Partida Rol por web

Carlos conduce hacia el Hotel Washington. Por el camino hay momentos en los que te pones nerviosa, pero sabes controlarte y te recuperas enseguida. ¿Qué será lo que quiere Vitel? ¿Podrás agradar a Chas? Son tantos los interrogantes. No estás muy segura pero crees que te estás metiendo en juegos de antiguos, y eso siempre es algo peligroso.

El coche disminuye su velocidad mientras gira y entra en un amplio parking. Puedes ver un enorme edificio con el rótulo: HOTEL WASHINGTON en la parte frontal. Carlos detiene lentamente el vehículo y te indica que te esperará en el parking del Hotel hasta que le necesites.

Entras en recepción y pasas en medio de los 2 guardias de seguridad de siempre. Te conocen, no hay ninguna pega. Otro guardia espera en el pasillo que lleva a los ascensores. Cuando te ve te acompaña hasta el ascensor. Sabes que has de subir hasta la planta 7, la última. Vas hasta la suite Real. Miras el reloj, las 20:06. Llegas con mucho tiempo de sobra. Nada más abrir la puerta puedes contemplar una espectacular vista nocturna de los monumentos de Washington, como si fuera una especie de recordatorio de cuánto poder controla Vitel. 

La suite está elegantemente decorada, con apenas un toque del estilo clásico romano. La pared al extremo opuesto de la habitación consiste principalmente en las grandes ventanas que permiten las vistas de la ciudad. En el centro de otra pared hay una chimenea que crepita constantemente en los fríos meses de Otoño e Invierno (ahora está convenientemente apagada). Te llama un poco la atención una puerta cerrada en la pared derecha de la suite principal. Siempre ha estado ahí, pero nunca la has visto abierta ni sabes qué habrá al otro lado.

En el centro de la suite han dispuesto una enorme mesa oval. Aquí es donde se celebran las reuniones.

En la silla más cercana a tu posición, la más cercana a la puerta por la que has entrado en realidad, hay un hombre sentado que te mira con ojos inquisitivos. Sus ojos grandes te miran con curiosidad y no paran quietos ni un instante. Lleva un corte de pelo a máquina bastante depurado y corto, además de estar recién afeitado. Su pelo es de color moreno y sería lacio si lo tuviera largo. Sus hombros anchos y su cuello robusto, unidos a su complexión atlética te indican que se cuidaba y hacía o hace deporte con regularidad.

No llevas mucho rato esperando, apenas acabas la inspección y te sientas en la silla entra por la puerta una mujer muy atractica con un impresionante vestido negro. Se queda contemplándote un instante.
 

El hombre de la silla mira a la mujer con ojos sorprendidos y curiosos.

Mientras ella ha inspeccionado rapidamente toda la sala y ahora contempla al curioso sentado.

Conduces hacia el Hotel Washington en el SUV. Por el camino vas pensando en lo que ocurrirá a continuación. ¿Qué será lo que querrá el Príncipe? ¿Podrás ayudar a tu clan? Son tantos los interrogantes. No estás muy seguro pero crees que es posible que te estés adentrando en terrenos peligrosos. Es bueno andar con cautela.

El coche disminuye su velocidad mientras gira y aparcas a una manzana del Hotel Washington. Haces el resto del recorrido a pie. Las calles están bastante limpias, no parece haber mendigos y por supuesto la droga y el crimen ni se han acercado a esta zona de la ciudad. Al poco puedes ver un enorme edificio con el rótulo: HOTEL WASHINGTON en la parte frontal.

Entras en recepción y 2 guardias de seguridad te dan el alto: - Por favor, acompañe a nuestro compañero. La recepción es por ese pasillo de ahí. - te señala con la cabeza a otro tipo de seguridad que está a la entrada de un pasillo que da a unos ascensores.

Te diriges sin prisa hacia el Hotel Washington. Vas con tiempo de sobra. Por el camino hay momentos en los que te pones nerviosa, pero sabes controlarte y te recuperas enseguida. ¿Qué será lo que quiere Vitel? ¿Por qué Art estaba tan nervioso y preocupado? Son tantos los interrogantes. No estás muy segura pero crees que te estás metiendo en juegos de antiguos, y eso siempre es algo peligroso.

Segun llegas al hotel, puedes ver el enorme edificio con el rótulo: HOTEL WASHINGTON en la parte frontal.

Entras en recepción y pasas en medio de los 2 guardias de seguridad de siempre. Te conocen, has ido pocas veces pero te conocen. No hay ninguna pega. Otro guardia espera en el pasillo que lleva a los ascensores. Cuando te ve te acompaña hasta el ascensor. Sabes que has de subir hasta la planta 7, la última. Vas hasta la suite Real. Miras el reloj, las 20:44. Llegas con mucho tiempo de sobra.

Justo cuando las puertas van a cerrarse una mano se interpone y alguien entra en el ascensor contigo. El hombre va a pulsar alguna planta cuando se percata de que la séptima ya esta pulsada, se detiene y te observa con curiosidad.

Te diriges sin prisa hacia el Hotel Washington. Vas con tiempo de sobra. Por el camino hay momentos en los que te pones nervioso, pero sabes controlarte y te recuperas enseguida. ¿Qué pasará la reunión? ¿Aceptarás la oferta de Vitel? Hay cosas que suenan interesante. Aún no has hablado con los tremere, y por otro lado, un sangre débil, un heraldo de la Gehena... es algo interesante. Nunca habías visto uno. Son tantos los interrogantes. No estás muy seguro pero crees que te estás metiendo en juegos de antiguos, y eso siempre es algo peligroso.

Segun llegas al hotel, puedes ver el enorme edificio con el rótulo: HOTEL WASHINGTON en la parte frontal.

Entras en recepción y pasas en medio de los 2 guardias de seguridad de siempre. Te conocen, son los mismos de ayer y no te ponen pegas. Otro guardia espera en el pasillo que lleva a los ascensores. Cuando te ve te acompaña hasta el ascensor. Sabes que has de subir hasta la planta 7, la última. Vas hasta la suite Real. Miras el reloj, las 20:44. Llegas con mucho tiempo de sobra.

Las puertas del ascensor están a punto de cerrarse pero llegas a tiempo. Interpones tu mano y cuando el cierre automático se para y vuelven a abrirse te adentras en el ascensor.

Una chica caucásica, guapa, joven, con buen cuerpo, de piel suave y cuidada; de 1'65m y pelo largo se encuentra ya en el interior. La planta 7 está pulsada y la chica te mira con curiosidad...

Me acerco hacia el con una sonria en el rostro, llevo el pelo castaño largo hasta los hombros, mis ojos azules se clavan en los suyos, visto con un vestido negro, sobrio pero ceñido.

-Buenas noches - digo tendiendo mi mano hacia el - Mi nombre es Ashley Craighton, no tengo el placer de conocerle caballero. Pero creo que somos los primeros en llegar.

Kipp va vestido de manera muy sencilla. Una camiseta corta, unos vaqueros algo gastados, unas zapatillas de deporte, un cinturón... nada del otro mundo. Se cubre el cuerpo con una cazadora negra cuando hace frío. Lleva un pendiente en la oreja derecha. Ni relojes, ni anillos, ni pulseras... nada de eso.

-Soy  Kipp, buenas noches.- Dice mientras coge su mano y la besa en los nudillos, inclinándose un poco. -Y el placer es mío, te lo aseguro. Son los ojos más bonitos que he visto nunca, y he viajado mucho... Creo que el resto tardará algo más en llegar, así que... ¿y si nos ponemos a conocernos mejor? Empezaré yo. Llevo en Washington un par de años, y de momento no tengo ningún motivo para irme. Y si hubiera alguno, me lo hubieras quitado tú... Te toca.- Le insta Kipp, parando de pronto su parte del diálogo, y sin dejar de mirar sus ojos y sonreír.

@Ambos: Cohen conduce a Lori hacia el Hotel Washington. Vais por los túneles del metro que tanto conoce Cohen, y tú empiezas a estar acostumbrada, Lori.

@Lori: Por el camino hay momentos en los que te pones nerviosa, pero sabes controlarte y te recuperas enseguida. ¿Qué será lo que quiere Vitel? ¿Cómo será el Príncipe? Son tantos los interrogantes. No estás muy segura pero crees que te estás metiendo en juegos de antiguos, y eso siempre es algo peligroso.

@Ambos: Salís del metro a apenas 2 calles del Hotel. Cuando dobláis la esquina podéis ver un enorme edificio con el rótulo: HOTEL WASHINGTON en la parte frontal.

Entráis en recepción y pasáis en medio de los 2 guardias de seguridad de siempre. A Cohen le conocen, no hay ninguna pega. Otro guardia espera en el pasillo que lleva a los ascensores. Cuando os ve os acompaña hasta el ascensor. Sabéis que tenéis que subir hasta la planta 7, la última. Váis hasta la suite Real. Miráis el reloj, las 20:54. Llegas con tiempo, no demasiado pero con tiempo. Además Cohen sabe que las reuniones nunca empiezan puntuales.

Nada más abrir la puerta podéis contemplar una espectacular vista nocturna de los monumentos de Washington, como si fuera una especie de recordatorio de cuánto poder controla Vitel.

La suite está elegantemente decorada, con apenas un toque del estilo clásico romano. La pared al extremo opuesto de la habitación consiste principalmente en las grandes ventanas que permiten las vistas de la ciudad. En el centro de otra pared hay una chimenea que crepita constantemente en los fríos meses de Otoño e Invierno (ahora está convenientemente apagada).

@Lori: Te llama un poco la atención una puerta cerrada en la pared derecha de la suite principal.

En el centro de la suite han dispuesto una enorme mesa oval. Aquí es donde se celebran las reuniones.

Cuando llegáis la sala está prácticamente llena...

Me encanta el aspecto romano que se le dio al Mall, ¿sabías que uno de los bocetos del Monumento a Licoln presentados a concurso quería hacer una pirámide? comento mientras nos acercamos al hotel.Guau añado al ver la sala, que me parece grandiosa. Al percatarme de la extraña puerta miro a Cohen: ¿qué hay allí? hago un simple gesto con la cabeza, intentando no llamar la atención.

-Encantada de conocerte Kipp - digo sin dejar de sonreir aparto mi mano lentamente y me dirijo hacia una silla cercana, mientras cruzamos nuestras miradas. - Eres muy amable, gracias por el cumplido.

Me siento junto a el y me inclino un poco hacia el, sigo mirandolo sin dejar de sonreirle y le digo:

-Vaya, yo yevo mucho mas tiempo aqui, y estando dos años en la ciudad es una lastima que no hayamos coincidido antes - me callo un instante sin apartar mis ojos de los suyos - Una verdadera lastima...

-Dime Kipp, si no eres de Washington, ¿de donde eres? ¿que te trajo a la capital? - me recuesto comodamente contra mi silla aguardando su respuesta mirandolo con coqueteria.

-Sí, la verdad es que hubieran sido dos años más llevaderos conociendo a alguien como tú en la ciudad... pero intentaba no llamar la atención, por exigencias de mis distintos negocios. De hecho tuvo que venir un tal Gino a mi refugio, diciendo que debía presentarme a un tal Príncipe Vitel o algo así.- Dice Kipp, mientras se inclina lentamente hacia ella sin levantarse de la silla.

-Y a decir verdad, no tengo una ciudad que considere mía. Sí, nací en una ciudad, pero soy más de la Costa Este en general que de una ciudad en particular. Y bueno, mis asuntos me exigen movilidad y disponibilidad casi siempre. Quitando estos dos últimos años, claro. Pero podemos retomar la conversación sobre mí más adelante, habría para rato. Ahora mismo me llamas la atención mucho más tu. Espero no...- Desvía la mirada hacia sus piernas una fracción de segundo, y rápidamente devuelve la mirada a los ojos de Ashley.- ... incomodarte con mi interés, Ashley... ¿Qué más estás dispuesta a contarme sobre ti? Espero que mucho más...- Dice Kipp con mucha expectación.

—Hm, sí, supongo —respondo a su comentario acerca del estilo romano. Lo cierto es que la Historia del Arte nunca fue lo mío, me costó bastante aprenderme aquello de jónico, dórico y todo aquello que estaba muy bonito pero era poco útil. Lo mío siempre fue más la literatura. Bastante más dinámica, con más matices, y fiel reflejo descriptivo e interpretativo de la realidad histórica. Eso sí, tampoco es que fuera un experto.

—¿Una pirámide? ¿Por qué querrían hacer eso? ¿Qué tiene que ver una pirámide con el bueno de Abe? ¿Un recordatorio a los trabajos hechos por los esclavos para conmemorar al hombre que luchó contra la esclavitud?—me encojo de hombros.

A su pregunta, miro a la puerta y me pregunto si hoy querrá Vitel aprovechar para que le corrija algún discurso, o le haga uno desde cero: —Es un despacho privado del Príncipe, nada del otro mundo —mientras respondo, voy mirando alrededor, buscando gente conocida para saber en qué ambiente nos vamos a encontrar.

Justo cuando se están cerrando las puertas del ascensor, un bastón se cruza en su camino, e impide que el ascensor continué su viaje, obligando a que sus puertas se abran de nuevo. Con agilidad y algo de estilo, ves entrar a un chico joven, de unos ventipocos, que hace una leve inclinación de cabeza a modo de disculpa por las molestias.

Recoge sus elegante bastón color madera con delicadeza, apoyándose en él con su mano izquierda, totalmente envuelta en un guante de piel de color negro, a juego con su gabardina.

El chico resulta considerablemente alto, llevando al 1,90 por lo menos, y sus ojos se encuentran tapados  por unas grandes gafas de sol, pero aún con ellas, notas que observa todo el ascensor, hasta finalmente fijarse en ti. Pasa una de sus manos por el pelo, color castaño con algunos matices rubios, y finalmente comienza a hablar: 

- Buenas noches, señorita. - Hace una breve pausa, en la que aprieta los labios, como si no supiera qué decir. - Mi nombre es Frederick Van Denholm.

Su voz suena extraña, habla despacio como si le costara pronunciar cada sílaba, y te mira con una expresión seria y firme. Su mano derecha se extiende hacia ti, envuelta en su guante de cuero. Y su cuerpo y su rostro miran en tu dirección, esperando una respuesta. 

La verdad, es que esa visión sobre Lincoln es bastante inexacta corrijo con un matiz de sabetolodismo. Es nuestra herencia histórica la que hace creer que todo por lo que luchó fue por abolir la esclavitud, pero él mismo reconoció en una entrevista que la esclavitud no era el tema: sí lo era un país unificado, sin diferencias... Estoy hablando de cosas que no te importan, ¿verdad? me disculpo, dudosa. Tiendo a habla más de la cuenta... ¿Se supone que nos tenemos que sentar o...?

Teresa, una chica de poca más de un metro y medio de altura mira a Fredereick a la cara y extiende su mano de piel suave encantada mi nombre es Teresa, es raro llevar unas gafas de sol puestas de noche ¿no crees?… Teresa sonrió con una sonrisa pícara pero sin maldad, los dientes de Lisbon eran perfectos, su cuerpo era bello y olía a perfume de coco, el pelo era largo casi hasta la mitad de la espalda y realmente parecía ser encantadora y delicada.