Partida Rol por web

...coooooooññññññññoooooo.

Hizo un gesto para que se apartase un poco: si les recibían a tiros aquello no iba a ser bueno para nadie. ¿Eran un grupo y uno estaba mordido? Jodido, pero tenía que pensar en que varias personas servirían mucho mejor para poder entrar que dos. Incluso estaba dispuesto a repartir la comida que tenía entre cinco que entre dos, si la otra perspectiva era no poder entrar. Y ahí estaba, calculando si le compensaba no dejar que la gente se muriera de hambre a cambio de que le echaran una mano. Se puso a un lado de la puerta (el lado por el que se abría) para quitarse de delante por si eran entusiastas y habló.

-¿Hola? ¿Hay alguien más aquí?

No le quitó el seguro a la pistola, porque no lo llevaba puesto, pero lo hubiera hecho de otra forma.

             Marcos ata a Alberto. Él se deja hacer, se siente amargado y una especie de carga para todos, pero el hecho, aunque sea sólo una pequeña esperanza que mañana temprano, en ese hospital haya algo parecido a una cura lo hace querer seguir viviendo. Eva también está con algo de ilusión, no quiere que ninguno de ellos muera. Se ha llegado a encariñar y están tan cerca. Charlie se sienta en una silla, cansado. Piensa en Laura pero no puede hacer mucho por ella sólo esperar que esté bien cuando vuelvan con lo que sea que vuelvan.

           En ese instante la voz de un muchacho resuena tras la puerta.

          -¿Hola? ¿Hay alguien más aquí?

La voz inesperada me hace dar un pequeño salto mientras estiro la mano para coger el stick. No esperaba oír una voz y menos al otro lado de la puerta. Además no se molesta en llamar primero con suavidad o en susurrar, el muy idiota habla en voz alta. ¿Cómo coño ha sobrevivido aquí todo este tiempo?, pienso sin salir de mi asombro.

Me giro rápidamente hacia Charlie y Eva llevándome el dedo índice a los labios para indicarles que guarden silencio, mientras me acerco con sumo cuidado a la puerta, para intentar otear algo por la mirilla antes de responder o hacer nada.

Marcos vio algo que no esperaba: del otro lado de la puerta principal del departamento había un joven de barba incipiente, una chica de cabello oscuro y ojos almendrados (vestida con un jean y un sujetador y sosteniendo a un bebé de color entre sus brazos) La chica sostenía en una mano un martillo y miraba alrededor con ojos asustados. No parecían peligrosos, más bien similaba una especie de familia disfuncional.

Miro durante un instante por la mirilla y me giro para mirar a los demás llevando un dedo a los labios para indicar silencio, a continuación señalo a la puerta y levanto tres dedos, después me señalo a mi, señalo a Eva y hago el gesto de acunar a un bebe con los brazos, para indicar a mis compañeros lo que hay al otro lado de la misma. Tras esto vuelvo a señalar a Eva y después señalo un lugar desde el que ella pueda vigilar la puerta con algo de cobertura, una esquina, un mueble o algo similar, también hago un gesto con la mano para simular que es una pistola y la levanto como si estuviera apuntando hacia la puerta. Esperando que me entienda los gestos.

- Cu bre me - Vocalizo más que susurrar hacia ella.

Después espero a ver como reaccionan los demás antes de responder o abrir la puerta.

                Eva abre los ojos como platos cuando Marcos hace el gesto de acunar. Entiende que el chico está pidiéndole que la cubra así que se posiciona delante de la puerta pero de costado a ella, de manera de no ser vista cuando se abra pero de poder disparar si fuese necesario. No que lo quiera, un bebé en medio de esta hecatombe le parece casi milagroso.

                Por su lado Charlie se alza de hombros y se pone del otro costado. Él sólo tiene un palo y no piensa usarlo si no hay muertos o locos del otro lado. Respecto a Alberto sigue atado y no tiene deseos de ver ni lo positivo ni lo negativo de la situación. Demasiado le recorre la cabeza.

Asiento con gesto sombrío ante la reacción de Eva a mi gesto de acunar un bebé y espero a que tanto ella como Charlie se posicionen antes de agarrar la manilla de la puerta con la mano izquierda mientras sujeto con la mano derecha el stick en su zona media, justo en la zona por la que te dicen que no debes cogerlo para jugar, pero que resulta ser el mejor sitio para tener movilidad en un espacio tan reducido y poder usarlo tanto para golpear como para bloquear.

Una vez listos, miro a ambos y levanto el brazo derecho para que se vea bien, después levanto tres dedos, sujetando el stick sólo con el pulgar y el meñique, para  a continuación ir bajando dedo a dedo, en una cuenta regresivas, hasta que al bajar el último dedo cierro el puño con fuerza sobre el stick y preparado tanto para atacar como para defenderme abro la puerta de golpe, usando un pie par detenerla, dejando que se abra lo justo para que puedan pasar pero dejando la mano izquierda libre tanto para hacer señas como para volver a cerrar la puerta y cargar contra ella para cerrarla del todo.

La puerta se abre de golpe, violentamente, hasta ser detenida por una bota de tipo militar dejando el hueco justo para que los que están en el pasillo puedan entrar de uno en uno y medio de lado por el hueco que queda libre.

A través del hueco de la puerta se puede vislumbrar a quien ha abierto la puerta, un joven con barba descuidada vestido con lo que parecen ser los restos de un uniforme, con la mano derecha sujeta un stick de hockey a media altura, listo para ser usado y con la izquierda, la mano que ha abierto la puerta, les hace un gesto llevándose el dedo índice a los labios, sin decir ni una palabra. Después, esa misma mano, hace un gesto para que entren en el piso por el estrecho hueco de la puerta.

Al otro lado de la puerta no había nadie. Al menos no eran idiotas. El problema, para Gasera y Lourdes, es que lo mismo podían pensar ellos de los que estaban al otro lado.

"...es todo o nada"

Asintió. Fueron pasando con cuidado: seguía llevando una pistola, y si bien posiblemente no pudiera vaciar la habitación, alguno podía llevarse una sorpresa. Confiaba en que eso bastara para relajar los ánimos, porque quien más quien menos sabía que la confianza es un riesgo. Primero entró él, con la pistola, pero no hubo problemas*. El tipo llevaba unos vaqueros desgastados por el uso y una camiseta negra demasiado nueva como para creer que la llevase hace mucho, junto con una mochila y unos protectores para las muñecas del decatlón. Después pasó su compañera, que llevaba un hacha y, aparentemente, iba en sujetador.

-... -les devolvió la mirada- Bueno.

La traducción era clara "bueno, no hay nadie muerto, así que yo llamaría a esto un éxito, ¿quién empieza?".

Me muevo lo justo para que puedan pasar y los observo mientras entran estudiando sus movimientos y su actitud.

Una vez que han entrado el hombre habla en voz alta y le hago un gesto raudo con la mano izquierda, levantando la mano con la palma abierta hacia él antes de llevarme nuevamente el dedo índice a los labios. 

Con movimientos lentos pero seguros cierro la puerta con sumo cuidado para que no haga ruido. Mientras lo hago expongo mi espalda a los dos que acaban de entrar. Una vez cerrada la puerta me vuelvo apartándome de ella y susurro:

- No es buena idea hablar en voz alta, menos aún en un pasillo, ¿no has aprendido nada esta temporada? Yo soy Marcos, y aquí están Eva, Charlie y el de la silla se llama Alberto. ¿y vosotros? ¿Sabéis algo del hospital?

¿Huh? Los vagabundos no escuchaban voces humanas, no si no les gritabas o había muchos, y los vagos pasaban de todo hasta que te acercases a ellos. Con toda la muchedumbre gruñidora de ahí fuera, necesitarían que se cayera buena parte del edificio para eso. O que alguien metiese un tiro. ESO si los atraía.

-No hay ninguno por aquí, hemos checado -dijo, sin discutir- Yo soy Gasera y ella es Lourdes. Creíamos que seríais del hospital...

Sacudió la cabeza.

-Sabemos que está limpio -dijo, refiriéndose a la verja y los montones de podridos aparcados en ella- Y que al parecer están llegando supervivientes dentro: emiten por radio. Entramos aquí para poner una pancarta con una sábana o algo en el tejado, que supieran que hay gente para que se organizaran y pudiéramos entrar. Nosotros del cine, ¿vosotros venís de...?

         -Si me dejáis pasar al baño para vestirme mejor -pidió Lourdes mientras seguía sosteniendo a ese bebé de color. El chiquillo ya se estaba quedando dormido entre sus brazos. La chica estaba a punto de desplomarse y se sentía segura con el grupo. No pudo dejar de notar que uno de los miembros estaba atado a una silla. Pero comprendía los posibles motivos. Eso, o es que ya solamente le importaba tomarse un momento en esta carrera loca.

- No te puedes fiar ni bajar la guardia. Nosotros comprobamos el piso y aún así su inquilino consiguió morder a Alberto, por eso lo tenemos atado a la silla y amordazado. - Susurro señalando al hombre atado a la silla. - No somos del hospital, nuestro objetivo es llegar a él por distintos motivos, venimos del sur de Madrid y hemos dejado atrás a algunos compañeros en una "casa segura". 

Asiento ante las palabras de la chica y desvío la mirada un segundo hacia Eva mientras levanto la ceja y le hago un gesto con la cabeza. Después me giro hacia la recién llegada antes de decir:

- El baño está siguiendo el pasillo, es la última puerta. Está revuelto debido a que es donde el dueño del piso se suicidó y aún no hemos tenido tiempo ni de limpiar el piso ni de volver a comprobarlo.

aún así su inquilino consiguió morder a Alberto, por eso lo tenemos atado a la silla y amordazado

Coño.

-Hossstiá. Lo siento mucho -dijo, ante aquello. ¿Qué se podía decir en una situación similar?- Nosotros estamos en las mismas de entrar...

Acababan de unirse una chica sin camiseta y un hacha (y un BEBÉ, no olvidemos el BEBÉ) y un ¿tirado? con una pistola. Si se consideraba como reemplazo de un compañero del que hubieran aprendido a fiarse no era mucho...

ni de volver a comprobarlo.

Asintió. Se levantó hasta Lourdes.

-Pásame el hacha, nena -dijo, mientras se adelantaba hasta el sitio. La gente que se suicidaba, en su experiencia, dejaba un reanimado. Uno torpe, pero un buen susto- Voy a asegurar el sitio -se giró a los demás- Si el Hospital no funciona el cine es maniobrable y cómodo pero... lo tomaron saqueadores -dijo, como si la palabra lo dijera todo- Podría ser un riesgo tomable con uno o dos más.

                El Hospital Carlos III se especializa en el área de infección. Siempre lo hizo, antes de que la epidemia hiciera que todo se desbordase, y ahora… lo sigue siendo. Quizás por eso se eligió ese sitio para cobijar a los supervivientes. La pregunta era básicamente si aun funcionaba, si había alguien que los fuera a recibir.

                Pasaron la noche juntos. Lourdes le hizo caso a Gasera, y luego de que Eva (la única mujer que tenían en el grupo nuevo) le diera una camiseta que encontraron en un armario de ese piso, ayudó en la tarea de asegurar el perímetro. Todos cooperaron. El calvo, Alberto, el hombre que estaba infectado tuvo algún que otro grito de dolor durante la noche por lo que lo tuvieron que amordazar para evitar que atrayera caminantes.

                Al clarear el día fue hora de partir. Se sabía que el edificio en el que estaban conectaba por dentro con la zona del hospital; de manera que pasar por su interior evitaba tener que sortear el cercado que separaba el hospital del resto de la zona. Entre dos, Charlie y Eva, sostuvieron a Alberto. Marcos, Lourdes y Gasera encabezaron la partida. Salieron por la puerta y comenzaron a caminar por los pasillos. Dieron con algún que otro muerto al que liquidaron con presteza. La joven de cabello oscuro que acompañaba a Gasera estaba preocupada por el bebé. No habían podido alimentarlo a la noche y estaba débil.

                -Tenemos que ir a ese hospital, allá habrá comida para él… -decía Lourdes. De un pasillo pasaron a otro, bajaron unas escaleras y vieron una puerta que decía “Salida”. La abrieron con ayuda del revólver de Eva. Al salir… la fachada del hospital los recibió. La puerta central, donde entraban las ambulancias estaba despejada.

Parpadeo unas cuantas veces para que la vista se me adapte rápidamente al nuevo ambiente y después observo con cuidado a nuestro alrededor, no me gustaría que algún caminante despistado que ande por la zona nos pillara por sorpresa cuando ya estamos tan cerca de llegar a nuestro objetivo. 

Al salir me muevo hacia un lado buscando mantener despejada la puerta y la espalda cubierta, mientras aprieto con fuerza el stick buscando tanto cualquier posible amenaza como una forma de poder bloquear la puerta que acabamos de abrir de una forma tan definitiva, ya que hay que evitar que se convierta en un punto de entrada para los caminantes. 

Una vez fuera espero a que los demás salgan y se posicionen antes de empezar a moverme.

Con un futuro caníbal suelto, Gasera durmió a ratos, como posiblemente lo hicieran los demás: que aún estuviera en territorio desconocido y con gente armada no ayudó. Por otra parte, si pasó también viceversa no iba a acusar nada.

Se tomó una galleta-recompensa como desayuno y le pasó una Lourdes. Al parecer elegir ese edificio por su situación había sido la mejor de las ideas, pero no por la principal idea que había tenido el chico del hacha sino por la secundaria. Por lo que les dijeron, aquel edificio servía como acceso, lo que hacía que si llegaban a una zona segura podrían volver allí, no "tranquilamente" pero si con margen, a lo que habían conseguido. Seguía sin poder creérselo muy bien. Tampoco podía, en otro orden de cosas, decir que qué lástima que hubieran encontrado una camiseta tan pronto: incluso con todo lo que había pasado no quería enfrentarse a la madre de todas las patadas en las pelotas.

Mientras avanzaban, Marcos se ocupaba de asegurar la zona mientras el resto del equipo consolidaba y él daba cuenta de uno de los podridos dándole una patada para tumbarlo y reventándolo de un hachazo: parecía algo que hubiera hecho unas cuantas veces ya, y en aquel mundo seguramente lo era. Despacharon a varios más por el método probado de ir entre dos - juego de despiste - reviente que es mano de santo para vagabundos sueltos.

-Tenemos que ir a ese hospital, allá habrá comida para él…

-Tranquila -dijo- Verás como cons- -BANG!- egar. No le pasará nada.

Entraron, y veía a su compañero del stick como él. La parte "buena" era que si había mucho vagabundo por ahí dentro, al sonido de aquel tiro iban a empezar a salir. Por otra parte... si el sitio era seguro, y era un precinto de lo que fuera... más valía que no les tuvieran muy mal. Formaban un grupo bastante cuestionable ahora, con dos ocupados... y un zombimarico en proceso.

-¿Me puede cubrir alguien? -dijo, si no se oía nada, ni llegaba nadie- Voy a ver.

                Marcos y Gasera empezaron a mirar las amenazas más cercanas. El primero además pensó en trabar la puerta no sea que algún podrido la usara para pasar como ellos hicieron. Eva y Charlie sostenían a un cada vez más débil Alberto. –Cuidaos –dijo Lourdes con los ojos llenos de preocupación al ver a la derecha. Allí tres caminantes deambulaban sin rumbo fijo. No había otros, no afuera del hospital. El vallado alrededor de la zona mantenía un perímetro que no permitía pasar a toda esa manada, u horda, que habían visto al llegar al edificio de departamentos.

                -Mirad –dos de los muertos eran soldados, tenían aun el uniforme y un par de armas colgaban de sus cinturones, el tercero parecía un tipo común: quitando el horror desencajado que era su rostro.

                -Id a encargaos de ellos, nosotros usaremos esa ambulancia para cubrir esta entrada –dijo Eva sudando pesadamente porque el cuerpo de Alberto cada vez se hacía más pesado. -Charlie, espabila. Tenemos que llegar a la ambulancia. Vamos, mierda... si no suelto los brazos no podré ayudar si todo se va a la mierda... como suele hacerlo -aclaró refunfuñando.