Partida Rol por web

Harald se levantó y escupió mientras el normando se retorcía aún gimoteando aturdido. Parsimoniosamente recogió sus hachas del barro y, regresando luego junto al caído, le asestó un despiadado puntapié que le hizo retorcerse de nuevo.

-Trranquilo, Fisker Jarl -respondió con una sonrisa asesina-. Este perrro no sabe ni conserrvarr sus barrcos ni lucharr con honorr. Hace falta mucho más que esta furrcia parra acabarr con Harald Sigurdrson. ¿Te enterras, bastarrdo? –añadió propinando un nuevo puntapié al normando-. ¿Y vosotrros, qué hacéis ahí parrados? ¡Rrecoged a este idiota, y que no vuelva a acerrcarrse a mí hasta que aprrenda a pelearr como un hombrre!
 

Se había enfrentado cara a cara contra unos gigantes y había sobrevivido, ni en sus mejores sueños eso sucedía, ademas a su entender había dado tiempo a la zanahoria para trazar un plan y salvar al bobo gigante de la muerte. Y por fin estaba abrazando a su maestro, a su querido, listo y mojado maestro;¿Espera un momento mojado?

-¿Que haces mojado maestro?-le inquirió el joven Tuaan. Y sin tiempo para esperar una respuesta cambio de idea.-Sabes maestro, prefiero no saberlo- dijo sonriendo.

La ardilla respiró hondo aliviada por no haber tenido que usar su arco, aun cuando procuraba parecer amenazante de pie y con el arco tensado. También se regocijó al ver al resto del grupo, en especial al ver a Nenúfar y a Adrien, que se parecía cada vez más un Fisker Jarl-como le gustaba llamarlo el gigante- que un vulgar pescador ...incluso le reconfortó la presencia del mago loco, en especial por la alegría del pequeño Tuaan... Sheogorath debía de ser lo más parecido a un padre que había tenido el joven.

Otra vez aquel olor que lo transportaba a su infancia, y sin duda venia de aquella muchacha. Era ella la elegida, la que sería capaz de acabar con el dragón, de la que le había hablado el maestro antes de morir en sus brazos. En su mente parecía que todo se solucionaba, pero el cansancio parecía que al fin se hacía con el, como se había hecho con el mago loco. El cuerpo le pesaba, parecía que se iba a derrumbar pero la seguridad que le transmitía aquella joven le permitió permanecer despierto.

Mas tranquilo al ver que todo se solucionaba, se acerco a la muchacha y la señaló con el dedo como si pudiera ver, pero lo único que lo guiaba era aquel mágico olor -Eres tu, sin duda eres tu- La voz le temblaba de la emoción.

-¿Estáis bien? – preguntó Nenúfar a Rhiannon, Tuann y especialmente a Harald que hasta hacia unos instantes tenía una daga en su cuello. Se acercó hasta él y tocando la zona de la herida comprobó que el corte no era profundo.  -¿Qué ha pasado?-preguntó la joven al vikingo casi como una orden.  – Es alto el precio por el que pagan por la pelirroja – dijo con ironía.- De no ser así no nos seguirían hasta tan lejos, los normandos.- 

- Ellos no os siguen a vosotros...

La voz de Lasiam surgió de entre las sombras, fría y eterna, como la misma tierra. En seguida se colocó entre los normandos que, sumisos, hincaron la rodilla ante ella. Sonrió, complacida. Al lado de los soldados tenía la altura de una niña; los labios rojos como la sangre (¿quizá manchados de sangre?) digna, hermosa como la propia Giselle.

-... es casi casi al revés. Pero no os preocupéis. Tu ejército, Adrien, jamás os haría daño.

Los normandos miraron a Adrien, luego a Lasiam y luego entre sí, con evidente perplejidad (en parte igual que los demás). Pero no protestaron lo más minimo, ni osaron levantarse.

- ¡No os sorprendáis! Con el apoyo de Harold, Adrien será el nuevo barón de Cornualles, y rey de la isla de Lunga. Philiph cree que él será el nuevo rey de Bretaña ... pero es un incapaz. Serán mejores tiempos para todos - sonrió - ¡quizá llegue la paz entre normandos y sajones! Pero para eso aún necesitamos algunas cosas más. Adrien, por favor, tira esa espada y tráeme ese armiño. No te preocupes, tengo la espada que necesitas. Vamos a por el Diente del Dragón.

- ¡No!

Handalaia había seguido a Nenúfar, Bennen, Sheogorath y Adrien, y estaba ahora un par de pasos detrás de ellos. En su rostro cansado se leía la determinación; avanzó, cojeando, hasta colocarse al lado del armiño. La mujer morena, a la que habían visto transformarse en oso, estaba visiblemente malherida. Pero eso no la detuvo. Incluso sonrió con tristeza cuando miró a Nenúfar, y la guardiana de Cornualles recordó sus palabras la primera vez que hablaron:

"La seguí... la seguí... ¡¡tanto tiempo!! Y ahora he fallado. Tantos han muerto... ¿El armiño está bien? ¿Lo has visto?"

- ¡Mins, no!

Mornath estaba en el quicio de la puerta de la posada en la que instantes antes Rhiannon, Tuann y Harald habían disfrutado del más delicioso guiso que probaban en semanas. El chico lobo, majestuoso como siempre, parecía completamente desbordado: evidentemente no se esperaba esa reunión. Su sorpresa no duró mucho; con decisión dio un par de pasos fuera de la posada, apretando la mandíbula.

- Apártate de él, bruja - dijo

Era imposible saber si se refería a Lasiam o a Handalaia... pero buscó con la mirada a Rhiannon, en busca de algún aliado.

Un susurro de admiración por el gesto de Mornath recorrió la oscuridad. "No es su tiempo", parecía decir, quizá en la imaginación de los humanos. De otros humanos. Los aventureros ya habían visto suficiente para saber que las palabras procedían de la corte de Handalaia, que los había acompañado durante todas las noches del viaje.

La situación no dejaba de ser una grotesca imitación a lo que había ocurrido en el lago. Handalaia frente Lasiam, contra la que nunca tuvo ninguna oportunidad, insistía en no rendirse en su afán por proteger al armiño de Mornath... el mismo Mornath con el que había peleado a muerte en forma de oso la última luna llena. El muchacho, por su parte, aún no parecía tener claro que Handalaia trataba de proteger a su amigo; pero su rostro descompuesto denotaba el terrible esfuerzo que le suponía estar allí, al descubierto, en la oscuridad. No podría con las dos, y él lo sabía.

Los dos normandos sanos se pusieron rápidamente en guardia, resueltos a obedecer cualquier orden de Lasiam. Despacio, la pequeña mujer, abrió su libro, pero luego pareció pensarlo mejor, y lo cerró, con un bostezo de aburrimiento.

- Estoy aburrida de ella - dijo a los soldados. - Vamos Adrien, Giselle te está esperando. Debe ser un infierno estar en ese convento, encerrada. Bennen, ¿vienes con nosotros?

-Palabras, palabras, palabras -Sheogorath imitó la voz de una niña malcriada-. "Poneos de rodillas, que soy la reina vampiro. Me gusta el rojo, la verdura y los higos". Promesas, promesas, promesas, huecas como la cabeza del reno colorado -dijo, agitando la mano con desprecio ante Lasiam antes de mirar a sus compañeros y llevarse la mano a la sien. Girando un dedo, volteó los ojos-. Alguien está como una caaaaaaaaaaabra -dando un codazo a Adrien, señaló con la cabeza, con poco disimulo, a Lasiam-, y no quiero mirar a naaaaaaadie -concluyó, con sus ojos clavados en ella.

Adrien se sobresalto ante la situación que se había producido en estos últimos instantes. De pronto toda su tenacidad y decisión se habían desvanecido mientras la espada empezaba a pesar en su mano y bajar lentamente hacía el suelo.

Con la mirada busco al resto del grupo intentando averiguar que ocurría, sus ojos se cruzaron con los de sus compañeros buscando entender que es lo que pensaban sus compañeros pero solo encontró dudas y más dudas. Querría hablar con su hermana, con rhiannon, para saber que opinaba ella o escuchar los consejos de nenúfar; y tal vez escuchar también al fiero guerrero Harald. Los demás no le importaban demasiado en este momento, pero ahora debía tomar una decisión personal y muy importante. Su futuro prometedor, al cual estaba destinado, se abría delante suya con promesas que podrían ser ciertas o falsas, pero no quería perder la oportunidad.

La espada cayo al suelo mientras adrien se acercaba al armiño dispuesto a cogerlo aunque esperando a ver la reacción de los demás antes de hacer nada.

"Tira la espada y tráeme ese armiño"

Estas palabras retumbaron en la cabeza del joven Tuann, él había tenido al animalito en sus brazos y había sentido la bondad en él, y ahora parecía estar en peligro. Si había un lugar para dejar de ser un niño, era este. Debía salvar al armiño, él era la clave de algo que ni el pobre niño comprendía, pero eso daba igual.
Así que corrió hacía él dispuesto a llevárselo consigo.

¿Adrian el nuevo barón de Cornualles? Rhiannon estaba confundida ¿Y si Lasiam estaba de su parte? La joven pelirroja lanzó una mirada inquisitiva a su hermano ¿Qué es lo que hará? Después de todo a la ardilla le daba igual el diente de dragón…ella lo que quería era ver a Philiph derrotado. La clave está en la extraña rata…debía hacerse con ella.

- Ellos no os siguen a vosotros...
La aparición de Lasiam no le sorprendió tanto, después de conocerla apareciendo de la nada. Lo que realmente le sorprendió, fue que los normandos estaban a sus órdenes. Aun más asombrada quedó cuando se dirigió a Adrien como el líder del ejército normando. La joven no pudo evitar sospechar que en el lago, cuando debía de coger el libro mágico, algo ocurrió. Y Adrien se guardó para si el secreto
- ¡No os sorprendáis! Con el apoyo de Harold, Adrien será el nuevo barón de Cornualles, y rey de la isla de Lunga. Philiph cree que él será el nuevo rey de Bretaña ... pero es un incapaz. Serán mejores tiempos para todos  ¡quizá llegue la paz entre normandos y sajones! Pero para eso aún necesitamos algunas cosas más. Adrien, por favor, tira esa espada y tráeme ese armiño. No te preocupes, tengo la espada que necesitas. Vamos a por el Diente del Dragón.
La joven miró a Adrien, dudosa de la lealtad que profesaba hacia Giselle. Y replicó a las palabras de Lasiam. –Sí, Adrien será el nuevo barón de Cornualles, pero no a través de tus artimañas.- Volvió a mirar al muchacho, con preocupación, negó con la cabeza, esperaba que no tirara la espada.
Handalaia y Mornath con su armiño se unieron al grupo, de repente. La situación era muy extraña. Nenúfar recordó la primera vez que vio a Handalaia, y recordó su advertencia.
"La seguí... la seguí... ¡¡tanto tiempo!! Y ahora he fallado. Tantos han muerto... ¿El armiño está bien? ¿Lo has visto?"
El escalofrió le recorrió su cuerpo, el efecto lo creaba Lasiam,  contoneándose con los normandos e invitando a Harald y a Adrien a que traicionaran sus principios y a sus amigos.
Mornath al igual que Handalaia estaban decididos a proteger el armiño. El animalito aparentemente inocente, era el eje de la disputa.
- Estoy aburrida de ella - dijo a los soldados. - Vamos Adrien, Giselle te está esperando. Debe ser un infierno estar en ese convento, encerrada. Bennen, ¿vienes con nosotros?
Con los soldados de pie, Nenúfar también se puso en guardia, agarró fuertemente su  cayado y se colocó junto a Handalaia.

Simplemente cogerlo y decirle a Mornath que lo protegeré.