Partida Rol por web

Suministros

Valor del Refugio

Reloj Zombie

Día 1: Mañana

El día despunta lentamente. Los sobrevivientes han tratado de dormir, pero la incertidumbre de su situación parece haber borrado cualquier deseo de dormir. Afuera, sólo se mueven algunos cadáveres que salieron de los bosques cercanos al lote de Parking y caminan torpe y lentamente cómo olisqueando, acechando a la espera de víctimas vivas. Así estaba el mundo: los cadáveres muertos caminaban con libertad e impunidad sobre las calles buscando a los vivos para devorarlos en un torbellino de sangre y gritos que algunos de los que estaban allí habían vivido muy de cerca.

El supermercado había sido una de los primeros sitios en haber sido saqueado, para el malestar de Eric. Las puertas habían sido forzadas y algunas ventanas se habían roto, mientras mareas de gente desde la autopista habían venido para sacar comida, armas y prácticamente todo lo que les pareció que valía. Hasta los electrónicos habían sido limpiados minuciosamente: como si alguien necesitara un estéreo en medio del apocalipsis zombie.

El resultado previsible fue que cuando los supervivientes decidieron atrincherarse en el lugar, no quedaban más que algunas latas de conserva de chili, galletas y barras energéticas y un par de botellas de agua que habían encontrado bajo los vacíos estantes y que los supervivientes habían racionado minuciosamente. Hoy sólo quedaba uno o dos sorbos de esa preciosa agua para cada uno antes de tener que empezar a pensar en el agua.

La electricidad fue cortada varios días atrás y las tuberías sólo emitían un sonido metálico ante cualquier intento de extraer agua de ellas. La planta de emergencia de la parte de atrás del supermercado funcionaba con un ruido ensordecedor pero necesitaba combustible... y éste se había acabado también hace varios días, haciendo imposible su uso para proveer de electricidad al lugar.

La puerta principal del supermercado estaba construida en vidrio y normalmente se abría automáticamente. Hoy, sin electricidad, debía ser forzada por una o dos personas. Para tapiarla y evitar ser vistos, los supervivientes habían puesto unos planchones de madera sacados de lo que había sido la oficina del gerente (que Eric Sandeman juraba era la suya). Las ventanas tenían algunas tablas de madera para cubrirlas, pero con toda probabilidad, no resistirían el embate furioso de una horda de muertos vivientes. La situación era crítica.

La entrada principal apuntaba al Oeste. Frente a esta se extendía un lote de parking en donde permanecían varios autos (algunos de los supervivientes y otros abandonados allí desde antes). Más allá estaba la salida para tomar la autopista principal que corría de este a oeste paralelamente al norte del establecimiento. Es allí donde descansa una autocaravana de la que unos días atrás había salido una pareja rápidamente para internarse en los árboles cercanos para nunca más regresar.

La autopista está bloqueada. Varios carros descansan allí, sus dueños habían tratado de escapar pero el embotellamiento había obligado a que abandonaran sus vehículos. Luego los gritos comenzaron, el caos y todo el carril en dirección contraria a Nashville estaba bloqueada (dirección oeste, este), mientras que la otra permanece vacía.

Al norte, había algunas ventanas altas y un espacio verde vacío hasta la Autopista elevada que corría varios metros más allá. El este del supermercado tenía una salida trasera estrecha cerrada con un candado cuyas llaves habían desaparecido. Más allá, había árboles y un pequeño bosque que se extendía por algunas millas paralelamente a la autopista hasta un pueblo más allá. En la esquina sur-este, estaba el almacén por donde se descargaban la mayoría de los productos a través de camiones y en donde está la planta eléctrica. Allí, se puede ver que hay al menos dos camiones aparcados silenciosos. Hacia el sur había un terreno verde baldío del que no se veía fin tampoco.

Los supervivientes sólo podían ver los zombies que merodeaban en el lote de parking. Muy pocos, pero separados los unos de los otros, sin contar en los que no podían ver por estar detrás de autos y demás. Esa era la situación cuando el sol sale. El amanecer sólo trae malas noticias y la sensación de que poco cambiaría la suerte de los refugiados del supermercado.

-Joder, mirad esto- dice el viejo de la muleta mirando por uno de los espacios de la puerta frontal automática tapiada. El viejo tiene unos binoculares militares de los que ha contado su origen mil y una veces, añadiendo como le habían salvado la vida en diversas y poco coherentes ocasiones.

Entonces pasa sus binoculares. -Apuntad a Nashville...- dice dándole las instrucciones a quien tome los binoculares. -... Joder. Se nos acabó la tranquilidad- dice impaciente.

Y no es para menos. Desde la ciudad, se ven cientos de siluetas lejanas pero que avanzan desordenadamente por la autopista y junto a la autopista. Los zombies están saliendo de la ciudad y como una marea infatigable se mueven lentamente hacia donde pueden...

Y aunque el supermercado no está en su camino (aún), nadie descarta que pronto haya más de unos cuantos olisqueando por el lote del parking y que aquel lugar se convierta en una tumba comunal cuando estén rodeados de muertos vivientes.

♫The walking dead soundtrack: Sunshine♪

Darren está en una azotea, contemplando la puerta que da acceso al edificio con terror. La puerta se comba mientras se oyen gritos y gruñidos al otro lado. Camina hacia atrás mientras la puerta se abre y los zombies salen a la azotea: Una tal Betty, que siempre susurraba "panocho" cuando se cruzaban en algún pasillo, provocando la risa de las chicas rémora, que también le acompañan en esta ocasión; Dylan, un matón del que había perdido la cuenta de moratones que le había causado; sus padres; La profesora de historia;...

Todos están cadavéricos, con trozos de carne ausente, e incluso algún gusano asomando por la piel. Hay trozos de hueso a la vista. Su madre lleva en las manos la bandeja del horno donde había guardado la cena de aquel día de autos, solo que esta llena de entrañas. Entrañas repugnantes y humanas que quería que su hijo comiera, trozos de cerebro y "casqueria" variada (intestinos, algo que parecía un trozo de hígado,...). Betty no acierta a decir la palabra habitual, pero ella y sus amigas tiemblan y emitan jadeos y gruñidos, claramente carcajadas de zombi. A una de ellas se le escapa el aire por un agujero en el pecho que deja a la vista su pulmón. La expresión de Dylan era la misma que tenia en vida, divertida ante la promesa de violencia. Y la de su padre de vergüenza, vergüenza por tener un hijo vivo y marica en vez de uno muerto viviente y hetero, uno decente.

No se lanzan a por él, sino que forman un semicirculo alrededor, que van estrechando. arrinconandole contra la barandilla. Darren se sube a la misma, sabiendo que no le queda otra que saltar. Es el fin. 

Cuando su cuerpo se estampa contra el suelo abre los ojos y se incorpora, empapado en sudor. Esta amaneciendo y su anfitrión dice algo así en general, como sus habituales batallitas sobre donde consiguió los binoculares o perdió la salud de la pierna. Se  acerca al hombre y toma el aparato, siguiendo sus instrucciones. Curiosamente el miedo que siente Darren al ver tanto cadáver andante no es del tipo "¡ay joder, corre, corre,...! Es más del estilo, "nauseas en el estomago, suspiro, Bueno pues ya está". Quizá la mejor forma de entender su reacción es ponerse en la piel de alguien sentenciado a muerte cuando el guardia le dice: mañana a las 11:00. ¿Que quieres de cena para esta noche?

Solo que ellos ni iban a tener una comida especial, de echo ellos eran el plato fuerte del menú. Por no tener, no tenían ni agua para ducharse, ni para beber cada vez que tuvieran sed. Darren se encogió de hombros, como si le diese igual morir. Aunque había algo dentro de él que le obligaba a seguir intentándolo. -Supongo que no podemos jugárnosla a que ninguno de ellos nos oiga aquí dentro o a que no se queden por las cercanías dejándonos atrapados. Debemos irnos antes de que lleguen...- Dijo con tono de autómata. Luego añadió con su voz normal de chico tímido que esta hablando con un militar grandote -¿Que opina usted? Quizá podamos llegar hasta algún coche que funcione y llevarnos lo poco que queda aquí. 

Lo que más miedo le daba al chico solitario era quedarse solo. Que vueltas da la puta vida. 

-¿Irse? ¿A dónde hijo?- dice el veterano negando vehementemente ante la propuesta de Darren. -Nací aquí y moriré aquí. No tengo ya edad para jugar a los soldados- dice mientras camina con su muleta un poco.

-Igual y pasarán de largo. Esos... lo que sean, son tan estúpidos que si nos quedamos en silencio durante lo que dure el éxodo, no nos notarán. - dice encogiéndose de hombros. 

-Confiando en Dios, podremos hacer algo luego. Pero no pienso cruzar esas puertas y terminar mis días como un cadáver ambulante- dice señalando hacia el lote, en donde deambulan aún algunos zombies lentos y torpes.

Aún es temprano. A pesar de que no hay toque de diana me despierto involuntariamente al alba. La fuerza de costumbre. Me  desperezo y bostezo tan a gusto que se me salta alguna lágrima.  

–Qué coño- Pienso mientras me dejo caer de nuevo en la colchoneta de la sección de deportes  dispuesta a dormir un rato más. Me gusta correr por las mañanas pero no nos queda ni agua, deshidratarme y cansarme cuando obviamente hoy tendremos que salir para buscar suministros no sería de ayuda.

-Hoy, se pospone el toque de diana.- Pienso dispuesta a retomar el sueño donde lo había dejado, pero a los cinco minutos ya estoy maldiciendo por no conseguir adormirme de nuevo. Tras cambiar catorce veces de postura decido levantarme. -Será mejor salir cuanto antes.

Me embuto en mis pantalones vaqueros dando unos saltitos para acabar de ajustarlos. Por unos instantes valoro la opción de usar un chándal de la tienda, aunque no tardo en descartar la idea, si me pillan los mordedores, que muerdan duro, mis vaqueros protegen más. Por la misma razón, con un suspiro acabo descartando mis preciosas deportivas Nike y rebusco en la sección de calzado hasta encontrar unas botas de tracking de mi número que me cubran por encima del tobillo.  Una chupa de cuero y unos guantes de cuero a juego serían perfectos para completar mi atuendo aunque parece que no tendré tanta suerte. Ante las cutres cazadoras que oferta el super decido quedarme con mi Alfa Industries, subo la cremallera y cuelgo las gafas del bolsillo del pecho. Abro el cargador de la Glock y compruebo la munición que me queda antes de ponerle el seguro y guardármela a la espalda.

Al pasar ante un espejo me arreglo un poco el pelo con los dedos antes de unirme con el resto.- Que buena estoy- Pienso con ironía.                

Llego a tiempo de escuchar al viejo, no necesito mirar para saber lo que debe de estar viendo. Ya lo comprobé con mis propios ojos, la ciudad está atestada de mordedores, era cuestión de tiempo que salieran en busca de comida.

Me encojo de hombros sin entrar en la conversación. Sentada en el suelo, apoyada contra la pared me dedico a desmontar y a limpiar la pistola. Lo que decida el resto estará bien, por mi cómo si quieren que cojamos  un camión y entrar a sangre y fuego en la ciudad, lo que sea con tal de salir un rato de este agujero.

Darren trata de mantener la calma, es un poco ridículo ponerse nervioso por ver a alguien sacar una pipa a estas alturas de la guerra. Pero no puede evitar que cuando "cara-palo" saca el arma le de un vuelco el corazón. Verla pasar al lado de ellos con su actitud silenciosa y ponerse a revisarla no le tranquiliza mucho. 

-buenos días- le quiere decir aunque no se atreve. Casi mejor que no haberlo dicho en voz alta, a lo mejor la militar no estaba de humor para hablar. 

El negro parece más parlanchin, aunque lo de que confié en Dios para salir de esta no le motiva mucho. -El bueno de Dios ha permitido todas las muertes que llevamos hasta ahora- Piensa el pelirrojo. -No digo abandonar la zona, pero un edificio con paredes de ladrillo en vez de cristal tapado con tablones seria mejor. Quizá uno con terraza en el ultimo piso para poder recolectar agua de lluvia. Podríamos tapiar todas las ventanas, menos las del ultimo piso. 

Willow se levanta de golpe bastante frustrada a consecuencia de despertarse una vez tras otra, haciendo imposible un correcto descanso. Ya desde pequeña sufría el mismo problema cuando dormía fuera de casa, despertándose con cualquier ruido. No era algo que surgiera del miedo o la desconfianza, simplemente su cuerpo reaccionaba de esa forma. Y el hecho de estar rodeada de muertos vivientes no ayudaba, de eso seguro. Se colocó de rodillas en el colchón que había descansado y de forma torpe comenzó a peinarse con las manos, arreglando los pliegues que se habían formado en su pelo. Decidió reincorporarse en el suelo para ver como estaba el panorama en el supermercado, a la vez que recogía el machete que tenía al lado del colchón, el cual pudo rescatar de la tienda. Ahora ya estaba lista para presentarse a la entrada y ver como estaba la situación ahí fuera.

- Buenos días. Dijo a los que había presentes tras esas maderas que cubrían la entrada principal. Se paró al lado de Eric, inclinándose ante uno de los pequeños orificios de esos tablones para observar el exterior. - ¿Qué tal todo por ahí fuera? Pregunta al viejo militar y al pelirrojo en voz baja, lo último que quería era llamar la atención de esos monstruos.

-La misma mierda- dice el viejo con desdén. -E incluso peor. Vienen suficientes de esos como para darnos razones de sobra para no salir. Y aquí el jovencito quiere que tomemos lo que podamos y nos vayamos a un sitio que sólo existe en su imaginación-

Niega con vehemencia. -Yo digo que nos quedemos aquí, que pongamos los estantes contra las puertas. Y que si aguantamos hambre uno o dos días, al tercero ya se habrán dispersado los cabrones.- y sin mediar más palabra se aleja con su muleta, cojeando, hacia donde tiene su colchón personal.

Enrien nunca llegaba a dormir del todo. Tras muchos años de meditacion habia logrado poder descansar en una suerte de estado de duermevela que le permitia estar minimamente alerta de su alrededor. Evidentemente no de la misma manera que despierto, pero peor es una patada en el escroto.

Desperezandose y tras unos estiramientos matutinos se acerco a donde el resto del grupo se encontraba, pronto se unio al debate.

- Sie Sandeman, yo crrreo que el junge tiene rrrrazon -comenzo a hablar con su fuerte acento aleman- puede que podamos pasarr sin alimento, perrrro el agua es indispensable y la lluvia no parrrrrece querrrer venir pronto.

Cruza los brazos frente a su pecho lo que le da un aire imponente recordandoos a uno de esos guerreros europeos que salen en las peliculas infantiles.

- Tambien piensa acerrrtado con la defensa. Un buen murrrro de cemento o ladrrrillo harrria que estuvierrramos mas segurrros.

Siempre habia escuchado las razones de los ancianos, la experiencia era todo un grado, pero la juventud contaba con no tener ideas encajonadas.

Ben había sido de los último en llegar a esa especie de "refugio", y digamos que no estaba rodeado de las personas ideales para compartir un espacio tan reducido. Pero ya comenzaba a resignarse y acostumbrarse. Las cosas habían sido relativamente tranquilas últimamente, pero el termino "tranquilas" ya no significaba lo que alguna vez significó. Ahora decir que algo estaba tranquilo era decir que los come hombres no habían sido muchos y que el hambre y la sed eran mínimos. 

No había mucho que hacer en ese lugar, así que luego de su rutina diaria de entrenamiento, una vieja costumbre que le dejó el ser bombero, se limitaba a caminar por el lugar viendo si podía ayudar en algo o si alguien tenía algo interesante que decir. 

Fue en esa caminata que escuchó a Darren, un chico joven y tímido que estaba sugiriendo el buscar un nuevo refugio. Luego escuchó la réplica del viejo Eric y decidió acercarse al chico una vez Eric se fuera caminando. 

Ya suficientes nervios tiene ese muchacho, y ahora que de milagro da una idea, bastante buena a decir verdad le responden así...Pensó Ben mientras se acercaba para hablar con Darren.

.- Sabes...Es difícil convencer a los viejos sobre nuevas ideas, ellos suelen ser bastante cerrados en ese aspecto. Alcancé a escuchar lo que propones y me parece una buena idea. Pronto nos veremos obligados a abandonar este lugar, cuando lo hagamos deberíamos buscar un lugar como el que describes. Lo más importante sería encontrar bastantes provisiones. Con eso y un buen refugio sobrevivir no será tan difícil. 

Parece que dos compañeros le dan la razón. Aunque a él no le apetecía ser el representante de ninguna idea en un conflicto de opiniones, no quería que el viejo le cogiera manía ni nada así. Pero tenia claro que este super era una trampa mortal. -Los caminantes de Nashville están de camino. Están abandonando la ciudad. Estoy con el señor Sandeman en mantener un perfil bajo hasta que se disuelvan en vez de ir por oleadas. Pero aquí, por mucha madera que pongamos delante del cristal, basta un grito o un estornudo para que entren. Estos tablones evitan que nos vean y quieran entrar, pero detenerlos si nos detectan...- Lo dejó estar así, no hacia falta añadir nada, todos ellos serian capaces de imaginarse a los zombies rompiendo una ventana y entrando. Si era solo uno, podrían hacer algo, si era una oleada... 

-Podemos salir a buscar antes de que lleguen. Si no existe un sitio mejor, al menos podemos traer más maderas para barricadas y quizá botellas de agua o algo de comer.- Seria ridículo morirse de hambre y sed. 

Kat se despertó en silencio, abriendo primero los ojos y escuchando lo que sucedía a su alrededor. En estos tiempos tan convulsos ya nadie tenía el sueño pesado, y el más mínimo movimiento hacía saltar su descanso.

Poco a poco se puso en marcha. Angus, su perro, seguía tumbado. Aprendió a estar en silencio, y no daba problemas. 

Sin apenas ruido, la muchacha se acercó a sus compañeros de infortunio, Ben y Darren.

-He escuchado tu idea, Darren. También a mí me parece una buena opción, muy sensata -confirmó Kat, susurrando-. Permanecer en este supermercado, atrincherados, de momento nos ha salido bien. Pero no será eterno. Cuando nos descubran, que lo harán, rodearán el edificio, y dudo que podamos salir. Mucho menos con esas puertas tan endebles.. Podemos idear algún plan de distracción para los caminantes, y estudiar los edificios cercanos que podrían servirnos de refugio y atalaya.. ¿Que os parece? ¿Lo comentamos con los demás?

¿Que os parece? ¿Lo comentamos con los demás?

-Vale. Vamos a ir pensando a donde ir a buscar.

Darren empezó a mirar entre los tablones, aunque en realidad no era necesario, todos se conocían muy bien lo que se podía ver por los cristales. La era del ocio electrónico, y del ocio en general, había tocado su fin. Estaban de aquellas vistas hasta los genitales. Pero esta vez miro en busca de una posible ruta de viaje. Que coches podían usar para esconderse detrás, a que edificios podían llegar,…

¿Qué vamos a hacer cuando se acaben o caduquen las latas? ¿Cultivar tomates y criar vacas? ¿Morirnos de botulismo? Trata de localizar los bloques de viviendas cercanos. Quizá allí encontraran reservas y ropa de recambio.

¿Hay algún Costco en la zona?

Conservas, material de construcción, ropa y suministros médicos. Aun suponiendo que lo hayan saqueado ya otros supervivientes, era una apuesta más segura que ir casa por casa confiando en que los habitantes de cutreapartamentos del extrarradio tomasen agua mineral embotellada en vez de agua del grifo.

Un mapa limitado de la región estaba entre las pertenencias de los supervivientes. El supermercado estaba en una zona más allá de los límite suburbanos, por lo que allí había tan solo algunos outlets esparcidos espaciosamente y algunos caseríos más lejanos los unos de los otros.

Las opciones eran limitadas. El Costco más cercano estaba... al otro lado de Nashville hacia el Oeste de la ciudad. Lo cual implicaba atravesar la Autopista y dirigirse de cabeza a la horda más cercana de muertos vivientes. Un suicidio sin ninguna duda. Al menos el carril en dirección a la ciudad estaba descubierto y no iba a presentar ninguna dificultad.

Hacia el Norte está la Autopista, pero más allá había un amplio descampado hasta llegar de nuevo a una carretera rural. Quizás tomara varias horas a pie, y algunos minutos en autos.

Hacia el Este está un bosque de escasa frondosidad pero que se extiende por algunas millas hasta el caserío más cercano: un pueblito llamado Mt. Juliet.

Hacia el Sur había un terreno relativamente baldío poblado con algunos árboles y que también representaba un desafío... no había demasiado de interés.

Hacia el Oeste estaba Nashville, la horda de Muertos Vivientes y quizás algo más de recursos en los suburbios o en la ciudad misma... siempre que alguien descontara a los muertos migrando desde la ciudad...

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Valor del Refugio

Reloj Zombie

Día 1: Mediodía

El día avanza y los supervivientes parecen decididos a buscar nuevos pastos. O al menos a intentarlo antes de que algo peor suceda. Pronto ven como sus peores temores se van materializando.

Un grupo de muertos vivientes viene desde la autopista, aún pequeño, pero suficiente como para hacer que cualquier intento de salir al lote de parking sea una verdadera carrera de obstáculos, para evitar ser mordido. Los Muertos Vivientes empiezan a pegarse contra las paredes y sus gemidos se escuchan a través de las rejillas de las altas ventanas que dan contra el Norte.

El perro de Katherine comienza a ladrar asustado con fuerza y a chillar, lo que provoca que poco a poco los zombies se vayan amontonando, curiosos y que el silencio se vea roto por algunos golpes contra las puertas de vidrio y otros contra los muros. Si ellos no salían, al parecer los no-muertos entrarían a buscarlos. Y a medida que más se acercan y empiezan a asediar el supermercado, más nervioso se pone el can a su lado.

-¡Callad a ese animal!- dice el viejo cojeando con su muleta hasta donde están todos. -Si sigue ladrando así, toda la horda vendrá hasta aquí y van a tirar las puertas abajo. Debemos hacer algo, debemos tapar pronto las puertas con los estantes o los apestosos nos van a joder bien jodidos...- dice mientras se mueve hacia uno de las estanterías vacías del supermercado.

-¿Pero qué esperáis? ¿Una invitación? ¿Os vais a quedar todo el día mirando hacia afuera como una manada de imbéciles?- amenaza el viejo, gruñendo y de muy mal humor.

El aleman hace unos estiramientos de cuello al tiempo que piensa sopesando todas las opciones.

- Pues bien... Freunde und damen, creo que es necesario que salgamos. Aqui no aguantarrrremos mucho si algun zombi decide hacerrrnos una visita. En el pueblo al este de aqui podrrrrrremos prrracticarrrr la guerrrrrrra de guerrrrrrrillas. Caerrrrrrrran mas facilmente. Incluso podrrrriamos mirrrrarrrr en los coches si queda algo.

Dice esperando a ver la reaccion del resto. El perro solo hizo que acelerar las cosas, habia que salir ya de aquella ratonera o caerian todos al ritmo del golpeteo incesante de los zombis.

- Crrrrreo que eso es una invitacion y lleva nuestrrrrrro nombrrrre.

-Hay que joderse.

Me incorporo, me guardo la pistola a la espalda y me acerco al perro de Kat antes de que al viejo le dé un patatús, no sé cuál de los dos arma más escándalo.

 -Hey. Calma chico.-Le digo al can agachándome en cuclillas para ponerme a su altura- Eh! tranquilo, shhh, está bien- Le voy hablando con voz tranquila y firme mientras le doy algún que otro toque en el flanco para distraerle de los zombies y que su atención se centre solo en mí– Buen chico.

-Será mejor que te quedes con él- Le digo a Katherine.

Me acerco a una de las ventanas y examino el exterior. –Puta mierda.

Siempre he preferido seguir órdenes que no darlas, pero visto que el viejo está muerto de miedo, el bombero podría ser un buen líder pero no parece estar por la labor y “Kung fu” tiene el conocimiento justo para pasar el día…

-Joder. Salir como pollos sin cabeza registrando coche por coche mientras la zona se va infestando de mordedores es un suicidio.

-En la zona de carga y descarga había dos camiones. –Digo sin preámbulos - Si hay que buscar comida o transporte, empecemos por ahí. La auto caravana debería ser otra prioridad, es una casa con ruedas, seguro que tiene comida y agua.   

Nos dividimos en dos grupos; Ben, Enrien, Kat y yo salimos al parking, de frente, seguramente habrá que pelear, los cuatro juntos nos abrimos paso hasta la autocaravana y volvemos con lo que rapiñemos o con la misma autocaravana si podemos.

La zona de carga quedaba en la parte de atrás, mientras nosotros somos el alma de la fiesta Darren y Willow podrán salir sigilosamente y examinar los camiones.

El viejo y el perro se quedan en el fuerte. Cuando estemos de vuelta, según los recursos que consigamos y los vehículos de los que podamos disponer estudiaremos el siguiente paso.

El plan es sencillo y la exposición corta, no creo que haga falta explicar nada más. De nada sirve hacer planes a largo plazo.

-La situación ahí fuera empeora por minutos. Si no tenéis un plan mejor pongámonos manos a la obra o será imposible llegar hasta la auto caravana.