Partida Rol por web

El hechicero asiente y dice:- Pero sujétalo, porque me defenderé si me ataca, con eso digo todo.- Hace un gesto a las mujeres, una de ellas especialmente bonita se acerca a la puerta con pasos desmañados y la abre, tu lobo la hace caer al suelo con el empeñón fuerte que le ha dado a la puerta, su lomo se eriza y está buscando el objetivo a atacar, sino lo paralizas, el hechicero terminara haciendo su amenaza real.

Observó con interés como la bella mujer abre la puerta a su compañero, que entra en modo de ataque al pensar que su ama está en peligro.

-Draco.- le dice con voz firme y serena.- Ven aquí y no ataques.- hace un gesto con la mano, haciendo énfasis en su orden.

Sabe perfectamente que el lobo la obedecerá sin rechistar. Su amor por ella es mucho más grande que el estado de ceguera por la rabia.

Aunque te hace caso, Draco está cuanto menos nervioso, nota el olor de la muerte en las mujeres y le está volviendo loco, por lo que tienes que acariciarlo mientras dejas que hable el hechicero. Este sonriente proclama:- Vaya así que sabes mantener a tu bestia tranquila...- Tras ese intento de ponerte nerviosa, cambia de tema:- A lo que íbamos, esos muchachos van a por un arma que se llevara el alma de Lucy para quedar confinada en ella, dejándola en tinieblas para siempre. Pero lo que Ismael no sabe, es que hay otro camino, pero para eso deberías conseguir que la muchacha quiera liberarse de la maldición. Si, así de simple y asi de peligroso, el rey yaciente no quiere dejar escapar a sus esclavos...-

-¿Dónde está ella ahora mismo?- dice acariciando suavemente el pelaje de Drako, después de escuchar la palabrería de ese hombre, que no sabe si creer o no. Puede ser mucho más que una trampa...- Y, ¿por qué quieres ayudarme? ¿A qué viene que ahora te importen estos seres atrapados en esta casa? - gruñe al estar desconfiada.

Quizás... Haya una pizca de humanidad en ese desgraciado

Se mantiene quieta, acariciando al lobo, aunque sin dejar de estar en tensión, por si la ataca de cualquier manera. Aunque no va a sucumbir ante sus provocaciones verbales, eso lo tiene más que claro. 

El hechicero te responde con sus sardónica sonrisa en el rostro:- Te espera en las cuevas del acantilado, las que tienen la vista a la isla del monasterio, ves rápido, sus criaturas le están pidiendo ayuda.- Manda con un gesto a una de las mujeres que con movimientos espasmódicos te abren la puerta:- Y mis motivos, son míos, pero por ahora si quieres salvar a tu amante, deberías moverte...-

-Como estés mintiedo te mataré- Gruñe la elfa.- Y como le hayas hecho algo a Lucy sufrirás algo peor que la muerte.

No confía en ese hombre, pero el hecho de que su pequeña Lucy, la dulce Lucy... esté en peligro, le pone los pelos de punta. No puede dejar que nada le ocurra. Echa una última mirada de odio a Oswald y sale de la habitación, seguida por su compañero de cuatro patas, dispuesta a dirigirse al lugar indicado. 

Se cierra la puerta detrás de ti con un portazo no sin escuchar la risa burlona del hechicero riendose de tu amenaza. Ahora vuelves a estar en el pasillo por donde te dirigías para hablar con Ismael, pero puede que ahora pienses en otra cosa, pero sin nadie que te de información sobre el acantilado y dentro de la casa va a ser complicado reencontrarte con Lucy...

La elfa mira a un lado y al otro. No tiene muy claro que hacer, pero se decide por ir a ver a Ismael. Nadie mejor que él puede decirle dónde se encuentra el acantilado, cómo llegar, y si la amenaza es verdad. Con paso firme se dirige hacia su despacho, rápidamente, y cuando llega a la puerta da unos golpecillos con los nudillos antes de entreabrir la puerta.

Se puede...?

Al abrir la puerta te encuentras con Ismael que esta leyendo enfrascado de nuevo en sus libros, al ver que eres tú, se aleja de la mesa con su silla de ruedas y girandose hacía ti te dice:- Entra entra, ya sabes que siempre eres bienvenida.- Sonriendote te asegura:- He estado preocupado por tu estado tras tu percance por decirlo suave. ¿Estás mejor? ¿Te puedo ayudar en algo?-

-Gracias por ser siempre tan amable, Ishmael. - sonríe la elfa, aunque en su mirada se nota algo de preocupación.- Necesito que me expliques adónde y para qué han ido mis compañeros. Oswald ha aparecido y me ha "advertido" - hace las comillas con las manos- de que tu hermana Lucy está en peligro. ¿Es eso cierto?- la elfa se muestra tan preocupada como se siente realmente. 

Ismael al darse cuenta de tu semblante te hace un ademán para que te sientes en su cama y escucha lo que tienes que decir y arruga el rostro:- Malas noticias son que Oswald, ese monstruo se esconda en mi casa... Pero ¿Donde lo vistes?...- Al reconocer que no ha respondido a tus preguntas carraspea y se disculpa:- Perdona me altero al nombrar a tal alimaña. Te explicare me temo que lo que te ha dicho es cierto, tus compañeros van a por un arma capaz de matar a mis hermanos... Sabes que hubiese buscado otros métodos, pero entre todos mis libros no hay nínguno que parezca ser una alternativa. Pero ¿Por que te preocupas por mi hermana?-

Escucha con el semblante muy serio a Ishmael. No disimula la preocupación que siente.

-Verás... He... trabado amistad con ella. Y no merece morir. Ella no es mala, Ishmael. Ella no quiere hacer daño. Hay algo superior a ella que la hace actuar de una manera inhumana, pero ella es buena. Es capaz de amar. No merece que le den caza unos extraños, como nosotros. Y mucho menos creo que sea la solución a tus problemas, el matar a tus hermanos. - Mira a su amigo con angustia. - Dime dónde han ido para poder impedir la barbarie que van a cometer. O al menos dime dónde está tu hermana. Por favor.

Ante tu monologo preocupado por la salud de su hermana te dice:- Es una no-muerta, Kakuonsäde, no hay salvación para ella, más que una muerte rápida...- Pero tras un corto silencio te dice:- Pero no dejare que sea quien mate la esperanza. Creo que suele ocultarse en los acantilados, pero te advierto, he intentado hablar muchas veces con ella, y aunque por momentos puede ser muy dulce, pero su instinto la hace volverse loca y agresiva...Que tengas buena suerte.- Parece que Ismael esta preocupado de tu suerte, pero no va a hacer nada por impedirla.

-Gracias, Ishmael. Espero poder llegar a tiempo de salvarla, y estoy segura de que me escuchará. ¿Cómo se llega a los acantilados? 

Espera tras la pregunta las indicaciones de su viejo amigo para encaminarse lo más rápido que puede, a través de los lúgubres pasillos, hacia lo que ahora es su destino acompañada por su fiel lobo. Espera encontrar a Lucy en los acantilados... Está segura de que la escuchará. Ella le mostró esa bella parte de sí, por mucho que sea una no-muerta, tiene sentimientos. Dulces sentimientos de amor. 

Ismael te informa :- Tienes que salir de la casa por la puerta principal desde allí debes seguir el muro de piedra hasta que veas el lado derecho de la casa, desde alli dirigete al frente y veras los acantilados, hay bastantes cuevas, seguramente en una de ellas habite mi hermana...-

Siguiendo las indicaciones, llegas efectivamente a los acantilados y puedes ver las cuevas... Pero ¿En cual de ellas está?

Mira a su alrededor preguntándose a sí misma lo obvio: ¿dónde estará metida Lucy? 

Quizás Draco pueda rastrear su olor... O quizás sea más eficaz que la llame en alto... Aunque eso puede traer miradas indiscretas. Ay... ¡No sé qué hacer! Probaré a ver si Drako pilla algún rastro.

-Pequeño...- dice con voz amable y amorosa.- Intenta rastrear el olor de Lucy, la chica de anoche. ¿Te acuerdas de su olor? - Espera a ver si el lobo reacciona de alguna manera. 

A pesar de que Draco no puede descender por la pared de piedra, tras un momento de pasearse por el lugar, te indica sin lugar a dudas una de las cuevas que resultan más complicadas de explorar por lo dificil de su situación. Necesitaras por lo menos atar una cuerda a algo y descolgarte, si quieres entrar... y por supuesto dejar a Draco a no ser que concibas un plan mejor.

Vuelve a mirar a su alrededor para decidir lo grave de la situación, no antes sin decir un "Buen chico" a su querido lobo y acariciarle suavemente la cabeza, afectuosamente. Busca entre sus pertenencias algo con lo que descolgarse en caso de que no haya ningún camino posible al mirar a su alrededor, para cubrir todos los cabos. Mira nuevamente hacia abajo, hacia la cueva e instintivamente su corazón empieza a palpitar con fuerza.