Partida Rol por web

Suspiro.

Romo había tomado una decisión y la nuestra era sobrevivir, encontrando una mejor manera de lograrlo. Debíamos trazar un plan, encontrar provisiones, alimentos y lo más importante, recuperar energías y que nuestro cuerpo se recuperara.

-Padre... ¿Cuanto tiempo podemos hospedarnos en su iglesia?- era la primera pregunta de unas cuantas, que para mí, fundamental.

Marcos se acerco a la puerta por la que se había ido Romo, trato de divisarlo a través de la mirilla de la puerta. No sabía si se alegraría de verlo o le daría mas rabia. También quería saber cuántos zombis había allí afuera. En algún momento tendrían que salir…
Isabel había preguntado algo crítico, cuánto tiempo podrían quedarse, estaba casi seguro que no sería mucho tiempo, pues no tendrían tanta comida o agua. Esperó a que el padre contestara, después pensaba preguntarle por lo que encontraron en el campanario. Le dió la espalda a la puerta para ver de frente al padre cuando respondiera, estaba increiblemente paranoico y no confiaba ni en su sombra.

Mirando por la rejilla de la puerta, se podían divisar algunos de esos seres tambaleándose por el callejón, pero no había rastro de Romo, en la poca perspectiva que daba aquella abertura de la puerta.

Tras la pregunta de Isabel, el padre sonrió y dispuso las palmas de las manos hacía arriba. 

- Todo el tiempo que necesitéis - dijo con una sonrisa.

Las palabras del padre lo tranquilizaron un poco, no deseaba salir de ese santuario seguro al que habían dado, aunque de todos modos no dejaba de sentir esa sensación de que algo estaba mal. Quizás todas esas tensiones le estaban pasando factura, tenía la mente cansada y los nervios de punta, tenia que tranquilizarse y pensar claramente, con sangre fría.
-Encontramos casquillos de balas y una radio en el campanario- soltó después de que terminara de hablar el Padre Matías-. ¿Sabe por que estaban ahí?

Sentí un gran alivio ante la respuesta del padre. No deseaba salir de allí aquel día; deseaba descansar un poco mas y que el padre nos contara un poco de su experiencia con aquella caótica situación.

-Gracias padre...- le digo con gratitud, esbozándole una cálida sonrisa. Antes de que el padre respondiera a Marcos, agrego:

-¿Sabe usted utilizar armas de fuego?- aquello sería estupendo, quizás el padre podría unirse a nuestro pequeño grupo...

- Oh si.. no sois los primeros en llegar. - comentó - Antes que vosotros pasaron muchos, buscando refugio. Desde que empezó el apocalipsis, muchos desamparados buscaban la gracia del señor. Y luego se iban, como vuestro amigo..

Se encogió de hombros y meditó unos segundos.

- La radio es mía, la había perdido y no la encontraba. Se me habrá caído en algún momento. - comentó nervioso - ¿Me la podéis devolver?

Marcos se lo quedó mirando un par de segundos, pensando en sus palabras, tratando de recordar que era lo que les había dicho apenas llegaron allí. No le pasó por algo la palabra “Apocalipsis” pues, viniendo de un cura, era algo chocante. Cuando nombro a Romo no pudo evitar sonreír amargamente.
-¿Alguno tenia un arma? De los que vinieron, vi que, al parecer, dispararon desde el campanario- luego miro a Isabel -. La radio no tiene nada de pilas, creo que la dejaron prendida.
No entendía para que necesitaba la radio el padre, en estos momentos solo debía estar emitiendo esa señal que escucharon con Isabel, lo demás seria solo estática. Pero de todos modos le indico a su amiga con la mirada que se la diera, quizás pudiera darle algún uso o tenga mas pilas.
-¿Hace mucho que dejaron de venir sobrevivientes?- esperaba que todo ese interrogatorio no molestara al padre Matías.

El nerviosismo del padre me inquietó por un instante y dudé en devolverle su radio, pero la mirada de Marcos decía todo lo contrario, así que decidí devolvérsela.

-Aquí tiene...- digo al padre al tiempo que devolvía su artefacto -¿Sabe como podríamos llegar al lugar que mencionaron en la radio? Escuchamos que allí hay un refugio y viene ayuda en camino o quizás ya llegó...- hago una pausa y miro al padre Matías -Disculpe, padre, son muchas preguntas, pero necesitamos toda la información posible...

El Padre Matías se desentendió de muchas preguntas, cosa que no pasó por alto a los dos supervivientes, aunque no estaba claro porque rehusaba a responder según que preguntas. Siempre había habido una aura de confusión y desconfianza entre el clero y las personas religiosas, y aquel padre parecía de la misma índole.

Pareció escuchar con amargura lo que comentó Isabel.

- Si, aquel mensaje de la radio.. muchos de los supervivientes que pasaron por aquí hace ya varios días se fueron en busca de ello. Quizá vuestro amigo le pasara lo mismo.

Paró un momento y luego siguió hablando.

- Es peligroso salir ahí fuera, y yo no puedo abandonar esta iglesia como podéis entender. Quizá él.. - señaló a Marcos - pueda acercarse a la emisora local y volver con ayuda. No creo que queráis la vida de los dos en peligro..

Los ojos de Marcos se entrecerraron imperceptiblemente, su mirada estaba clavada en el padre Matías. No había respondido a las preguntas que le estaban haciendo, hace tiempo que el argentino se sentía paranoico y la actitud del párroco no hacia otra cosa mas que empeorarlo. Cuando propuso que Marcos dejara a Isabel allí para ir en búsqueda de la emisora sintió que los pelos de su nuca se erizaban, no sabia si de miedo a estar solo o de rabia de imaginarse lejos de esa mujer que ahora representaba tanto para el. Quizás sea un poco de ambas.
-Si de todos los que vinieron y se fueron para buscar la emisora no volvieron, por algo debe ser- dijo a la defensiva. La búsqueda de la emisora era un plan que tenia en mente, pero por demás de arriesgado y peligroso, sin contar con la probabilidad de que no haya nada, solo muertos hambrientos-. Tendrían que haber mandado ayuda, a lo mejor no haya nada. Decidiremos mas tarde que hacer, por el momento la huida de nuestro amigo resulta demaciado dura. Necesitamos pensar y reflexionar.
No quería decir nada frente al padre, necesitaba hablar a solas con Isabel. Sospechaba que el padre quería separarlos, para algún extraño propósito. Tal vez sean solo locuras suyas, pero se sentía intranquilo, necesitaba confirmas sus sospechas con ella, que le dijera que tenia razón, sentirse cuerdo, pues después de todo lo que habían pasado parecía sumergido en una locura tras otra.
-Isabel, vamos al campanario, ahí seguro que vemos a Romo…

Aquella actitud del padre, sin duda, era sospechosa, pero creía correcto no interrogalo mas. Era tiempo perdido.

Asiento mi cabeza y tomo a Marcos de la mano -Una vez mas padre, gracias por su hospitalidad. Si nos disculpa, mi... amigo y yo, iremos hacia el campanario, necesitamos tomar una decisión- le dije en un tono pausado, pero extraño, como si algo me hubiera molestado.

-¡Ah!- exclamo deteniéndome, girando sobre mis talones -Por él doy mi vida y está claro que no se irá de aquí, si mi- sonrío al padre y continuo mi camino.

Mientras caminaba, en silencio, murmuraba o mas bien, refunfuñaba, con la mirada fija al suelo que pisaba.

Matías esbozó una sonrisa agridulce mientras os alejabais. Miró la radio que le habíais dado y se encaminó hacía una de las habitaciones del pasillo, mientras con la otra mano se sacaba unas llaves de un bolsillo.

Marcos caminó tomado de la mano de Isabel, iba rígido, con la mandíbula muy apretada, hasta tal punto que le dolían los dientes. Pero sentía que algo se estaba gestando, como si vieran a lo lejos las negras nubes de una tormenta especialmente peligrosa. Subieron en silencio, cada uno metido en sus pensamientos. Cuando al fin llegaron al final de la escalera, con todo un paisaje de muerte a su alrededor, Marcos se sintió mas tranquilo. Los zombis eran fáciles de entender, querían comerte y nada más, en cambio las personas…quien sabe que oscuros propósitos los movían, cuales eran sus motivaciones y ambiciones. O locuras.
-No confío en ese tipo- murmuro marcos a Isabel una vez estuvieron arriba-. No se si es porque ando medio loco o que je- rió forzadamente, pero no sabia bien que pensar-. Me parece que quería que nos separemos. No me gusta una mierda…
Se frotó una cien con su mano, sentía la cabeza como en una nebulosa de basura, donde los pensamientos apenas podían ponerse en orden. Incluso le parecía sensato huir de allí, internarse en las calles y probar suerte con los muertos. Incluso ya los veía como algo normal, como si siempre hubieran estado en su vida.
-Tengo ganas de sacarles las respuestas a golpes- confesó. De hecho, era casi una proposición, una idea que se había instalado muy profundamente en su mente.

No pude evitar sonreir por el último comentario de Marcos.

Por un instante, contemplé lo que había abajo, los caminates y su torpe caminar. Tras un suspiro, miro nuevamente a Marcos.

-La verdad es que la actitud del padre está bastante extraña. No entiendo sus intenciones de qe nos separamos ¿Qué tramará y que ocultará?- llevo una mano al mentón, pensativa y fijo la mirada en Marcos -Investiguemos la iglesia, quizás encontremos algo y luego...- esbozo una sonrisa pícara -Interrogamos al padre Matías, a tu manera- le guiño -¿Que opinas?

La risa de Isabel le resulto increíblemente placentera, como la visión de un oasis en medio de un desierto. Incluso Marcos rió un poco, la chica era valiente y decidida. El joven argentino hizo tronar sus dedos y con una mirada cómplice aprobó la idea. Recordaba muy bien las llaves del cura, sin duda con ellas podrían recorrer toda la iglesia, pero por el momento solo tenían que ver que estaba abierto y que no. Buscar algo sospechoso y luego decidir.
-Vamos, pero hay que tener cuidado, voy a llevar mi arma- se encogió de hombros-. Por las dudas.
Bajaron hasta donde estaban sus cosas, los rudimentarios pedazos de hierro se habían convertido en su salvación en más de una oportunidad. Esperaba que los sacara de algún apuro inesperado.

-Claro, es mejor evitar, que lamentar y no sabemos las intenciones de ese padre- comento a Marcos, esbozando una sonrisa.

-En marcha- agrego al tiempo que comenzaba a caminar y tiro de su mano para que se diera prisa -No confío en el padre, ayer si, pero después de lo ocurrido hace unos minutos, no... la verdad nunca he confiado en los sacerdotes- me encojo de hombros y miro a Marcos -es algo que tenemos en común- le guiño.

Y comenzabamos en la busqueda de pistas o lo que fuera útil en nuestro camino incierto.

El sacerdote, estaba abajo, en la zona amplia de la iglesia con una escoba barriendo un poco la zona donde os habíais alojado. Aquella gran sala donde se antaño se celebraban las misas ahora estaba vacía, pues todos los bancos típicos, estaban amontonados contra la puerta principal, creando una empalizada contra lo que pudiera haber ahí afuera.

Cuando os vio bajar, alzó un momento la mirada del suelo y os sonrió, para acto seguido seguir barriendo el polvo de aquel lugar, como si fuera la cosa mas importante del mundo en ese momento.

Le sonrió con esperanza, pues tenia una energía que lo contagiaba, le daba ánimos y ciertamente lo volvía loco.
-Creo que de ahora en mas, tenemos que confiar en nosotros, nadie más- la miro con algo de pena, recordando a Romo-. Solamente nosotros dos. Siempre.
Tomados de la mano, comenzaron el descenso. Cuando llegaron a la planta baja vieron al padre muy entretenido barriendo, Marcos le devolvió un saludo de cabeza, como no queriendo hacerle sospechar nada. Con disimulo fue hasta sus cosas y tomo el palo de sombrilla, doblado y cubierto de una costra reseca de sangre. No era nada agradable pero para él era como un símbolo de su fuerza y supervivencia.
-Aprovechemos que esta entretenido- le murmuró a su compañera. Buscarían una puerta abierta y explorarían, esperaban que el padre Matías no los detuviera. Marcos sabía que estaba por llegar a su límite muy pronto y que podía reaccionar muy violentamente si se lo presionaba.

Me resultaba un poco dificil de creer que el padre Matías nos estuviera mintiendo u ocultando alguna información. Me detuvo por un instante y lo contemplé mientras aquellas palabras pasaban por mi mente una y otra vez.

No veía malícia en su rostro, al contrario... se notaba tranquilo, como si nada estuviera ocurriendo en el exterior. Frunzo el ceño, confundida e indecisa. ¿Era correcto lo que teníamos planeado? Suspiro y comienzo a caminar tomando a Marcos de la mano. Ya no sabía que era correcto o incorrecto, tan solo teníamos que sobrevivir y quizás encontraríamos algo.

Permanecía en silencio mientras caminaba, mirando nuestro alrededor en busca de... algo, algo que nos ayudara o que nos diera respuestas.