Partida Rol por web

Vale, vamos hacia la casa del despiadado. Si no están allí, podríamos echar un vistazo a la casa donde encontramos a la chica, pero de momento vamos a ver si el Despiadado está en casa. De todas formas ... ahora que lo pienso ... no se si alguien les puede haber visto salir y decirnos hacia dónde han tirado.
miro a mi alrededor, desde la puerta de la taberna, buscando a algún tendero o a alguien que tenga razones para llevar allí un uen rato, y si lo hay, le pregunto amablemente si vio salir de la taberna un grupo de gente con un tipo pelirrojo . En caso de no ver a nadie apropiado, echo a andar hacia la casa de despiadado.

- ¡Qué demonios! -

Rápidamente me dirijo hacia Kat, observando atentamente su cuello

- Kat, ¿estás bien? -

Ya fuera de la taberna la pelea parece haber terminado por completo, os acercais a un señor mayor que parece haber disfrutado del espectaculo. Vio al grupo marcharse - si, habia un hombre con el pelo rojo - comentaba - y vaya mujer iba con ellos... - sus ojos parecian decirlo todo, sin duda eran vuestros compañeros.

Siguiendo en la dirección que os habia indicado llegasteis a las cercanias del puerto cuando veis a lo lejos a Jack.

Está junto a la puerta de una casa normal de dos plantas hablando con otra persona, la conversación dura unos instantes y Jack entra en la casa mientras que la otra persona permanece fuera.

-¡Diablos!

Sabía que podía equivocarme y si bien aquello no es un explosivo, bien podría estar jodida. Escucho la voz del Sabio pero no puedo responderle, mejor dicho, no me ánimo a hacerlo y me sujeto el cuello mientras lo miro a los ojos. Es obvio que la adrenalina no me deja sentir dolor pero mi corazón late con fuerza, el miedo está allí; nadie nunca dijo que yo fuera tan valiente. Suelto el cofrecillo e intento sujetarme de algo, Adam y Sabio están cerca pero no alcanzo a sentir a ninguno de los dos.

-Díganme que no estoy jodida, chicos y no me miren así que con eso me lo dicen todo...-bromeo por fin.

Siento un nudo en la garganta y los ojos brillosos y humedecidos, espero que esto no me mate, quería morir en el mar.

Maldición

Agarro a Kat y la sujeto con fuerza.
- Tranquila, no pasa nada. Dime como te encuentras. Y no dejes de hablar. Estamos todos contigo - luego me giro y miro a Daniel- Tu conoces la zona. ¿Donde hay un matasanos decente?

Y mientras hablo, y me preocupo por Kat, no puedo dejar de mirar el cofre que esta ha abierto a riesgo de su vida

-No pasa nada...

Las palabras de Adam se repiten en mi mente como un recordatorio de todo lo contrario, es obvio que están preocupados y no lo estarían si esto no fuera grave. Toso levemente y al hacerlo me parece sentir una leve punzada de dolor pero es increíble que sea apenas mínima. Mi respiración se torna más lenta, tengo ganas de cerrar los ojos pero el Rojo consigue que tenga ganas de decir algo no sin cierto esfuerzo.

-¿Un matasanos? Mmmm, no sé si eso servirá de mucho. Por las dudas, asegurense de que sabe lo que hace...

Sonrío o al menos creo que lo hago, es un intento de tranquilizar a mis compañeros.

-Voy a estar bien... Estaré bien... Estaré bien...

¡Hey, mira! allí está el escocés. Vamos. digo mientras apunto con el dedo. Después continúo andando junto a Bocaseca hacia la casa, hasta llegar a la puerta.

La persona que está en la puerta al veros llegar saca una pistola.

¡ALTO! Ni un paso más - os advierte.

- Yo puedo ayudarla - dice de inmediato tras estar pasivo durante casi todo el tiempo. Se acerca a Kat y le retira la mano del cuello mientras os comenta.

- Se lo que hay que hacer, he visto picaduras de serpiente y si hay veneno lo primero que hay que hacer es sacarlo como sea... - En ese momento retira el dardo y pega su cara al cuello de Kat para succionar la zona de la herida.

- Bien, adelante. Deber presentarte al capitán que está en el segundo piso y te dará las ordenes - Da tres golpes en la puerta y esta se abre, otro pirata te mira pero no dice nada.

Una vez dentro vuelve a cerrar la puerta con un cerrojo.

En la casa no parece haber mucho movimiento, la persona que ha abierto se mete en una sala y se sienta en una silla. Desde la entrada ves las escaleras que dan acceso al piso superior.

- ¿veneno? -

Digo en voz alta.

Me giro hacia el cofre para tratar de ver el objeto que envenenó a Kat, pues dudo mucho que fuese una serpiente. Tal vez dardos, o algo por el estilo. Al tiempo, maldigo a Morgan en voz alta, incluso a sabiendas de que tal vez no sea culpa suya

- Maldito sea ese mal nacido... -

Miro al guardia, sonrio, y le digo- ¿Y si no qué? Nuestro amigo ha pasado ahí adentro, así que dejanos entrar si no quieres que te aplaste la cara contra el suelo de un puñetazo.

Me preocupo en demasía por Kat, sentía que todo había sido mi culpa. Yo sabía que allí dentro había una trampa y sin embargo dejé que abriese el cofre. Pero nada podía hacer ahora, ya mis compañeros estaban con ella y lo que menos necesitaba nuestra compañera era ver rostros y más rostros todos amontonados sobre ella, eso la pondría más nerviosa. Así que simplemente espié para ver si estaba bien y luego fui hacia el cofre y lo tomé nuevamente. Tenía intriga de saber como estaba armada la trampa y obviamente y más importante saber que había adentro que estuviese tan bien cuidado.

-No se acerquen mucho a Kat, dejenla tomar aire tranquilamente, con Daniel va a estar más que bien. Rojo, quedate junto a ella tomándole la mano para calmarla, el resto apártese. Y tú Kat, no seas terca y quédate quieta.- Sonrío y le guiño un ojo.

Mi primera reacción al sentir cómo Daniel retira el dardo, es de empujarlo o gritar pero no consigo hacer ninguna de las dos cosas, quizás porque estoy un poco confundida. Alcanzo a sentir como el chico se pega a mi cuello, apenas puedo creerlo y, siempre pugnando por un hombre. Sonrío, no estoy para bromas internas. Luego escucho la voz de el despiadado, intenta disimular, lo sé. Todos lo hacen, incluso Adam con su mano firme sobre la mía, pero me quedo muy quieta, no intento hablar; la de cosas que les diría si pudiera.

Es un momento extraño, pero ante la situación en la que te encuentras y Daniel succionándote el cuello, solo puedes pensar en acostarte con el. Piensas que hasta la perdida de su brazo es algo érotico, en tu mente se forman imagenes de los dos desnudos. Te hierve la sangre y eres incapaz de reprimir algún gemido que por la situación no son tomados por algo extraño.

Mientras Daniel succiona y escupe un par de veces al suelo José se pone a examinar el cofre y su contenido.

El mecanismo no era tan sofisticado, un par de piedras que rozaban al girar el mando consumiendo una mecha que mantenia las piezas del cofre unidas. Para volverlo a cerrar se necesita una mecha nueva, en cuanto al dardo estaba colocado en una especie de resorte que saltaba al abrirse el cofre.

Francisco recoge el dardo del suelo, pero aunque tiene una pequeña cavidad no parece haber restos de ninguna sustancia, salvo un poco de sangre en la punta.

En el interior de cofre hay una pequeña estatuilla de una virgen envuelta en terciopelo. Es de madera oscura, adornada con ribetes de plata y varias gemas en la base que tiene una forma de peana que hace de soporte.

- Vuestro amigo sabia el santo y seña, si sois hombres de Morgan como nosotros lo sabreis - Dice rápidamente y algo nervioso. - Y si no avisaré a los demás y os pegaré un tiro sin dudarlo. Esto último lo dice apuntando a Bocaseca.

Me incorporo lentamente luego del sensual atrevimiento del manco, apenas consigo ordenar palabras en mi cabeza y miro a cada uno de los presentes, tengo la respiración agitada pero no se debe meramente al veneno o lo que sea que fuera esa cosa. Necesito salir de allí y descargar todos mis impetús pero... Intento controlarme, cosa bastante difícil estando rodeada de muchachos. Me paso las manos por la cara, intentando pensar en otra cosa, ya he soltado la mano de Adam así que me levanto e intento dar un par de pasos, cosa tonta.

-¡Vamos, son tus compañeros, no puedes acostarte con ninguno de ellos!