Partida Rol por web

- Vaya... - Noah parpadeó sorprendida ante la inusual elección de su hermana. El vestido era bonito y sin duda le quedaría mejor que bien pero no parecía demasiado propio de ella -. ¿Estás segura? ¿Te sentirás cómoda luciendo tanto...?  - hizo un gesto significativo sobre su propio pecho mientras la observaba con curiosidad, pensando que su hermana nunca le había parecido tan desesperada como en aquel momento.

Alzó una ceja pensativa. Por un momento su hermana la había hecho dudar de si realmente sería apropiado el vestido para alguien que no acostumbra a ponerse de ese modo, pero la imagen de Stevens llevándose la gloria en la fiesta le devolvió la determinación que horas antes había tomado.

- Estaré muy cómoda.- lo dudaba, pero no le iba a decir que era por una estúpida competición.- Tú misma lo has dicho siempre. Hay que dar una buena primera impresión. Si no ocurrirá con el resto de pretendientes que me han querido buscar padre y madre. ¿Cómo lo definiste? ¡Ah sí! Salían huyendo de mi cara y de mi vestuario mojigato.

Volvió a mirar el vestido separándolo lo máximo de su cuerpo y decidió que era el perfecto para aquella ocasión, por lo que miró a su hermana y le sonrió antes de empezar a arreglarse.

Noah decidió que era mejor no insistir así que le quitó el vestido de las manos y la ayudó a desvestirse. Media hora más tarde le estaba rizando el cabello en graciosos tirabuzones por delante y en un bonito recogido por detrás, acompañado con hermosos adornos de un color verde similar al del vestido.

Ambas se miraron a los ojos indirectamente, contemplando el reflejo en el espejo de la otra hermana.

- Rosalin, cariño...¿estás segura de esto? No hablo del vestido, estás preciosa claro. Ya sé que nuestros padres desean que te cases con prontitud pero, ¿con un hombre que ni siquiera conoces? Además, ¿estáis prometidos? ¿O aún no?

- Ya sabes que llevo negándome años, Noah. Supongo que padre y madre han encontrado al caballero perfecto para mí y no han querido desaprovechar la única oportunidad que les brindo. No sé los detalles, pero me parece que estamos prácticamente prometidos. Bien es cierto que no le conozco, y no te creas que me siento muy ansiosa, ya me conoces... pero no me queda otra.- la preocupación se reflejaba en su rostro a pesar de que intentaba mostrarse segura ante su hermana. Pero era cierto que no las tenía todas consigo. ¿Y si no era agraciado? ¿Y si era mucho mayor que ella? ¿Y si era un mal hombre? El dinero no lo era todo.- Esta noche lo veremos. Lo que está claro es que causaré una buena impresión.- se obligó a sonreír, mirando a su hermana en el reflejo del espejo y colocó una mano encima de la de Noah antes de asentir ligeramente con la cabeza.- Gracias.

Su hermana terminó por sonreírle con cariño, colocando las manos sobre sus hombros.

- No te preocupes, Rose, seguro que es una buena persona, no habrían escogido a alguien que pensaran que podría hacerte infeliz - no parecía demasiado convencida del criterio que habrían utilizado sus padres para seleccionar al pretendiente de su hermana porque, ¿qué motivos podía tener el hombre para casarse con alguien a quien no conocía? Aún así, estaba dispuesta a animar a su hermana. Le dio un leve toque por debajo de la barbilla, haciendo que la alzara -. ¿Qué te parece si adornamos el escote con el collar de ónice? Así no parecerá que vas tan... ya sabes. Y es más bonito que el que te has puesto.

Un brillo especial apareció en la mirada de Rosalin al escuchar hablar de ese collar. Noah nunca permitía que se lo pusieran ni prestado a pesar de ser elegante y llamativo a partes iguales. Probablemente por eso mismo tenía esa prohibición.

- ¿En serio? ¡Me quedaría fantástico!

Era el toque definitivo para vencer- al menos en lo que respectaba a apariencia-a Stevens.

- Último retoque y nos marchamos.

Cuando finalmente terminaron Rosalin estaba preciosa y aunque no llevaba un escote de vértigo se veía lo suficiente como para que cualquiera se diera cuenta de los encantos femeninos de la muchacha. Antes de marcharse su madre la alabó con placer por la elección de su atuendo y le encomendó que fuera comedida con aquel que iba a ser su prometido.

Su padre les dejó el mejor carruaje de la familia para ir hasta el palacete de los Grunner, conocido como White Palace debido al lustroso mármol blanco que adornaba toda la fachada, evocando a cualquiera que lo viera la labor titánica que debía suponer mantenerlo limpio.

En realidad, aunque Rosalin no conociera a los Grunner debido a la prolongada ausencia de éstos de Londres, sí había visto el palacete puesto que se hallaba en una posición privilegiada cerca de palacio, posiblemente ocupando lo que antaño fueron dos casas que se habían derruido para hacer aquel portento.

Un precioso jardín rodeaba el edificio, a pesar de que ellas, esperando sobre una mullida alfombra roja, sólo podían ver el de la entrada.

- He oído que tiene una casa preciosa en el condado de Derbyshire - le susurró Noah mientras esperaban su turno para entrar -. Mucho más grande que esta. Y otra que heredará a la muerte de su padre.

Poco después accedieron al vestíbulo aunque no avanzaron mucho, maravilladas por el esplendor del interior que superaba con creces el del exterior, con muebles de intrincados detalles, techos altos con preciosos y elaborados grabados en piedra..., sencillamente un aire de elegancia y opulencia tal que cortaba el aliento.

Tanto lujo la dejó sin respiración momentáneamente cuando bajaron del carruaje. Era una noche fresca y mientras esperaban para entrar tuvo un poco de frío. Demasiado escote, probablemente.

Una vez dentro, el ambiente era excelente. Mucha gente elegante, música en condiciones, bebida y canapés... desde luego pintaba como una gran fiesta.

- No está mal, ¿eh?

Recorrió con la mirada todo el vestíbulo principal y después, mientras se adentraban al salón principal, no pudo evitar ir mirando a los invitados. ¿Qué tal iría vestida Stevens?

- ¿Crees que él nos encontrará?- le preguntó a su hermana sobre su prometido. Ya que ella no tenía señas. ¿Cómo se encontrarían?

No hubo necesidad de respuesta por parte de Noah, aunque le indicó con un ligero gesto de cabeza los corros de cuchicheos que se formaban conforme ellas pasaban cerca de los invitados; sin duda su compromiso había hecho asistir a personas que tal vez hubieran prescindido de aquella fiesta y anunciaban su llegada de forma mucho más eficaz que si el mayordomo la hubiera gritado en el hall.

Pronto vieron aparecer a un antiguo amigo de la familia, John Wingam* junto a un alto caballero de cabello negro y expresión adusta, sin duda espléndidamente vestido, aunque Rosalin advirtió enseguida por la forma en la que movía de vez en cuando los hombros que, o bien no se sentía cómodo con el atuendo o estaba inquieto.

- Señorita Mirror, señora Green - saludó con una sonrisa pícara y un ligera reverencia burlona a las dos mujeres -. Tengo el placer de presentarles al señor Grunner, el hombre que ha organizado esta magnifica fiesta.

- Señorita Mirror, señora Green, es un placer conocerlas - repitió el hombre con seriedad a la par que se inclinaba y depositaba un beso a escasos milímetros del dorso de la mano de ambas, sujetando ésta con cierta rigidez y sin asomo de coqueteo como harían muchos jóvenes.

Pero a decir verdad, tal y como se dio cuenta Rosalin, Albert Grunner no era un joven deseoso de contraer matrimonio, era ya un hombre maduro que pasaba los treinta**, de mirada grave y penetrante tan difícil de mantener que pocos eran los que se daban cuenta de que tenía unos increíbles ojos grises. 

La chica escrutó atentamente a sir Albert según éste era presentado y después hablaba. Parecía aburrido y cansado. Como si realmente que le presentasen a su prometida, tan joven y tan bien arreglada para la ocasión, le importase más bien poco. ¿Realmente el señor Mirror había logrado tal acuerdo? Y en tal caso, ¿qué le había llevado a sir Albert aceptarlo? No parecía interesado en contraer matrimonio con nadie y era bastante más mayor de lo que Rosalin había imaginado.

- El placer es nuestro, señor Grunner. Tiene usted un gusto exquisito, permítame decirlo. Este lugar es fabuloso.

Y según decía aquello, mirando aquellos intensos ojos grises mientras su mente funcionaba con rapidez, la respuesta le pasó por la cabeza como una obviedad mal oculta.

Quiere tener descendientes. Le interesa un progenitor que herede todo lo suyo. ¡Por eso quiere casarse!

No supo muy bien por qué, pero el cuerpo de Rosalin reaccionó con nerviosismo ante tal evidencia. De solo pensar que el único interés del hombre podía ser que ella le proporcionase hijos la intranquilizó y empezó a tener calor. No obstante, se obligó a disimular exhibiendo una amable sonrisa y regresando la mirada a los ojos de Albert. ¿Cuándo la había apartado de ellos?

- ¿Le apetece un refrigerio, señora Green? Tengo entendido que nuestro anfitrión pretende demorar la cena durante media hora más - el señor Wingam no perdía la sonrisa divertida que todos los que le conocían habían aprendido a tolerar con resignación, al igual que su sentido del humor chispeante y su ocasional lengua viperina -. Más que comprensible si tenemos en cuenta la situación presente - la risa bailaba en su voz mientras tomaba a Noah del brazo, que le dirigió una mirada azorada a Rosalin junto a un leve encogimiento de hombros. Si no era lo que la mujer había esperado para su hermana, no dio muestras de ello. Mientras se alejaban pudieron escuchar como el hombre le susurraba a Noah en voz audible para ellos -. Hemos presenciado el primer encuentro de la feliz pareja, señora Green, visto como los ojos de Grunner se inflamaban de amor y el pecho de su hermana se henchía de esperanza - dijo con aire sinvergüenza y una sonrisa lobuna.

Si dijo algo más ellos no llegaron a escucharlo. Se habían quedado solos, solos cerca de una ventana y rodeados de gente inmersa en sus propias conversaciones, sin duda más interesante que el silencio que se había formado entre ellos. Cuando su mirada se apartó de su hermana descubrió que los ojos de él no se habían apartado un momento de ella.

- Gracias, señorita Mirror. White Palace es un derroche de esplendor y un dechado de virtudes para cualquiera que no sea criado aquí - si bromeaba no lo demostró, su rostro seguía serio e impertérrito, su voz seca, su mirada fija -. No sabía que era tan joven. Mi aspecto le debe haber resultado terriblemente desalentador.

La mirada de Rosalin siguió el recorrido de su hermana y el señor Wingam hasta que se perdieron entre la multitud, momento que indicó que debía hacer caso de su intelocutor. Encontrarse la mirada fija de sir Albert la azoró levemente y de forma inconsciente nuevamente apartó la mirada, fijándola en el marco de la ventana. Pero cuando él volvió a hablar, el interés que surgió en la chica por sus palabras provocó que sus ojos regresasen al grisáceo de los del caballero.

Se obligó a sonreír, sin saber muy bien qué decir ante aquel comentario. ¿Había esperado otra cosa?

- Lo cierto, señor Grunner, es que, tal y como suelo hacer, no me marco una expectativa.- era verdad. Había esperado que su prometido fuera agradable y atractivo, quizás más joven, pero su desinterés por conocerle desde que se supo la noticia, antes de querer quedar por encima de Stevens, había provocado que su imaginación no volase. Le sorprendió el hecho de que no había fantaseado nunca con el posible aspecto del hombre.- Por lo que no os preocupéis. La primera impresión no ha sido para nada desalentadora. Al fin y al cabo la edad no está marcada por los años. Y estoy segura de que un caballero como vos ha de ser mucho más interesante que cualquiera que se juzgue más joven.- Lo único que le preocupaba era el aparente desinterés por ella. ¿Llegaría a ser un problema?- Quizás el que esté decepcionado sea usted conmigo. Creerá que soy una niña alocada y boba.- entrecerró los ojos con la sonrisa ante el comentario. ¿Cómo se lo tomaría?

- No me ha dado usted motivos para crearme esa imagen. ¿Acaso lo es, señorita Mirror? - parpadeó por primera vez, apartando los ojos de los de ella pero sólo para escrutarle el rostro -. No - terminó por decir como veredicto -, al menos no lo parece. A mí me parece una joven decidida y firme que se ha prometido a un hombre al que no conoce por motivos que escapan de mi entendimiento. ¿Por qué, señorita Mirror? Las muchachas de su edad aún deberían creer en el amor de cuento de hadas y buscar las miradas arrobadas que despiertan la gracia de sus movimientos en un salón atestado de gente - ¿era aquello un cumplido? Era difícil de creer, sobre todo teniendo en cuenta que su voz seguía sin alterarse, seria y tranquila.

Si algo podía asegurar a partir de aquellos escasos minutos en que llevaban hablando era que sir Albert resultaba un hombre enigmático y misterioso, cuya labia y expresión impertérrita captaban la atención de Rosalin con vehemencia. Se vio bloqueada durante unos instantes, absorta en las bien elegidas palabras del caballero.

- Supongo que se corrobora lo que dije anteriormente. La edad no está marcada por los años. Probablemente sea más madura de lo que aparento. Quizás nunca fui infantil, ni boba.- obviamente ella sabía que llevaba años siendo infantil, creyendo en un encuentro de cuento de hadas que nunca se haría realidad, pero en aquellos momentos, en aquel juego que sin quererlo estaban llevando a cabo, Rosalin no estaba dispuesta a admitir que Albert tenía razón. Y si lo hizo a continuación fue con una sonrisa algo atrevida mientras soltaba las palabras como si de una broma se tratase, sin apartar la mirada de los grisáceos ojos del caballero.- O quizás sí que lo siga siendo y esto solo sea una fachada a juego con este vestido. Supongo que nunca lo llegaremos a saber. O a lo mejor usted decida responder antes a esa pregunta refiréndose a vos y yo crea conveniente corresponder con mi respuesta.

- Sus palabras y su forma de expresarse corroboran sin lugar a dudas que podemos descartar que sea usted boba - a Rosalin le pareció ver un atisbo de humor en sus ojos aunque no podía estar segura puesto que por otro lado parecía tan serio como al principio -. Puede que mi respuesta no resulte tan interesante como para atraer su atención tanto como la mía pero tampoco es ningún secreto: la sociedad en pleno ha conspirado contra mi soltería desde mi regreso a Londres el pasado mes de Octubre y las buenas intenciones de mi familia para encontrarme esposa me han llevado a considerar el hecho de que mi matrimonio es tan deseado por todos que yo no soy nadie para oponerme a algo que a todas luces traerá felicidad a tanta gente - esta vez le pareció que su voz tenía una nota discordante cargada de ironía pero leer en Albert le seguía pareciendo demasiado complicado, más con esa mirada que nada traslucía -. Es su turno, señorita Mirror. No me decepcione mencionando mi dinero y mi posición social como único atractivo de mi persona; estoy convencido de que sus motivos son más profundos.

Le satisfizo la respuesta de Albert sobre su falta de bobera, provocando una sonrisa divertida que bailó unos instantes antes de desaparecer presa de las siguientes palabras del hombre. Estuvo interesada por su respuesta y claramente concordaba con lo que se podía esperar de él. Llegado el momento de proponer una respuesta convincente, Rosalin se expresó con claridad dando muestras de su seguridad. Algo estaba ocurriendo pues nunca se habría imaginado sentirse tan cómoda delante de aquel hombre.

- Mis motivos también son caritativos.- comenzó.- Decidí apartar mi rebeldía, pues he pasado muchos años negándome a conocer a cualquier caballero que, estaba segura, no merecía mi atención y probablemente él la mía tampoco; ello provocaba tensiones, desconcierto y agobio en mi familia. Hasta el día de hoy, en que decidí venir a esta fiesta y sin saber muy bien presentarme ante vos con aparentemente mis mejores galas. Por lo que podéis estar tranquilo, señor Grunnen, no ha sido vuestro dinero ni vuestra posición social, si no más bien los azares del destino y nuestra profunda bondad lo que nos ha llevado a conocernos esta noche.- hizo una leve pausa teatral, sin ser capaz y sin querer apartar la mirada de los penetrantes ojos de sir Albert. ¿Qué tenía? Sin duda parecía interesante.- Espero haber satisfecho vuestra intriga.

- Dejémoslo pues en que somos dos personas cuyo honor y devoción por la familia las ha llevado a comprometerse - entonces el hombre esbozó una sonrisa, si bien no alegre sí amable, a la par que le ofrecía el brazo -. Habiendo aclarado que nuestras personalidades no son al menos contrarias la una de la otra ha llegado el momento de proceder a la cena. Me temo que diversos compromisos familiares se han encargado de ocupar cualquier silla alrededor de la mia pero para mí será un placer escoltarla hasta su asiento, señorita Mirror.

Con elegancia entrelazó su brazo con el de él y comenzó a caminar, muy recta y con caminar relajado y seguro. Era consciente de que iba a ser el centro de atención en cuanto llegasen junto al resto de comensales e, irónicamente, se sentía cómoda al respecto. ¿Qué podía salir mal? ¿Que Stevens la viera con un caballero adinerado, rico, buen afitrión y con excelente labia? Además la edad le daba un aire bastante interesante. No sabría decir si atractivo, pero cuanto menos llamativo. Se preguntó entonces cuantas veces volvería a realizar aquel camino cogida del brazo de aquel caballero. El compromiso estaba sellado y Rosalin por primera vez admitió que quizás su padre le había encontrado a un buen hombre.

No me ha mirado ni una vez el escote. Siempre fijando sus ojos en los míos. ¿Debería tomarlo como una falta desinterés o de educación? Quizás sí que es el tipo de hombre del que hablé esta tarde durante la hora del té. Ese tipo de hombre que el resto de damas cree inexistente.

- Con mucho gusto.

¿Dónde estaría Stevens? La verdad es que no le importaría que la viera con tal compañía. ¿Acaso podría superarla con su supuesto pretendiente?

De forma curiosa Rosalin sentía todas las miradas sobre ellos, a pesar de que cuando fijaba la vista en cualquiera nadie parecía observarles. Pero sabía lo suficiente de la alta sociedad inglesa como para conocer el elegante juego de eludir la mirada que habían perfeccionado hasta convertirlo en un arte.

Vio a varias personas conocidas, saludándose mutuamente con una ligera inclinación de cabeza y una sonrisa pero no parecía haber rastro de Stevens o al menos ella no la vio.

Mientras cruzaban el magnífico salón de baile al que se desplazarían después de la cena, Grunner le habló de algunos de los detalles arquitectónicos del edificio, elogiando la pragmática del arquitecto y el buen gusto de su padre pero sin que aquello pareciera tener interés para él. 

Pronto llegaron al sitio que le había reservado, junto a su hermana y frente al señor Wingam, que parecía tan sonriente como antes; sin embargo se hallaba emplazado justo en el extremo contrario de la mesa del que ocuparía el anfitrión.

- Espero que la comida sea de su agrado, señorita Mirror; no le quepa la menor duda que las cocineras se han esmerado más al saber que mi prometida asistiría a la fiesta - el hombre apartó la silla en gesto cortés, esperando a que ella tomara asiento -. ¿Me concederá el primer baile? - algo en su forma de hablar, a pesar de ser correcta, le hizo pensar a Rosalin que aquella pregunta correspondía más a la responsabilidad que al deseo pero, ¿cómo reprochárselo? Ambos habían dejado claro cual era el motivo de aquel compromiso.

Tomó asiendo con elegancia, dejando que sir Albert la acaercase hasta la mesa, sintiéndose protagonista de todas las miradas de soslayo por parte de los demás presentes. Por suerte habían tenido la amabilidad de colocarle a Noah cerca; sin duda sería una grata compañía y no se sentiría sola ante tal prueba.

- Seguro que está todo perfecto.- comentó ante el comentario sobre la comida y las cocineras y después, cuando le pidió el baile, antes de nada, fijó su mirada en él, ya que era lo apropiado cuando le proponían tal cosa. O al menos eso le habían enseñado en su casa.- Será un placer. Estoy segura de que seréis un buen bailarín.

Otra cosa que le gustaba de él. Era serio, no tenía interés ninguno en bailar con Rosalin más allá de complacer las miradas y los cotilleos externo, pero resultaba atento. Mucho peor hubiera sido que en vez de proponérselo lo hubiera dado por hecho. Después miró a Noah y le dedicó una suave sonrisa llena de significado: "Por el momento no va mal".