Partida Rol por web

Vesania y Supremacía

Prologue: The Snakepit

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15/06/2012, 20:01
Director

24 de Junio de 1897, 01:34 - Refugio de Jemaine Wilburn Royce, Mayfair, Londres.

Las húmedas noches de verano por fin hacían aparición. Tres Cainitas caminaban por el asfalto empedrado de Londres, tras volver de una fructífera charla en uno de los muchos clubes de caballeros de la ciudad.

El primero, Gerald Ryker, chiquillo de Halim Bey, del Clan Seguidores de Set. Aún no había sido presentado en la sociedad Cainita, con toda la etiqueta que ello conllevaba, pero eso no le impedía forjar relación con otros moradores de la noche.

El segundo, Horace Holden, el eterno diletante, del Clan Toreador. De él había salido la idea de pasear por el club de caballeros en busca de alimento, y buena conversación. Además, tocaba un nuevo virtuoso en el piano del que estaba artísticamente enamorado...

El último era Jemaine Wilburn Royce, el famoso escritor de novelas de terror, del Clan Malkavian. Estuvo toda la noche parloteando sobre ideas de su próxima novela, y cuando mencionó que su Chiquilla le ayudaba a llevar el orden de sus notas, Gerald se mostró curioso e intrigado en la identidad de la muchacha. Así pues, el Malkavian había invitado a los otros dos caballeros a su refugio de Mayfair, para que el Setita pudiera conocer a su preciosa Chiquilla, como la había calificado Horace.

Jamaine tocó con los nudillos en la puerta, y abrió un señor trajeado, posiblemente un ghoul, que se deshizo en reverencias a los tres Vástagos, y tomó sus abrigos y sus sombreros. La melodía de un piano rompía la noche. Luego los condujo hasta el salón de la casa, donde Gerald pudo ver a una muchacha rubia sentada al piano, tocando "Claro de Luna", del compositor moderno Debussy. Jemaine dio un paso adelante a la habitación y sonrió hacia el Setita.

- Gerald Ryker, te presento a la señora Purity Drummond, mi Chiquilla.

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15/06/2012, 22:30
Elizabeth Blackmore

Otra noche idéntica a las demás, pensó Purity al despertar entre la fría madera que la protegía de los furtivos rayos del sol. Se levantó perezosa y desganada, pero se apresuró a despedir a su Sire con tristeza al saber que se iba a reunir con ciertos caballeros para pasar la noche. Sus ojos claros temblaron una vez más, apenada, pero no dijo nada. Aunque debía estar acostumbrada, su corazón se despedazaba un poquito más cada vez que la dejaba sola con sus sombras.

Más tarde, con ayuda de una servicial ghoul de Jemaine, se aseó y vistió con un sencillo traje verde lima, como si fuese a salir a algún lado. A veces lo hacía, por recordar lo que era sentarse frente al espejo y sentirse hermosa. Permaneció un rato dejando que le cepillase el pelo antes de recogerlo sobre su nuca y, por último, ella misma vendó con suavidad y destreza la incurable herida de su muñeca, causada por el mismo Jamaine durante su Abrazo. Debía haber desaparecido, aseguró, pero no había sido así. Una seña más de su eterno cautiverio.

La música la abstraía, igual que cuando Jemaine obsequiaba su buen comportamiento con novelas nuevas y pasaba noches sin moverse de la butaca, devorándolas con la misma avidez que la sangre. Sus hábiles dedos se movían con precisión sobre el teclado, sacando una hermosa melodía bien conocida por todos. La soledad le había dado tiempo a familiarizarse tanto con aquel bello instrumento que incluso sonaba más dulce con ella. O eso le parecía. Al escuchar la puerta miró el reloj, sorprendiéndose por lo temprano que había regresado. Continuó tocando, esperando que su Sire se alegrase ante la armónica melodía y la felicitase. Pero no, había traído visitas…

Un momento… ¡Visitas que no era el Doctor ni el extravagante Abraham!

Purity se acercó con las manos cruzadas en la espalda y una tímida sonrisa. Hizo una leve reverencia.

-Encantada de conocerle, Señor Ryker. Y un placer volver a verle, Señor Holden -dijo, animosa y con una radiante sonrisa.

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15/06/2012, 22:47
Gerald Ryker

Era realmente poco el tiempo que el Setita llevaba moviéndose por la noche londinense, pues durante muchos de los primeros días de su no-vida Halim Bey se dedicó a enseñarle todo (o casi todo) lo que debía saber para enfrentarse a lo que había allí fuera. Cuando creyó que estuvo preparado el Cainita permitió a su Chiquillo salir y tratar con los suyos. Ni el propio Halim ni Gerald parecieron preocuparse de que el último todavía no hubiera sido presentado en el Elíseo, pero por alguna razón ni el Príncipe ni su Senescal les habían metido prisa por ello.

Así que el neonato se dedicó a hacer lo que mejor sabía: socializar. Fue entonces cuando conoció a Jemaine en uno de los clubes de caballeros de la capital y empezaron a entablar conversación. Agradeció sinceramente que el clan al que pertenecía no supusiera un pozo de prejuicios para el escritor, y los temas de debate pasaron desde economía hasta política, pasando por literatura, arte y música. En estos últimos aspectos Gerald no era tan ducho pero se defendía.

Hablaron de "Vesania y Supremacía" y Gerald alabó la obra exponiendo también una crítica constructiva de ésta que el Malkavian pareció aceptar de buen grado. Uno de los días que hablaron se presentó con Horace Holden, que les acompañó en tres o cuatro noches además de aquella. Creía haberle caído en gracia al Toreador, pero tampoco sabía a ciencia cierta si eran sólo buenos modales.

Cuando Jemaine ofreció conocer a su Chiquilla Gerald aceptó sin pensar. Observó detalladamente el Refugio del Cainita mientras el ghoul les recibía. Una vez Jemaine presentó a Purity el Setita se presentó en primer lugar.

- Es todo un placer para mi conocerla, señora Drummond. Mi nombre es Gerald Ryker, comerciante londinense. El señor Royce me ha hablado maravillas de usted. - dijo llevándose una mano al pecho e inclinándose en una leve referencia, esgrimiendo una confiada y agradable sonrisa y un contacto visual prácticamente constante.

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15/06/2012, 23:54
Horace Holden

Horace sonrió complacido a Purity.

- Si me lo permitís, señora Drummond, me encantaría ver cómo termináis de deleitarnos con esa pieza de Debussy. Qué llena de vida, cuánta inspiración recorre vuestros dedos... No me cabe alguna duda de por qué el buen Jemaine decidió Abrazaros. Estáis llena de talento.

El Toreador la tomó de la mano y la dirigió de nuevo al piano, gentilmente.

- Os suplico que oigáis la demanda de este amante de la música...

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16/06/2012, 00:03
Elizabeth Blackmore

De haber sido mortal se habría sonrojado, pero se limitó a hacer un grácil gesto con la mano, quitándole importancia.

-Es sólo una afición, señor Holden. Pero estaré encantada de complacerles -contestó con modestia.

Antes de tomar la mano que le ofrecía tan gentilmente, buscó los ojos de Jemaine tratando de encontrar su aprobación. En ocasiones hasta el más inocente de los gestos le importunaban, y no deseaba arruinarles la velada a los amables caballeros. Caminó hasta el piano y se sentó con especial cuidado, arreglando el vuelo de la falda al hacerlo. Movió las partituras hasta el principio y, con una elegancia propia de la realiza, se sumergió en las maravillas de la música de nuevo. De no haber sido Malkavian, Purity Drummond habría acabado en los brazos de un Toreador con toda seguridad.

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16/06/2012, 02:15
Jemaine Wilburn Royce

Jemaine hizo un gesto hacia sus invitados en silencio, animándolos a tomar asiento. Él mismo se instaló en uno de los sillones de orejas del fastuoso salón, mientras miraba la espalda menuda de Purity recortada contra la silueta del piano. Los talentos de su Chiquilla eran muchos y cultivados, pero a veces se preguntaba hasta donde podía arriesgarse a mostrar esos talentos. Era cierto que cualquier muchacha de bien era capaz de tocar el piano con habilidad, pero la sensibilidad musical de aquella mujer superaba con mucho a la mayoría. A menudo le atormentaba pensar que alguien pudiese preguntarse si tenía más talentos como aquel, que a alguien se le ocurriese la posibilidad, la remota pero real posibilidad que los llevase a descubrir su secreto.

Sintió que la mandíbula se le tensaba mientras aparentaba observar sus movimientos bajo una máscara de apacible calma. Incluso le dedicó una pequeña ovación al terminar:

-Maravilloso. Un auténtico placer para los oídos, señora Drummond, como de costumbre. ¿No es magnífica, caballeros?

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16/06/2012, 12:01
Gerald Ryker

El Setita se acomodó en uno de aquellos sillones a la par que los dedos de Purity comenzaban a bailar una hermosa danza sobre las teclas del piano. La obra era de una belleza digna y la interpretación de la Malkavian cumplía con creces las exigencias que precisaba una pieza de aquella magnitud. Sus ojos se movieron varias veces para mirar a los otros tres Cainitas que allí se encontraban. La concentración de Purity, la admiración de Horace y... ¿qué le ocurría a Jemaine? ¿Por qué no parecía disfrutar de la pieza? Observaba a su Chiquilla tocar como quien observa una chimenea o el paisaje. No parecía sentir la música como lo hacía Horace ni portaba un gesto de deleite ante las habilidades al piano de Purity.

Una arruga se formó durante un segundo al extrañarse por aquello pero relajó su rostro rápidamente volviendo a mirar a la Malkavian, que estaba terminando de tocar en aquel preciso instante.

- Ciertamente, sus aptitudes son excepcionales. Un talento que no debería desperdiciarse. Si es usted una aficionada, señora Drummond, es una de las mejores aficionadas que estos torpes oídos han podido disfrutar jamás. - dijo, colocando una mano sobre otra en su regazo. Miró alternativamente al Sire y su Chiquilla para acabar posando la mirada en éste. - Muchos pagarían por sentirse un poco cerca de un talento así, señor Royce, debería plantear la posibilidad de mostrar sus habilidades al mundo si no lo ha hecho ya. -

A él aquello le parecía lo más lógico y útil del mundo. No sabía dónde se estaba metiendo.

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16/06/2012, 18:32
Elizabeth Blackmore

La presencia de los caballeros, lejos de incomodarla y entorpecer sus movimientos, avivaron la necesidad de buscar su aprobación y aquellos dulces elogios. Al acabar miró a Holden del mismo modo que un cachorrillo esperando un premio por haber obedecido correctamente. Antes de acompañarle a los sillones, revisó con discreción que el esfuerzo de la muñeca no hubiese hecho sangrar demasiado la herida. Tras comprobar la blancura del vendaje, se acercó y se quedó de pie junto a Jemaine, feliz al escucharle.

-Me conmueven sus palabras, caballeros. Muchísimas gracias -agradeció.

La siguiente frase de Gerald la dejó sin aliento. Dio gracias a que había dejado de respirar hacía tiempo y que no se notara. Ni siquiera se molestó en desviar los ojos hacia Jemaine, suplicante. Sabía la respuesta,

 

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16/06/2012, 23:14
Jemaine Wilburn Royce

Jemaine miró a Gerald un momento, su rostro inexpresivo, y finalmente sonrió:

-¡Si fuera tan sencillo, mi estimado amigo! Pero siento decirle que ya hemos discutido este tema hasta la saciedad. La señora Drummond tiene una sensibilidad delicada y exponerse a eventos sociales y a la presión de la fama la perjudicarían más allá de toda consideración, ¿no es cierto, querida? -dijo levantándose y poniendo una mano sobre la espalda de ella.

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17/06/2012, 00:36
Elizabeth Blackmore

Purity entrelazó los dedos de sus menudas manos y sonrió con cautela. Tardó un momento en contestar, y lo hizo sin mirar nada en concreto.

-Sí, es un tema cuyo debate ya está cerrado, señor Ryker -respondió dócilmente. Durante un segundo buscó el semblante serio de Jemaine antes de agregar- Mi querido Sire se preocupa mucho por mi bienestar. Me encuentro más tranquila aquí.

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17/06/2012, 00:45
Horace Holden

Horace no pudo más que sentirse abstraído por la música de Purity. Estaba en otro mundo. Sentado en la butaca, continuaba en éxtasis. Por mero autorreflejo de cuando era humano, una lágrima de sangre rodó por su cara. No existía nada más en el mundo para él que el piano y la Malkavian. En su mente se dibujaban mil escenas oníricas, de flores de colores nunca imaginados, y amaneceres que jamás podría ver, y el reflejo de la luna sobre el mar, y niños corriendo por la arena de una playa. En su pecho, con cada nota, creía que latía su corazón de nuevo, como cuando era humano. La música de Debussy le trajo recuerdos, como el olor del pan recién hecho, o anochecer acompañado en una cama ajena. Cuando la música cesó, la magia se rompió. Quedó unos segundos ajenos al mundo, y cuando rompió a hablar de nuevo, su voz estaba completamente quebrada.

- Señora Drummond... Es usted... Es usted increíble. Por favor, más. Toque más. Acaricie ese piano. Yo... Dios mío. Es usted... No...

No podía expresar con palabras la amalgama de sentimientos que recorrían su cuerpo muerto.

- Tiradas (1)
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17/06/2012, 01:02
Elizabeth Blackmore

La férrea mano de Jemaine se posó en el centro de su espalda. Notó sus fríos y finos dedos tensando aquellas cadenas invisibles, lazos oscuros de seda que rodeaban su débil corazón. Lo oprimían con la sutileza y habilidad propias de un cirujano. Se había tomado su tiempo, cinco largos años hasta que, cuando Purity fue capaz de ver aquella sombra en sus ojos ya era demasiado tarde. Era una muñeca de porcelana, frágil y hermosa, en manos de un loco descarriado. Si él quería que bailara, lo haría. Si deseaba, por el contrario, que permaneciese inmóvil y en silencio, ¿quién era ella para negarse?

Al amanecer, cuando él se iba, le odiaba. Pero de madrugada, ante el cálido amanecer que amenazaba con rallar los cristales de la biblioteca, sentía pena por ella y por él, y le perdonaba con una mirada dulce y caricias inapreciables que sólo él entendía. No era culpa suya. Nada de lo que ocurría en aquella ciudad dormida era culpa de él, o de Horace, o de Gerald... Ellos eran ángeles con vendas en sus hermosos ojos, y ella mostraría la brillante luz que protegería sus atormentadas almas. 

La culpa, la culpa de todo se extendía al Doctor Timothy. Pero no se quedaba ahí... Iba mucho, mucho más lejos... Todavía demasiado lejos del alcance de su mano.

Pero llegaría.

Por el momento, sencillamente, sólo mostró una torpe excusa antes de que Horace la sacase de su ensimismamiento.

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17/06/2012, 01:04
Elizabeth Blackmore

La petición de Horace, presentada de aquella manera tan emotiva y fuera de lugar, hizo que la joven Malkavian dudase. Se refugió en la cercanía de su Sire y, más por complacencia que por gusto, asintió.

-Está bien, contentaré su ánimo con la música, si así lo desea señor Holden. Si no te importa, querido -añadió rápidamente, volviéndose hacia Jemaine y acariciando sutilmente su mano al hacerlo. Una caricia que pujaba por calmarle.

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17/06/2012, 01:12
Gerald Ryker

Gerald mantuvo la mirada en Jemaine durante unos segundos para luego observar las miradas que su Chiquilla le lanzaba. Algo en su interior le decía que había tenido suerte, pero no tenía muy claro por qué.

- Ya veo. Discúlpenme por haber sacado el tema. Aun así, no deje jamás su afición, señora Drummond... un talento como el suyo no se puede quedar estancado. - dijo para finiquitar el tema. Entonces observó a Horace e intentó discernir todo lo que pasaba por la cabeza del Toreador. No tuvo que pensar mucho, y si a eso añadimos la lágrima que recorrió su mejilla, pudo entender que había quedado extasiado por la interpretación de la Cainita. Cuando éste pidió que Purity continuara tocando y ésta aceptó volvió a mirar a Jemaine. - Quizás no sea correcto abusar más de la buena voluntad de su Chiquilla, Horace... no quisiéramos que se cansara o sufriera por nuestra culpa, ¿no es así? -

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17/06/2012, 21:09
Jemaine Wilburn Royce

Jemaine agradeció las intervención de Gerald con un ligero asentimiento de cabeza. Habría sido de mala educación negarle a Horace el placer de otra pieza, aunque le disgustaba que Purity hubiese sido capaz de sumir al Toreador en uno de los ridículos trances del clan. Con el comentario de Gerald, sin embargo, tenía la posibilidad de retirar a la Chiquilla del piano:

-Gracias, señor Ryker. Nada me gustaría más que complacerle, señor Holden, pero tengamos consideración hacia la dama.

Se mesó el bigote nerviosamente. Aquella visita estaba resultando un incordio. Tenía que haberlo sabido, nunca era buena idea exhibir a su Chiquilla. Estaba mejor oculta, que era al fin y al cabo para lo que la había Abrazado.

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17/06/2012, 21:42
Elizabeth Blackmore

-Otra vez será, señor Holden -aseguró con gentileza. El brillo de sus ojos denotaba culpa.

Tomó asiento en la butaca próxima a la que había ocupado Jemaine y guardó silencio. Le hubiera gustado ofrecerles algo de comer o beber, entretenerles con algún tipo de conversación inocente y despreocupada o, sencillamente, hablarles de la preciosa decoración de su casa. Pero no eran humanos, carecía de conocimiento sobre los temas de moda entre los cainitas y aquella no era su casa. Notaba la pesadumbre sobre el ánimo de su Sire. No estaba siendo una velada tan animosa como esperaba.

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17/06/2012, 21:53
Gerald Ryker

Gerald observó un solo instante a Jemaine ante su pequeño tic incómodo. Empezaba a conocer un poco al escritor o esa le daba su impresión. Horace todavía estaba recomponiéndose del shock que le había provocado la interpretación de Purity así que decidió tomar la delantera al ver que la Malkavian no estaba por la labor.

- Su Sire y yo hemos estado hablando desde hace varios días, entre otras cosas, de la exquisita 'Vesania y Supremacía'... no me cabe duda de que no le costará contarnos maravillas del libro, pero me gustaría saber su opinión personal. He oído todo tipo de opiniones, buenas y malas, pero absolutamente todas ellas tienen algo que las hace especiales, por lo que me gustaría conocer la suya si no le es molestia, señora Drummond... - dijo con aquella voz dulce que ponía a veces y dedicándole una cálida sonrisa, sin dirigir la vista ni un segundo a Jemaine mientras intentaba conversar con su Chiquilla.

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17/06/2012, 22:13
Horace Holden

Horace sonrió débilmente. Asintió a Jemaine, algo incómodo. No había quedado satisfecho, evidentemente, pero prefirió no ahondar en el tema. Conocía el carácter de Jemaine y su sensibilidad ante ciertas situaciones. No quería estropear la velada. Río animadamente ante la pregunta de Gerald.

- Aquellos que opinan negativamente de Vesania y Supremacía no tienen ni la más remota idea de las corrientes de la literatura de nuestros días, si me permite mi humilde opinión, señor Ryker. Como ese nefasto personajillo, Randolph Goodwin, la nueva mascota de mi querido Eric... - La ironía tintaba su voz. - Me produce cierta lástima...

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17/06/2012, 22:19
Elizabeth Blackmore

Purity levantó el mentón hasta cruzar sus ojos con el Setita. En su rostro se dibujó una expresión de añoranza y viveza de la que no había hecho alarde hasta ahora.

-Oh, señor Ryker. Acaba usted de abrir la Caja de Pandora –rió suavemente con gracia juvenil-. Lo único que puedo decir de esa obra es que fue la causa de mi eterna unión con mi querido Jemaine. Nada me ha hecho nunca tan feliz. Es merecedora, por tanto, de mi más alta estima y buena opinión.

Miró a su Sire con la adoración propia de un fiel ante su Dios y alargó su mano para posarla sobre la suya. Un gesto de infinito amor.

-Es todo cuanto puedo decirle, pues carezco del conocimiento apropiado como para dar una opinión más crítica, propia de un estudioso. Sencillamente me atrapó.

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17/06/2012, 22:19
Elizabeth Blackmore

No debía enfadarle ni importunarle. No debía mencionar todo lo que sabía de esa novela. No debía mencionarla a ella; Elizabeth Blackmore. No debía poner en entredicho al señor Ryker, ni al señor Holden tampoco. No debía faltar a sus modales. No debía desvelar su secreto. No debía dejar que el velo oscuro se cerniese más sobre Jemaine. No debía dejarle solo. No debía… No debía…

Pero aquella novela abría tantos recuerdos, tantas, tantas heridas. Tantos besos, tanta excitación, tanta presión, tanta tristeza, tanta alegría, tanta sangre… Tantas, tantas emociones como mil huracanes podían abarcar en sus fieras ráfagas. Tantas noches sin dormir, tantos días en letargo, tantas espinas clavadas en sus dedos cuando escribía mil ideas. Tantas riñas, tantas lágrimas rojas, tantas… Tantas…

Le adoraba porque en algún momento de su vida había cautivado su corazón con aquella novela. Todo lo demás era secundario.