Partida Rol por web

- Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. - Parecía dormir la tiefling.

El último de los golpes del Shogun ni siquiera lo sintió. Fue más bien como si algo sacara su forma astral de su cuerpo y pudiera ver desde fuera como su forma física caía al suelo inerte, mientras Lena se debatía en dónde se encontraba.

Su cuerpo, fuera de combate, había vuelto a su tamaño original y notaba como unas manos "amigas" la movían, mientras seguía debatiéndose entre la vida y la muerte.

Con todo y con eso, sabía que el golpe que le atizó al Shogun le dejaría marca y con eso se daba por satisfecha. Jamás olvidaría el castigo al que le habían sometido en cuestión de segundos. Aquello ero parte de su venganza personal contra aquel enorme tipejo que gobernaba su "hogar natal".

Wufan captó la directa de Yun Mei y sopesó las opciones que tenían de vencer: dos muertos y el pergamino. Al menos se están llevando a los cuerpos. No había nada que hacer contra el shogun, o si, pero no iba a ser él. Ordenó al kintoun que se retiraran y la nube trazó un arco para salir del alcance del rey de los demonios a fin de mantenerse a salvo de sus golpes y llegar donde estaba el resto.

- Vámonos de aquí.- Levantó a Yun Mei y la subió a la nube.- Vamos, puedes disparar desde arriba y los cubriremos para que puedan sacar a todos.

Seijuro se disponía a atacar al elfo, pero hacía un momento estaba ahí y ya no. Estaba aún más desconcertado si cabe. Entonces de alguna manera sintió la presencia de Arashi en él y pareció volver en sí. Todo se hacía más claro. Y entonces fue cuando vio el cuerpo de su hermana, flácido y con unas heridas terribles siendo retirado por la princesa.
La rabia que sintió era indescriptible. No podía creerse que no volvería a hablar con ella. Sin esperar ni un solo latido de corazón más lanzó toda su rabia contra el shogun Oni, cayendo sobre el y descargando toda la incontrolable ferocidad que le invadía en ese momento. —AAAARHRHGGGG!!!

El caos del enfrentamiento continuaba, con el Shogun y los oni luchando ferozmente contra los intrusos. Arashi sabía que la clave de su éxito residía en la rapidez y en la precisión de sus acciones. No había tiempo para vacilaciones.

- ¡Hakko, ven conmigo, nos vamos al barco! - gritó, su voz resonando por encima del estruendo de la batalla. No podía permitir que le sucediera nada.

Arashi observó a sus compañeros, evaluando quiénes podrían acompañarlos en la teleportación. La prioridad era sacar a Hakko, Klavdra con el pergamino, el clérigo Shen Long, y la abatida Lena. Cada segundo contaba y tenía que actuar con rapidez.

- Shen Long, Hakko, Klavdra , preparaos para partir. - pidió, tratando de proyectar calma y decisión en su voz. Necesitaban la máxima cooperación para ejecutar su plan.

El semiogro se concentró intensamente, invocando su magia para preparar el conjuro de teleportación. Mientras tanto, sus ojos no dejaban de buscar a Alandrel, esperando ver si el elfo lograba alzar el muro de piedra que les proporcionaría una ventaja crucial, pues quizás tuviera que regresar y para eso sería importante el muro de piedra.

Alandrel lanzó su Magia contra el Shogun, intentando hacer que corriera la misma suerte que el ahora congelado brujo de Shenmen.
Sin embargo, el Señor de Chu Ye era un oponente formidable, y su cuerpo no pudo ser congelado. La escarcha ralentizaba sus movimientos, pero seguía siendo capaz de luchar.

Seijuro se abalanzó furioso contra él, infligiéndole un par de poderosos cortes con su Katana.

Shogun: 32 PD, 211 Totales

El enfurecido Shogun lanzó otra andanada de golpes contra Seijuro, que poco pudo hacer más que notar el increíble dolor de sus golpes, justo antes de que su mundo se tiñera de negro.

Seijuro: 223 PD; Muerto

El Shogun entonces se fijó en el elfo, quien había tratado de aprisionarle.

Hakko corrió al lado de Arashi, al igual que Klavdra y Shen Long, que venía arrastrando a Lena.
Así, con la Magia del Semiogro, todos desaparecieron de la sala.

En ella aún quedaba Yeomi, que vio caer a Seijuro y se detuvo mientras cargaba con su hermana.
¡Nooooooooooooooo! gritó desesperada.

Dejó caer a Keiko, y agarró su medallón, con el símbolo de la Casa Yool de Hwanggot, un dragón alrededor de una esfera entre sus manos, todo de color dorado. En la parte trasera estaba la bandera con flores azules y rojas que representaba el Reino.
Lo siguiente fueron unas palabras en Tian Hwa que muchos no comprendisteis. Pero lo que sí quedó claro fue la determinación con la que Yeomi comenzó a avanzar en dirección al Shogun, que era como tres o cuatro veces su tamaño.
El Shogun levantó su Tetsubo, dejando de prestar atención a Alandrel para mirar enfurecido a la Princesa. Algo en el símbolo que sostenía, y el brillo en los ojos de Yeomi, parecían hacerlo enfurecer.

¡Criatura del averno! ¡Volverás al agujero del que has salido! ¡MÁRCHATE! el Shogun estaba corriendo hacia Yeomi cuando su cuerpo comenzó a difuminarse. A convertirse en una especie de luz que fue arrastrada hacia otro lugar lejos de este mundo.

¡¡NO ME DETENDRÉIS!! ¡¡VOLVERÉ Y OS HARÉ TRIZAS!! ¡¡VOLVERÉEEEEEEEEEEEE!! el Shogun Tsuneni desapareció de la existencia mientras Yeomi caía de rodillas, agotada.

En ese momento, las puertas se abrieron tras las múltiples acometidas de los guardias. Aunque el Shogun había desaparecido, decenas de Oni se preparaban para abalanzarse sobre los que quedaban en la sala.
No parecía buena idea quedarse allí mucho más.

Wufan estaba asombrado por lo que había pasado, pero no era momento de quedarse parado, sino de pensar cómo salir de allí.

Voló con el kintoun hasta el cuerpo de Seijuro y de un salto se colocó junto a él para subirlo al nimbo. Acto seguido le indicó a la nube fuera a por Keiko, mientras él hacía una serie de movimientos con su cuerpo para elaborar un portal mágico, que se abrió delante suyo antes de atraversarlo y esquivar de este modo a la barrera de guardias que iban a por ellos, colocándose al otro lado.

¿Vamos, a qué esperáis? No quería decirlo en voz alta para no desvelar su presencia, pero intuía que tendría que entrar en acción si el resto no podía atravesar el muro de onis que se les acercaban.

Alandrel observó como el Shogun, contra todo pronóstico y razón, desaparecía. La mirada que dirigió a Yeomi estaba a medio camino entre la suspicacia y el interés, aunque en esos momentos tenía otras cosas en qué pensar. Por ejemplo, en el pequeño contingente de soldados que se agolpaban en las puertas.

Arashi acababa de llevarse a tres compañeros... y la drow. Sun Wufan aleteaba de un lugar a otro, recogiendo los cuerpos sin vida de Seijuro y Keiko. Quedaban el cuerpo de Lena, la princesa y él mismo. Mucha gente para tan poco tiempo, algo que se dispuso a corregir con un hechizo: de repente, y tras una pequeña recitación y unos gestos, un muro de piedra bloqueó las puertas que acababan de derribar los oni. El bloque de roca maciza les daría el tiempo necesario, o al menos un respiro.

—Por la ventana. Huye por fuera —explicó a su compañero, que con la nube voladora podría alejarse de allí sin peligro—. Deja aquí los cuerpos, me los llevo yo. —Seijuro, Keiko, Lena y Yeomi hacían cuatro, lo máximo que podría transportar con su poder actual; su compañero tendría que apañarse, pero él solo y sobrevolando a sus enemigos tendría más posibilidades que con el peso adicional de a quienes estaba recogiendo.