Partida Rol por web

El Predicador parece reconocer el terreno en el que están. De repente la visión de esas singulares colinas hace que la cara del reverendo comience a mostrar preocupación e incluso algo de ¿miedo? No, no es posible, hasta el momento el Predicador ha demostrado su temple, sobre todo el primer día con los bandidos de la maquina infernal. Pero si preguntas a cualquiera y más si es alguien que conoce al sacerdote, te diría que da la sensación de que se dirige hacia una partida de poker con el mismísimo diablo. El escolta acelera un poco el paso hasta ponerse a la altura del Mayoral, sin duda para darle alguna nueva instrucción al Látigo. ¡Hank!, pararemos antes de entrar en la ciudad. Detente antes de comenzar a bajar la colina que lleva al pueblo.

¿Qué te pasa Predicador? Tienes que ponerme al tanto. Algo grave nos espera en Bronco, verdad?

La diligencia traquetea rodeando la elevación de terreno y, ante el aviso del Predicador, Hank reduce el ritmo en esas últimas yardas antes de llegar al desnivel siguiente, que se adentra en un valle.

¡SOOOOOOOO!

Las manos enguantadas tiran de las riendas, y éstas de los caballos; el vehículo se para justo delante de la hondonada. El polvo levantado por las ruedas y los cascos de los caballos se asienta. La altura da una posición privilegiada para ver el cercano fondo del valle y lo que hay en él...