Partida Rol por web

- ¡Corre Marcos! ¡Cárgate ya esa maldita máquina, y saca lo que puedas! - me lanzo contra el zombi más cercano, golpeándole con saña - ¡Debemos coger cuanto podamos y volver al coche a toda prisa!

El ver llegar cada vez a más y más zombis no hace sino aumentar mi disposición de aguantar y mantenerlos a raya para que Marcos pueda sacar todos los alimentos que pueda de la máquina expendedora. Muevo la palanca con presteza, más preocupado de mantener a los zombis alejados la mayor distancia posible, que de reventar cabezas a destajo.

Marcos maldice de forma escandalosa mientras se dirige a la maquina. La sutileza jamás fue su especialidad, por lo que no tiene ningún problema en usar lo que pudo para abrirla. Coló la barreta en uno de los pliegues y tiro con todas sus fuerzas. Incluso uso su pierna para ejercer aun mas fuerza.

A pesar de que actuaba con toda la celeridad posible sentía que se movía en cámara lenta, como en esas pesadillas donde huyes de un monstruo y corres con todas tus fuerzas pero no te mueves mientras que el ser que te persigue se acerca cada vez más…

De vez en cuando por el rabillo del ojo se percataba de que tan lejos estaban las caminantes. Preparado asi para esquivar cualquiera de esas hediondas criaturas.

 La maquina resultó ser mas dura de lo que habia creido, a pesar de aporrearla con todas sus fuerzas se negaba a abrirse

Romo intenta mantener a raya aquellos zombies que iban llegando, pero cada vez que derribaba uno, aparecían 2 mas por la calle.

A todo esto Marcos se dispuso a abrir aquella maquina, intentó hacer palanca para abrir aquella puerta de la maquina expendedora. Pero quizá por lo crítico de la situación o porque no tuvo suerte, aquel portillo no cedió. Seguramente esas maquinas estaban pensadas para resistir actos de vandalismo hechos por gamberros locales.

Si la maquina pudiera de seguro se sonrojaba ante la avalancha de insultos que Marcos le dedicaba mientras intentaba abrirla. Romo por el momento se defendía bien. Pero por cuanto tiempo resistirían. Estaban arriesgando sus vidas por unas cuantas bolsas con comida chatarra. Aun en el caso de que pudiera abrirla tenía que llenar su mochila y luego huir de allí. Y eso era lo que le preocupaba. Quedarse mas tiempo podía significar que sus únicas salidas queden bloqueadas por muertos vivientes.

Le echo un rápida mirada hacia Romo. Quizás debería probar una vez más…

Un ruido lejano y una sombra que visteis de reojo os hizo giraros hacía el final de la otra calle, que daba a la playa. Visteis algo increíble que os asusto y os abrumo a la vez. Un avión enorme, sobrevolaba el mar, a muy poca altura, salía humo y fuego de sus alas.

Totalmente descontrolado.

La visión era impactante y el ruido cada vez era mas fuerte. Los zombies parecieron quedarse algo confusos también y se giraron hacía esa fuente de ruido y movimiento.

- ¡VAMOS MARCOS! ¡Aprovecha ahora que están distraídos! - grito a mi compañero, mientras yo mismo aprovecho la confusión generada por el accidente aéreo para rematar por sorpresa a los zombis que tengo más cerca.

Sin embargo, el gran número de zombies que se está congregando a nuestro alrededor me impiden atacar con soltura, y apenas logro mantenerlos a raya.

Mierda, esto se esta poniendo muy complicado... - pienso para mis adentros, mientras la tensión y el cansancio empiezan a hacer mella en mi.

Incluso antes de escuchar la voz de Romo y al ver el avión estrellarse de forma tan espectacular Marcos aprovecha la última oportunidad que tendrán. El hedor a carne podrida que flota en el aire es insoportable, pero aun así aspira una gran bocanada llenando sus pulmones antes de hacer fuerza. La puerta se abre en un seco chasquido. Ni siquiera se pone a pensar en su suerte, con rapidez se quita la mochila y comienza a llenarla con lo primero que encuentra.

-¡Preparate para correr!- le grita a su compañero por encima de su hombro. Un simple vistazo le confirma que ya está bastante cansado, el último golpe hacia un zombi fue bastante más lento y solo logro apartarlo de su camino. Su ropa está llena de fluidos de los más diversos colores. Recogiendo sus armas, tanto la palanca como el palo de sombrilla Marcos se prepara para correr-. Vámonos de una vez…

Usa el palo de sombrilla, más largo, para apartar a los zombis que se pudieran meter en su camino. Ahora tendrían que correr por sus vidas.

Salís pitando de esa calle, usando aquel aparatoso accidente como distracción, habéis cogido todos los snacks que cabían en vuestra mochila. Al girar la calle os paráis de golpe, la situación es peor de lo que habríais podido imaginar, pues al parecer el sonido de esa catástrofe había despertado a muchos zombies de su letargo y ahora vagaban por la calle innumerables seres.

Cada paso que daba las pequeñas bolsas que llevaba en su mochila hacían mil y un ruidos. Como una sinfonía molesta que acompañaba sus movimientos. Corrían rápidos y alertas, listos para esquivar o derribar cualquier figura tambaleante que se les viniera encima. Tenían la extraña sensación de que iban a poder salir de allí…hasta que giraron en una esquina y se encontraron con toda una multitud de hambrientos zombis. Se detuvieron al instante, como si de golpe sus pies se hubieran clavado en la calle. Un sudor frió se escurrió lento por su espalda, como un recordatorio de las frías y ansiosas manos de los caminantes.

A pesar de su momentánea inmovilidad Marcos pensaba. Buscaba la forma de salir de allí. Siempre se considero listo y rápido para reaccionar ante circunstancias complicadas y peligrosas. Pero nunca había estado frente a toda una horda de hambrienta gente muerta.

Había notado que los callejones por donde iban eran estrechos. Si lograban subir al techo de las casas podrían recorrer una buena distancia mas seguros e incluso saltar esas pequeñas calles dejando atrás a la mayoría de los zombis. Incluso se le ocurrió arrojar algo a cualquier comercio con ventanales, romperlos y así disparar alguna alarma y retrazar o atraer a la multitud en un solo punto.

Miro alrededor angustiado. Estamos rodeados... y no parece que la cosa vaya a ser fácil...

Miro alrededor, esperando encontrar alguna salida escondida entre los callejones, algún coche desde el que trepar a algún tejado, lo que sea. Pero rápido, o nosotros seremos la comida de estos monstruos...

Sin embargo, no logro divisar nada sin riesgo de pasar cerca de los zombies, con el riesgo que eso supone...

Paseáis vuestra vista para encontrar otra ruta para escapar de esa pesadilla. Véis una de los pisos no demasiado alto, que tiene un balcón con rejas, al cual os podéis colgar e intentar subir. A partir de ahí podéis intentar entrar en la casa o saltar a otro balcón. Incluso con algo de pericía podríais ser capaces de subir al tejado, obviamente era bastante peligroso pero al menos os iba a alejar de esa marabunta zombie que se avecinaba.

Aquel ruidoso avión había provocado mucho ruido al estrellarse cerca de la playa, lo que parecía haber activado a muchos de los zombis que estrían perdidos o adormilados.

Me encaramo lo mejor que puedo al balcón, usando las rejas como punto de agarre.

- ¡Vamos Marcos, por aquí! - exclamo mientras extiendo la mano para ayudar a mi compañero en la subida. - ¡Pásame la mochila, rápido!

Sin embargo, al extender el brazo, resbalo y quedo colgando del balcón, aunque sin llegar a caer. - Mierda... creo que tendrás que apañártelas sin mi, socio...

La localización del bacón y posterior carrera hacia él debió tomar no mas de cuatro segundos. Pero para ellos dos todo se realizaba en cámara lenta. Tenían la fuerte sensación de que a cada paso que daban algo los atraparía frenando su avance para luego clavar sus podridos dientes en su piel. Pero llegaron, Romo se encaramo primero. Marcos echo un vistazo a su espalda, a pesar que todo su ser decía que no lo hiciera, fue más fuerte que él. Lo zombis corrían, se arrastraban, tropezaban hacia ellos, nada los detenía, nada los haría cambiar de dirección. Sus objetivos eran ellos.

Marcos arrojo su mochila hacia arriba para que no le estorbara. Luego trato de tomarse de una de las rejas y subirse usando solo la fuerza de sus brazos. Pero no lo logro, su fuerza estaba muy mermada después de tantos días de marcha y escasa comida.

Estabais cansados y débiles, quizá en otro momento habríais podido saltar suficiente para agarraros a esos barrotes, pero lo intentasteis y no obtuvisteis buenos resultados. También influía que una pequeña horda de zombies os pisaba los talones para alimentarse con vuestros cuerpos. Vuestros corazones latían tan fuerte que parecían que fueran a salir por la boca, y vuestra mente estallaba con miles de pensamientos y posibilidades.

...

...

Oísteis sus quejidos, su gruñidos y lamentos, estaban a pocos pasos vuestros, unos 10 zombies se abalanzaban sobre vosotros. Desde el accidente parecían mas alertados y alocados, y ahora que habían olido vuestra carne, parecían mucho mas nerviosos que antes.

- ¡¡A tomar por culo!! - exclamo al ver como los zombis nos rodean a Marcos y a mi.

- Intenta subir de nuevo, socio, yo los mantendré a raya mientras pueda... - digo apretando los dientes con fuerza. Cojo la palanca metálica con ambas manos, y me lanzo contra el grupo de zombies que nos acechan.

Subir de esa forma se había convertido en la tarea más difícil de su vida. Al parecer su suerte se estaba acabando, podrían matar a algunos zombis, pero tarde o tempranos nos atraparían. Trato una vez mas y solo alcanzo a rasguñar el metal de la reja que cubría el balcón.

-¡Mierda!-  grito lleno de frustración-. Esta muy alta…

Se volteo para enfrentar a los zombis que se les venían encima.

Romo mantiene la horda de zombies a raya, aunque ya os han rodeado, consigue que no se acerquen demasiado, incluso le destroza la cabeza a uno de ellos. Mientras Marcos sigue intentando, inútilmente, subirse a aquel balcón. En ese momento estabais completamente rodeados, y los zombis se amontonaban formando un semicírculo entre vosotros y la pared.

Cualquier mordedura o herida puede ser fatal y la situación empeora por momentos.

Mientras Marcos se une a la lucha para eliminar a los zombis, intento llegar de un salto al balcón. Sin embargo, apenas puedo aferrar con los dedos los barrotes de abajo, y vuelvo a dejarme caer.

- No... No puedo más... Estoy agotado... Intentado tu, Marcos...

Las palabras de Romo suenan como los golpes del martillo sellando sus ataúdes. Un zombi con el rostro parcialmente carcomido lo observa con ojos ausentes, ya saboreando la carne fresca de estos dos incautos. Nunca se rindió en su vida. Jamás se dejó vencer ante nada ni nadie. Hoy no sería diferente.

-¡No nos vamos a rendir!- grito dando un último salto, medio esperando que sus manos se aferren a los hierros y medio sabiendo que no lo lograría…

Pero lo logró. Sus dedos se cerraron alrededor de una de las barras y con fuerza que creyó imposible que tuviera se encaramó al otro lado. Ni siquiera tuvo tiempo de tomar aire o de alegrarse de su suerte. Se aseguro bien para no caer y uso el palo de sombrilla para alcanzar a su amigo que luchaba por su vida más abajo.

-Vamos Romo, agarrate que todavía no nos morimos- le dijo con los dientes apretados y su cabello pegado a su rostro a causa del sudor.