Partida Rol por web

El viaje fue muy movido. El barco parecía que se iba a quedar a medio camino, pero aun así Randall había viajado en peores condiciones. En el barco había mucha gente, toda clase de gente. Mmmh... Me pregunto que tenemos en común para estar todos invitados.

Al salir del barco Randall no pudo coger su maleta, por suerte aun tenía su banjo dentro de su funda con el. El joven Irlandés no tenía paraguas, no le gustaba perderse las vistas, aun así no pudo observar el paisaje durante mas de unos segundos, no le hacía mucha gracia que su banjo se mojara, así que se puso a correr hacia la mansión.

Randall llegó a la mansión y siguió el ejemplo de algunos de los invitados y se dirigió a su habitación. Ahí se quitó la ropa y se aseó y se vistió con la ropa que el anfitrión le había preparado. - No esta nada mal - Decía Randall mientras se vestía. La ropa que la habían preparado era muy cómoda y simple: una camiseta interior, una camisa casual y unos pantalones anchos. Tras vestirse Randall se limpió los pies a fondo, a el no le gustaba ir calzado, así que siempre que podía lo evitaba, por eso tenía la manía de limpiarse los pies un par o tres de veces al día.

Estando ya limpio y vestido Randall dejó su banjo en su habitación y volvió con los demás invitados. - Buenas, me llamo Randall - Dijo mientras se servía una cerveza. Randall se sentó con las piernas cruzadas en el suelo frente a la chimenea, cerca de Caroline, Hugh y Nicoletta. - ¿Te encuentras mejor? No parece que hayas disfrutado del viaje. - Preguntó sonriente Randall a Nicoletta. Esta niña parece que ha venido sola, y debe tener la misma edad que yo cuando me fui de casa. Aunque no parece que ella también se haya escapado. Bueno, supongo que si está aquí es porque es autosuficiente.

El salón empieza poco a poco a llenarse de gente. Un tipo que no es ni la mitad de guapo de lo que piensa que es y con pinta de estar encantado de conocerse palmea a Jerzy en el hombro como si fueran conocidos, y se pasea como si fuera el dueño del lugar. Mentalmente empiezo una cuenta atrás para ver cuánto tardan este tipo que ni siquiera se ha presentado y Jerzy en liarse a tortas. Eso sí que sería divertido. En cualquier caso, me niego a seguirle el juego al tío del traje, así que hago como si no le hubiera visto. 

Hay una chica que parece agradable que está bebiendo algo que huele como a manzanilla. Desconfío de la gente que puede beber alcohol y en su lugar se toma la que probablemente sea la infusión más repugnante de todas. Sonrío en su dirección mientras pienso que probablemente si un hada meara en una tacita de té, olería así. Y hablando de olores... perro mojado. Y encima un labrador. Perros contrahechos, gordos y paticortos, todo un crimen de lesa natura para conseguir peluches de cuatro patas. El dueño, claro, es ciego, lo que probablemente explica su horrible corte de pelo. Con el ciego no puedo simplemente sonreír, así que digo un "encantado" desganado mientras vuelvo la vista hacia la entrada. 

Hace su entrada un supuesto jipi, de estos que se visten con un cuidado descuido, para dar toda la impresión de que no le dan importancia al aspecto. Barba, pelo desaliñado... un momento: ¿va descalzo? Se presenta, y me despierta tanta curiosidad que no tengo más remedio que romper mi pose desganada. 

Randall, perdóname, seguro que te has dado cuenta ya, pero... eh... vas descalzo. No parece muy recomendable en un clima como este, ¿no?

-Bueno, bueno, bonito viaje sí señor! Dijo Chico estirando los brazos mientras bajaba las escaleras y unirse a los que allí conversaban.

Había que reconocer que aquella travesía había sido movidita pero como buen brasileño, Chico contaba con un buen puñado de tormentas caidas bajo sus hombros. Además aquel barco parecía estable, nada comparado a la chalupa en la que le pilló aquella terrible tempestad hace unos años entre Aracaju y Marceió y que se saldó con varios ahogados.
Lo gracioso de todo esto, según pensaba Chico, es que varias veces se había jugado la vida por acudir a sitios a realizar su trabajo, el cual no era ni más ni menos que bailar. Y es que el forró no es un baile de salones y ambientes tranquilos (aunque así lo estén exportando ahora a Europa), sino que requiere no sólo visitar los bajos fondosz quizás también ser parte de ellos.

-Hola, Me llamo Junio, pero podéis llamarme Chico.-Dió un cálido apretón de manos a los hombres allí presentes y dos besos con su mejor sonrisa a las chicas.

-Veo que habéis empezado fuerte! jaja- dijo señalando a las copas de ron que algunos ya portaban. Creyó intuir algunas miradas de desaprobación hacia su ropa. Aunque se había puesto decente, no podía comparar su elegancia a la de Connor, Victor y compañía. Llevaba su colorida camisa algo abierta, al despreocupado estilo forrozeiro, y mientras nadie le dijera lo contrario, así se quedaría.

-Creo que no encontraré Cachaça por aquí así que me pondré una como la vuestra... Quieres una Randall? - El chaval tenía pinta de trotamundos, Chico cree que podría entenderse con él.
 

- Hugh, ¿Te pongo un ron? Espero que tu chucho no muerda. Por cierto, hola a todos. 

Parece que la cosa se va animando. 

- ¿Qué creéis que hacemos aquí? En mi invitación, que era bastante larga, ponía algo así como: Diversión asegurada. Ante eso no lo pude evitar y me planté sin pensarlo dos veces y eso que podría estar jugando un torneo importante en Brazil... ¿eso te gusta eh Chico?

Intenté otra vez con el móvil. Nada...

- Gracias. Te pediría un Whisky pero como no tengo la necesidad de parecer más duro de lo que soy me conformaré con el ron. - dice sonriendo mientras dirige su "mirada" hacia donde escucha a Jerzy hablar.

No te preocupes por Simba. Está mejor educado que muchas personas. No te morderá si no le cabreas.

Intenta quedarse con los nombres y los tonos de voz de todos los que hablan. Por ahora solo escuchaba tres o cuatro tonos diferentes, por lo que era fácil, pero por la cantidad de voces del barco y pisadas en la habitación estaba seguro de que aún había mucha gente que no se había presentado.

A Scott, el tema de la repugnante lata de sardinas en la que habían llegado le daba absolutamente igual, había bastante gente, pero había estado en sitios mas incómodos, y aunque por dentro si le hizo bastante gracia escuchar como la cria vomitaba, no había prestado atención a ninguno en especial. Si eso, al tipo del chucho - sera ciego, supongo - ¿pero quien coño son todos estos? -

Otro detalle ha sido el tener que correr bajo la lluvia comandados por la tia del paraguas, eso ya no le hizo tanta gracia al bueno de Scott, es mas, ni corriendo, el llega a la mansion caminando a paso ascendente, empapado, si, pero a su bola.
Al entrar echa un pequeño vistazo al salón, goteando, mientras va escuchando el sermón de bienvenida como el resto de los invitados, todavía no entiende la situación y la señorita Khendal tampoco parece muy dispuesta a aclararla, la monumental empapadura que lleva encima le tiene bastante entretenido, así que no tarda en rodear a los que presentes escuchaban atentos y empezó a subir las escaleras diciendo en tono ironico - solo espero que nuestras maletas tengan un mejor comité de bienvenida... - no espera una respuesta, tampoco le interesa, sube al cuarto que le corresponde, donde tras una sonrisa cuarentona se dice asi mismo - veamos de que va esta broma - arroja su mojada chaqueta al suelo y se muda el pantalón, quedándose con la camisa de asas interior que todavía mantenía seca, a tattoo descubierto sale de su habitación.

Bajando se ven huéspedes ya acicalándose a la situacion, los 2 rubios le resultan familiares, la cria también esta ahi, todos con un aspecto bastante joven (al menos, en comparacion con sigo mismo) ya cambiados, secos.
Scott baja callado, con cara seria y se cuela entre ellos para servirse su copa, ron solo, entonces procede a presentarse en tono desinteresado - Me llamo Scott... Lawson - Ve nuevamente al perro, al que le revolotea la cabeza en forma de caricia.

Tras 2 chopos a la copa, saca un cigarro y lo enciende apoyándose contra la pared en un segundo plano, ofrece su cajetilla de tabaco al aire y la lanza sobre la mesita central para empezar a tantear a los presentes.

- Gracias, Victor. La verdad es que este vestido es bonito, conjunta con todo.-Y mamá me enseñó a vestir como una señorita. Pensé después de hablar. Mi mirada pasó al otro hombre que me había hablado de esa forma, mi ceja se levantó divertida, no estaba molesta ni mucho menos.- Gracias, diría lo mismo de ti, pero...-Posé un dedo en mis labios en un gesto de silencio para después reír divertida. La otra mano la posé en mi estómago, acariciándolo despacio, pese a estar lejos de ese dichoso barco, sentía malestar en el cuerpo. Creo que en mucho tiempo evitaría subirme a otro de esos cacharos...

Fui saludando según se presentaban y llegaban de cambiarse. El hombre del perro se sentó próximo y el animal también, por lo que no dudé en gatear un poco, para dejar mi mano cerca de su hocico para que él me olfatease.- Pobrecito, ya pasó. Chico bueno.-Acaricié su cabeza un par de veces (Está con Simba) antes de volver a acomodarme frente al fuego. Mis claros ojos saltaban de uno en uno atendiendo a las palabras y presentaciones, pero eran demasiados nombres para memorizarlos a la primera, por lo que no le di demasiada importancia. Busqué a la mujer que le había dejado mi paraguas, para asegurarme de que estaba bien, pero no estaba entre los presentes, quizás estaba cambiándose, por lo que lo dejé estar.- ¿Hm...?-Miré a Randall cuando se sentó junto a mi.

- Ni un poquito... Dichoso viaje, se volvió el más largo de toda mi corta vida. Y bueno, me encuentro algo mejor, aunque mi estómago aún se queja.-Aseguré palmeando el mismo un par de veces con los dedos. Miré sus pies curiosa y después a él.- Randall... Creo que se olvidó los zapatos.-Comenté con un toque chistoso y divertido. Dando a ver que no me metía con él, si no que intentaba quitar hierro a la conversación.

Despues de la segunda copa Connor ya está para hacer mas amistades y dice tranquilamente -Perdón por no presentarme "No creía que fuera necesario, pero ya veo que estoy rodeado de incultos", me llamo Connor Dickenson- Estrechó la mano de Chico cuando pasó a su lado y saludó, con la cabeza y alzando la copa a la altura de su cara, a todo los demás.

Sonreía mientras pensaba en lo pintoresco que era ese grupo, paró su mirada en Randall y no pudo evitar querer hablarle "Tío, ponte algo en los pies o pillarás una buena..." Eso quiso decirle, pero no era su problema, allá él si pillaba un resfriado, estuvo mirando un buen rato hasta que decidió acercarse a Hugh -Perdona,¿Hugh has dicho, verdad? ¿Puedo... acariciar a tu perro?- Dijo tranquilamente, mientras esperaba una respuesta, dejó, sorprendentemente la copa encima de la mesa, no sin darle un sorbo, se agachó para, si Hugh le decía que sí, acariciar al perro, pues Connor tenía 4 perros y los echaba mucho de menos, de aquella mansión de dos pisos con piscina en al que siempre se bañaba con ellos.

Caroline comenzaba a sentirse un poco mejor gracias a la manzanilla, una vez se quedó fría la dejó a medio beber sobre la mesa, al lado de Victor. Se puso en pie y recorrió la habitación. Era suntuosa, masculina, llena de muebles caros y retratos antiguos. El típico salón de una vieja familia de millonarios. Sin embargo todo tenía un aire mohoso que la hacía menos acogedora de lo que debería ser.

-Lo que yo me pregunto es qué tenemos en común para que nos hayan invitado al mismo tiempo a este sitio.

Tras años como azafata de tierra se había acostumbrado a tratar con todo tipo de gente, lo mismo le daba, refugiados chechenos que estrellas del rock. Ya no se atrevía a juzgar a nadie por su aspecto, así que no sacó conclusiones rápidas.

-Hola, Simba.- Susurró con voz dulce al pasar junto al perro en su exploración, dejandole olfatearle las piernas. Sorprendida, le acarició tras las orejas justo cuando Connor se agachaba. Los perros de los ciegos solían ser medio autistas, apenas prestaban atención a nadie que no fuera su dueño. -Qué perrito más sociable eres. Y qué mal hueles a perro mojado, ¿eh, grandullón?

El viaje me recordó a una experiencia parecida que tuve con la heroína. Salí de los primeros del barco, cuando la mujer de la casa nos dijo que nos podíamos cambiar y tomar una copa no me lo pensé dos veces.

Subí a la habitación, empapado, me busco los bolsillos y ahí encuentro lo que guardé unas horas antes, mi cajetilla de tabaco con una bolsita de hachís dentro. Intento liarme un porro, es complicado debido a que los cigarrillos están un poco mojados.

Después de "ponerme a tono" decido vestirme con las ropas que nos han dejado y bajar a la sala.

Veo a unas cuantas personas, en el bar con unas copas. Decido imitarles y me pongo un cigarro en la boca. Cuando voy a encendermelo me doy cuenta que me he dejado el mechero en la habitación.

Me siento en la barra. "Hola, me llamo Mark, ¿teneis un mechero?" pregunto sin mucho animo, aquí hay un musculitos que tiene pinta de cuidarse el cuerpo mucho, seguro que le molesta el humo del tabaco, pero me da bastante igual

Miro alrededor. ¿No hay nadie del servicio por aquí? ¿Una miserable camarera, aunque sea? No. Y no puedo quitar la taza de manzanilla de aquí ni pedirle a la joven sonriente que lo haga sin ofenderla. Dios, es como estar en la letrina de "Sueño de una Noche de Verano". Sonrío a la chica cuando pasa. Su pregunta es bastante sensata. 

Creo que lo que está claro es que, sea lo que sea lo que tenemos en común, está bastante bien escondido. 

Baja un chico que bien podría ser compañero de juergas mío si no fuera por su ropa. Mirada perdida, olor a porro... Bien, tendré que hacerme amigo de este chico. Lamento no tener un mechero para iniciar una conversación, pero lo archivo mentalmente para hablar con él cuando pueda. No he tenido la prudencia de traerme nada para superar el aburrimiento más que una botella de absenta. Tengo que remediar eso. 

El chico que llegaba recién cambiado pedía un mechero, Scoot, tras hurgar en los bolsillos de sus vaqueros y tras un - psssss - le lanza su viejo y rallado Zipo al joven.
- nunca falla, ni bajo la lluvia - le dice.

Acto seguido, tras manosearse la cara, Scott se incorpora y se sirve una segunda copa mientras sigue mirando a su al rededor.
- Inquietante... - dice sonriente mientras frunce el ceño, volviendo a apoyarse nuevamente en la pared.

Me acerco a Scott, que parece querer estar apartado de todo un poco. 

- Buenas, soy Jerzy. Vaya, no veas si vas marcado. Yo también tengo uno. 

- Siempre guardo un As en la manga, viene bien para cuando las cosas no van como esperas. A mi me da moral.

Desde que me hice ese tatuaje con 19 años justo antes del nacional de Polonia las cosas cambiaron en mi vida. Fue como el punto de inflexión, fue encontrar mi lugar en el mundo, la suerte me acompaña desde entonces.  

- ¿Cuál es tu favorito?

Necesitaba un poco de tiempo alejado de su casa y su esposa para continuar escribiendo, y una isla podría ser el mejor sitio para encontrar inspiración. No iba solo, pero no conocía a nadie a parte de la modelo, de vista, ya que su profesión había estado relacionado con modelos, claro que ninguna era demasiado famosa.

Con suerte, la musa le volvería a visitar en este viaje y podría terminar el proyecto de novela del que aún no había escrito gran cosa pero que pensaba que volvería a relanzar su carrera de escritor. Si tenía suerte, volvería a tener un bet-seller si lograba terminar el libro, al que ya le había buscado un título... "Orgasmo de sangre". No era muy sutil, pero fusionar la novela erótica-romántica con el thriller no era fácil, y menos si también se quería meter algo de gore.

-Mi nombre es James Fawkes- se presentó, casi por obligación, al ver que muchos lo hacían- puede que os suene mi cara de un reality show de modelos, claro que seréis más afortunados si me conocéis por mi novela "un asesinato en el prostíbulo".

Un primer vistazo le hizo parecer a James que no parecían muy cultos, aunque no se sabía, parecía haber personas muy dispares.

Hugh suspiró desde su sitio. Bajó la mano y tocó a Simba, que volvía a temblar, pero ahora por otro motivo. Le intentó reconfortar mientras con la otra mano cogía la copa que le ofrecían* y pensaba qué contestar para no parecer muy borde con toda la gente que acaba de conocer.

- A ver... podéis acariciarle. Ya he dicho que no muerde. Pero no vengáis tampoco todos a la vez. Tiene cierta necesidad de llevar el control en todas las situaciones, gajes del oficio, y si se ve muy abrumado se pone nervioso.

Es un poco como mi padre. También me echa la bronca cada vez que me ve fumar.

Sonrió de manera incómoda y esperó a que la gente pillara la indirecta sin que fueran todos de repente lejos con el corazón roto y odiándole por no haberles dejado jugar con el perro.

Randall se acabó la cerveza cuando algunos invitados empezaron a notar que no llevaba zapatos. - Bueno, siempre me he sentido mas cómodo así. - Dijo mirando sus pies. - Desde que soy pequeño que lo hago, además, tengo los pies tan cerca del fuego que están más cerca de arder que de congelarse. - Dijo sonriente mientras se levantaba para servía otra cerveza. - Obrigado Chico - Dijo dubitativo Randall. El portugués no era un idioma que dominase, solo sabía unas pocas palabras que le enseño un amigo en Barcelona. - Pero no tengo el estomago para destilados. -

Randall volvió a su sitio frente a las llamas. - La verdad es que no se que es lo que nos relaciona, creo que siendo tantos llegará el anfitrión antes de que lo descubramos. 

"Gracias por el fuego" Le digo, me enciendo el cigarro y me guardo el mechero en el bolsillo, parece bueno.

Llega un hombre, se llama James Fawkes, dice que es nosequé de modelos, le hago poco caso.

Aquí hay un perro, nunca me han gustado, así que guardo una distancia de seguridad, no para mí, para el perro, no quiero lastimarlo.

"Va a ser complicado saber que tenemos en común" 

"Joder, y yo que pensaba que le viejo habría muerto en la habitación... jajaj" Connor sonrió al ver a Fawkes ahí de pie y se agachó a acariciar al perro de Hugh -Ey, pequeño... le acarició toda la cabeza y cuando acabó de jugar con él le dio un beso en ésta- Se levantó y miró a Hug a los ojos -Es un perro precioso- Se alejó de estos dos y de la niña que también estaba cerca de Simba para dirigirse a pos su copa, ya medio vacía, acabársela de un trago y no coger ni una mas, por ahora.

Cuando todos empezaron a hablar de los mismo Connor no pudo evitar interesarse -Estoy de acuerdo pero... no os lo toméis a mal "En realidad me da igual", ¿Que une a un viejo al borde de la muerte con una niña... que unen a la mujer barbuda... digo... al que va descalzo con el que está desnudo? A lo que quiero llegar, a simple vista no hay nada en común... así que... ¿Quizás conocemos todos al anfitrión?- Mientras hablaba la arrogancia y chulería de Connor iba saliendo, no era su intención, pero estar siempre en lo mas alto le había hecho ser así, no sentía respeto por nadie que no fuera él.

Verónica estaba extasiada, ser invitada por una personalidad como Owen no era moco de pavo, con un poco de suerte tendría la oportunidad que tanto ansiaba en la palma de las manos, así que no dudo en dar un beso a su padre, hacer una rápida maleta y salir al encuentro de su destino.

Una vez en el barco, un barco pequeño y con demasiado olor a mar, se puso el chubasquero que airadamente puso su padre en su bolso antes de marchar y eso le ayudo a no mojarse a pesar del fuerte temporal, aunque no le hubiera importado. Estaba feliz mirando por la proa la mar y canturreando una canción de Katty Perry, moviendo los pies al ritmo sin darse cuenta.

Al llegar a tierra, sin haber tenido demasiado contacto con el resto, se mantuvo cerca de la mujer del paraguas, quería correr hasta la casa, pero pensaba que era mejor mantener las apariencias, así que dejo que sus zapatos se mancharan de barro mientras caminaba, suerte no llevar tacones altos.

Al fin en la mansión, algo que realmente le dejo con la boca abierta, no tardo en perderse hacia su habitación, para darse una ducha y cambiarse de ropa, algo ligero pero elegante. Ella hubiera preferido un baño largo y con espuma pero no quería hacer esperar al resto, dejaron bien claro que debían presentarse a los demas antes de que Owen llegara. Así que tras una ducha rápida, sin tiempo a arreglarse el pelo, dejándolo libre y peinado por detrás de sus hombros, bajo al salón con el resto. Aunque tardaría un poco mas en llegar, pues se perdió a propósito para curiosear por el caserón.

Al bajar al fin, vio como ya había mucha gente abajo y hablando o tomando algo, aunque algunos vestían de manera mucho mas informal de lo que ella esperaba no dudo en hacer lo que le pidieron.
-Hola.-Dijo de manera enérgica para que todo el mundo le escuchara.-Me llamo Verónica Casual, encantada de coincidir con vosotros.-La gran mayoría eran hombres y con un físico envidiable, pero eran muchas miradas de sexo opuesto para ella, por suerte había una niña, perro y otra mujer no muy lejos del principio de las escaleras, donde se presento.

-Vaya una chimenea con su propio perro, de postal.-Se excuso para evitar ser el centro de atención, se acerco a la misma y acerco la cara para sentir el calor que desprendía,no sin antes recogerse el pelo con la mano, para evitar posibles accidentes.

-Mmmmmm... que calorcito.

- Connor, ¿tú eres tonto? No molestes al chucho, te acaba de decir el dueño que se pone nervioso. Y me suda la polla que seas boxeador, te patearé el culo y te meteré en la chimenea como sigas tocando los cojones.  

Me repateaba el aire de idiota que se traía y la necesidad de hacerse el duro que tenía sin comentar esos aires de puedo pasar de todo y me suda la polla lo que opinéis. Debió de haber tenido una infancia jodida...