Partida Rol por web

La flecha se pierde a unos cms de tu atacante que debe estar sonriendo debajo del pañuelo que le tapa la cara, pero se le debe de haber borrado cuando esquivas el golpe aunque por un pelo. Tu agilidad no se ha perdido ni un apice a pesar de todas las sensaciones de la mañana, en tanto el otro hombre conmina a su compañero a acabar rapido contigo, aunque por la forma que te mira, creo que no quieren matarte precisamente...

Vuelve a cargar el arco dispuesta a atacar a su enemigo, deseoso de hacer a saber qué con ella. 

La flecha acaba disparada hacía la ventana rompiendo el cristal y haciendo mucho ruido en tanto, como sigas asi, vendrán más de estos hombres y pronto estarás reducida, tendrás que calmarte y disparar con rapidez, si quieres reducir al menos a los dos que están en la sala.

En tanto tu rival golpea, pero eres demasiado ágil, eso si la suerte puede dejar de sonreirte y acabar con su espada en el estomago...

Gruñe exasperada. Realmente no entiende qué es lo que le está pasando. Vuelve a armar el arco, respirando antes de disparar, esperando que esta vez el pulso no le falle. 

A pesar de que su tiro vuelve a errar, otra vez esquiva el golpe. Pero como siga eternizandose el combate se encontrara con nuevos problemas...

Volvió a cargar el arco, esta vez dispuesta a usar uno de sus disparos "especiales", aquel al que llamaba disparo a bocajarro. 

No estás teniendo tu mejor momento, otra vez la flecha sale desviada y por poco no se clava en la oronda cocinera. Quien lo tiene secuestrada se rie a mandibula batienta ante la ineficacia de tus flechas. Además tus agudos oidos te hacen notar que al menos 2 personas se acercan por la puerta por la que has entrado...

El nerviosismo aumentaba en su ser. Estaba afectada por lo que había averiguado de Lucy y sobre todo, porque tenía que hablar con Ishmael y todo esto se lo estaba impidiendo. Tenía que calmarse, mantener la compostura, y pensar algo. Pero tenía que ser rápido porque dos hombres más se estaban acercando. 

Quizás... 

No perdía nada por intentarlo. Ahora mismo estaban sentenciadas a muerte, las dos. Y ella era la única que podía cambiar eso. 

Le brillaron los ojos por un momento. Se adelantó, con paso rápido, acercándose al agresor de la cocinera, con intención de clavarle la flecha con sus propias manos en alguna parte vital del cuerpo, como el cuello. 

Además, echó un vistazo a su alrededor. ¿Dónde se había metido Draco? 

Esquivas a tu atacante y con resolución te acercas hacía donde esta la cocinera con su secuestrador, el cual al ver que te acercas a él raja el cuello de la mujer. La pobre victima de tal agresión empieza a vomitar sangre y cae rendida a sus pies, pero no ha sido en vano. Pues clavas tu flecha en el cuello del hombre que se lo sujeta mientras se va ahogando poco a poco en ella. 

En tanto afuera escuchas pasos cercanos y como alguien intenta abrir la puerta, pero algo grande se lanza sobre tus nuevos problemas, parece que Draco te ha cubierto las espaldas. Mientras que tú tienes a uno de los guerreros enfurecido a tu espalda dispuesto a terminar con tu vida.

Con la respiración entrecortada por la impresión que le produjo ver a la pobre mujer ahogarse en su propia sangre, clavó la flecha en el cuello del atacante. Lo hizo con rabia, pues la mujer a la que acababa de matar ni siquiera pudo defenderse, más que nada porque no sabía. Y odiaba a la gente que se aprovechaban de la debilidad y disfrutaban con ello. 

Escuchó en la puerta a Draco. Menos mal, pensé que se había quedado atrás. Pero sus problemas no habían acabado, sino que quedaba un asqueroso atacante más. Cogió aire suavemente, cargó su arco con elegancia y mientras soltaba el aire, soltó también la flecha. 

La flecha se clava en el cuello de tu atacante, justo en el mismo momento que Draco irrumpe en la habitación con su pelo lleno de sangre. Ha luchado bien, pero eran bastantes. Debería de ser sanado si quieres que siga a tu lado mientras cruzas la mansión...

La bella elfa se dirigió hacia la puerta para mirar hacia fuera. ¿Habrían más atacantes? De no ser así, pensaba mandar a Draco a ver al doctor. Necesitaba una cura inmediata o perdería la vida, y eso sí que no lo pensaba permitir. 

Después se dirigió hacia el cadáver de la maltrecha mujer. Tristemente le cerró los ojos y le puso las manos sobre los pechos. 

-Descansa en paz... -murmuró. 

Al mirar afuera ves los cadáveres de los barbaros de las arenas, muertos por los dientes de Draco y no parece que vayan a venir refuerzos en su ayuda. Das gracias, porque si llegas a tener otra racha de mala suerte como la anterior tu vida va a estar en peligro. Eso si, no puedes dejar de darte cuenta de que hay ruidos de pasos y carreras en el interior de la mansión. Parece que los intrusos están dentro de ella buscando a Ismael sin duda.

-Draco, ve a buscar al doctor y que te cure esas feas heridas.- dijo con preocupación. Ante todo lo que no estaba dispuesta era a perder a su fiel compañero. - Yo me las apañaré sola en la mansión, iré a buscar a Ishmael y no dejaré que le hagan daño. ¿De acuerdo? 

Se encaminó hacia la puerta de la entrada a los pasillos de la mansión. 

Avanzas por los pasillos de la casa en busca de la habitación de Ismael, tras unos minutos despistada encuentras finalmente una referencia. Las grandes escaleras de recepción deberían poder llevarte hasta la habitación de Ismael, eso si no puedes dejar de percartarte de los destrozos ocasionados por los intrusos, cuadros rajados, muebles rotos, marcas de espada y hacha en las paredes, pero más que saqueo parece que están buscando algo en los pasillos de la casa.

Al subir las escaleras escuchas ruidos en el pasillo que da a la habitación de Ismael, el ruido de los hachazos es inconfundible junto al de la jerigonza que hablan los salvajes.

Aguzó el oído avanzando sigilosamente por el pasillo, intentando descubrir si Ismael seguía vivo, además de qué estaban diciendo aquellos salvajes. Llevaba el arco preparado para disparar de ser necesario, y estaba atenta a su retaguardia también. Solo por si acaso... 

¿Qué estarán buscando...? 

Adelante de ti no escuchas nada, pero en tu retaguardia escuchas los sonidos de lucha y sobretodo la voz vigorosa de Arthur. Por lo que se ve están luchando en la puerta principal, han vuelto a la mansión después de buscar el arma con el que pueden matar a los hermanos de Ismael.

Después de pensarlo un momento se decidió a volver corriendo para ayudar a sus compañeros o pararles los pies de ser el caso.