Partida Rol por web

Manuel apuró un vaso de ron y puso cara de dolor.

"aagh" dijo "me duele todo el cuerpo. Muy bien, te dije donde encontrar a T.Hawk y lo haré: A unos 200 km. al norte de Villaleón se encuentra un bar, un paradero en la ruta. El dueño del bar es él. Te recomiendo que le pidas tarta de manzanas, es muy rica."

El guardián se intentó incorporar. Una de las chicas presentes, que estaban en el bar mirando preocupadas a su protector, se acercó rápidamente para ayudarlo.

Manuel se incorporó. "Bueno, debo recuperarme para poder volver a bailar... y combatir. Creo que es hora de que yo también parta en busca de algún contrincante: estoy en desventaja ahora." 

Dio dos pasos como para irse y se detuvo. Se dio la vuelta y sonrió. "A sido una excelente lucha, mi amigo. Espero que algún dia me des la revancha" y le ofreció la mano. 

John escuchó lo que quería oir, no necesitaba más asi que empezó a incorporarse para marcharse en busca de T. Hawk, la verdadera razón de su viaje.

Entonces Manuel le ofreció la mano, pero el experimento no era nada sociable.

No tengo motivos para volver a pelear contigo...no me los dés. Se dió la vuelta y comenzó a alejarse de la mesa.

También disfrute de la pelea...Adiós.

Manuel bostezó y sus huesos crujieron. Miró el reloj: las 3 de la mañana. Su habitación en el hotel de Villaleón estaba sumida en la oscuridad. El ruido del ventilador en el techo era lo único que interrumpía el silencio de la noche.

Miró alrededor manteniendo la respiración. Esperanza estaba afuera, hablando del otro lado de la puerta con Jazmín. En la habitación solo estaba Penélope, que se había quedado graciosamente dormida sobre el sillón de una manera muy sexy.

Manuel se incorporó lentamente de la cama y la contemplo unos instantes. Pareció dudar entre dar o no un paso. Se puso los pantalones con rapidez y se acercó a la hermosa mujer dormida. Le tomó suavemente un riso de su cabello y lo olió "El Guardián se va por un tiempo" le susurró al oído "pero espéralo porque volverá, preciosa".

Rápidamente tomó el resto de sus ropas, algo de dinero y un teléfono celular. Se dirigió a la ventana, la abrió y miró por última vez a la hermosa mujer que lo cuidaba. Ni se había mosqueado. Sonrió y se fue.