Partida Rol por web

La puerta de la habitación no estaba bloqueada así que Lureene la abre un poquito sin problemas. Daba al pasillo que conectaba todas las estancias del edificio. La oscuridad era total, no había luces encendidas por ninguna parte. Lureene no podía ver absolutamente nada. Por suerte Athan tenía los sentidos más desarrollados y, aunque su visión no era perfecta, podía discernir las paredes y el contorno de los objetos que había por el pasillo, así como las escaleras al fondo del pasillo.

Rion decidió salir a dar una vuelta por la ciudad mientras su compañero Edward se iba a dormir.

Y no solo Edward se había ido a dormir. Tras caminar un poco por los alrededores, Rion se dio cuenta de que buena parte de la actividad de Figaro había cesado. Ya era más de media noche y las puertas de la ciudad estaban cerradas. El barrio de X'ethra quedaba prácticamente desierto, pues los edificios gubernamentales estaban cerrados y los templos yo ofrecían homilías por las noches. Lo mismo ocurría con el barrio de los Orfebres, donde se acumulaba la mayor parte de los comercios de la ciudad. 

No obstante el barrio de los Orfebres todavía ofrecía algo de entretenimiento a aquellos que les gustaba vivir por la noche. El ruido de algunas tabernas quedaba patente en el ambiente cuando Rion pasaba cerca. Y alguna que otra meretriz le ponía ojitos o directamente le proponía pasar un buen rato...

Toqué su hombro y señalé en dirección a las escaleras. La parte de abajo ya la habíamos visto y no tenía sentido buscarla sin saber nada sobre magia o lo que fuera todo aquello. Yo solo sabía de cosas que brillasen, no cosas que atrapasen almas.

Con cuidado y sigilo me moví hasta mi objetivo.

Siento el tanteo en mi hombro y las señales de mi compañero. Me cuesta horrores poder ver en el oscuro pasillo, así que no tengo otra alternativa más que confiar en los felinos ojos de Athan.

Asiento ante su sugerencia de las escaleras, y sin hacer el más mínimo ruido, espero que tome la delantera y yo por detrás para poder seguirle el paso. 

Sin hacer el más mínimo ruido y como dos sombras que nadie puede ver, os escurrís por el pasillo hasta llegar a las escaleras y subís por ellas.

En la parte de arriba seguís estando a oscuras. El silencio lo inunda todo. A lo largo del pasillo hay puertas que permanecen cerradas.

El bullicio que había podido comprobar por la mañana, se había quedado reducido prácticamente a unos pocos parroquianos deambulando de un lado a otro. Todo tan silencioso, todo tan melancólico… Por un momento me ronda por la cabeza la idea de visitar el templo para orar por el descanso de Numendil. Su muerte me ha afectado más de lo que pensaba. Nunca he sido una persona especialmente afectiva ni que muestra empatía por cualquiera, pero algo me dice que era un tipo noble y no merecía morir de esa manera. “Quizá debimos cancelar el combate...” –pienso posando mi mirada en el barrio de los Orfebres, donde la noche parece ser mucho más larga.

Algunas meretrices se dirigen a mí pero yo con sumo encanto declino sus proposiciones. Si bien no me importaría pasar un tiempo con alguna de ellas, mis ánimos y energías no son las mejores. Y para alguien como yo, eso es sumamente importante. Así que me dirijo directamente a la taberna más cercana para olvidar las penas, o al menos intentarlo...

Me escupí las manos y me las froté al ver todas esas puertas. Esto iba a ser divertido de desvalijar, y yo tenía ganas de empezar. Me acerqué a la primera puerta con sigilo, y arrimando la oreja con cuidado intenté escuchar algo dentro. En caso de no oir nada era hora de empezar con el juego de abrir puertas.

Tras rechazar a las meretrices y adentrarte un poco más en el barrio en busca de una taberna, notas una presencia detrás de ti. Das media vuelta pero allí no hay nadie pero mientras sigues avanzando sigues notando como si alguien te estuviera siguiendo. Hasta que de repente un hombre te corta el paso. Su aspecto es algo siniestro, con el pelo y la barba desaliñados y la ropa sucia.

- Vaya, vaya, vaya. Qué tenemos aquí! Parece usted perdido, señor - dice el hombre haciendo una exagerada reverencia - Puedo ayudarle en algo? Tal vez darle alguna indicación?

Tras acercarse con cautela y cerciorarse de que no hay ningún ruido detrás de la puerta, Athan saca sus herramientas de cerrajero y fuerza la primera cerradura sin mucha dificultad. La puerta se abre y encontráis una habitación a oscuras. Athan puede intuir que se trata de algún tipo de despacho, pues hay un escritorio con una silla, lo que parece ser una estantería y también una cama. Por suerte no hay nadie durmiendo en ella.

Trato de ver por encima de mi compañero que hay en la habitación. Pero lo único que percibo es oscuridad. No podemos darnos el lujo de prender velas, ya que nos podrían descubrir antes de investigar nada siquiera. 

- Es mejor que sigamos, esto puede esperar para más tarde.

Mis ojos centellaban ante la idea de saquear aquella habitación, adoraba aquello. Pero la señorita me trajo de vuelta a la realidad, así que decidí dejarlo para mas adelante y me dirigí a la siguiente habitación para repetir la misma conducta: escuchar y si no había ruido saquear. Pero no sin antes dejar la puerta cerrada, por si venía alguien.

Athan repitió la misma operación. Tras asegurarse al 100% de que no surgía ningún ruido de la siguiente habitación, abrió la puerta con la maestría de un auténtico ladrón. Otra habitación a oscuras y sin nadie en su interior. Como la habitación anterior, ésta también parecía se algún tipo de despacho, con su estantería, su escritorio y demás mobiliario. 

Deambulando sin un rumbo fijo, una sensación extraña se apodera de mí. Juraría que alguien me está siguiendo, pero cuando compruebo que detrás de mí no hay ninguna persona, decido pensar que quizá estoy algo paranoico; sin embargo, este sentimiento no desaparece por completo. Aproximándome a una de las tabernas, un sujeto de aspecto andrajoso se cruza ante mí, interrumpiendo mi recorrido. Sus palabras, su fingido saludo y la hora en la cual transcurre la escena, no hacen sino originar una desconfianza hacia él.

-No, tranquilo. Simplemente daba un paseo y tenía pensado refrescar la garganta con alguna rica bebida. Gracias de todos modos por su cordialidad –le digo con la intención de que se aparte-. Si me disculpa… 

Bien, era hora de hacer mas trabajo. Me acerqué al oído de la muchacha para susurrarla.

-Aquí pueden tener algun documento incriminatorio. Si cerramos la puerta podemos encender una vela y dar un vistazo rápido aunque sea. 

Asiento ante las palabras de Athan. Paso a la habitación y quedo a la expectativa que el semigato encendiese una vela. Ya que yo veo menos que un topo en las condiciones actuales. Me quedo quieta en la entrada para no llevarme nada por delante.

Con mucho cuidado cerré la puerta, para así poder encender tranquilamente una vela con mi pedernal* y luego con esta encender otra que pasarle a la elfa. Una vez encendida me pongo a buscar con cuidado en la sala, a ver si encontraba alguna cosa interesante, aunque la busqueda no parecía tener ningun fruto.

Athan enciende una vela, tras cerrar la puerta, lo que le da a su compañera Lureene una oportunidad de poder ver en la habitación. Hacéis un registro general. En las estanterías hay libros y papeles de poco interés, así como figuras de manufactura enana que no tienen ningún valor. Parece que la búsqueda no está siendo fructífera hasta que notáis un pequeño destello en uno de los cajones del escritorio. 

El cajón está cerrado con llave pero no es precisamente una cerradura complicada, así que Athan lo abre prácticamente sin despeinarse. En el interior de ese cajón encontráis un saquito de cuero con monedas y una maza de mano con inscripciones rúnicas que de vez en cuando emiten un pequeño destello.