Partida Rol por web

Permanente mente abierta, grandes hectáreas y el domicilio enorme del señor Blame y su servicio, incluso una modesta casa para algunos empleados.

Era ya mediodía y tenía el rostro perlado de sudor por el trabajo en la tierra del señor Blame. Me utilizaba de hombre para todo y yo estaba contento por tener un sitio al que llamar hogar y un trabajo para poder sobrevivir. Paré para beber algo y me dirigí sonriente hacia la casa para comer. 

Ibas a comer como siempre con los empleados cuando una de las mujeres te dijo que hoy comerias con el señor, al llegar a la casa principal el señor Blame te esperaba en un mesa llena de comida.

- Por favor Eric, siéntate - Te pidio con amabilidad, cosa mas que habitual en el pues era uno de los hombres mas correctos que conocias.

Me sorprendió en demasía la propuesta del señor po la acepté con gusto. Antes de ir hacia la sala del señor Blame pasé por mi habitacion para adecentarme todo lo posible pues sabia que William era un amante de la limpieza tanto del lugar como personal. Me lavé la cara y las manosy cambié mi camiseta por una limpia.

Al llegar tomé el asiento que me ofrecía sonriendo. -Con su permiso patrón.

Cuando el reverendo llega a la granja, lo primero que hace es buscar con la mirada al señor Blame.

Si veo a Eric Herveaux por aquí, le pregunto si puede concederme unos minutos.

Al ver llegar al padre me sorprendió que me reclaramara tiempo. -Por supuesto, dígame padre. -me levanté de la mesa mirando hacia el señor Blame. -Un segundo patrón

Antes de nada, saludo al señor Blame y me ofrezco para cualquier cosa que pudiese necesitar. En cuanto Hervaux esté listo me lo llevo a un aparte donde no puedan escucharnos.

-Señor Hervaux, antes de nada le ruego que me disculpe por ser tan directo, pero el tiempo apremia. - le digo - Como ya sabrá, el doctor ha sido asesinado. - Tras decir esto, me tomo unos segundos para observar su reacción. 

La noticia del asesinato del doctor me cogió por sorpresa ya que no me esperaba tal noticia. -¿Ah si? No tenía ni idea. No lo conocía apenas, pero no le deseo la muerte a nadie.  -dije mirándolo directamente a los ojos. -¿Qué tiene que ver esto conmigo padre? -pregunté si miramientos. Si algo había aprendido en la cárcel es a no andarme con rodeos.

El reverendo decidió confiar en aquel hombre, y explicarle por qué había venido. - La gente habla mucho, ¿sabe? - empieza - En un lugar como este a veces no hay mucho más que hacer. - El reverendo no culpaba a la gente por ello, incluso él mismo le había estado dando vueltas al tema. - La gente habla, y algunas de las voces hablan de que puede haber sido usted quien ha dado muerte al doctor. He venido para advertirle y decirle que tenga cuidado. Los hay que querrán un culpable, y usted es un candidato tan bueno como otro cualquiera. Ándese con ojo. No sería raro que alguien intentase tomarse la justicia por su mano. - La verdad es que, explicado así, al propio reverendo le asustaba la idea de lo que alguien con un arma podía llegar a hacer. Desde ese punto de vista, nadie de ellos estaba seguro. - Sólo eso: esté preparado. - terminó el reverendo.  

Alcé las cejas con escepticismo. Nadie en el pueblo sabía mis antecedentes salvo el señor Blame y el Sheriff. Muchas gracias por tu discreción maldito bastardo. -¿Y qué es lo que se habla padre? Que yo sepa cualquiera podría haber cometido dicho asesinato. ¿Por qué intentarían atacarme? Yo soy inocente, no buscaría problemas acabando con alguien a quien apenas conocía. -Mi tono de voz, pese estar a la defensiva no era agresivo. Aquel hombre había venido a advertirme de buena fe y eso era de agradecer. -No obstante agradrezco sus palabras padre, lo tendré en cuenta.

El reverendo escogió con cuidado las palabras. Era un tema delicado el que estaban tratando. - No me pregunte de dónde han sacado la idea, porque no lo sé, pero hay quien dice que es usted un forajido. A mí no me preocupa en absoluto que lo haya sido o no, mientras no haya venido a hacer daño a la gente. - Adam Strong se toma un momento para mirar a ambos lados, y ver si el señor Blame está pendiente de la conversación. - El señor Blame es un buen hombre. Si él confía en usted no veo por qué no deberíamos hacerlo los demás. Además, creo que sería demasiado estúpido por su parte hacer algo así en un lugar en el que parece que quiere asentarse. 

Pero usted y yo sabemos que hay quien no tiene tantas entendederas. - por un momento, el reverendo se dio cuenta de que podría dar la impresión equivocada sobre la gente de la zona -  Todo el mundo está nervioso, ¿sabe? El doctor  era alguien muy querido, y se sienten en peligro. Se agarrarían a un clavo ardiendo con tal de sentirse un poco más seguros. No los culpe a ellos, por favor. Y si necesita cualquier cosa, la capilla estará abierta para usted a cualquier hora.

Sopesé las palabras del pastor durante unos segundos, intentando averiguar cual era el motivo para que se torciera todo de aquella manera. -Escuche padre. Yo sólo quiero vivir en paz y establecerme aquí para empezar de cero. -dije con voz áspera. -Como bien dice, sólo un idiota buscaría un problema si lo que quiere es vivir sin miedo a que lo ahorquen.

Dejé que asumiera mis palabras y señalé en dirección al señor Blame. -El patrón sabe toda mis historia y confía en mi. Jamás traicionaría su confianza de ninguna manera. Su confianza es muy importante para alguien como yo. No obstante, vuelvo a agradecerle tanto su  advertencia como su ofrecimiento. Tendré cuidado para que no ocurra nada desagradable.

Tras terminar la conversación con Eric, me dirijo hacia el señor Blame. Le agradezco que me dejase a su empleado durante un tiempo, y también su hospitalidad. Comento algunas cosas con él sobre cómo va la granja. Le pregunto sobre cómo cree que será la cosecha y hablamos sobre nada en particular.

Después, me marcho para que pueda volver al trabajo.

El sheriff se acerca junto con su ayudante a la granja de Blame.

Ben busca con la mirada a Eric, el cual se encontraba trabajando en la granja. Camina hacia él mientras le saluda con la cabeza.

¿Podemos hablar Eric?- pregunta, aunque no iba a esperar una respuesta negativa.

Ya me había vuelto a sentar para empezar a comer de una vez con el patrón cuando nos volvieron a interrumpir. Esta vez era el sheriff y su ayudante. Ya tardaban en venir a joder. -Con permiso de nuevo patrón. -dije de forma airada. Parecía que aquí todo el mundo estaba por la labor de no dejarme comer.

Me dirigí hacia los dos hombres con mala cara. -Usted dirá sheriff.

Señor Hearvaux, por su expresión parece que le importunamos....