Partida Rol por web

Ante una mirada de Lord Stark la muchacha supo que debía hablar allí y ahora, así que sin más ceremonias se dispuso a exponer el mensaje que su tío había dispuesto para ser entregado al guardián del Norte.

- Lord Stark, vengo en nombre de mi tío, Lord Mormont para informar de que la situación en la Isla del Oso ha sido sobrepasada por los ataques continuados de Los Hijos del Hierro, por eso solicita vuestra ayuda para poder defender el oeste. Nosotros, vuestros fieles vasallos, siempre hemos luchado con lealtad, ferocidad y con honor por el norte, pero la situación se ha desbordado, muchos han muerto, hasta el punto de tener que poner a jóvenes imberbes al frente de batalla cuando aún no han sido entrenados lo suficiente como para sujetar un arma. Nuestras tierras están siendo asoladas y cayendo el flanco del oeste, el norte podría ser invadido. Es buen momento de reforzar esa brecha e impedir que los enemigos avancen, pero para ello necesitamos un ejército capaz de contener a los saqueadores. Nuestro destino depende de vos...

Ya estaba dicho, Jonelle no era precisamente la persona más persuasiva para convencer a nadie de nada, pero era de confianza para la familia, y por lealtad podría jugarse la vida. Si recibía un sí, marcharían a su amada isla, si le decían que no..., entonces... su propia integridad física correría peligro, no iba a contentarse con una negativa.

Al escuchar la situación de las tierras de los Mormont, en mi mente comienzo rápidamente a visualizar el movimiento de las tropas y la bastedad del territorio por proteger. Las posibilidades del enemigo, y nuestra propia situación precaria.

La irrupción de uno de los familiares de los Glover toma a Lord Stark por sorpresa, si bien no se muestra perturbado por ello. Únicamente responde con un mudo asentimiento y una penetrante mirada a Harlbard Glover, no dando demasiada importancia al asunto. A fin de cuentas, Beron Stark es un hombre bien educado y sabe que bajo el techo de su anfitrión ha de obrar con cordialidad frente a su familia.

Sin embargo, cuando este le presenta a la bastarda de Isla del Oso su expresión no parece mejorar demasiado. A fin de cuentas, abordarle con peticiones en el patio delante de sus vasallos y sus gentes es algo precipitado y poco prudente, pues le pone en la tesitura de tener que dar una respuesta enérgica a un asunto delicado que podría haber esperado a un lugar más conveniente. Pese a ello, tiene en buena estima a los Mormont y sabe de lo vulnerable en el ámbito estratégico que es la Isla del Oso, por ello obvia la imprudente forma en la que se han dirigido a su persona.

— Levantaos, nadie se arrodilla en el Norte desde hace más de doscientos años. — Son sus palabras, pues no es un rey hacia quien se dirige. Su tono, no obstante, va acompañado de una risa a la que se une suavemente el séquito. Esta claro que la ceremoniosidad ha sido exagerada y Jonelle Nieve no tarda en convertirse en el blanco de la risa de los poderosos. Mas esta no llega a descontrolarse, pues el fuerte tono del Stark vuelve a escucharse en el patio.

— No temáis por vuestro hogar, devolveremos a los hombres del hierro al mar con el rabo entre las piernas. Después de la batalla no les quedará fuerza ni espíritu para cometer fechorías en la Isla del Oso. Ni en Bosquespeso — Asegura, incluyendo la petición de Jonelle dentro del mismo problema, es decir, no dándole prioridad específica. — Como le decía a Lord Glover antes, los barcos de nuestros aliados Lannister zarparon hace semanas hacia las Islas del Hierro. La frota de Dalton Greyjoy está mermada en el sur, y sus días contados. — Ilustra con un deje de orgullo. Mas ¿Quién no lo estaría de haber conseguido una alianza tan fuerte como aquella?

Dicho aquello, Lord Glover seguido por la nobleza norteña penetra a través de la recepción en dirección al interior del torreón. Podéis escucharle alabar la cerveza y el aguamiel de su bodega, por lo que no cuesta imaginarse que lo que se propone ahora todo el séquito es saciar su sed tras un largo viaje.

En la mente de Arlan Woods, de afilada táctica, la situación es evaluada con rapidez. La Isla del Oso cuenta con buenos bastiones naturales y su acceso no es sencillo para quien desee hacerlo como enemigo. Mas, está claro que para enviar cualquier clase de ayuda es necesario cruzar el estrecho de mar que la separa del continente. Y para ello hacen falta barcos. Al menos decenas de ellos para un ejército como aquel. En Bosquespeso no hay tales barcos, ni parecen llevarlos consigo los Stark en su marcha. Cierto es, que los invasores lo harán a bordo de sus rápidos barcoluengos.

Muevo la cabeza en franca negación. Ya habrá tiempo para mover las tropas y prepararnos para la batalla.

Tras dejar avanzar al séquito Stark y Gover me dirijo a mis hombres. Mi deber es asegurar que tienen un buen lugar para descansar y preparar sus cosas. Luego iré a comer con los demás.

Jonelle no se demoró ante la orden de Lord Stark y se levantó, siendo mofa de quienes estaban allí reunidos, era un buen momento para tragarse el orgullo, al fin y al cabo, mejor pecaba de exceso que de defecto, aunque no podía negarse a sí misma de que dolía y que, a pesar de que debería ya estar acostumbrada a las burlas, insultos y desprecios, le costaba no sentirse una miserable.

Lord Beron explica que los Lannister iban con barcos para atacar el hogar de los Hijos del Hierro y con ello destruirían el problema que asolaba la Isla del Oso, así como el de Bosquespeso. Jonelle no podía discutir ese argumento, y en definitiva había cumplido con lo dicho por su tío, pedir ayuda a Stark, tras la petición realizada ya no tenía motivos para quedarse en un lugar donde claramente sobraba, sería bueno partir a su tierra para luchar y dejar atrás las bromas que tendrían aquellos hombres cuando se emborracharan y comenzasen a burlarse de ella no solo por hincar la rodilla, si no por el hecho de ser una mujer de armas, no se retiraba por cobardía, si no por la prudencia de no reventar la cabeza de nadie.

- La casa Mormont agradece vuestra presteza señor. Parto ya mismo hacia mi hogar para comunicar la resolución de la petición... - la comitiva se dirigía hacia el interior del torreón, pero Jonelle tomó el camino al establo para coger su caballo, levantando la cabeza con el poco orgullo que aún quedaba vigente dentro de su ser.

Al ver que la bastarda se va, no puedo menos de escupir y lanzarle una puya.

-Mujeres y bastardos. Nada de estrategia, nada de inteligencia y nada de honor.

Una cosa era burlarse de su falta de oratoria, o por ser mujer de armas, o de hasta ser bastarda, y también admitiría que quizás no era la más inteligente del mundo...pero... ¿cuestionar su honor?... ¿la de ella?.... ¡hasta ahí podía llegar!

Y sin mediar palabra la mujer cruzaría una línea que le llevaría a tener repercusiones, pero no iba a contenerse, no en aquel instante. Se giró hacia Arlan con clara intención de darle un puñetazo en la boca que le tirase los dientes abajo

Al parecer aquella bastarda tenía algo de orgullo. En el momento en que continuaba acomodando a mis hombres se acerca como una furia para propinarme un golpe. Si bien un leve gesto de mi hijo me advirtió del peligro, aquella mujer logro tocarme el rostro. Retrocedo un paso para recomponerme y sostenerme ligeramente la mandíbula. Sin levantar la voz le digo a mis hombres.

-Deténganla.- No pienso ensuciarme las manos con ella.

El puño de la bastarda logra dar en su objetivo, y si bien los reflejos del Woods son rápidos, la diferencia de edad se inclina a favor de la mujer. Aunque impacta y logra hacerle algo de sangre en el labio, no hay daño mayor que lamentar. Viendo a su señor en un incómodo apuro, los hombres de los Woods se lanzan a detener a la bastarda, quien pronto tiene varios pares de manos aferrandola...

Los guardias de los Glover y otras casas miran perplejos la situación, sin querer inmiscuirse en la querella que parece haberse atajado.

No puso resistencia a ser detenida, se había dejado levar por el impulso y aquello no era bueno, pero ver el rastro de sangre en el labio le dio cierta dosis de satisfacción, la que le quitarían en la Isla del Oso cuando regresase y supiera de su "proeza". Definitivamente el destino no estaba con ella, los dioses parecían haberla abandonado o puede que no rezase fervientemente ante el arciano, algunos no haciendo grandes proezas en sus vidas tocaban el máximo de los honores con sus manos y ella..., bueno, era lo que era, tampoco se le podía pedir más.

Jonelle podía haber hecho un chiste sobre que era la primera vez que estaba rodeada de tantos hombres, pero quiso ahorrarse el comentario, lo que le faltaba era que a su larga colección de motes añadiesen también el de furcia.

—¡BASTA!

La voz de Gillian resonó en la estancia y cortó de raíz los murmullos que comenzaban a elevarse de entre quienes presenciaban aquella vergonzosa escena. Con los puños apretados, avanzó dando dos grandes zancadas hacia el lugar donde los hombres de Woods sujetaban a la bastarda de los Mormont.

—Soltadla ahora mismo, es una invitada de Bosquespeso y nadie le hará daño mientras se encuentre bajo mi techo... —y volviéndose hacia la joven Jonelle, añadió con un tono lleno de frialdad: —Y mucho menos permitiré que una dama se atreva a golpear a uno de mis invitados como si esto fuera una taberna.

Trató de controlar el enojo que ardía dentro de su pecho. No tenía bastante con la complicada situación en la que se hallaban debido a los invasores isleños que encima tenía que enfrentarse a situaciones como aquella en su propia casa y delante de la mitad de los vasallos del Norte y Lord Stark.

—Y ahora vamos a comer y a beber, no es una orden tan complicada y estoy segura de que todos sabréis cumplirla a la perfección, o al menos es lo que espero de las gentes del Norte.

Y tras decir aquello, se dio media vuelta para dirigirse a la gran mesa reservada a los Glover en el comedor, esperando no tener que volver a poner orden.

Marya siguió el desarrollo de los acontecimientos, ya se disponía a coger los vuelos de su vestido para seguir a la comitiva cuando vió el intercambio de palabras entre Jonelle y Arlan. La osa ya había levantado la mano para castigar al hombre, así que solo pudo observar lo que sucedia, y ver a su madre intervenir como debia ser.

Finalmente, alzando su dulce voz, que encontró un tono más grave de lo habitual para quienes estaban acostumbrados a escucharla.- Si quereis pelear, ¡guardad las fuerzas para el enemigo!.-Dijo airada, tomándose como una ofensa que ambos hubieran osado llegar a las manos aquí y ahora. -Jonelle Nieve.-Dijo, no le importaba usar Nieve para que se acordase de qué era.- Si quereis medir vuestra fuerza, quedaros aquí y servid bajo uno de los estandartes que hoy nos acompañan. Podréis enseñar a los imberbes soldados cómo se maneja un arma en el fango y la sangre del campo de batalla.

Chisteo ligeramente al escuchar a las mujeres. Si bien, debo obediencia por mis juramentos y no pienso incumplirlo, si tengo algunas cosas que decir. Mujeres, hablan tan fácilmente de la guerra porque nunca han estado en medio de una de ellas. Y sin embargo, como una jauría de perros se lanzan todos si ladra uno.

-Te lo repito, bastarda. No hay nada de honor, si atacas a alguien por la espalda por decirte tus verdad. No tienes nada de inteligencia, y mucho menos entiendes de estrategia. - Señalo rápidamente al grupo de soldados que se encuentra en el patio. -Cualquiera de estos hombres, incluso el más joven de estos niños de verano, cómo tu les dijiste vale mucho más que tú. Ellos saben perfectamente cuál es su lugar y cual es su deber. Saben que tiene que marchar y tienen que lucha juntos. Saben que tienen que mantenerse fuertes y tragarse el miedo si fuera necesario, pero saben que tiene que cumplir un deber por su señor, por ellos mismos y por su familia.

Y luego, estás tú. No se con que malas artes habrás convencido al hermano del señor para que pusiera el honor de su casa y el orgullo de su hermano en semejante aprieto- mi mirada refleja  desdén por aquella muchacha junto con un poco de coraje. -Aunque puedo perfectamente imaginármelo. Encima, te presentas en nombre de tu tío, Lord Mormont, y en lugar de comportarte por respeto a su persona, te pones a dar espectáculos. 

Así que, cuando Lord Stark pregunten a detalle por la situación de la Isla del Oso, o quiera saber como está la situación en la costa, dejarás a  Lord Glover explicar que la bastarda de la Isla del Oso es una cobarde que se fue a llorar sabrán los dioses dónde, porque no le cumplieron su capricho.

Con el coraje atravesado escudo al suelo y con un gesto le indico a mis hombres que la suelten.

-Un puñado de mis hombres, te detuvo sin ningún problema. No te resististe y agachaste la mirada. Dime, ¿cuánto tiempo aguantarás hasta que los krakens te saquen todo lo que sabes a punta de golpes? ¿o acaso lo harás cuando toda la maldita tripulación de uno de esos barcoluengos hayan pasado por primera o segunda vez por encima de ti? Les dirás como llegar y sorteas las defensas de la Isla del Oso con tal de que paren. O precisamente, para que no paren les dirás cuantos valientes hombres se han reunido hoy para proteger estas tierras de sus incursiones.

¡Y no te vayas a poner a llorar! Si te atreves a vestir como hombre, piensa aquellos que servirán con lealtad con su lanza y su escudo. Ellos saben que si la situación es difícil no retrocederán como cobardes y soltarán sus armas. Se mantendrán fuertes, se mantendrán firmes. Y sobre todo, se mantendrán juntos. Lanza con lanza. Escudo con escudo. Cumpliendo su deber y sabiendo que quien se encuentra junto a ellos los protegerá de las flechas y de las armas enemigas, y que si en la batalla deciden huir dejarán desprotegidos a sus hermanos, a sus compañeros.

Pero anda, ve con el resto de las mujeres, y enseñales a los "inberbes" lo que sabes y lo que tienen que aprender. 

Mi giro con el rostro todavía hecho una furia y con los colores en el rostro me dirijo a mis hombres.

-Terminen de alistarse y dejen en paz a esa bastarda. Tenemos mucho por delante, así que si ya terminaron de acomodarse terminen de preparar sus pertrechos y poner todas sus cosas y sus armas en orden. No están en un campo de paseo con su madre. Si Lord Glover o Lord Stark nos requieren así sea la mitad de la noche, debemos de dar el ejemplo y estar listos.

Sin muchas ceremonias me giro hacia las murallas. Necesito revisar las defensas y tomar un poco de aire.

Primero su cuñada, y ahora su sobrina, ¿es que no podía hablar en esta casa? No pudo interceder por la mujer, apretó los dientes en una furia marcada.

Que los otros os lleven. 

Pensó con rabia, pese al rostro impoluto, estaba casi cegado por la rabia, una vez la chiquilla se alejó de la mujer, este procedió a acercarse, y cruzar unas palabras con ella no sin antes que Arlan soltara todos sus pensamientos, miró al vasallo con fuego en los ojos, estaba a punto de causarle por insubordinacion, pero lo dejó pasar, sin más, se acercó a la bastarda. 

-Yo...-

Respiró hondo para calmar su mal humor, pese a que no se notaba, esperó a que se alejaran un poco para poder hablar con calma. 

-Le debo una disculpa lady Jonelle, pensé que apresurar la reunión con Lord Stark ayudaría a su causa, pero al final, fui perjudicial, haciendo más mal que provecho, pido humildemente que me perdone, a cambio, le garantizo ser el porta voz de sus designios, e interceder en tu nombre con el guardián del norte, doy mi palabra de honor en su presencia-

Ofreció la disculpa, y la promesa de ser la voz en su misión de pelear contra los hijos del hierro. 

Y un chillido hizo callar hasta al más hablador de cuantos allí estaban reunidos. Y tal fue la magnitud de aquella voz que hasta los maestres redactaron los milagros de Lady Gilliane que hizo a los sordos escuchar.

La orden fue clara, debían soltarle de inmediato haciendo honor aquella mujer de cierto grado de justicia, tocándole posteriormente el turno, siendo reprendida por sus acciones.

- Lamento mi proceder, no se repetirá, señora.... - dijo Jonelle respirando en profundidad, buscando calma interior, aunque iba a ser complicado, pues la joven Lady Marya dijo unas palabras muy poco adecuadas para alguien que ya tenía a quien servir por lo que para la guerrera fue un claro gesto de burla, más cuando la palabra fango se asociaba a su persona-...Señora, yo ya tengo estandarte por el que luchar... - su tono fue seco y se mordió la lengua, le habría encantado decirle que al menos en las islas ninguna de sus hermanas de alta cuna se lamentaban por hacerse un rasguño en el dedo.

Lo que fue un verdadero martirio era escuchar las palabras de respuesta que le daba Arlan, volviendo a escuchar de que no tenía honor, de que atacaba por la espalda y que era estúpida. Más allá de eso atendió unas palabras que hacía tiempo no le repetían, que cualquier otro tenía más valía que ella misma. Se callaba, apretaba los puños, la mandíbula pero se callaba. La señora lo había dispuesto así y acababa de asegurar de que no se repetiría.

Arlan era experto pinchando y provocando, dándole donde más le dolía, así que ella optó por dejar de escucharle mientras su miraba en la lejanía, justo donde un grupo de muchachos jugaban a luchar, ella sonrió levemente, quizás la mejor parte de su existencia era cuando tendría aquella tierna edad, no era consciente aún de lo que suponía ser una bastarda, en aquellos tiempos creía en la magia y en que con esfuerzo todo se podía conseguir. Falacias de niña ingenua.

Todos escuchaban que Jonelle era experta en malas artes, que dejaba mal el nombre de su casa, que era una cobarde, que entregaría a los suyos por miedo al combate, siendo finalmente mandada con las mujeres, completamente humillada, allí nadie iba a ponerse de su parte, estaba mal golpear, pero no insultar a una invitada desde todos los ángulos posibles, era lo que tenía no ser nadie. 

La tensión del momento continuaba en ella aún cuando el viejo gruñón se apartó para hacer cosas mejores que importunarle... Entrar ahora al salón no era una opción, se sentó en una parte del patio, sobre un fardo de paja para templar los ánimos, aún no comprendía cómo había conseguido controlarse para no sacar el hacha y matar al viejo allí mismo... Quizás fuera porque todo lo dicho era verdad, excepto lo de la cobardía..., eso jamás.

Halbart se acercó a ella y Jonelle atisbaba ya otra fuente de problemas, cada vez que el tipo abría la boca se encontraba con una mala situación, pero era su casa y no podía rehuirle, que era lo que más le apetecía en aquel instante.

- No mi señor..., la disculpa a la casa Glover debe venir por mi parte, he empleado la violencia siendo invitada, ha sido impropio.... - ¿por qué diablos no mandó su tío a uno de sus hermanos más capaces en  habilidades sociales?... Es como si quisiera quitársela de en medio -...mi señor..., le agradezco sus intenciones - le miró a los ojos, cuando creía todo perdido aparecía él y le tendía una mano -... aunque he creído comprender de que Lord Stark dará con la solución al problema de la Isla del Oso.... - y es que ella no se percataba por las capas de cordialidad de lord Beron de que su problema no era de sus prioridades.

Jonelle permaneció callada, no deseaba importunar mucho más, a pesar de que al menos en aquel día, pudo sonreír de corazón gracias a la presencia de Halbart Glover, un amigo entre lobos siempre era de agradecer.

Ellys se mantuvo en segunda línea de las conversaciones, como caballero a sueldo de la familia no era su lugar presentarse ante el guardián del norte. Aunque conocía algo las costumbres del norte él no ponía tanta importancia a las antiguas tradiciones como aquellos norteños pero se alegraba de que a él si le hubieran el salvoconducto de la sal. El señor Glover era tal y como contaban todas las historias de los señores del norte, ya desde el principio le calló mejor que su mujer. Esa señora estirada daba miedo cuando se ponía a dar órdenes. 

Comenzó la recepción, al poco una de las primeras en presentarse gracias a la intervención del Halbart fue la osa bastarda. Los ojos de Ellys se pusieron como platos, por algún motivo los osos habían mandado a una mujer bastarda allí, por algún otro motivo el hermano de lord Glover la presentó como si fuera alguien noble y el momento culmen fue cuando ella misma golpeó al noble de la casa Woods en la cara. Un escándalo así y delante del Stark era algo que Ellys se alegraba de no estar en el pellejo de la bastarda. - Debe de ser la sangre bastarda, les debe volver amantes de las locuras. - Fue el único razonamiento que él pudo tener. 

Pensando que serían las órdenes más directas, Ellys echó la mano al arma listo para desenfundar y retener a la bastarda para ser llevada a prisión. Pero de nuevo aquella situación le volvió a sorprender, los Glover la perdonaban e incluso la pedían perdón. Debía ser el frío que volvía extraños a la gente, pues en el sur aquella situación habría acabado enviando a la bastarda atada de cadenas al muro. 

El caballero no pudo más que asentir ante las palabras más sensatas de aquella sala, el señor Woods parecía alguien digno de su título. Volviendo a soltar el pomo de su arma, recogió la jarra de cerveza y dando un codazo le comentó al cazador que tenía al lado. - Menuda se ha librado la bastarda, otra casa la habría matado ahí mismo por haber hecho menor insulto a otro noble. No se si son los Glover que son raros o si todos los señores norteños son igual de extraños. 

Cogiendo otra jarra llena de cerveza se acercó a la pobre bastarda que se había separado un poco.- Toma toma, creo que te vendrá bien beber un poco para pasar el mal trago, cómo se te ocurre presentarte delante del señor la primera ante todos los nobles que vienen a la guerra y para terminar atacar a otro noble. Debes estar bendecida pues en cualquier otra casa te habrían matado ahí mismo y aquí hasta te han pedido perdón. Mira que he servido a otras casas antes, pero nunca había presenciado una locura mayor. Eres una bastarda con mucha suerte o estás muy loca. - Dice entre una sonrisa de oreja a oreja, aquella muchacha había conseguido que todo el mundo la reconociera.