Partida Rol por web

El padre tiene razón. Sentencia el mayoral, rebuscando entre las cosas salvadas de la quema. Se guarda en la chaqueta algunas municiones y, aún con la botella de licor abierta en su mano, echa el rifle a la espalda antes de andar hacia una de las monturas.

Tendremos que cabalgar despacio. Los caballos aún están nerviosos por la explosión y no habrá más remedio que prescindir de las sillas.

Echa un trago a su botella al mirar a Boyle y Eckhardt y después añade:

Los que quieran quedarse mientras buscamos un rastro pueden dar mis saludos a los muertos del cementerio, a los espejos del hotel y a todas las puñeteras pianolas de este pueblo.

Sin preocuparse de opiniones al respecto, se dedica unos instantes a calmar al caballo antes de proponerse montar en él.

Las palabras del inglés no habían podido calmar al ofuscado indio. Ni con la parrafada larga y complicada, ni con su traducción al idioma de los mortales. Sin embargo, Dakota hacía ingentes esfuerzos por contener su furia.

Su única respuesta fue emitir un sonido gutural, seguido de una gesticulación indefinida con significado difuso. Era la imagen misma de la impotencia. Tenía sed, le escocían los ojos, y aún le ardía hasta el alma. Costaría bastante trabajo quitarle aquel humor de perros.

Se encaminó junto al grupo hacia las afueras del pueblo, pero en su trayecto, tuvo buen cuidado de pasar cerca del Látigo. Lo palmeó en el hombro para llamar su atención y acto seguido le señaló de forma inequívoca la botella de licor. Por su mirada, era evidente que no admitiría una negativa.
 

Hay que venir aquí a reponer agua, comenta Danny, pero necesitaremos un cubo y una soga. ¿Alguien recuerda haber visto un General Store?

Aquél edificio grande de escaparates rotos que dejamos atrás señala una fachada - no muy lejana, en la acera del saloon - en la que todos ya se habían fijado por lo ruinoso de su apariencia externa parecía un almacén.

Mientras decide cuál de los caballos será más manso, Eckhardt echa un vistazo a su reloj de bolsillo antes de continuar hablando.

Supongo que aún se prolongará un poco más nuestra estancia aquí con gesto preocupado reflexiona sobre el razonable interés de Danny por aprovisionarse para jornadas en el desierto quién sabe, quizá encontremos una explicación a todo esto. Se encoge de hombros, como sin convencerse ni siquiera él de su visión optimista. Al fin decide su montura y se dispone a acompañar a los que ya se encaminan hacia el lugar del accidente.

A pesar de que Frank acusó la experiencia paranormal del cementerio... no tiene claro que sea mejor opción salir a escape del pueblo buscando a los pirómanos saboteadores, que instalarse tranquilamente en el pueblo y esperar un par de días... El cowboy no tiene claro por qué el Predicador quería venir aquí. Y menos entiende ahora sus fervientes deseos de salir de Bronco.

Algo no encaja.

Yo no estoy tan seguro de que marcharnos al desierto persiguiendo "fantasmas" sea la mejor de las opciones... Deberíamos valorar otras alternativas.

El Predicador observa cómo algunos de los compañeros no están por la labor de ir a reconocer un rastro fresco. Puede que al observar las huellas puedan sacar alguna conclusión, como saber la cantidad de individuos que han intervenido en el incendio además de otras cosas. También cabe la posibilidad de atraparlos si se mueven rápido, pero es algo que más desestima el sacerdote con cada segundo que pasa.

El pistolero con alzacuellos hace que su caballo se gire 180 grados de un golpe de rienda al escuchar el comentario de Frank. Sin duda esperaba que le llevaran la contraria varios de los compañeros, pero no el cowboy. Cuando el pistolero de ojos azules termina de hablar, es respondido por el Predicador.

Dudo que sean fantasmas los que han quemado la diligencia, pero eres libre de quedarte en el pueblo el tiempo que quieras. No creo que nos marchemos a la caza de los saboteadores, no estamos preparados, pero si todavía están cerca tenemos una oportunidad.

El Predicador mira hacia un lado durante un segundo y vuelve a mirar a Frank para añadir algo mas.

Te recomiendo que te quedes con Danny para ayudarle a recoger agua y suministros, y que busquéis algún carro en el pueblo. Puede que haya suerte y podáis atar los caballos que queden libres.

Luego vuelve a dar media vuelta a su montura para encarar el camino de salida de Purgatory.

Si me lo permite, le acompañaré en la expedición en pos de los pirómanos que por poco me hacen perder mi valioso equipo de trabajo.

Apea el caballo más hermoso de los que hay disponibles. No vaya a desengalanar su porte.

Vamos, Frank, sin agua no duraremos mucho por aquí, y necesitaremos algo con qué sacarla del pozo, dice Danny, señalando al almacén. Por otra parte, a pie no seremos de gran utilidad para seguir rastros en el desierto.

Bully comparte una de las botellas con Dakota mientras ambos siguen al Predicador. Detrás, Boyle y Eckhardt se suman a la expedición de rastreadores, aunque el reportero parece tentado de acompañar a los que se quedan en el pueblo. Finalmente, sin embargo, Charles acompaña a los otros cuatro hombres a caballo, de camino hacia el exterior.

La ciudad fantasma parece tranquila, sosegada, como si lo ocurrido hasta el momento hubieran sido imaginaciones de los visitantes. El poblacho muestra su mejor cara, igual que un niño que finge no haber hecho ninguna travesura. Sigue sin haber la más remota señal de viento. Ningún ruido o movimiento.

Los dos caballos del tiro que deja atrás el grupo que sale de Purgatory están ya más tranquilos y permanecen atados cerca del pozo mientras Danny y Frank se disponen a hacer su parte...

Vamos a ir por faena: entramos, buscamos un cubo, y salimos, dice Danny.

Los cinco jinetes dejan atrás los edificios de la aldea y ascienden la colina con sus recelosos caballos. Desde el exterior el pueblo parece más agradable, sobre todo después de haber conocido sus entrañas.

Cuando se corona la cercana cima, el paisaje no sorprende en absoluto. El desierto vuelve a extenderse hacia el Este, dos caballos - monturas de Dakota y Danny - agitan la cabeza, nerviosos, algo alejados. La explanada vacía ante los cinco hombres no tiene más vida que algunos matojos secos. En el suelo es fácil reconocer el sitio donde estaba parada la diligencia, tanto como el camino de bajada que hizo dejando cenizas y huellas a su paso. No hay visibles rastros ni pistas, a simple vista. Ni siquiera en el más lejano horizonte se ve figura del hipotético vándalo a la fuga; rocas y unos pocos árboles... no es un sitio en el que sea fácil esconderse, pero tampoco es posible registrar todo el desierto sin siquiera una pista.

Los dos rastreadores del grupo desmontan y examinan el terreno pulgada por pulgada.

En el tenso silencio de la espera pasan unos minutos. Dakota niega con la cabeza, mirando al suelo confuso, y Bully se acaricia los bigotes palpando la tierra. Los dos hombres terminan su cometido y se dirigen una mirada de mutua confirmación, que se acompaña con un encogimiento de hombros bastante expresivo.

Bully, no obstante, parece tener algo que añadir.

Coincido con el indio en que no hay maldito rastro.

Atusando sus bigotes y vaciando un poco más su botella, el mayoral parece no haber terminado de hablar, y ciertamente al final añade:

Pero me parece que no es casual. Apostaría mi whiskey escocés dirige una mirada a Boyle a que alguien se ha esmerado en borrar las dichosas huellas.

Se vuelve a encoger de hombros.

Lo bueno, si queréis verlo así, es que no creo que un fantasma necesitara esconder sus pisadas. Lo malo es que el tipejo no quiere que lo encontremos, y sabe bien lo que hace... señala impotente el suelo, como destacando la falta de pistas.

EL Predicador espera el veredicto de los expertos en rastreo sin desmontar del caballo. Se queda con los brazos medio cruzados apoyados en la silla. No cambia la cara ni dice nada en ningún momento, para no molestar a Dakota y Bully en su trabajo. Luego escucha la opinión de Bully hasta que concluye, para pasar a mirar a Boyle con una leve sonrisa irónica.

¿Como se le da lo de borrar huellas, inglés?

Lo que le dice a Boyle suena claramente como a una pregunta de la que no se espera respuesta. Antes de terminar de hablar ya pone a caminar al paso a su caballo en dirección a las monturas de Dakota y Danny, cogiendo de las riendas la del chino cuando está junto a ella para llevarla de regreso con su amo.
Cuando ha dado la vuelta y ya comienza a avanzar lentamente de nuevo hacia el pueblo, el Predicador se limita a decir un simple... Volvamos.

El Predicador ni aminora la marcha ni responde a las puyas que lanza Boyle. Lo que no queda claro es si el sacerdote decide guardar silencio por que no quiere continuar con la discusión aunque le ha escuchado, o si es que el reverendo no capta al británico por que esta inmerso en sus propios pensamientos, sin duda para él mas útiles.
Mantiene el paso pausado en dirección hacia el pueblo como si las voces del ingles fueran parte del ruido de fondo, como el viento sobre un matorral o el aullido lejano de un coyote.

El indio aún continuaba con la garganta reseca y la boca pastosa, escupiendo cenizas de tanto en tanto. Había probado hacer buches con el fuerte alcohol que llevaba su compañero y con eso había sentido cierto alivio. No obstante, después de la mirada asesina que le dedicó el Látigo, decidió no repetir aquella conducta.

Realmente no estaba del todo preocupado. Tal vez había huellas allí, o tal vez no. En cualquier caso, Dakota sabía que no estaba en condiciones de verlas. Su vista se había enturbiado un poco con el humo y debía parpadear constantemente para limpiar sus ojos irritados. Además, no necesitaba rastrear a nadie, ya tenía a los culpables.