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El secreto del marqués

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25/09/2014, 12:58
Rosalin Mirror

La situación estaba siendo de lo más antinatural. En vez pedirle permiso al padre de Rosalin, parecía como si Albert necesitara aunque fuera el mínimo consentimiento del señor Morgan. Lo comprendía pero no dejaba de hacerla sentir algo incómoda. ¿De verdad era necesario que ella estuviera ahí?

Y ahora pretendían ir a dejar flores en la tumba de Daisy. Aquello sí que la dejaría fuera de lugar una vez llegasen. Se sentiría una intrusa en todo aquel ambiente lleno de melancolía y tristeza. Sujetó con firmeza la mano de Albert. Aquello era algo que necesitaba hacer con el señor Morgan y ella solo les molestaría.

- Os dejaré a solas. Creo que es mejor que esa reunión la tengáis ambos. Ella lo querría de ese modo.- comentó con sinceridad y amabilidad.

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25/09/2014, 13:05
Director

Todos convinieron en que probablemente era lo mejor, aunque Albert le dirigió una mirada de disculpa a Rosalin. Era algo que tenía que hacer, después de dos años, ponerle un cierre a todo aquello y pasar página. De algún modo sabía que era lo correcto y tomar aquella decisión hizo que se sintiera mejor, que la expresión de conmoción desapareciera de su rostro cuando se levantaron par marcharse.

Rosalin emprendió el camino hacia la casa, sola y pensativa, reviviendo la conversación que acababa de tener lugar con la esperanza de que todo aquello hubiera servido realmente de algo. Una vez en la mansión pasó a visitar a su hermana, quien le contó que había escrito a su marido pidiendo que acudiera para estar con ella.

Tras media hora más de charla Cole la echó de allí con el pretexto de que Noah tenía que descansar con lo que Rosalin decidió refugiarse en su habitación con el fin de descansar. No obstante, no llevaba ahí ni veinte minutos cuando alguien llamó a la puerta.

- Rosalin, ¿puedo pasar?

No había duda alguna de que era Albert.

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25/09/2014, 13:17
Rosalin Mirror

El tiempo se le había pasado muy rápido desde que dejara la casa de mister Morgan. Al escuchar la puerta, Rosalin regresó a la realidad, abandonando las diferentes ideas sobre su vestido de boda, sonriendo al identificar a Albert y permitiendo que pasara:

- Adelante. Pasa.- se levantó de la cama, alisándose el vestido y colocándose el cabello antes de que él pudiera verla nuevamente, y esperó a que su prometido se internase en la habitación, esperando con una sonrisa amable.- ¿Qué tal fue todo?

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25/09/2014, 13:22
Albert Grunner

No tardó en obedecer las palabras de Roslain y entrar en la estancia en la que ambos habían dormido juntos aquella noche. No esperó a que ella le invitara a sentarse antes de dar tres zancadas y tomar asiento en la cama con un suspiro de alivio. Estaba claro que estaba agotado por la tensión física y emocional.

- Extraño - respondió con sencillez, tomando una de las manos de Rosalin y jugando con sus dedos, con la vista fija en ellos -. Liberador, supongo. Ha sido como cerrar una puerta que no sabía que estaba abierta. Me siento mejor.

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25/09/2014, 13:28
Rosalin Mirror

Sujetó la mano de Albert entre sus dos manos, se encorvó ligeramente y la dio un beso en los labios antes de sonreírle y mirarle a los ojos:

- Entonces todo está bien.- tras ello se sentó a su lado. Sin duda se sentía liberada también. El creerse al principio a la sombra de una joven dama tan llena de virtudes la había puesto nerviosa anteriormente. Pero tras escuchar las palabras de su prometido y después de acerca conocedora una vez más de que la amaba con toda su alma, Rosalin se sentía realmente relajada y segura de sí misma. Deseosa de dar el paso que en pocos días daría.- Todo irá bien. Me alegro de que finalmente hayas dado ese paso tan importante. Sin duda eres el hombre más valiente que he conocido. Aunque la próxima vez que haya agujas de por medio me ofrezco voluntaria para que no vuelvas a pasar por ese mal trago.- bromeó. Quería destensar el ambiente y hacerle descansar tanto física como psíquicamente.

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25/09/2014, 13:34
Albert Grunner

Estaba asintiendo a sus palabras, con una sonrisa formándose en sus labios cuando el último comentario de Rosalin la atajó, produciendo un cómico sonrojo en su prometido que era la primera vez que veía en sus facciones. Resultaba gracioso que un hombre adulto hecho y derecho como él empezara a titubear.

- ¿Qué? ¿John te lo ha contado o ha sido mi padre? Bueno, no es para tanto - negó con la cabeza, visiblemente abochornado -. Sólo espero que no haya una próxima vez.

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25/09/2014, 13:38
Rosalin Mirror

Divertida, intentó no reirse, disimulando con una amplia sonrisa mientras observaba el sonrojo de Albert. No podía evitarlo. Cada gesto y reacción, nueva o conocida, provocaba que Rosalin le amara más y más. No pudo evitarlo y rodeó con sus manos el cuello de su prometido, depositando un nuevo beso en sus labios:

- No es para tanto.- repitió con la intención de no abochornarle más.- Y no habrá otra vez.- quiso asegurar. Aunque era algo que no podía saber con certeza, la situación y el ambiente la llevaban a decir cosas positivas.- Te quiero, Albert. Como nunca he amado a nadie.

Confesó y esta vez fue ella quien se sonrojó ligeramente, sonriendo algo abochornada y mirando hacia otro sitio ante la vergüenza.

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25/09/2014, 13:44
Albert Grunner

Esta vez fue él el que sonrió, pero no con diversión sino con cariño, tomando el rostro de Rosalin con una mano y besándola lenta e intensamente. Parecía relajado y feliz cuando se separó de ella aunque lo cierto era que cada vez le costaba más poner freno a aquellos besos que tanto le gustaban.

- Hace días que pienso que no te mereces todo esto, ya lo sabes. Te has visto abocada a un compromiso por cuestiones totalmente ajenas al amor y te has visto envuelta en situaciones complicadas y arduas. No - dijo con contundencia -. No te mereces esto en absoluto. No obstante, yo no puedo cambiarlo Rosalin aunque puede que pueda hacerlo mejor, más perfecto para ti - de repente, de no sabía donde, Albert sostenía una cajita abierta ante sus ojos con un precioso anillo de oro con filigranas plateadas. Sonrió con diversión y cariño -. No creo que esto cambie nada pero, ¿quieres casarte conmigo y pasar el resto de tu vida a mi lado? Te aseguro que no hay nada que yo desee más.

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25/09/2014, 14:15
Rosalin Mirror

Iba a interrumpirle, diciendo que se equivocaba y que aquella relación íntima junto a él era lo que realmente quería. Que le amaba por su pasado, por su presente y de seguro por su futuro. Le iba a comentar que no le hacía falta esforzarse por ser más feliz, puesto que ella ya lo era. Pero se quedó petrificada de felicidad.

¡No se imaginaba aquella propuesta formal! ¡Ni mucho menos que fuera acompañada de un anillo de tal calidad y lujo! No sabía qué hacer primero: si sonreír, llorar de felicidad, responder, dejar que le colocase el anillo o todo a la vez.

- Sí, quiero.- las lágrimas se agolpaban en los ojos de Rosalin que se encontraba felicísima. Con ganas de gritar, de reir, de llorar, de besar a su prometido, de abrazarle, de saltar... todo a la vez.- Nada me haría más feliz.

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25/09/2014, 18:49
Director

Epílogo

Albert le colocó el anillo en el dedo antes de fundirse en un apasionado beso. Pasaron la tarde juntos, comentando detalles de la boda que les acabaron llevando a la habitación de Noah quien, más experimentada que Rosalin, empezó a llenarle la cabeza de cosas imprescindibles de las que por lo visto se estaba olvidando.

Los siguientes días fueron un absoluto caos. Albert y Rosalin apenas se vieron, de hecho habían habilitado un ala de la casa para cada uno mientras los Grunner se enfrascaban de lleno en los preparativos económicos mientras consultaban a Rosalin detalles tales como las flores que deseaba, la comida que quería que sirvieran o si estaba de acuerdo en cómo estarían dispuestas las mesas, algo que curiosamente no le afectaría demasiado pues se había dispuesto que poco después de la boda y tras un rápido refrigerio ellos dos partirían para tomar unas breves vacaciones en Bath, en una casa que John tenía alquilada durante todo el año.

Rosalin no tuvo siquiera que preocuparse por el vestido pues al día siguiente por la mañana un ejército de modistas tomó posesión de su habitación y, orientadas por Noah, que ya se había levantado de la cama, empezaron a confeccionarle un vestido de novia según el gusto de Rosalin.

Dos días después llegaron sus padres, su otra hermana y sus dos cuñados lo que ya acabó de hacer desaparecer cualquier segundo de tiempo libre con el que contara Rosalin. Sus padres estaban encantados y Charles, que a todas luces era un buen hombre que quería a Noah, estaba eufórico con la noticia del bebé y colmaba a Noah de atenciones que esta aceptaba de buen grado y con palabras afectuosas. 

La noche anterior a la ceremonia realizaron una cena familiar a la que por lo visto pudo asistir todo el mundo menos ella misma pues Margarette y su madre se habían empeñado en que necesitaba descansar, tomar una comida ligera y no ver al novio antes de la boda. Sólo las palabras calmadas de Noah sugiriéndole que posiblemente asistir a aquella cena sólo conseguiría desquiciarla lograron que permaneciera en su sitio. Por supuesto, también ayudó la carta que le trajo Noah disimuladamente y que portaba la firma de Albert, donde le aseguraba que para él aquella forzada distancia también estaba siendo dura pero que se contentaba pensando en lo dulce que sería la recompensa al tenerla por fin entre sus brazos.

Empezó la preparación para la boda. Rosalin apenas supo como se manejaba las horas anteriores, presa de los nervios y a merced de las órdenes de su madre y hermana mayor que lograron que una hora antes Noah terminara por sacarlas de la habitación diciendo que los nervios perjudicaban al bebé y como Rosalin no quería separarse de su dama de honor eran ellas las que tenían que marcharse.

Aquella última hora fue una delicia en comparación del jaleo anterior, con ambas riendo y contándose anécdotas de los viejos tiempos. Noah parecía feliz. Rosalin sabía que una parte de ella debía estar destrozada y sin embargo parecía en paz consigo misma, posando con frecuencia una mano sobre su vientre, todavía plano, en un gesto del que ni siquiera parecía ser consciente.

Y por fin dio comienzo la ceremonia. Era, tal y como había dicho Albert, en el jardín de estatuas de la propiedad, aprovechando el buen tiempo primaveral y que las donaciones de los Grunner habían logrado sacar al sacerdote de la mohosa iglesia para oficiar la boda al aire libre. Había pocos invitados pues todos habían querido una celebración familiar, pero Rosalin apenas reparó en ellos mientras caminaba por una elegante alfombra roja en dirección a su prometido, vestido con un elegante traje y luciendo una amplia sonrisa que cobraba mucha más profundidad al observar el brillo de sus ojos, fijos en ella.

Pronto empezaron con los formalismos propios de la boda aunque de vez en cuando la voz monocorde del párroco les permitía dirigirse miradas de reojo que terminaban por devolver al frente con una sonrisa divertida. Eso fue hasta el momento de los sí quiero. Albert la miró con devoción mientras introducía el anillo en su dedo, pronunciando con aquella voz grave y rica en matices tan suya las palabras que le prometían amor y fidelidad, lo mismo que hizo Rosalin.

El beso fue mucho más corto y recatado de lo que ambos hubieran deseado pero fue imposible cuando las familias de ambos se acercaron a felicitarles con entusiasmo y los llevaron a tomar el rápido aperitivo entre deseos de felicidad y promesas de escribirse y poco después se encontraron sentados solos en un carruaje, viéndose por primera vez como marido y mujer, repitiéndose las promesas que se hicieron públicamente pero con más fervor, con más amor.


El viaje se había alargado varias horas y Rosalin se había quedado dormida apoyada en el hombro de su marido, sintiendo cómo volvía a ella la paz de los últimos días. Finalmente había sido despertada con suavidad por Albert, quien desistió de su idea de llevarla en brazos al ver el aparatoso vestido que llevaba su mujer. En lugar de eso la guió, cogida de la mano, atravesando la puerta del que sería su primer hogar como matrimonio y dejándola en el baño para que pudiera acicalarse tras el trayecto.

Cuando por fin entró en la habitación que compartirían se encontró con una imagen inesperada. Albert había preparado todo un camino de velas hasta la cama, donde le esperaba sentado con la camisa entreabierta, descalzo, un bol de fresas entre las manos y una rosa encima del montón.

- Una flor para ti, porque te la mereces a pesar de que no puede compararse a tu belleza - le dijo sonriendo y tendiendo una mano hacia ella, recordando cuando Rosalin le había dicho que el mejor cumplido era quedarse sin comparaciones. Dejó la rosa sobre la mesilla de noche justo en el momento en el que la joven se sentaba a su lado -. Fresas, porque simplemente son deliciosas - reconoció con una sonrisa mientras se llevaba una a la boca y luego le acercaba una a Rosalin para que le diera un mordisco, jugando un poco con ella y llevándola hacia atrás cuando intentaba cazarla con los dientes -. Y velas, porque quiero que este sea el momento más bello de su vida, señora Grunner, Rosalin... - le acarició el rostro con cariño mientras acercaba su cara a la suya, quedándose a escasos centímetros de sus labios -. Porque te quiero. Te amo. Y porque voy a dedicar cada segundo de cada minuto de nuestras vidas en hacerte feliz. Empezando por aquí y ahora.

Y dicho esto se fundieron en un tierno y apasionado beso cargado de amor y de promesas de futuro, sellando su matrimonio en aquel maravilloso gesto que perduraría en sus mentes para toda la eternidad.