Partida Rol por web

-¡¡Estámos de suerte!!- digo emocionada al ver la llave de suministro de agua -Es poco, pero no podemos quejarnos, podremos limpiarnos y refrescarnos; luego a descansar, comer y charlar un poco para distraernos- continuo mirando la ropa, buscando algo limpio para ponerme luego de asearme.

-¿Alguien desea utilizar primero el baño? ¿Liz? Por cierto, ¿Qué tal ese pie?- dejo la prenda que miraba y me dirijo hacia ella -¿Puedo mirarlo? Es mejor examinarlo y quizás vendarlo, para que sane pronto- me agacho cerca suyo y levanto el rostro hacia ella, esperando su aprobación.

Mientras miro por la casa en busca del calentador de agua, no puedo evitar sonreir al pensar en mis primeros años en este país, muy parecidos a ahora. Cambiando de piso continuamente, buscando exprimir cada recurso de luz, agua o comida que encuentras... Aunque siempre me había considerado un "cerebrito", resultaba reconfortante descubrir que la experiencia de lo vivido hasta ahora servia de ayuda.

Oigo de fondo a Liz e Isabel hablando sobre el tobillo herido, veo a Marcos dando vueltas por la casa, buscando también cualquier cosa de utilidad que pueda encontrar.

Aunque de un modo accidental, esta casa deberá ser nuestro refugio duranto unos días, hasta que sane el tobillo de Liz, o hasta que encontremos otro coche con el que poder movernos por la ciudad. Objetivo nada fácil, como había quedado claro. Pero de momento, tocaba centrarse en el ahora.

Marcos se acerca a Romo y le da un fuerte golpe con la palma de la mano en la espalda sonriendo contento.

-Bien hecho, hasta tenemos un vino para celebrar- a pesar de la broma, hablaba en susurros, obviamente no había  olvidado los horrores que había afuera-. ¿Subiste hasta el techo? – le pregunta de repente a Romo, como si se hubiera acordado de algo-. Porque si es así, podemos usar esa forma de movernos de un lugar a otro. También podemos dejar alguna señal en el techo, aunque no hemos visto ningún helicóptero…dejando de lado el avión que se estrello. Mierda casi lo había olvidado.

Era increíble como algo tan significativo pasaba a segundo plano cuando estabas corriendo por tu vida.

Liz puso cara de circunstancias cuando Marcos hizo alusión a su problema de pecho; "ja, ja y ja, no son balones sobre los que se pueda botar, ¿lo sabías?... tienes razón, creo que necesito asearme y descansar un rato, sería tan genial... estoy agotada. Bueno, supongo que todos lo estamos ¿no?". Luego vino Isabel para echarle un vistazo a su tobillo torcido.

"Espero que no esté muy mal... si no puedo correr los zombis terminarán comiéndome", dijo mirando a Isabel y quitándose la sandalia. El tobillo estaba hinchado, aunque esperaba poder recuperarse pronto. "No quiero retrasaros de ninguna manera, tengo que ponerme bien", suspiró mordiéndose el labio inferior y esperando el veredicto sobre su pie.

Detengo momentaneamente mi busqueda por la casa cuando Marcos se acerca a charlar. Toso levemente ante su amistoso palmeo en la espalda.

- No, no he subido hasta el techo... sólo hasta el balcón por el que entramos, para crear una distracción para los zombies, y que se alejaran de la puerta de la casa. - Agacho la cabeza, meditando como seguir la conversación. - Por ahora, no tenemos más que esta casa para refugiarnos hasta que descansemos algo mejor, y Liz se recupere de su tobillo.

Escucha atentamente a Marcos, observandole tras su sempiternas gafas de sol, cuando sugiere la idea de usar los tejados. - ¿De verdad ves viable saltar de tejado en tejado? - Me rasco la cabeza de forma compulsiva. - Yo preferiría, cuando podamos, buscar otro coche. Pero de momento, asefuremos esta casa, y busquemos cualquier cosa que nos pueda ser de ayuda.

Por desgracia el calentador era eléctrico y no funcionaba. Aún así era verano y era soportable ducharse bajo el agua fría, aunque el chorro de agua que caía era muy pequeño, y hacía difícil la tarea. No sabíais bien que pasaba con el suministro de agua pero teníais miedo que dejase de funcionar de un momento a otro. Aún así, era lo mejor que habíais encontrado en días y a todos os sentó bien una ducha fría, para aclarar las ideas y pensar detenidamente en la situación. Había toallas de sobras para todos y aunque no había demasiada ropa, os apañasteis para poderos vestir de alguna manera, combinando lo que llevabais puesto con ropa que os habíais encontrado, incluso lavando alguna que otra como pudisteis.

Por otro lado juntasteis las provisiones que consiguieron Marcos y Romo junto con las 3 cosas que pudisteis encontrar útiles en la cocina. Si bien era mejor que nada, podíais aguantar con eso un par o tres de días, racionando mas o menos todo lo que teníais. Eso sí, os alimentaríais a base de patatas fritas, bollería industrial y caramelos. También había algunas latas de atún y otras conservas, aunque escasas, que sería lo mejor que podríais comer en días a menos que vuestra suerte cambiara.

Al tejado no se podía acceder directamente desde dentro de la casa, pues era inclinado para evitar estancamiento de la lluvia. Se podía intentar trepar desde el balcón del segundo piso, pero era difícil y arriesgado.

El día daba paso a la noche, algunos habíais descansado un rato, otros os aseasteis y relajasteis, otros habíais estado rebuscando por la casa. Serían alrededor de las 10 de la noche y finalmente os encontrasteis todos en el salón de la cocina. Cada vez se veía menos, y al tener las ventanas cerradas la poca iluminación exterior no penetraba en el recinto. Por suerte había algunas velas que encendisteis para poder tener un mínimo de iluminación.

Bajo la tenue luz de las velas, y tras una rápida ducha con escasa agua fría, y una frugal cena, me tumbo en uno de los sofas a descansar. El día, a falta de otro objetivo, había sido intenso, aunque al menos habiamos logrado los objetivos a corto plazo: encontrar refugio y comida.

Miro a mis compañeros de desventuras. A mis amigos. Porque, si algo habían logrado estos días de locura y muerte, de situaciones límites, era unir a un grupo de desconocidos como si fuéramos una familia. Miré con una sonrisa a la pequeña Liz, adormilada, con su tobillo herido vendado por las hábiles manos de Isabel, nuestra improvisada "médico de campaña".

Me siento, mirando a Marcos, el heroe del día, y le comento mis preocupaciones: - Tenemos comida para aguantar un par de días. Con Liz herida, salir caminando de aquí no es viable. - Me recuesto sobre el respaldo del sofá, adoptando una pose de expectación. - ¿Que pensais vosotros que deberíamos hacer? Yo ya le he comentado a Marcos salir mañana, con las primeras luces del día, a buscar un vehículo.

Bañarse fue lo más agradable que hizo en muchos días, fue rápido y discreto, tanto para no gastar el agua como por el hecho de que no le veía gran utilidad más que para relajarse un poco. Después de revisar toda la casa la idea de Romo era la más adecuada, tendrían que volver a salir. Cosa que no le agradaba para nada, exponerse a esas criaturas era una locura y una temeridad. Cuando todos se reunieron a debatir sus próximos pasos a seguir, lo pensó detenidamente, no quería hacer nada sin planearlo muy bien.

-Lo que tenemos para comer es una porquería, no nos va a dar la energía necesaria, lo único bueno son las latas- suspira enfadado-. Si no conseguimos comida de verdad, no vamos a tener ni fuerzas para levantarnos. Estoy de acuerdo con Romo, tenemos que conseguir un auto y gasolina. Mucha gasolina. Después comida y armas.

Mira a Liz e Isabel, separarse otra vez era algo que no quería. Ya iban dos veces que se salvaban por poco, no habría una tercera.

-Podemos esperar a que Liz se ponga bien- dijo pensativo-, así vamos todos y no nos separamos

-No es nada grave, Liz- la miro y le sonrío, luego, razgo una camisa y y con un trozo de tela, vendo su tobillo -Esto te ayudará al dolor, no lo quitará, claro, necesitas reposo y no esfrozarte mucho- comentaba al tiempo que la vendaba.

Al terminar, recojo la tela restante, dejándola en un sillón, podría ayudarnos para situaciones similares, aunque esperaba que no, pero la situación era incierta y nuestras vidas corrían peligro todo el tiempo.

Fuí la tercera en ducharme. La cantidad de agua no era mucha, pero al menos pudímos refrescarnos y limpiarnos. Me sentía como nueva al salir del baño y un poco más animada.

Al llegar al salón, me siento junto a Marcos, escuchando detenidamente sus palabras -Bueno, bueno, la comida no es la mejor, pero al menos no moriremos de hambre y estámos seguros, así que no te preocupes tanto por ello- miro a Romo y le sonrío -Estoy de acuerdo con tu plan, pero opino lo mismo que Marcos, vamos todos juntos, no pienso separarme nuevamente- muevo la cabeza hacia los lados, con los ojos cerrados, apartando aquellas imágenes de unas horas atrás.

Liz suspiró medio dormida, con el tobillo apretado por la venda y con un pijama que encontró por la casa, después de una buena, (aunque exigua), ducha. Se angustió un poco; "No quiero retrasaros... ¿y si os marcharais y luego vinierais a recogerme en un vehículo?. No sé cuanto tiempo va a tardar en curarse mi pie, pero no me importaría esperaros. Sé que antes o después volveríais a por mí".

Luego puso el pie en alto y empezó a pensar en que se curara; una vez vio en una película que cuando deseas algo con fuerza, se hace realidad. Sabía que era una tontería, pero quién sabe. Igual ayudaba.

Sonrió ante la tenacidad y sacrificio de Liz, era capaz de quedarse sola en una casa rodeada de zombis, sin posibilidad de escapar en caso de que irrumpieran dentro, todo por no retrazarlos.

-Liz, ¿te das cuenta que si te quedas sola puede ser peligroso?- le dice suavemente, de todos modos pensaba cerrar a conciencia cada parte de la casa en el caso de que decidiera al final quedarse. Para así hacer más difícil el ingreso de cualquier hambriento zombi.

La mira intensamente esperando una respuesta, una vez decididos no habría marcha atrás.

Liz estaba nerviosa, pero intentaba disimularlo. "Bueno, si cerrais bien no vendrán a por mí, en realidad el peligro lo vais a correr vosotros que salís... pero volved a buscarme, ¿vale?. No me dejéis tirada...". Asintió para dejar claro que estaba de acuerdo. "Estaré bien, si tengo algo de comida y agua para aguantar unos días".

Permanecía en silencio escuchando su conversación. Negaba con la cabeza, no estaba de acuerdo con Liz.

-No pienso dejarla aquí y no creo que sea buena idea separarnos nuevamente- miro a Liz -No te encuentras en buen estado, no puedes correr en caso de que los zombies irrumpan ésta casa, nadie podrá ayudarte, simplemente no- ahora miro a Marcos -¿Estás loco? No puedo creer que te lo estés pensando- comento indignada -Casi morimos los cuatro al separarnos... debemos pensar en algo más, esperar hasta mañana, quizás su tobillo mejore...

Marcos mira a Isabel con el seño fruncido, suspira y le dice tambien de forma suave.

-Estoy tratando de convencerla para que venga, pero es dura de cabeza- y al decir esto sonrie-. Quiero que vayamos todos juntos, sera mucho mejor y mas rapido. Para todos, Liz en realidad no nos ayudás quedandote aca, vamos a estar preocupados y distraidos por tu seguridad.

Se refriega los ojos con frustracion, les convenia dormir algo y luego ponerse en marcha.

Poco a poco el cansancio se iba apoderando de vosotros. Aunque la sensación de seguridad no era máxima, seguramente ibais a estar bien esa noche, podríais descansar mas o menos tranquilos. Aún había que elegir el sitio y ultimar los detalles, de ello. Pensar que hace unos días, simplemente os ibais a dormir cuando os apetecía, y ahora una sensación de vacío y miedo no dejaba estar ni un momento en paz.

Vuestros parpados cada vez eran mas pesados, y vuestras palabra cada vez mas lentas. Aun no habíais decidido nada, pero lo mejor sería acordarlo mañana por la mañana, cuando vuestra cabeza estuviera algo mas despejada.

Cuando os quedabais todos en silencio, podíais oír movimiento en las calles, andares lentos y pesados y algún que otro gruñido o lamento de esos seres. Os ponía los pelos de punta, pero vuestro cuerpo estaba agotada y vuestra mente igual, necesitabais ese descanso y pensar con mas claridad al día siguiente.

Despierto sobresaltado. Me llevo las manos a la cara. Me había vuelto a dormir con las gafas de sol puestas. Y eso que la oscuridad en la casa era más que suficiente...

Guardo las gafas colgadas del cuello de mi camiseta, me froto los ojos y miro a mi alrededor. Marcos, Liz e Isabel siguen durmiendo, o al menos con los ojos cerrados. El día de ayer fue duro, y no lo sería menos hoy. Lo primero, deberían decidir si salir todos a la aventura, dejar a la lesionada Liz solo pero segura en la casa, o esperar a su recuperación un día más.

Me levanto y camino hasta la cocina. Con el poco agua que cae por el grifo, lavo mi cara. El incipiente facial de hace tres días se estaba convirtiendo en una barba en toda regla. Sonrío, pensando en el aspecto que debo tener ahora mismo, sin afeitar, mal duchado y con las ropas que había podido encontrar en esta casa, un pantalón vaquero oscuro, una camiseta y una chaqueta de cuero de tres cuartos. ¡Vaya pinta de matón!

A traves de los maderos que tienen tapiadas las ventanas de la cocina, entran los primeros rayos de luz solar. Va siendo hora de ponerse ne marcha. Vuelvo al salón a despertar a mis amigos.

Se despertó cuando escucho unos pasos, su mano fue hacia uno de los hierros para mover las brazas que encontró en la chimenea y que ahora descansaba a su lado. Pero era Romo quien volvía de la cocina. Se levanta algo entumecido, pero mucho más repuesto.

-Buen día- dijo sarcástico-. ¿El mundo sigue siendo una mierda?

Hablaba en voz baja, aun no queriendo despertar a sus amigas. Fuera se escuchaban algunos pasos, se pregunto que los mantenía con “energías” y si alguna vez sucumbirían ante el tiempo y la descomposición.

-Vamos a tener que decidir que hacer, aunque tenemos agua nos falta comida. Estos hijos de…- se contuvo cuando comenzaba a levantar la voz-, están por ahí afuera dando vueltas. No se quedan en un solo lugar cuando escuchar un ruido, están buscando que comer…

Miro a sus amigas, pronto despertarían para enfrentarse a otro día de horror y supervivencia.

Comenzaba a despertarme lentamente, pues en la lejanía escuchaba las voces de Marcos y Romo.

Costo un poco despertar o quizás no tenía muchos deseos de hacerlo. Llevo ambas manos al rostro, el cual froto unas cuantas veces para despejarme por completo. Al retirarlas, bostezo y una vez froto mi rostro.

-¿Qué tal, chicos?- mi saludo no fue el más eufórico y por los rostros de los chicos, deduje que ellos tampoco estaban muy animados.

Liz, aún dormía, esperaba mejoría de su tobillo, pero aún era reciente. Doy unas cuantas palmaditas a Marcos, de ánimo, aunque sabía que no servían para nada.

-Hora de tomar decisiones, esperemos a que Liz despierte y recemos para que su pie esté mucho mejor...- comento con la mirada fija en el pie de mi amiga.

"¿Qué hago aquí durmiendo?", se preguntó Liz cuando despertó tirada boca abajo en el sillón. "Uh... buenos días...". Al incorporarse plantó el pie en el suelo, y torció los labios. "Vaya... todavía lo noto, pero me duele mucho menos. Seguro que es gracias a este vendaje tan bueno que me hiciste, Isabel", sonrió asintiendo. Luego se levantó y caminó hasta la cocina, estirándose. "¿Quién quiere algo de comer?", dijo mirando en las provisiones e indagando qué tipo de desayuno podría preparar...

Observo como Liz camina hasta la cocina, apenas apoyando el tobillo. Es obvio que le molesta, pero procura disimular todo lo que debe dolerle, quien sabe si por temor a que la dejemos aquí, o porque el vendaje de Isable ha sido realmente efectivo.

- ¿Y bien, Liz? ¿Que tal el pie? - comento mientras la acompaño a la cocina para picar algo que pueda parecerse "moderadamente" a un desayuno.