Partida Rol por web

Tombstone: Dead Lands

Capítulo 3: Ciudad fantasma

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05/09/2009, 18:17
Danny Chang Lee

Danny semicerró los ojos y recitó: Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas. Mateo 21,12.

Y siguió a los demás al interior.

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05/09/2009, 19:16
Director

Los pasos adentran a fieles e infieles en el interior del sagrado edificio. Durante unos segundos la oscuridad les absorbe, como abrazándoles, y todos quedan casi ciegos por las tinieblas.

Pero la oscuridad dentro de la iglesia no es absoluta, ni mucho menos, tan solo la deslumbrante claridad del exterior convierte la sala en esos primeros momentos en una mancha negra. Cuando los ojos se adaptan a las sombras empiezan a dibujarse contornos de una negrura más profunda que el resto... bancos de madera alineados a lo ancho y largo de la sala, todos mirando hacia el mismo lugar: hacia la forma rectangular, sólida, de un altar de piedra. Detrás, un gran crucifijo cuyo Cristo es una silueta negra sin forma.

El eco del espacioso y vacío lugar devuelve cada respiración, cada paso, mezclando todos los sonidos en un coro fantasmal. Dos escaleras que rodean sendas columnas hacen pensar en niños entonando solemnes plegarias y en párrocos arengando a gritos oscuras predicciones. El sonido residual formado por cada roce y cada crujido, amplificado, se hace más denso y profundo, más parecido a música. Un rumor sordo, mecánico y repetitivo marca el compás como un metrónomo, dando sentido a la alucinación sonora. Un tictac envuelve la sala como si la iglesia tuviera su propio corazón que late; rápido y fuerte.

¿Dónde está la luz que debía entrar por las vidrieras? en una esquina hay unas manchas azules y naranjas; el sol atravesando el cristal casi opaco por la suciedad y tiñendo un pequeño trozo de pared. Los rasgos de una Virgen María de tamaño casi natural están impregnados de luz verdosa, dándole el aspecto de un cadáver de pie. Sus manos bendicen a los entrantes, con las palmas abiertas juntas, coloreadas de rojo sangre. ¿A quién se le ocurrió esa siniestra ubicación para una representación de La Madre? la escultura yace verticalmente en un punto tal que bajo cierto ángulo del sol - los relojes marcan las once en punto - se convierte en esto.

Tratando de olvidar la blasfemia cometida por el responsable de tal simbólica atrocidad, esforzándose por ignorar la siniestra casualidad que les hizo entrar a la hora precisa para que la imagen esté en su máxima profanación, los inquietos exploradores parpadean dos veces, sacudiéndose la oscuridad de las pupilas para examinar con cordura el recinto. El monótono rumor continúa y la única explicación plausible es el reloj parado de la torre. Algún mecanismo seguirá funcionando...

Los bancos dejan un pasillo directo hacia el altar y el crucifijo que tiene detrás. La monstruosa estatua, cuya mirada tratan de evitar, observa a los visitantes desde la esquina más lejana a la izquierda. Dos columnas a ambos lados con escaleras que no llevan a ninguna parte. Una tercera escalera al fondo, a la derecha; la subida hacia el campanario y el mecanismo del reloj. Al lado de este ascenso, una puerta de madera; tablones fuertemente clavados aseguran el cierre de ese acceso o salida. La única puerta cerrada del pueblo está bien cerrada.

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05/09/2009, 19:41
Frank

Hacía muchos años que el cowboy no entraba en una iglesia. A pesar de ello es un hombre de ciertas creencias y se sobrecoge un tanto ante el espectáculo de siniestra luz y extrañas luces.

¿Qué andamos buscando exactamente? pregunta dirigiéndose a el Predicador mientras conserva su mano apretada sobre la empuñadura de su revólver.

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05/09/2009, 20:09
Predicador

El Predicador observó el tétrico estado del interior de la iglesia con asombro y estupor. Las parroquias no suelen ser sitos en los que la luz entre con demasiada fuerza, no al menos en estos alrededores. Son lugares de recogimiento y paz, alejados de la estridencia del salvaje oeste. Pero en este caso era excesivo, era un lugar de tinieblas, oscuro y misterioso, oculto a la divina luz. No lo sé, Frank.... El Mal puede escoger entre muchas formas a la hora de presentarse. Vamos, ayúdame a abrir esta puerta. El Predicador comenzó a buscar en los alrededores algún tipo de barra metálica para hacer palanca y hacer saltar las tablas, o en el mejor de los casos una hacha o algo similar.

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05/09/2009, 20:27
"Látigo" Hank Bully

El mayoral no es el menos supersticioso del grupo pero tampoco el más cobarde. Desde que percibió que en la sala no había amenaza, al menos ninguna física, bajó el rifle y acompañó al Predicador hacia la puerta atrancada. Al pasar delante de la representación de la Virgen hace la señal de la cruz, pero más para protegerse de la maligna mirada de la estatua que como respeto al símbolo.

En la diligencia tenía un hacha y un pico que nos hubieran venido de perlas... el Látigo farfulla mientras rebusca entre la bolsa de útiles que trajo consigo. Finalmente saca una palanca metálica, casi igual de eficaz para la labor que las citadas herramientas, y se la pasa al Predicador.

Por su parte, él coge su rifle de la culata, con el arma apuntando hacia el suelo, y usa el resistente metal del cañón alargado para separar algunos de los tablones de la parte baja.

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05/09/2009, 20:42
Director

Los hombres que se acercan a la puerta cerrada notan un aire frio que escapa de todas las rendijas, junto con cierta claridad rojiza. La salida - o entrada - parece tener todos los signos de conducir a un lugar exterior y a todos les viene a la mente el muro que rodeaba el lado sur de la iglesia.

Sin embargo ni siquiera en lo alto de la colina el aire era frio, en este tórrido paisaje desértico, y desde que entraron en el pueblo no habían notado el más leve soplo de viento.

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05/09/2009, 21:11
Predicador

Gracias Hank, que Dios te bendiga.

Fue lo que dijo el Predicador antes de empezar a usar la barra que le pasó el mayoral. Sin dudarlo ni un instante y sin preocuparse por el frío que les llegaba por la puerta, el reverendo comenzó el trabajo de destrucción de las tablas y de la cerradura. Nada ni nadie le privaría al sacerdote de descubrir lo que se ocultaba al otro lado.

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05/09/2009, 21:47
Danny Chang Lee

Danny vigila de lejos la abertura de la puerta, con el enorme mosquete en ristre, sin dejar de estar atento a todo lo que le rodea.

Dakota, abre bien los ojos. Esto me gusta muy poco, dice con voz queda.

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05/09/2009, 22:32
Frank

La tensión de la situación dispara la secreción ácida estomacal del pistolero, que acusa el estrés con el dichoso y malhumorante dolor de estómago que le acompaña desde hacía unos meses.

Sin dilación ayuda a el Predicador y al Bully a desatrancar la puerta...

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05/09/2009, 22:58
Dakota

Dakota aferraba su Winchester con la misma desconfianza que el resto. No sabía gran cosa de la tradición del hombre blanco, en lo que a religión se refería, pero esas grandes iglesias siempre le habían parecido lugares inquietantes. En todo caso este templo tenía algo distinto, mucho más palpable y amenazante.

Sin decir palabra ni alterar su gesto, el indio siguió al Predicador en su empeño de atravesar la puerta cerrada. Su primera intención fue derribar la puerta a empujones o destrozar los tablones que la cerraban a golpe de Tomahawk, sin embargo usar ese tipo de violencia en ese lugar no le parecía buena idea y, viendo que la apertura era cuestión de tiempo, Dakota convino con el chino en que lo mejor era estar preparado.

Con sus profundos ojos fijos en los resplandores que escapaban de cada rendija, alzó su rifle amartillándolo para estar listo para disparar.

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05/09/2009, 22:58
Charles Eckhardt

Tras la entrada de los cinco hombres en el oscuro recinto de la capilla, el silencio flota denso entre Eckhardt y Boyle. El reportero sigue con la cámara en su mano, reticente a usarla, mirando a su alrededor. Finalmente habla, quizá para romper la tensión más que por otra cosa.

Este pueblo sería fascinante, si no estuviera tan muerto... y a la vez tan vivo las últimas palabras le provocan un escalofrio, que descarta agitando la cabeza para seguir hablando apuesto a que hay aquí materia suficiente para el mejor artículo que nunca se ha escrito.

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06/09/2009, 01:00
Stephen Boyle

Stephen asiente ante "tan muerto" y con el "pero tan vivo" mira de reojo a Eckhardt, con cara de no estar entendiendo el significado completo de la frase. Se encoge de hombros en una actitud atípica del curioso Boyle, sabiendo que su ojo agudo será clave en caso de que el pueblo no esté tan muerto como aparenta.

- Tiradas (2)
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06/09/2009, 01:27
Charles Eckhardt

Es curioso este lugar... recuerdo una vez que...

Eckhardt calla abruptamente al darse cuenta de que el inglés tiene todo su sentido auditivo atento a otra cosa.

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06/09/2009, 01:27
Director

Algo en la forma en la que Eckhardt dijo "tan vivo" ha hecho reflexionar al avispado ingeniero. Sin duda los sentidos del curioso reportero son agudos y su instinto está acostumbrado a la acción. Eckhardt carece, no obstante, de la capacidad intelectual de Boyle y de su concentración. Lo que el reportero percibió más allá de su conocimiento consciente, Stephen lo racionaliza dándole forma.

El pueblo está, en cierto modo, "vivo", ciertamente. Quizá ese gallo de madera girando por el viento  - ¿viento? - en lo alto de una casa; tal vez los crujidos de madera vieja contraerse, que serían de esperar más bien durante la noche. Un leve tictac, o quizá un tintineo.. en algún lugar lejano.

No. El rumor sordo viene del propio campanario. Un martilleo como si alguien o algo llamara desde dentro, un sonido muy concreto pero apenas audible. Sólo acercándose mucho a la pared podrá llegar a identificarlo, no le cabe duda a Boyle, incluso tiene la impresión de que tocando la pared podrá sentir su vibración...

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06/09/2009, 01:27
Stephen Boyle

Se lleva un dedo  a los labios mirando a Eckhardt e indicándole con el dedo seguir atento a los alrededores. Stephen le coloca el seguro a su rifle y se lo tercia, se aproxima lentamente a la pared que tiene justo detrás y primero usa el sentido del tacto que del oído, para poder marcar la vibración extraña. Con la otra mano saca su bonito reloj que da los segundos con exactitud, para medir cuantas pulsaciones, si las hay, se dan en diez segundos.

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06/09/2009, 01:28
Director

Las recias tablas sujetas con clavos acaban en el suelo, una a una. Fragmentos de madera se rompen en pedazos salpicando astillas, o simplemente se desprenden de su sujeción abriendo paso poco a poco hacia la sólida puerta. Un reborde de luz naranja separa todo el contorno de la puerta de la gris pared que la rodea. Viento débil pero helado escapa de cada grieta.

Alrededor solo hay silencio, y el eco de cada sonido que produce el esfuerzo del trabajo deforma las voces. La estatua de la Virgen no se pierde detalle de lo ocurrido y el incesante tictac del reloj resuena justo en el límite entre lo audible y la imaginación.

El trabajo por fin es concluido; la puerta está limpia de trabas y lo primero que hacen el Predicador, Bully y Frank es volver a esgrimir sus armas antes de dar rienda suelta a lo que se oculte detrás de la madera. Todas las miradas están posadas en el mismo lugar y todos comparten sin necesidad de palabras la idea de que, en este lugar, el sacerdote debe hacer los honores. El cura gira el picaporte. A pesar de que todos los tablones yacen en el suelo, la puerta aún se resiste; algunos clavos la unen directamente con el marco. Sin embargo la voluntad del Pater es fuerte y también sus brazos; un empujón con la mano al manillar y las rendijas de luz se amplían. Un segundo intento y los clavos saltan.

Los sentidos se vuelven agudos, captan cada matiz del instante como si ocurriera en cámara lenta. Multitud de estímulos se agolpan en sus mentes luchando por ser convertidos en información.

Los clavos rotos o doblados tintinean al caer al suelo. La puerta cede con un gemido de madera vieja - abre hacia fuera - y un sonido metálico, como el de un objeto de hierro golpear contra la tierra, se oye justo al otro lado de la madera. La puerta chirría girando sobre sus bisagras. Una vez superadas las resistencias iniciales se ha abierto con una fuerza insólita, como si algo al otro lado hubiera estado todo este rato tirando de ella en vano. La luz del sol ciega las pupilas que ya se habían adaptado a la oscuridad. Solo quedan en las retinas imágenes de tierra negra y piedra gris. El batiente golpea violentamente la pared al llegar al máximo de su ángulo de abertura; los goznes se han roto, y la madera cae al suelo con gran estrépito. Una ola de aire frio invade de pronto la sala agitando el pelo y las vestiduras de los exploradores. Apenas empiezan a cuestionar si el orden de todos estos sucesos ha sido el lógico cuando la vista comienza a aclararse...

Lo que primero llama la atención es un pequeño objeto tirado justo a los pies del Predicador, justo en el lado exterior de la salida. La luz del sol se refleja sobre el contorno plateado de un crucifijo del tamaño de una mano. El objeto que debió caer al romperse la puerta... ¿dónde estaría? Las miradas se alzan ampliando sus perspectivas y en seguida se encuentran confinadas en un recinto cerrado por la muralla gris cuya existencia ya se conocía del lado sur de la iglesia. El área incluye unos 50 pasos de ancho y largo divididos en dos por una verja metálica que cruza el terreno de parte a parte, segmentándolo. La zona delimitada por estos muros está repleta de tumbas de piedra gris: lápidas rectangulares, rocas con forma de cruz, elaboradas estatuas en miniatura... tumbas de todas clases pero todas están de espaldas a la puerta recién cruzada, todas esconden sus nombres de momento. Al otro lado de la verja de hierro negro que separa las dos partes del terreno se puede ver lo mismo, lápidas de tosco aspecto, casi todas simples rocas bien pulidas.

En frente, el muro presenta una interrupción de un par de yardas, que es cerrada por una valla muy alta de hierro negro. La verdadera entrada al cementerio, seguramente; la que no pasa por la iglesia primero.

El tictac del reloj se escucha incluso más claro aquí, por alguna oscura razón. Los nombres y epitafios ocultos al otro lado de la roca queman en los instintos de los cinco hombres. Algo les espolea a avanzar lentamente por el cementerio para descubrir el secreto que guardan las palabras talladas; algo les sugiere también echar a correr y no volver nunca. El aire del cementerio es más frio que el circundante, a pesar de que su perímetro no está cerrado.

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06/09/2009, 10:53
Frank

No esperaba menos... Un cementerio dentro de una iglesia.

Frank traga saliva y da dos pasos en dirección a la tumba más cercana. Nada debe sorprenderle de lo que encuentre en el obituario, es improbable que conozca algún nombre. Lo que le atrae es el estado de las tumbas.

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06/09/2009, 11:09
Danny Chang Lee

Danny sigue a los demás, deteniéndose un instante a recoger el crucifijo.

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06/09/2009, 16:11
Dakota

 

Dakota no sentía un odio particular por este tipo de lugares, pero no le gustaba andar por ellos. Eran lugares de descanso, preparados para aquellos que ya no caminaban por esta tierra, y los vivos no tenían nada que hacer allí. No importaba si se trataba de blancos o de indios o de chinos. Cada uno tenía su propia Fe, pero todos dejaban a los muertos en paz. Sin embargo, Dakota tenía un trabajo que hacer.

En silencio, tan solo con algunas indicaciones de su mano, indicó a los demás compañeros que aguardaran unos momentos antes de adentrarse en el cementerio. Al mismo tiempo, se adelantó un par de pasos y escrutó la tierra de la zona que rodeaba la puerta que acababan de trasponer.

 

- Tiradas (3)
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06/09/2009, 16:27
Director

Dakota examina las yardas más cercanas antes de dar señal a los demás para que pasen al cementerio. El vistazo del indio no le ha revelado nada fuera de lo común: no hay huellas y tampoco signos de vida. La única conclusión a la que llega el piel roja es que el crucifijo de plata estaba clavado en la puerta recién derribada.

Tampoco le pasa desapercibido a nadie que la verja metálica que constituye la única otra salida está sólidamente cerrada. Un cartel de madera cuelga de ella, con su mensaje hacia fuera, invisible desde la perspectiva actual.

Nada parece justificar los recelos y la inquietud que todos sienten, por lo que Dakota da paso a los demás y los ojos se preparan para ver cualquier cosa.

Los pasos hollan suelo sagrado y las botas se hunden lentamente en la tierra blanda, dando la desagradable sensación de que se hunden hacia los cadáveres. Las primeras tumbas en mostrar su ángulo muerto son las que están al otro lado de la valla de hierro negro. No hay ninguna inscripción en ellas: ni nombre ni fecha ni un breve epitafio. Sin duda son las tumbas de los extranjeros, de los negros o indios, de los muertos con las botas puestas; la Colina de las Botas se suele llamar a estos cementerios. Gente enterrada sin funeral y sin nombre. Pero es extraño que estén en territorio cerrado, en terreno sagrado de la propia iglesia, junto al lugar donde debían enterrar a los habitantes del pueblo.

La alta muralla cercando el cementerio y la verja de metal como única separación entre clases de muertos dan una impresion tenebrosa. Como si en este pueblo quisieran mantener todos sus muertos bien guardados. ¿O mantenerse bien a salvo de ellos?

Las miradas se clavan con cierta aprensión en los reversos de las lápidas más cercanas, en este lado del recinto. Estas sí parecen tener inscripciones y la más cercana pronto revela sus palabras grabadas con anticuados caracteres:

October 19, 1861. Mortimer Huckson. Dead in Purgatory.

Un escalofrio recorre los espinazos y los nombres se siguen sucediendo: William, Jackson, Gilbert; muerto en Purgatory, muerto en Purgatory, MUERTO EN PURGATORY.

En ese momento un tañido ensordecedor sacude a los cinco visitantes, los corazones se paran una décima de segundo cuando la campana del reloj parado resuena rompiendo el silencio violentamente.

Los nervios se crispan, las miradas pasean alrededor y el terror llega a atenazar la garganta cuando en una lápida más siniestra de lo normal parece poner MAYBE DEAD in Purgatory*. Apenas se alivia el ritmo cardiaco cuando el efecto óptico producido por la siniestra luz y el miedo deshace su efecto: MAY 8 Dead in Purgatory**.  La campana continúa marcando el ritmo: MUERTO EN PURGATORY, MUERTO EN PURGATORY, MUERTE EN PURGATORY. Las inscripciones de todas y cada una de las tumbas parecen cambiar y bajo el primer vistazo todas escupen amenazas y siniestros mensajes para, un segundo después, convertirse en el mismo, repetitivo, mantra.

Muerto en Purgatory.

Si la aldea de Bronco Pueblo ha desaparecido, pasado a mejor vida, la alegre campana de bronce que tañe histérica parece anunciar que ha regresado del infierno al que van las malas ciudades. Este Pueblo Fantasma ahora sólo tiene un nombre.

En el quinto redoble cesa el martilleo al bronce del campanario. El sonido metálico se propaga en el ambiente y, cuando las ilusiones ópticas amenazaban con quebrar alguna cordura, un inquietante mensaje resiste fijo, inalterable, en la lápida más blanca del cementerio. Ésta vez no es un espejismo. Grabada toscamente en la piedra hay una única palabra soportando impasible todas las miradas:

Si la mayúscula inicial hace referencia a un misterioso Nadie que yace bajo esa tierra negra y removida, es algo que apenas llega a pensarse. La promesa de nadie en esa tumba resulta subrayada por el juego de palabras, con un significado aún más literal.***

Notas de juego

* "Quizá muerto en Purgatory"

** "8 de mayo † muerto en Purgatory"

***en inglés, puede leerse como la palabra "nobody" (nadie) igual que como las palabras "no body" (ningún cadáver).