Partida Rol por web

Asentí ante la pregunta de Jayden sobre los superhéroes, sonriendo al ver que algo sabía del tema, y que incluso había llegado a interesarse por ello en algún momento.

- Los X-men me gustan bastante. – añadí ampliando ligeramente mi sonrisa, sonrisa que siguió presente mientras respondía a mi halago sobre su letra y bromeaba con mi alusión a dibujantes y pintores. – No ha colado ni por un momento. – repliqué riendo, cuando con su risa dejó claro que por supuesto conocía quién era Van Gogh.

Esa bonita y contagiosa risa.

Tras terminar con la tarjeta me giré hacia él y se la mostré, nerviosa como me encontraba por su cercanía, y aun más al ver que nuestras caras habían quedado tan cerca la una de la otra. En seguida exclamó un “Guau”, dando cuenta de que le gustaba, entonces le miré, justo a tiempo para ver como sus labios susurraban.

Sus labios…

Aparté la mirada otra vez, mientras Jayden volvía a colocarse en su asiento, diciendo que sería mejor que fuésemos ya al hospital.

- S-sí, claro, vamos. – dije mirándole con una tenue y vergonzosa sonrisa. – Seguro que Mel está súper aburrida, espero que le haga ilusión nuestra visita. - añadí algo más relajada, esperando que así fuera.

Cerré la tarjeta y volví a guardarla, poniéndonos en camino. Era una lástima que nadie más hubiera dado señales. ¿Estaría Tala con Ryan? Todo aquello era muy extraño…

Es broma, como es costumbre, no hay nadie en casa, ¿y ahora qué hago?

No había mucho que hacer, recalenté un poco de la comida de anoche, que era lo mismo que había desayunado, y después de almorzar me tumbe en el sofá, a esperar la hora, con suerte me dormiría, era una hora inusual para que estuviese durmiendo, por si acaso puse la alarma para que me avisará una hora antes de que tuviese que recoger a los chicos.

Al poco de acostarte en el sofá, el madrugón del día te empieza a pasar factura y comienzas a dormirte. De pronto se oye jaleo fuera, en la calle. Al principio piensas que estás soñando, pues no sabes ni cuanto has dormido, hasta que claramente escuchas como si alguien estuviese volcando los cubos de basura de la calle.

Shyl se tranquilizó al oir tus palabras. No tardasteis demasiado en llegar a su casa. Una vivienda unifamiliar de dos plantas la cual se diferenciaba del resto de las que había en la misma calle por el jardín, pues el tipo de edificación, estructura y color de las viviendas eran todas iguales.

Bueno pues... aquí es.. dijo parando el motor del coche. Entremos.... Espero que sea rápido e indoloro para ti.. Te dijo con una sonrisa. Si yo pasé apuro cuando fuimos a tu casa y pensé que estaría tu padre en ella... a ti tiene que pasarte lo mismo sabiendo que mi madre si está en casa.

Se bajó del coche y se encaminó a la puerta principal, abriendo nada más llegar. Soy yo mamá! Vengo a coger las cosas para dormir en la cabaña de Jay! Qué antes se me olvidaron recogerlas con las prisas de ir a comer!! exclamó al aire.

Subamos... te susurró. Quizás hoy logres escaparte de ella. Te indicó sonriente.

El dormitorio de Shyl era bastante más pequeño de lo que cabía esperar y como te dijo, bastante desordenado.

La casa engaña por fuera, es más pequeña de lo que parece... Te dice según llegáis a su habitación. Agarra una mochila que tiene en el suelo y comienza a llenarla.

A parte del desorden que puedes ver, una estantería de pared tiene algunos peluches de felinos, en el escritorio, junto al portatil una foto con Jay y otra chica que no reconoces, pero que por el parecido con Shyl, debe ser su hermana. El resto, cremas, algo de maquillaje, colonias y demás.

En breve me mudaré al cuarto de mi hermana, es más grande que este... Dijo señalando las bolsas con ropa que tenía preparadas para mover a otro lado. Y mi hermana tendrá que aguantarse y dormir aquí cuando venga en vacaciones. Sonrió con amargura. Estoy deseando que llegue ese día... Miró al suelo unos instantes. ¿Cogiste desodorante o colonia? Te preguntó de pronto, tratando así de cambiar de tema. Tengo esta que huele muy bien... Agarró un frasco y pulverizó un poco en el aire. Si quieres probarla.. Me la voy a llevar.

 Llegamos a casa de Shyl y se ríe de mí por lo que me espera, vengándose por el mal rato que pudo pasar pensando que mi padre estaría en casa. 

 - ¡Pero no es lo mismo! Mi padre pasa de todo. - Replico con una sonrisa conformista, disfrazando lo que realmente quiero decir para no herirla ni ofenderla, ya que no me parece que la conozca lo suficiente como para hacer determinados tipos de comentarios. Mi padre no se mete en los asuntos de los demás directamente, era la frase que en realidad estaba pensando. Pero no pasa nada. Aunque me pueda sentir incómoda por una avalancha de preguntas de una desconocida, en realidad las personas así me parecen divertidas. Además, por lo que parece puede que me libre del interrogatorio.

 Asiento y la sigo escaleras arriba intentando no hacer mucho ruido para no alertar a la bestia. Cuando subimos no comento nada sobre el desorden del cuarto. No me impresiona, yo también soy un desastre. Si el mío no está patas arriba del todo es por que sólo llevo aquí una semana. 

 - Oye, eso que ganas. - Digo con una ligera sonrisa, tratando de ver el lado bueno de las cosas y sacarle una sonrisa. Sé que no compensa el que se vaya una hermana, pero no quiero que se desanime. Yo también echo de menos a mi hermano y eso me ayuda a comprenderla, pero trato de no darle muchas vueltas, y cuando entiendo que alguien está afectado por algo normalmente aparto los míos como algo normal, simplemente me sale.

 - Oh, se me pasó coger, sí. - Tuerzo el labio. Tampoco es que me sorprenda, no es raro que se me pase algo al recoger con prisas. - Sí que huele bien. Tienes buen gusto. - Admito. - ¿Ya lo tienes todo? ¿Puedo volver a ponerme a salvo en el coche? - Bromeo de nuevo sobre su madre, aunque en realidad sí espero que no me vea más aun que al llegar si cabe, ya que estoy en su casa y no me he pasado a presentarme y saludarla. Desde luego no iba a ser yo la que tomara la iniciativa. 

 Respuesta al mensaje a Diana:

Sí, ya comí ¿Y tu?

Ryan y yo estamos en mi casa haciendo unos abalorios para Mel, Ryan me pidió ayuda y pensé que podría ser especial.

¿Qué haces tu?  

Jay arrancó el coche y salisteis rumbo al Hospital General. No tardasteis demasiado en llegar, a esas horas había poca circulación por vuestra localidad. La ruta hubiese sido fantástica de no ser por un tipo rudo, con pinta de trotamundos, de pelo descuidado y largas barbas, que se cruzó por delante de vuestro coche haciendo que Jay parase en seco. El tipo os regaló una peineta a modo de despedida y una sonrisa cruel.

Una vez en la zona del hospital no tardasteis demasiado en estacionar el coche y acceder al mismo. El edificio parecía ser demasiado grande para Hill Valley, pero había que recordar que era el único de la zona, por lo tanto, todos los pacientes de los pueblos cercanos, acababan pasando por aquel hospital para ver a un especialista.

Era un día como otro cualquiera en aquel centro. El mismo movimiento que siempre en la entrada. En la ventanilla de admisión e información había una cola inmensa, era mejor aventurarse a seguir los carteles indicativos del hospital. Por los pasillos os cruzasteis con enfermeras, celadores, familiares de enfermos y algún que otro paciente paseando por allí.

No tardasteis en localizar la zona de las habitaciones de la numeración 200 en adelante. El pasillo era grande y ancho. Sólo se veía a un hombre, por la ropa un médico, en medio de aquel pasillo hablando por teléfono.

El hombre era alto y bien parecido, aunque su peinado no correspondía a la imagen que se tiene normalmente por la de un médico. Parecía estar calmando a alguien con el cual hablaba por el móvil. Era inevitable pasar a su lado y escuchar lo que decía, pues se interponía en mitad de vuestro camino.

[...] Si... tranquilo... si... ya te digo que está bien, sólo fue una estupidéz por parte de otro chico de su edad... No, no, no... déjate de hacer visitas a nadie... espera un momento... El hombre os miró y os sonrió cuando pasasteis a su lado. Buenas tardes.. Os dijo con un tono amable y retomó la conversación susurrando. Recuerda el trato. No podeis meteros.... me da igual lo que opines. Son líos de chavales... si, lo sé... pero todo ira bien.. [..]

La puerta de la habitación de Mel estaba justo delante vuestra.

Shyl te sonrió cuando hiciste el comentario de ponerte a salvo en el coche. No es tan mala.. sólo pesada y cotilla, como todas las madres... pensó para sí. En ese instante oísteis el ruido de un aspiradora en la planta baja. Shyl te miró a los ojos. Has tenido suerte, ni se enterará de que estuviste aquí. Venga, vámonos.

Shyl cargó su mochila a la espalda y salió casi disparada por la puerta de su pequeño dormitorio. Luego frenó en las escalera y miró hacia abajo desde la barandilla. Debe estar en el salón... vamos.. te dijo antes de continuar con vuestra pequeña huída. Una vez fuera notaste a Shyl respirar aliviada, aunque no hizo gala de ello y trató de disimularlo. Metió su mochila en el coche y se subió. ¿Estarán ya con Mel? te preguntó nada más arrancar el motor del coche y poner el intermitente para iniciar el camino al hospital.

El camino no era largo, y el poco tráfico permitiría que este fuera aún mucho más rápido, pero en cierto momento nos vimos obligados a detenernos. Justo antes me pareció escuchar el móvil, pero mientras lo sacaba, aquel tipo se nos vino encima y Jayden tuvo que pegar un frenazo descomunal; que provocó que mi móvil saliera despedido de mis manos.

- ¿E-estás bien? – le pregunté algo asustada tras aquella imprevista parada, viendo encima como aquel tipo se marchaba haciendo gala de su mala educación y chulería. – Qué gente…

Tras asegurarme de que Jayden estaba bien. Busqué mi teléfono en el suelo del coche, con la carcasa trasera quitada y la batería a medio salir. Mientras llegábamos al hospital volví a ensamblar las piezas y lo guardé, silenciándolo al adentrándonos en el hospital.

En vista de lo concurrida que estaba la entrada del edificio, cosa que no era de extrañar al ocuparse el hospital de cubrir más zona que la de Hill Valley, decidimos guiarnos por los carteles para encontrar la habitación de Mel. Al dar con el pasillo sólo vimos a un médico un tanto peculiar, cuya conversación telefónica resultaba imposible no escuchar, aunque al darse cuenta de nuestra presencia nos saludó y bajó la voz. Le saludé con un tímido "Buenas tardes" y continué escuchándole mientras nos acercábamos a la puerta.

¿Es posible que…? ¿No estará hablando de Mel, no? ¿Cómo que un trato?

Tras escuchar aquello miré a Jayden de repente, sin poder evitar fruncir el ceño de preocupación. ¿Habría escuchado lo mismo que yo? ¿Estaría pensando que también se refería a Mel? Igual no era más que una coincidencia.

- J-Jayden… - musité, inclinándome ligeramente hacia él para hablarle cerca del oído, pero sin que resultara muy exagerado. - ¿Has oído eso? ¿Puede referirse a Melissa? – le pregunté en voz baja, queriendo saber qué opinaba él al respecto.

-¿Y ahora qué sucede? ¿qué es todo ese jaleo?- doy un bostezo y estiró mis brazos -no dejan a uno dormir en paz ¿qué hora es?- tomó mi móvil para revisar la hora y ver si hay algún mensaje nuevo.

No parece que mi padre haya llegado aún a casa, me tocará a mi salir a ver que es ese ruido, me calzo las deportivas y me levanto pesadamente del sofá, me asomó por la ventana, pero no logro ver nada, así que me dirijo a la entrada.

-¡¿Quién anda hay?!- grito una vez que estoy afuera.

 - Si es que soy una maestra del sigilo. - Bromeo con orgullo, más tranquila ahora que he evitado el momento y las preguntas incómodas.

La sigo hasta el coche, tratando de hacer el menor ruido posible hasta que salimos de la casa. 

 - Uh, no sé. Voy a preguntar a Jayden. De todas formas los esperamos fuera, ¿No? - Digo mientras cojo el móvil para buscar el número de Jayden en el grupo de WhatsApp y mandarle un mensaje sólo a él. No creo que a los demás les interese lo que vayamos a hacer después de ver cómo van a lo suyo, y tampoco es que los conozca como para escribir para todos tranquilamente.

 Ey Jay, soy Amber. Shyl y yo ya vamos para el hospital. Vosotros cómo vais?? 

El recorrido desde la tienda de regalos hasta el hospital es relativamente corto, pero se vuelve tremendamente intenso cuando un tipo se cruza en nuestro camino cruzando la carretera sin mirar, y con la sorpresa piso a fondo el freno. Es justo al sentir la fuerte presión del cinturón de seguridad que me acuerdo del consejo que me dio el del taller la última vez que fui. "No pises el freno a fondo a no ser que sea de vida o muerte, chico, que estos frenos son para la NASCAR, no para Hill Valley". Claro, porque este maldito bólido biplaza no es para Hill Valley.

¿E-estás bien? -Pregunto a Diana, apresuradamente, y al comprobar que así es, pues mi pregunta se junta con la suya, abro inmediatamente la ventanilla asomando la cabeza- ¿Está usted b...? -Su gesto interrumpe mi pregunta, el interés por su estado que, por otra parte, no parece preocupante. Al contrario, vuelvo a meterme dentro del coche viendo cómo el tío se aleja de mal humor. Veo entonces a Diana recogiendo las partes de su móvil del suelo- ¿S-se te ha roto? ¿O lo puedes volver a montar? -Pero parece que será lo segundo, porque la veo colocando cada cosa en su lugar, por lo que arranco de nuevo el motor para continuar.

Llegamos al hospital, aparcando un poco apartados de la entrada, y es que los aparcamientos más cercanos están reservados para las urgencias. Entramos y, viendo la cola que hay para ser atendidos, nos la jugamos por los pasillos para buscar la habitación de Mel, algo que no tardamos demasiado, aunque antes asistimos prácticamente de casualidad, aunque sin poder evitarlo, a la conversación telefónica de un médico, de lo más sospechosa.

¿Hmmm? -Me inclino yo también hacia Diana cuando trata de preguntarme disimuladamente sobre ello, ante lo que me encojo de hombros poniendo morritos con los ojos muy abiertos. Desde luego, lo que dice parece coincidir bastante: estupidez, chico de su edad, líos de chavales... Pero eso del trato y de no hacer visitas a nadie suena de lo más siniestro- Ni idea, espero que no porque sonaba un poco "mafioso". -Respondo finalmente, haciendo el gesto de las comillas con los dedos mientras noto la entrada de un mensaje en mi móvil.

Es Amber, que ya vienen para acá. -Informo a Diana, respondiendo a toda prisa- Bueno, ¿entramos?

Cita:

Estamos entrando a ver a Mel, os llamamos al salir, ¿vale?

  - Dicen que están entrando a ver a Mel y que nos llaman al salir. - Le leo el mensaje. 

 Vale, luego nos vemos :)

Jayden también se inclinó hacia mí, respondiéndome con dudas. Primero se encogió de hombros, tras lo que manifestó su deseo de que no fuera así, ya que todo sonaba muy raro. Mafioso, como había dicho, sonaba muy mafioso.

- Sí, yo también espero que no… - añadí, aún pensativa, cuando vi como sacaba el teléfono móvil.

Al decirme que se trataba de Amber, saqué yo también el mío, pensando que lo habría comentado en el grupo; pero no, no tenía ningún mensaje en él, aunque si tenía otro…

Mientras leía, Jayden pareció responder a Amber, preguntándome después si entráramos.

- S-sí, perdona, dame un segundo… - le pedí algo cortada por hacerle esperar, pero también confusa por lo que acababa de leer. – Es Tala… - comencé a explicarle. – Dice que está con Ryan en su casa haciendo algo para Mel. Algo con abalorios, que le parecía especial… - continué, viéndose claramente en mi cara que no entendía aquello.

¿Pensaban hacerle algo y no cuentan con los demás? ¿Y en casa de Tala? Si no se conocían de antes… ¿No? No entiendo nada.

Respondí a Tala rápidamente, guardando después el móvil.

- Perdona, vamos… - le dije a Jayden con una tenue sonrisa, tratando de olvidarme de aquello y centrarme en Mel. – Espero que le guste la sorpresa. – le dije ampliándose mi sonrisa, mientras nos dirigíamos a la puerta.

Mensaje de whatsapp para Tala:

Yo en el hospital, os avisamos hace rato de que íbamos.

Sobre lo de esta noche, al final iré con otra persona, así que no te preocupes, puedes ir con Ryan si quieres.

Gracias por el ofrecimiento.