lo que su maestra le contaba sobre Darth Thanton. Cualquier información podría ser útil para sus planes a largo plazo, aunque por el momento se contentaba por seguir aprendiendo y perfeccionando sus técnicas. No le preocupaba demasiado viajar con otro aprendiz, si eran las órdenes de su maestra. Aunque muchos parecían olvidarlo, el Imperio estaba en guerra y para poder ganarla iban a tener que trabajar juntos. Ella conocía a los Jedi, había entrenado con ellos, y aunque adolecían de carencias en su entrenamiento al deshechar muchos de los poderes de la fuerza, podían ser enemigos poderosos. Por supeusto, el error de los Jedi estaba en dejar a un lado sus pasiones, que Reedha sabía bien que eran una de sus fuentes de poder, pero era obligación del Imperio saber aprovecharlo.

Sonrió bajo su capucha cuando su maestra le pidió que no matase al aprendiz de Thanton. Había visto a Karak en los campos de entrenamiento y era demasiado engreído para su gusto. Un típico sith, que siguen pensando que las enseñanzas del Lado Oscuro son exclusivas de su especie. Un error tan estúpido como si yo dijera que sólo los devaronianos pueden utilizar motores hiperlumínicos.

El cazarrecompensas no sería un problema. Me caían bien desde que uno de ellos me había ayudado a llegar a Korriban, especialmente los ubesianos.

- Puede contar conmigo, maestra - dijo con solemnidad, esperando en posición sumisa hasta que Lady Caribdys le dio permiso para irse.

Reedha había llegado a la nave con su equipaje y había saludado formalmente tanto a Karak como al cazarrecompensas. Si había reconocido a Ebb debajo de su máscara, no dio muestras de ello, aunque con el rostro completamente cubierto por su máscara, la única forma de hacerlo que habría tenido era recurriendo a la Fuerza para sondear la mente del Ubese y no parecía estar utilizando sus poderes.

El Interceptor clase Furia era una nave pequeña, pero más que suficiente para una misión de estas características. No tendríamos mucha intimidad durante el viaje, pero eso no suponía ningún problema.

— ¿Sabéis algo más de Skanni o de Wann que nos pueda ser útil para la misión? — Pregunto a mis compañeros. El Sith se ha pasado todo el viaje en silencio y, si tenía más información, no se había dignado a compartirla. Parece que no le gusta demasiado mi presencia aquí, pero como siempre digo, esta guerra no la vamos a ganar uno solo. Pero sin información no se pueden planificar las cosas como es debido y lanzarse de cabeza a la acción suele terminar en desastre... o en un montón de muertos y llamar una atención que no deseamos en este momento.

— Supongo que tenemos todos la misma información. — Dijo Karak — Será mejor ir a ver al tal Skanni. Si podemos encontrar a Wann antes de la noche mejor. No me gustaría pasar ni un minuto más del necesario en este estercolero, y mucho menos una noche. —

Tras lo que comenzó el camino hacia la susodicha cantina...

Ebb abría el paso cuando salieron del puerto espacial hacia las ajetreadas calles de la capital de Nar Shaddaa.

—De Wann sólo sé lo que nos indicó Lord Thanton... prácticamente nada. Y de Skanni, que es un señor del crimen local, por lo que intentemos no montar mucho jaleo en su garito, ¿eh?. Ah, y es devaroniano, como tú —dijo girándose un momento hacia Reedha—, por si quieres iniciar tu la conversación, por eso de que sois igual de rojos, pero sin tentáculos claro —añadió girándose hacia Karak, el otro integrante granate del equipo.

Callejearon durante una media hora, aproximándose al centro de la ciudad. La muchedumbre empezó a hacerse más espesa, con tenderetes y locales turbios en cualquier dirección en la que se mirase.

—Estamos cerca... ¿dijo a la izquierda o a la derecha del taller de armamento sin licencia? Ah, derecha... Por aquí.

Cuando el grupo se disponía a salir de la nave se abrió una compuerta de uno de los cuartos de almacenaje. De ella salió un droide que no habían visto hasta el momento. Al parecer se acababa de activar.

Buenas tardes señora, señores.
No se preocupe, mantendré la nave en perfectas condiciones hasta su vuelta. Parte de mis funciones son el mantenimiento de la Fury.

Propicios días.

Tras avanzar por un callejón se encontraron frente al turbio local. Carteles luminosos indicaban la presencia de alcohol y juegos de azar en su interior.

Se detuvo y miró un momento a sus acompañantes.

—Cuando hice algunos encargos para alguno de sus lacayos oí que era difícil cabrear a este tipo. Pero tampoco lo pongamos a prueba. Ah, y si alguna mujer ahí dentro os hace tilín —miró a ambos por igual, no los conocía tanto—, ni os acerquéis. Tiene un montón de mujeres fatales como guardaespaldas, no me gustaría que os confundiérais de presa y la liáramos. Vaya puto vicioso —pensó para sí.

Dicho esto, y si los dos sith no querían aportar nada al plan, entraron en aquel antro.

La sorpresa de Karak con el droide fue mayúscula. No esperaba encontrarlo. Le hubiera respondido si tenía algún quebranto ante su extraña forma de saludar, pero era un droide... estaba claro que no tenía ningún quebranto.

Cuando el caza recompensas habló acerca de mujeres en guardaespaldas no pudo sino mirarlo cabreado. ¿Con que tipo de gente se creía que estaba tratando? ¿O sería algún tipo de broma de caza recompensas?. Dio un suspiro.

— Entremos —

Había agradecido al droide sus servicios con un movimiento de cabeza. No tenía necesidad de tratar con esos seres inferiores en absoluto, pero tenía comprobado que reaccionaban mejor cuando se les motivaba de alguna forma, ya fuera con fuerza y dolor o con palabras amables. Puesto que no tenía tiempo ni ganas de lo primero, había optado por la segunda opción. Nunca se sabe cuándo vas a necesitar los servicios de un droide.

Se había cubierto con su capucha en el camino por la ciudad hasta que llegaron a la cantina. Se preguntó si dentro habría la típica banda de bith tocando música animada. Sonrió a Ebb al escuchar su comentario sobre las mujeres, tal vez más por la reacción de Karak al escucharlo que por el comentario en si y se dirigió al interior del local quitándose la capucha. Tal vez Skanni aprecie que le saluden en su idioma natal, después de todo.

Los siths y el cazarrecompensas entraron en el local. A primera vista parecía un bar o cantina normal, ambiente oscuro pero no demasiado. Al menos no había humo. Musica ambiente moderna, o eso creéis, mujeres exuberantes con poca ropa paseando por entre las mesas y sirviendo, alguna bailando, y una clientela de lo más variada.

Al fondo podían verse perfectamente dos Aqualish que sobresalian del resto, y no por el hecho de que fueran casi más el doble de grandes que cualquiera.Ambos identicos, tanto en aspecto como en ropa quedaba bastante claro que eran los matones del local. El hecho que estuvieran delante de una puerta doble reforzada parecía indicar que dentro había alguien importante.

Las miradas se posaron rapidamente en los tres, sobretodo la de los guardias que se envararon bastante. Pero quien se llevaba las peores miradas era el ubese. Aunque obviamente nadie decía nada.

Karak fue el primero en entrar. Al hacerlo se detuvo un par de segundos observando el local. Como era siendo habitual estaba completamente lleno de chusma. Sin pensarlo demasiado se acercó a la barra buscando directamente a la twi´lek que estaba en la barra. 

— Estamos buscando a Skanni —

Dijo sin preámbulos.

La mujer apenas dirigió una segunda mirada a Karak antes de contestar, aúnque sí que miró a uno de los dos aqualish que estaban vigilando la puerta. Parecía acostumbrada a aquello.

No sé quien es Skanni. Si quieres una copa tenemos un buen surtido, si no ahí está la puerta.

Que estaba mintiendo era obvio, que no sabía o no le importaba con quien estaba hablando también. El matón por su parte dio un paso para acercarse a la barra. Tenía pinta que se alegraba de alejarse de la puerta que vigilaba.

Reedha nunca se había considerado una persona especialmente sutil, al menos en el trato con la gente, pero Karak claramente se llevaba la palma. Siendo tan impulsivo, podía dar al traste con toda la misión incluso antes de empezar.

— A mí póngame un zumo de manzana Endroliano, si ha fermentado un poco, mucho mejor... — le dijoa la twi'lek con seriedad. — Es posible que nos hayan informado mal, pero tenemos negocios que atender con un miembro de mi especie al que se conoce como Skanni. — Dado que no había forma de retirar las palabras de Karak, que había entrado directamente buscando al señor del crimen, decidió insistir un poco. — Si no le conoce, ¿podría indicarnos alguien que nos pueda acompañar hasta él?

Dadas las circunstancias, se concentró en la Fuerza para extender sus sentidos alrededor, buscando prevenir cualquier acción hostil e intentando sentir las mentes de la parte trasera del bar, donde seguramente se encontrase el devaroniano.

Reedha se dejó imbuir por la Fuerza para sentir a su alrededor. En un lugar como aquel esperaba encontrar bastante hostilidad y seguramente lujuría y deseo. Y desde luego eso percibió, aunque en cantidades mayores de lo que se había imaginado. Sobretodo la hostilidad. Obviamente estaban los dos matones de delante de la puerta, pero también en algunos de las mesas del local. Allí había bastantes enemigos.

No obstante, lo que más le llamó la atención fue la sensación de poder de la Fuerza que emanaba del otro lado de la pared. Donde ella imaginaba que se encontraba Skanni. Un poder del lado Oscuro además. Más fuerte que el de ella, aunque obviamente no más que el de su maestra. Y era bastante improbable que no la hubiera percibido al usar la Empatía.

Karak entró con decisión en el bar y se acercó a la barra. Reedha y Ebb caminaron tras él.

—Vaya... una aproximación muy directa... —pensó. No es que hubiera hecho las cosas de forma diferente si hubiera tenido que encargarse del parloteo.

Se situó detrás del sith, con una enorme columna a su espalda. En estos sitios siempre convenía tener las espaldas bien cubiertas. Reedha intentó sacar algo de información de forma un poco más sutil, pero estaba claro que eso tampoco era lo suyo, se la notaba artificial hablando así. La cuestión era que insistiendo así sobre el jefe del local, o les dejaban pasar a verlo o aquello iba a acabar en gresca. Si se daba lo último, pretendía reaccionar a tiempo a la más mínima señal de agresión...