Partida Rol por web

JAjaja! Me rio de ustedes, herejes!
Yo moriré, y ganaré un lugar en el paraizo eterno de Moloch!!Mi espiritu descansará eternamente en el infierno de Malevolge! Jajaja!

Al rato de haber identificado alguno de los objetos que habían conseguido el mago de fuego se despierta. En principio Owen no pensaba participar en el interrogatorio, sobretodo para que funcionara, ya que esa no era una de las habilidades que dominara.
No obstante estaba muy atento a todo lo que decia.

Tanto hablar de ese Moloch. Pero si no lo conoce nadie. ¿Quién es para que le tengas tanto respeto? ¿Qué ha hecho que sea importante para que le entregues su devoción?

Por lo que sabes, Moloch...un archidiablo que gobierna una de las capas del infierno...la de Malebolge...no promete un paraiso a sus fieles, sino más bien una eternidad de torturas y dolor entre las llamas de su capa infernal!...

- Ah, pero podrías no morir, o podrías perder la vida en algún ritual que ate tu alma a este plano como los fantasmas quedan atados, las formas de castigar de las iglesias benignas pueden ser menos espectaculares, pero no menos efectivas que las de los dioses malignos. Después de todo, si tú quieres morir, el castigo no será darte la muerte que ansías sino una muerte que evite que te juntes con el dios del mal al que adoras.

- La muerte no es la peor de todas tus opciones, ni remotamente. Yo no confiaría en ella como salida al dilema en el que estás atados.

He aguardado a que pasaran mis compañeros y a que todos hablaran con el brujo. Ha llegado mi momento. Siempre acompañado de mi pluma y mis papiros, me siento cerca suyo. No intento engañarle, caerle simpático o intimidarle. Le hablo francamente, con toda la sinceridad y la determinación que soy capaz de mostrar. Kasr esta tumbado, descansando del sofoco causado por el calor. Me mira curioso cuando me acerco al Brujo y al poco rato de oírme hablar vuelve a tumbar la cabeza.

-          Escúchame bien Gali. Ya estás muerto. Nada te va a librar de reunirte con Moloch dentro de un rato. – hago una pequeña pausa mirándole a los ojos – ya has visto quiénes somos y como luchamos. Tenemos la misión de acabar con cada una de las vidas que haya dentro de ese templo. Quizás lo consigamos, o quizás nos encontremos contigo en el otro lado antes de lo que esperamos. Pero – hago una pequeña pausa-  piensa por un momento en la posibilidad de que lo consigamos. Que logremos acabar con todos los vestigios de Moloch que haya ahí dentro. ¿Cómo se va a seguir extendiendo vuestra historia? ¿Cómo lograreis hacer que alguien vuelva a creer en Moloch? ¿ese es vuestro fin? ¿desaparecer sin dejar ningún rastro?  ¿Qué crees que pasara con Moloch si nadie sigue sus dictados? Es tu oportunidad de hacer que la gente sepa a quien adoráis y porqué. Si perecemos, tus palabras morirán con nosotros y tus compañeros habrán triunfado, si seguimos vivos, tus palabras seguirán llegando hasta los oídos de la gente  durante años… de cualquiera de las dos maneras, tu ganas ¿Qué eliges Gali?  Extiende la palabra de tu dios. Cuéntame  la historia de Moloch.

Observo impasible como mis compañeros interrogan al maligno hechicero, sin que ninguno de sus esfuerzos logre hacer mella en la voluntad del sirviente de Moloch, y como este me brinda lo que parecen ser una serie de insultos en una lengua que desconozco antes de amenazar a la joven sacerdotisa.

Después, tras ver como Henutsen se sienta al lado de nuestro prisionero y comienza a hablarle, le miro fijamente y pienso:

- No sé lo que tramas, joven druida, pero espero sinceramente que tengas éxito en tu empresa. -

Gali escucha al druida y rie...sin embargo, al parecer las palabras han calado profundo en el acólito de Moloch.

No lograrán acabar con nosotros! Puedo jurarles que caerán bajo el peso de nuestra fe! Jajaja!
Sin embargo, no me importa contarles el poder de Moloch. Hasta es pocible que al oirme acepten nuestra superioridad y se marchen de aqui, asustados como chiquillos ante el fuego! Jajaja!

El mago, comienza a contarles entonces la historia de Moloch en Qadira, detallando el dominio del archidemonio de Malebolge, su afición por los Golarion, y su promesa de paraíso para los verdaderos creyentes...*

Hace trescientos años, durante una de las olas de calor más feroz jamás registrada en el censo de largo del Emperador Padishah, el culto de Moloch, archidemonio de Malebolge y el llamado Dios del fuego, se extendió a través de palabras endulzadas a travez de los diversos mercados de Sedeq, Dimayen y de las pequeñas ciudades en el medio.

Algunas de las personas de Qadiran, temerosos de las tormentas de arena y temperaturas insoportables que se hallaban normalmente recorriendo el desierto, se abrazaron estos nuevos profetas con fervor y
miedo.
Los líderes del culto a Moloch argumentaron que el calor en sí era santo, una muetra a los habitantes de Qadira del paraíso,

Pronto, los Qadiranosse aderntraron caminando solos en las dunas, dando la vida al desierto inimitable, y
muchos jóvenes amantes Qadiranos se inmolaron con la esperanza de reunirse en el paraíso más allá.

Todos estos eventos aumentaron el poder del culto de Moloch ante los ojos del archidemonio de Malebolge.
Sólo los más valientes de estas almas extasiadas se atrevieron a buscar las agujas de la torre de la Ciudadela de la Llama, oculta en los hogares del culto en el sur de Meraz.

La mayoría fracasaron en su búsqueda, al perecer de sed o en tormentas de arena violentas y aumentando así el sacrificio al culto.
Otros fueron juzgados indignos y asesinados. Pero los pocos que pasaron la prueba, ardieron en un fuego tan intenso que transformó sus almas en criaturas de fuego....

El mago continua contando y ensalzando a su bien amado dios....Evidentemente está seguro de que podrá acceder a ese paraíso prometido por Moloch..
Sin embargo, es evidente que hay muchas cosas que no les cuenta, muchos secretos que prefiere llevarse a la tumba, aunque le cueste la vida.

Al escuchar el discurso del servidor de Moloch Owen no puede evitar sonreir.

Por qué todos los cultos malignos son iguales. Prometen una vida futura en un paraiso y luego realmente les dan una eternidad de torturas y dolor entre las llamas de su capa infernal. Por lo menos en este caso. Si es que no se puede hacer pactos con demonios.

En fin, ya tenemos lo que queríamos no veo que vayamos a sacarles mucho más a este tipo.

Bueno, despues de la sarta de tonterías que ha soltado el tipo, ¿alguien quiere preguntarle algo más?

He ido copiando todo lo que Gali ha dicho lo mas rapidamente posible. Cuando acabo me levanto mirando a los ojos al brujo

- No va a hablar mas. Ya esta preparado para morir. - digo alejandome de el - ¿Continuamos o descansamos hasta mañana?

 Dranger, realmente bastante reacio incluso a atender el torrente de tonterías del brujo se dedica a permanecer atento para lo que pudiera ser.

 Finalmente, cuando parece que ya no es capaz de aportar nada, algunos han necesitado perder su tiempo en escucharlo para descubrirlo, el enano se acerca de nuevo. Esta vez un cuchillo de cortar chirizo se encuentra en su mano, no el hacha.

 - Ven que tengo un billete que te mandarrá junto a tu chispita. Serrá indolorro y rrápido, mejorr de lo que te merreces, perro me siento bondadoso.

 Sin más, el enano tira hacia atrás la cabeza del chiflado y desliza el filo de la hoja por la garganta, la vida del brujo se escurre por la nueva sonrisa...

Leila mira al enano, claramente enfadada.

- No debiste hacer eso, maldita sea. Claro que tenía muchas cosas que contar y si me hubieses dado tiempo habría terminado por convencerle. No tengo tu fuerza, pero no desdeñes el poder de la palabra. A tipos más duros que este mequetrefe jactancioso he convencido de que me contasen sus secretos.

La sacerdotisa dio la espalda al guerrero para controlar su furia contra él.

- Los dones de mi señora no son gratuitos, las sanaciones que os ofrezco no son un poder mío, sino un regalo de mi señora, que me será retirado si los utilizo para sanar a gentes que mata enemigos a sangre fría, porque eso es precisamente lo que hacen los chiflados como éste, y mi misión es combatirlos a ellos. Si deseas las curaciones de mi señora, te ruego que no vuelvas a hacer algo semejante. Ya te he dado dos motivos, espero que los tengas en cuenta.

 Dranger limpia el filo de la hoja en los ropajes del difunto brujo, mientras escucha las airadas palabras de Leila.

 - Si no quierres usarr la grracia de tu diosa conmigo no lo hagas, mujerr.- Dice simplemente.- El fanático ese ya dijo todo lo que nos tenía que decirr, tenerrlo más tiempo hubierra sido una pérrdida de tiempo y rrecurrsos. Y si a sido una muerte a sangrre frría porr lo menos ha sido brreve y limpia. Mucho mejorr de lo que nos habrría dispensado él.

 Tras guardar el cuchillo mira de nuevo a la joven.

- No es que no desee usar la gracia de mi diosa contigo, es que si la uso la perderé, pues mi diosa no acepta ese tipo de muertes. Y me alegro que sepas que ya no tenía nada más que decir, supongo que tendrás alguna clase de capacidad premoritoria, porque yo sí creo qeu tenía más que decir y que podría sacárselo con algo más de tiempo.

La sacerdotisa no esperó nueva réplica, como buena aficionada a la escenificación se dio media vuelta y caminó alejándose del guerrero.

 Dranger, normalmente parco en palabras, ya había gastado demasiado saliva.

 Mujeres... no deberían de salir de las casas. Es antinatural que vayan por allí exponinedose a los peligros... y complicando las cosas como estas. ¡Vah!

 El enano tomo de nuevo su hacha y no le dió más importancia al asunto. Sus ojos buscaron el firmamento haciendo una apreciación acerca de cuanto tiempo les quedaba de luz.

- No merece la pena que discutais. Cada uno tiene que seguir sus propios designios y ser consecuente con ellos - ya he guardado mis papiros en su funda correspondiente y a continuacion recojo mi cuerda del cadaver inerte de Gali - disculpa si nuestros actos han ofendido a tu diosa Leila, intentaremos que no vuelva a pasar. Creo que todos estamos lo suficientemente bien como para volver dentro e investigar esa sala que he visto desde donde Gali se escondia... y a partir de alli poco a poco ¿que os parece?

Owen se limita aobviar la pelea dialectica entre la clérigo y el guerrero. Si bien es verdad que no sería capa de maar a alguien así a sangre fría, estaba claro que el seguidor de Moloch tenía pensado algo peor para ellos.

Así que el mago se sentó en un lugar con sombra mientras volvia a retomar los objetos que le quitaron al acolito. No había podido identificarlos todos, pero las pocimas eran utiles.

Escuchad, entre lo que llevaba el tipo ese hay un par de pociones de curación, una más potente que la otra. El resto tendrá que esperar a que estemos en un lugar calmado para poder examinarlo detalladamente.
Yo se las daría a Leila, bueno al menos una. La otra la guardaría para el caso que haya que usarla en ella.

Escucho, en completo silencio, la pequeña discusión surgida entre en el enano guerrero y la joven sacerdotisa, mientras guardo cuidadosamente la daga que había desenvainado.

Después, tras observar como Leila se separa del grupo, ligeramente disgustada, me acerco sigilosamente a Dranger y le susurro:

- Sé que ese maligno hechicero ha conseguido ponernos a todos un poco nerviosos, y que es facil hacer hervir la sangre de los enanos, pero en el futuro tendréis que tener cuidado con vuestros actos, joven guerrero. No sería bueno que el mundo recordase a los miembros de la facción de Andoran como gente que va cortándole el cuello a los enemigos que no pueden defenderse. Además, Leila es todavía demasiado inexperta, y no me gustaría que se asustase demasiado al ver como nos comportamos. -

Después, tras finalizar mi pequeño monólogo y escuchar las palabras pronunciadas por Henutsen y Owen, me dirijo lentamente hacia el lugar en el que se encuentra el mago y digo:

- Creo que el druida tiene razón. Quizá deberíamos investigar un poco más de la ciudadela antes de descansar definitivamente. Por cierto, Owen, ¿todavía lleváis encima las dos flechas que encontramos en el cadaver del exterior?. Si es así, y si ninguno de vosotros tiene inconveniente en ello, me gustaría poder llevarlas yo en mi carcaj. -