Partida Rol por web

Prácticamente la ambulancia y tú llegáisteis a la vez a la entrada de urgencias. Esperaste con la calma que tu cuerpo te permitía a unos pasos de la misma, a ver si era en esa en la que traían a tu padre. Cuando los paramédicos bajaron la camilla lo viste.

Era tu padre.

Tenía varios golpes en la cara, la cual se estaba empezando a hinchar. Estaba tapado hasta casi el cuello, pero enseguida descubriste que al menos no llevaba ni la camiseta que solía ponerse debajo de la sudadera al salir a correr.

De la ambulancia no salió nadie más y tu padre estaba con los ojos cerrados, quizás sedado o demasiado dolorido como para querer abrirlos.

Puede que John optase por no ir al final, que no le dejasen o que fuese a su casa a por ropa para dejarte para tu padre. Pero por su aspecto, algo te decía que no iba a necesitarla, al menos hoy.

Los paramédicos cerraron la ambulancia y en silencio llevaron a tu padre dentro...

Me llevé la mano a la boca cuando vi cómo venía mi padre. La verdad es que le habían golpeado muchísimo y ya se le estaba hinchando y tenía morada parte de la cara. 

- ¡Oh joder! - Se me escapaban las lágrimas. 

Entré tras los hombres que llevaban la camisa. 

- Perdonad... - Dije mientras trotaba para mantener la velocidad a la que iban ellos. - El hombre que lleváis es mi padre...

Claramente no estaba acostumbrada a tener que ir al hospital con él, pues era del tipo de gente que no se ponía nunca enfermo y bueno, nunca nos había pasado esto de que lo asaltaran. 

Quizás necesitaban algún dato suyo o alguna cosa. 

Después de pasarte por tu casa y recoger algo de ropa para el padre de Amber, te moviste hacia el hospital.

La situación en torno al mismo había mejorado considerablemente. Aún se podían ver zonas acotadas por la policía, pero la circulación se había restablecido por el lugar y el sitio donde había caido muerto el loco del arma, se encontraba limpio de sangre y sin la cinta amarilla a su alrededor.

Pero como era habitual en aquel lugar, lo mejor era ir en transporte público, puesto que aparcar en las cercanías era algo imposible.

Llegaste a la entrada principal del hospital, recordando que la entrada de urgencias estaba en otro lado. Aún así te asomaste y viste una inmensa cola para acceder a la recepción, donde poder preguntar e informarte de algo.

Al llegar hasta el hospital había un buen lío ahí montado como era de esperar, la cola era muy larga tanto que le quitaba las ganas de hacerla. Le gustaría poder ponerle un mensaje a Amber pero en realidad no tenía su teléfono, habría venido genial tenerlo para evitar aquellos minutos que se anticipaban lentos.

Ya al poco de ponerse ahí le salió un pequeño bostezo indicándole que iba a aburrirse un rato. Optó por coger el móvil para darle un repaso a las noticias y además pensó en Amber, en que la iba a tratar más calmadamente ahora tras su alejamiento. Había intentado gustarle, esa era la realidad, solo que se debió de pasar un poco y luego el entrenador chafó el intento.

"Mejor echar el freno."

Se concienció de aquello y volvió a mirar su aparato. A veces le daban ganas de escribir a su padre y confesarle lo que había pasado, ¿podría él lograr que no investigaran el cuchillo y las bridas si lo encontraban? algo le decía que no iban a dejar hueco que mirar.

Eso era lo malo de la espera, que le volvían esos pensamientos turbios. John sacó entonces unos auriculares y los colocó en los oidos. La música no tardó en sonar.

Uno de sus grupos favoritos y una canción positiva porque le hacía falta.

Levanté la cabeza sobresaltada cuando oí voces en la habitación de repente. Se suponía que como mucho debía venir Carlos y no esa gente que tenía unas pintas un tanto raras. Tuve que arquear una ceja cuando aquella mujer dijo que venían de viaje.

Las formas sí… Menuda gente rara, estos no se acercan a Héctor…

-Claro… Pues está casi todo ocupado en el pueblo para alojarse, menos en el motel Bluebird, dicen que es muy bueno y deberíais ir allí cuanto antes u os tocará dormir en la calle- sonreí levemente a los tres y por dentro me carcajeé, esperando que fueran al motel y entre creepys se entendieran.

Llevan ropa del siglo pasado o algo, ¿dónde coño se creen que están? ¿Es que esta gente no ve la tele?

Miré al hombre que se acercaba hablando de hacer fotos y preguntas.

-Eso será cuando despierte y esté su hermano presente imagino, con el consentimiento de la policía. Porque polis no parecéis y tampoco creo que estén al tanto de que estáis aquí- me sentía enfadada. Es lo que pasaba en las situaciones absurdas donde por dentro estaba acojonada e intimidada pero la Violet bocazas no podía callarse la boca. –A ver si vais a ser periodistas buscando carroña como los de fuera- extendí la mano y toque al botón para llamar a la enfermera.

Te van a matar, Violet… Porque eres gilipollas. Gilipollas y bocazas.

El tipo de barba miró a los demás cuando dijeste lo del motel, pero ninguno dijo nada al respecto. O bien lo habían intentado allí también o un motel no era lo que buscaban. Y es que mirándoles un poco más detenidamente, se les veía demasiado aseados y con la ropa poco arrugada como para estar recién salidos de un viaje tan largo en coche.

- Por supuesto, cuando despierte y nos de su permiso. No necesitamos nada más. - Te dijo el hombre con un tono bastante cínico que te hizo replantearte si tu amenaza sobre la policía y meter a más gente en la habitación había sido buena idea. Y extendiste tu mano para pulsar aquel botón...

Y aquel cabrón sacó un revolver de su abrigo. - Yo que tu me lo pensaría. - Te dijo apuntándote con el arma. - No serías la primera jovencita entrometida que elimino de mi vida. - Te dijo con tono amenazante.

El otro hombre sonrió divertido y se apoyó en la puerta de salida. No iba a entrar ni salir nadie mientras él estuviese allí y la mujer, quien parecía ser la más sensata de los tres, negó con la cabeza ante la situación.

Pero ya estaba todo hecho.

La mujer comenzó a avanzar hacia ti en silencio.

No tuviste que decir mucho más para convertirte en su acompañante y en su "tutor" durante todo el tiempo que duró tu estacia en urgencias con él. Te hicieron toda clase de preguntas sobre tu padre mientras te informaban que tuvieron que sedarle, puesto que se puso muy violento y nervioso en la ambulancia.

Al no llevar la documentación encima ni tener aún tramitado el cambio hospitalario, te tocó rellenar bastantes papeles, algo que ibas haciendo mientras se llevaban a tu padre para hacerle algunas pruebas, puesto que no tenías mucho más que hacer.

Miraste tu móvil en más de una ocasión, esperando quizás un mensaje de John, pero no había ninguno. Era raro qeu después de portarse así de bien contigo y tu padre hubiera desaparecido.

Y por fin un médico se acercó a hablar contigo después de lo que se antojaron horas allí.

- Señorita Williams. Hemos optado por ingresar a su padre... vamos a mantenerle en observación hasta mañana. Todo indica que tiene una hemorragia interna, pero no somos capaces de determinar donde está y no parece tampoco que sea muy grave. Pero dado que usted es menor para autorizar nada y él no está en condiciones ahora mismo de dar su consentimiento, no podremos hacer mucho más... al menos por ahora. ¿Lo entiende?

O dicho de otra manera, salvo que el estado de tu padre no empeorase y se convirtiese en una cirugía a vida o muerte, no iban a hacer nada.

Quizás no fuese la idea más buena del mundo, pero para ti era la correcta, así que optaste por hacer cola y esperar tu turno. Los minutos se sucedían y la fila se movía con lentitud. De vez en cuando te asomabas un poco y veías a las dos recepcionistas siempre ocupadas con alguien, cuando no estaban atendiendo el teléfono.

Sabías que eso no era normal y que sin duda lo ocurrido en estos días los debía mantener desbordados. Así que seguiste escuchando la música en tus cascos y avanzando con lentitud en aquella cola que parecía que no acabaría nunca.

Recordabas perfectamente el nombre del padre de Amber y poco a poco la gente fue siendo atendida. Ya solo tenías a dos personas delante tuya. Una se retiró tras recibir una llamada y decir "ya subo", encaminándose a los ascensores. Para cuando volviste a mirar al frente, la recepcionista tenía su mirada clavada en ti.

- ¿Qué desea? - Te preguntó cansada y tratando de mantener a flote la poca amabilidad que la quedaba en aquellos momentos, después de un día como ese.

Me había extrañado no ver a John venir con mi padre, pero enseguida pensé que quizás como no era un familiar no le habían dejado subir con él en la ambulancia. De todas maneras, en aquel momento no tenía tiempo para ponerme a pensar en eso: entre lo preocupada que estaba y todos los papeles que estaba teniendo que rellenar, tenía suficiente. 

En un momento dado, cuando ya llevaba un buen rato allí, apareció el médico para decirme lo que pensaban hacer. 

- Bien. Entiendo. - Respondí, pues la verdad era que en aquel momento, entendía que la mejor opción era lo que decía el médico. - ¿Puedo quedarme con él? 

Sí, no quería volver a casa y dejar allí a mi padre, así que por si se despertaba y necesitaba algo, me gustaría pasar la noche a su lado. A mí desde luego no me gustaría despertarme con esas pintas, dolorida y encima, estar sola. 

Miré arqueando una ceja por el tonito del tipo que no me gustaba nada y antes de apretar el botón tenía un arma apuntándome a la cara, lo que hizo que me congelara al momento.

¿Qué coño les pasa en este pueblo…?

Paseé mi mirada por los tres y fruncí más el ceño sobre lo de matar a una jovencita entrometida. Y claro, en ese momento debía callarme, más que la mujer se acercaba a mí y yo estaba bastante cansada después de tantos días de adultos tratándome con el culo.­

-¿Y qué coño vas a hacer? ¿Matar a una niña? ¿A eso vienes? Oh, que machito el tipo de dos metros que tiene que ocuparse de una niña con un arma- salió de mi boca sin pasar ningún filtro por ahí. –Menudo cobarde y seguramente seáis gente que hace cosas ilegales de base, entrando con armas en hospitales… Quizás en lugar de a los polis haya que llamar a los federales.

Idiota, idiota, idiota…

Di un paso hacia atrás con la mujer acercándose y apreté el botón para llamar a la enfermera igualmente. Porque era así de idiota perdida pero si me tenía que pasar algo que al menos fuera en un hospital. Todo era en parte por Héctor y por otra parte es que siendo adolescente no piensas de todo bien con esa mezcla hormonal que te frustra frente a los adultos y te da gana de darles pelea por cualquier cosa, para qué mentirnos.

Al fin le llegó su turno resultando una larga espera, estaba el hospital a rebosar lo que era mala noticia, en un lugar como ese las aglomeraciones eran la peor de las señales. Preguntó por Robert Williams y le confirmaron que estaba allí, aunque para su sorpresa aún no sabían la habitación.

"Faena."

Parecía que tenía que seguir esperando, así que aprovechó para coger la app y dejar un mensaje.

- Digame algo en cuanto pueda, por favor.

Comentó a la persona de recepción.

- Hermano, deja que me la cargue. - Fue lo que recibiste como respuesta a tus palabras por parte de aquel tipo.

Al tiempo que pulsabas el botón para llamar a las enfermeras, Hector se despertaba y perdiste el control.

El tipo del arma golpeó en la cabeza a tu chico dejándole K.O. para luego regalarte una mirada poco agradable para tu gusto.

La luz de que el botón había sido pulsado se encendió en la habitación al tiempo que la mujer se hacía contigo con gran facilidad. Estaba claro que la tía era una profesional por como te agarró, solo que no fue lo suficientemente rápida.

- No, Horus. Con el revólver no. - Respondió el hombre de la puerta. - No podemos llamar la atención...

Al tiempo que decían eso, la mujer te cubría la boca y la nariz con su mano, ensanchada sin duda por las sesiones de entrenamiento y golpes dados con esas manos.

Tus ojos miraban la luz del aviso a la enfermería y esta seguía encendida. Eso quería decir que aún no habían visto la llamada y no vendrían a tiempo.

El tipo de barba bajó el arma y la guardó de mala gana, mientras peleabas por soltarte y respirar. Viste como tiraba de las sábanas de la cama y despejaba la herida de Héctor.

- Es de ellos. No hay duda alguna. Deberíamos hacerlo ya y quitarnos el problema del medio. Prefiero cargarme a un humano antes que enfrentarme a un hombre-lobo. - Dijo el tipo de barba y miró al de la puerta. - No tendré que disparar... con la almohada bastará...- y eso fue lo último que escuchaste antes de caer inconsciente en los brazos de aquella mujer.

- Lo lamento. La sala de observación de urgencias es solo para pacientes. No le vamos a llevar a planta hasta que no veamos una mejoría o algo significativo que nos permita tenerle menos controlado.

El hombre miró la hora. - Quizás lo mejor que puede hacer es irse a casa a descansar. Aquí estará siendo monitorizado y vigilado constantemente y si ocurriese algo malo,  iría directo a quirófano puesto que no hay nada que rellenar ni hacer y alguien la llamaría para que viniese. Si todo va bien, le subiríamos a planta sobre las... ocho o nueve de la mañana y le mantendríamos todo el domingo aquí por si acaso, pero ya en una habitación.

» Es eso o esperar en la sala de urgencias, pero pasar la noche allí no es agrable. - Te dijo con sinceridad. - Usted decide. Se que es difícil, pero yo me iría a casa. Aún sin dormir, estará mejor que aquí.

En ese momento, el busca del médico pitó y lo miró. - Si me disculpa, me necesitan en otro sitio. - Te sonrió levemente a modo de despedida y se marchó.

La recepcionista tuvo que introducir varias veces el nombre que le diste en el sistema. O bien no salía o no sabía escribir Robert Williams sin cometer una sola falta.

Tardó un poco, pero al final dio con él.

- Aquí esta. Esta pendiente su ingreso, pero se quedará hasta mañana en observación, en urgencias. - La mujer alzó la mirada. - Es todo lo que puedo decirle desde aquí. Si quiere saber más, tendrá que hablar con algún médico...

Se quedó mirándote en silencio, por si querías algo más y en sus labios se dibujaba la necesidad de decir "siguiente".

Sentí mucha impotencia y rabia en ese momento pero no pude sino tratar de soltarme y removerme para que aquella tipa me soltara. Miré con angustia la luz de las enfermeras, que parecía darles todo igual.

¿Por qué no se dan más prisa?

Vi la herida de Héctor abriendo mucho los ojos y luego escuché lo que decía el tipo del arma. No podían matar a Héctor, claro que no podían. Al menos ese fue el pensamiento que tuve antes de que todo hiciera un fundido a negro y no viera mucho más.

Recibió la información de parte de la recepcionista del hospital y él agradeció que lo hubiera podido encontrar. Debía de ir a urgencias a buscarlo, lo que no esperaba era que Amber le escribiera para decirle que se iba. A esa chica le pasaba algo pues no parecía tener interés en relacionarse con nadie.

Con las bolsas en la mano ya solo quedaba moverse por el lugar más lleno que de costumbre, el hospital no era tan grande como para no poder llegar en unos minutos a urgencias y ya allí podría dejarle las bolsas a Robert. Después de eso no sabía a qué podría dedicarse, se quedó sin armas y sin planes.

Llegó hasta la zona que buscaba así que fue fijándose en las camillas, quizá lo tenían acostado en alguna parte y lo mismo tenía que quedarse con él ya que su hija, bueno, no parecía con intención de cumplir con sus responsabilidades.

Abriste los ojos tras notar un olor asqueroso en la nariz. Sentías que estabas en el suelo tirada y no sabías cuanto tiempo había pasado desde que te dejaron inconsciente, aunque llegaste a pensar que aquella mujer te mataría cortándote así la respiración.

Estabas aún despistada pero pudiste ver a una mujer con un rostro bastante más amigable a tu lado. Además, vestía con ropa del hospital. - ¿Estás bien? - Te preguntó al verte abrir los ojos.

Al irte a mover, te diste cuenta de que te habían puesto los pies en alto. - Espera un poco más. - Te dijo la mujer. - Deja que el cuerpo termine de despertar, no sea que te marees de nuevo.

¿Eso había sido para ellos? ¿Un mareo? ¿Acaso no estaban allí aquellos tipos? ¿Y Héctor?

Miraste a los lados. No. No estaban. Pero aún te quedaba la duda de si estaba Héctor bien o no. No había policía pero podría ser que aún no hubiesen llegado y viste como la mano de Héctor colaba en la cama.

- Supongo que te hiciste la valiente, miraste las heridas de tu amigo y al marearte, le diste al pulsador para llamarnos. - Te dijo la enfermera. - No es la primera vez que pasa. Vamos, te ayudaré a levantarte. - De dijo al fin, colocándose para que pudieses apoyarte en ella y ponerte en pie.

Caminabas hacia urgencias, con las bolsas con ropa para el padre de Amber, preguntándote donde estaría y si te dejarían pasar, cuando te tropezaste con la joven, quien caminaba a toda prisa y con la cabeza baja.

-Perdón. - Dijo inicialmente antes de reconocerte y pararse. - Vaya, John... lo siento. - Se disculpó al frenar su paso.

Entonces se dio cuenta de las bolsas en tus manos. - ¿Tragiste la ropa? Muchas gracias. - Trató de sonreir, pero se notó que no podía. - Pero quedará en observación hasta mañana... en una sala de esas donde no dejan estar a nadie, salvo pacientes y médicos... y quedarme aquí, hasta mañana sola, sin poder verle ni estar con él.

Eso por no añadir que era menor, mujer, no conocía realmente a nadie y que estaría más segura dentro de casa que en una sala de urgencias rodeada de desconocidos. - Las pruebas dicen que tiene una hemorragia interna, pero no dan con ella y al no tener aún su historial por aquí y no estar en condiciones de firmar nada solo pueden esperar y si empeora, meterle en quirófano sin consentimientos firmados, amparándose en sus leyes de salvar vidas... - Te contó bastante hastiada. - Lamento que hayas venido para nada. Pero cuando llegue a casa le prepararé la ropa para que la tenga lista para cuando salga. - Dijo con un breve suspiro al final.

Se notaba que se encontraba mal por toda aquella situación y más aún por tener que marcharse así. Pero parecía tener claro lo que iba a hacer.

Se cruzó con ella cuando parecía que se iba a casa, el joven mostró una pequeña sonrisa cuando le hablaba pidiendo algunas disculpas.

- No pasa, entiendo lo que sucede, ha sido terrible.

Dejó las cosas en el suelo delante suyo pues eran un poco molestas de transportar, además con la gente pasando alrededor iban chocando con las personas. John trató de observarla.

- Me imagino que estás cansada.

No iba a ser de otro modo, le había tocado ser parte de una de las locuras del pueblo y esperaba que su padre terminara bien en los días siguientes. Aunque tuviera unos huesos rotos, sanaría, lo importante iba a ser no tener hemorragias internas y no lo sabrían.

La gente seguía moviéndose de un lado para otro, así que recogió sus paquetes.

- Te acompaño la parte del trayecto que nos coincida.

Le expuso no queriendo dejarla sola, le gustaría hablar un poco mas pero le parecía que por su estado de ánimo debía de ser cuidadoso, dejando que ella hiciera lo que viera mejor. Si él tuviera a su padre en el hospital, bueno… estaban un poco distanciados últimamente y nunca tuvo mucho tiempo libre para él salvo para ir a misa o a eventos sociales que fueran parte de sus compromisos, eso creaba la sensación en él de que no fue lo más importante para su padre, de hecho ni hablaban de sus asuntos.

“Si acabara en el hospital quizás tendríamos tiempo para charlar más allá de la superficie.”

Visto de esa forma tendría su parte positiva, solo que era bastante retorcida la idea de querer que su padre acabara en mal estado para poder estar juntos. John prefirió atender a la chica y olvidarse de sus asuntos familiares.

Fruncí el ceño y miré al principio desubicada y luego con alarma. Me senté quizás demasiado rápido para la situación en la que me encontraba.

-¿Y Héctor? ¿Dónde están los tipos que había por aquí?  Dos hombres y una mujer, ¡iban armados!- hice un aspaviento y sentí otro mareo que hizo que tuviera que agarrarme a lo que más cerca tuviera.

Joder, ¿qué ha pasado?

Luego caí en el arma y me miré, tocándome brazos, piernas y abdomen. Tenía que comprobar que no me habían disparado a mí tampoco, no confiaba en una enfermera que pensaba que me había dado un mareo. Con las mierdas que se podían ver hoy en día en internet o por la tele, no creería esta mujer que me asustaría con una herida como la de Héctor.