Partida Rol por web

Gabrielle traga saliva y se pone muy seria.

Pues sí, señor. Pero es algo que debe tomarse muy en serio y escuchar con atención. Dijo para hacerle entrar en ambiente, pues no quería perder tiempo en que él no las creyese, las llamase locas o lo que fuese. Seguidamente dejó a Xena, pues su voz era más autoritaria y ayudaría.

Xena tomó el relevo de la conversación - mire buen hombre, este lugar corre peligro, no sé si es sabido por estos lares que una horda de seres vienen a "raptar" - aunque no era exacta la palabra - a todo varón que encuentre en su camino para crecer sus filas, son una gran multitud y nosotras lo único que queremos es ponerles a salvo, estamos buscando a esa multitud para acabar con ellos pero para eso tienen que colaborar con nosotras y nuestros compañeros - Xena sabía que lo que decía sonaba raro y que posiblemente, como Gabrielle pensaría también, las tomarían por locas y las echarían del bar. - Es muy posible que piense que no estamos en nuestros cabales o que pretendemos reírnos de este pueblo pero son sus vidas las que corren peligro y tenemos poco tiempo para organizarnos, así que por favor ayúdenos.

-Madre mía!!

Dijo el camarero buscado la honestidad en los ojos de las muchachas y, lamentablemente para él, encontrándola.

-Entonces... voy a llamar a los del pueblo. Haremos una reunión en la taberna, o sea aquí. ¿Puede usted hablarle a todos?

Le preguntó a Xena, mientras miraba alrededor, pensando en un millón de cosas.

-Déjare a mi esposa a cargo e iré a buscar a los hombres más importantes, los reuniré aquí en unas horas y luego usted les dirá estas cosas. El jefe de la ciudad también vendrá. Podremos organizar algo entre todos... ponernos a resguardo. Como dije antes somos campesinos y... no sabemos nada de guerra. Los pocos guerreros que tenemos están en la Casa Segura. Y tampoco podrían deferdernos de eso.

Corbert se calla y resopla, sus ojos alegres cambian por una mirada llena de pena.

Gabrielle asiente.

Pues dese prisa. El tiempo es oro y no es que vayamos sobrados de él. Los Érguidos pueden presentarse aquí en cualquier momento. Dijo con seriedad, dando prisa al tabernero.

-Él es Hércules, y mi nombre es Calisto. Venimos de tierras lejanas, y los ataques de unos seres extraños a las poblaciones de estos contornos nos hicieron intentar ayudar a detenerlos. Descubrimos que son érgidos, unas criaturas surgidas del hechizo de un malvado, al que debemos derrotar para que cese esta sinrazón. Hice una pausa para comprobar que todos se habían enterado. Proseguí. -Por eso hemos venido. Necesitamos vuestra ayuda para vencerles. Dos compañeras nuestras están poniendo a salvo a la poblanción, porque los érgidos fueron también humanos antaño. Así evitamos que surjan más. Necesitamos un grupo de valientes que defienda a esos inocentes, y otro gupo dispuesto a luchar con nosotros contra ellos. Hice de nuevo pausa, mirándolos. -¿Qué nos decís?

Calixto no podía haberlo expresado mejor. Solo decidí apuntar algo más para rematár su exposición y conseguir la ayuda de estos tipos. Por si a alguno no le motivaba lo suficiente el hacer el bien común...

- La gloria y admiración de dioses, reyes y hombres irá para quien ayude a resolver este asunto. -expuse tras Calixto con tono grandilocuente- Sin importar si es de cuna noble o humilde. Tenedlo presentes, guerreros.

Teniendo en cuenta que quizas algunos de esto tipo habían sudo rufianes en el pasado, o bien antiguos heroes idealistas, este argumento les espolearía a hacer lo correcto y ayudarnos.

Buena elección, no me gustaría haber tenido que ver como se arrepentía tomando la decisión equivocada y viendo a como moría su pueblo, quemaban sus hogares... eso con mucha suerte, Gaby vamos - Xena sin esperar respuesta del tabernero se giró apresuradamente con el objetivo de reunirse con sus compañeros en la Casa Segura, a ver que han conseguido ellos pensó la princesa cuando caminaba a paso ligero a la salida.

El moreno escuchó a ambos guerreros, junto con el grupo de hombres que en ese sitio eran la defensa del pueblo.

-Hemos sido entrenados para defender a nuestras gentes de todo enemigo. Cuenten con nosotros.

Dijo algo a los otros y se dedicaron a recoger armas. También tomaron algunos escudos. Unos cuantos se retiraron hacia una habitación trasera.

-Vamos a ponernos nuestros trajes de combate.

Contestó Frago. Entonces fue que vieron llegar a las dos chicas que ahora también habían entrado a Casa Segura, eran Xena y su compañera Gabrielle, quiénes volvían de la taberna de haber hablado con Colbert. El tabernero accedió a hacer una reunión con los concejales del pueblo para comenzar una huída o un repliegue y esperar que los Érgidos encontraran un pueblo casi fantasma.

-¿Dos de vuestras compañeras? -preguntó Frago. Evidentemente las dos chicas también tenían lo suyo. 

-Voy con mis compañeros a armarme, en unos momentos estaré con vosotros.

Dijo Frago y partió hacia donde los otros guerreros habían ido, para poder armarse y prepararse para la batalla. Así que por un momento los cuatro compañeros de aventuras volvieron a quedar solos.

- Xena, Gabrielle... -salude a ambas con una amplia sonrisa cuando aparecieron, procedieron a contar sus avances con los aldeanos- Bien, parece que todo marcha según lo previsto. Los guerreros parecen ser aguerridos y responsables con sus tareas. ¿Que tal con los concejales? ¿Creeis que se las apañaran solos o necesitarán nuestra ayuda? Porque podríamos explorar la zona y ver si, cuando venga la incursión, podemos tenrderles una emboscada en un lugar adecuado... O ver si podemos preparar algún tipo de trampa o truco a fin de capturar a alguno con vida. Eso nos ayudaría, pues nos daría la información necesaria de donde está el Nigromante, lo que nos conduciría hasta él para asestarle ese golpe de mano que quermos darle. ¿No os parece...?

-¡Saludos, compañeras! Como bien dice Hércules, tendremos ayuda en nuestros planes.. ¡afortunadamente! -esperé a que contasen ellas qué tal les había ido. Esperaba que bien, también, aunque nunca se sabe.

Xena miró con aprobación lo dicho por Hércules - es un buen plan ir a tenderles una emboscada e intentar capturar a una de esas bestias con vida para que nos diga todo lo que podamos hacerle hablar, así que no perdamos más el tiempo y acerquémonos a la zona para estudiarla - dijo. - El tabernero va a poner en alerta al resto, nuestra parte ya está cumplida el resto ya es cosa suya.

La princesa estaba prepara aunque esperó para ver si alguno de sus compañeros tenía algo más que decir.

Pues no hay tiempo que perder. Dijo Gabrielle asintiendo muy seria. Se acercaba la hora de la verdad y la vida de todos esos ciudadanos dependían de que el plan funcionase.

Se levantó dispuesta a explorar el lugar para preparar la emboscada.

- Pues no hay tiempo que perder.

- Parece que entonces tenemos un plan. Mientras los guerreros se pertrechan y los aldeanos se organiza, exploremos en busca de un buen sitio para tender una emboscada.

Y Hércules se puso en pie, listo para la acción.

Se había decidido un plan: mientras los consejales se reunián para organizar a los aldeanos en una retirada hacia un escondite en donde puedan protegerse del ataque de los Érgidos, los héroes de esta historia se decidían por explorar la zona alrededor del pueblo. El objetivo era poder planear una emboscada. Si tomaban a uno de esos guerreros infernales con vida, quizás obtendrían información sobre el Casco y su dueño.

Encontraron un sitio posible para tal tarea: 

Era a unos metros de la entrada del pueblo, había una zona llena de arboledas que tenía un arroyo fluyendo en medio. A un costado había una pared de roca, era parte de la pared que rodeaba al poblado. De manera que si el grupo se colocaba en la margen derecha del arroyo, no solo sería protegido por la cobertura de la vegetación sino que dejaría al enemigo entre el agua, otros árboles y las paredes externas del sitio.

Parecía un buen sitio. Pero podían explorar otros de así desearlo, aún había tiempo...

-Creo que éste es un buen lugar para una emboscada, ¿no creéis? Estaremos bastante protegidos, y con buena visibilidad hacia el enemigo -dije, observando a nuestro alrededor.

- Si... Es un buen sitio, sin duda... -dijo Hércules con ojo crítico- El río les obligará a avanzzar por este aldo si no quieren tener que entrar en él, lo que les dejaría completamente desprotegidos a un ataque a distancia... -los ojos del héroe se fueon un instante a una pequeña aglomeración de piedras que había cerca, grandes como cocos- Y creo que podremos mejorarlo colocando un par de trampas que nos permitan capturar a uno o dos de esos Érgidos... Como no están vivos, es la primera vez que me puedo enfrentar a rivales contra los que no tener que contenerme. Resultará interesante...

Y entonces Hércules comenzó a tantear varias ramas bajas y árboles jóvenes, cuya madera no estuviera seca y fueran flexibles. Todos los tallos que tanteaba eran gruesos pero elásticos, y tras doblarlos, al soltarlos de golpe estos soltaban un tremendo y repentino latigazo, como la maza de un gigante. Tras las pruebas, Hércules pareció satisfecho.

- Creo que si encontramos lianas y tallos largos y flexibles que sirvan como cuerdas, podríamos crear una maraña de trampas. Cuando los érgidos aparezcan, cortamos las cuerdas y las ramas les golpearan con la fuerza de un toro cretense embistiendo. Luego, aprovecharemos su aturdimiento y que estarán derribados, para rematar a unos, dejando alguno para hacerle prisionero. ¿Me ayudais con las cuerdas...?

Y dicho esto, Hércules trepó a un arbol y comenzó a arrancar de cuajo algunas ramas más altas, jóvenes y verdes, con cuyas fibras se podían hacer unas cuerdas rudimentarias.

Hércules y sus compañeras se pasaron buena parte de la tarde preparando las trampas. Al caer la noche ya estaba hecho: varias sogas se ocultaban entre la maleza en lugares estratégicos. No cabía duda de que los Érgidos se enredarían con ellas y tendrían al menos un tiempo para salir, que aunque pequeño, daría mucha ventaja a los protagonistas. Cerca del agua también se había formado una especie de red, que se activaba tirando de uno de los extremos y se elevaba capturando al que fuese a encontrarse cerca.

Otras sogas se encontraban en forma de lazo sobre el suelo, ocultas, y cuando un pie pasase por allí quedaría atado, llevando al enemigo hacia el aire y haciéndolo colgar de unas ramas, boca abajo.

Muchas horas había llevado la tarea, ya que no había sogas de verdad y Xena, Gabrielle, Hércules y Calisto las habían armado con la materia prima que la vegetación dejaba para ello: lianas en su mayoría. 

Ahora la luna asomaba sobre el cielo. Si los cálculos eran exactos al anochecer del día siguiente vendría la tribu enemiga. Ahora era tiempo de descansar y pensar la segunda parte del plan.

Gabrielle se apoyó de espaldas contra un árbol algo exhausta. Finalmente se incorporó y sonrió viendo el trabajo que habían conseguido con tiempo de sobras. No podían haberlo hecho mejor, aunque una triste sonrisa se dibujó en su rostro. Tan sólo esperaba que todo saliese bien, y que pudiesen salvara esa pobre gente.

Bueno, ¿y ahora qué? A mí quizá me convendría algunas clases de pelea... Dijo que aunque a pesar de estar muy cansada, quería dar lo mejor de ella misma.

Tras emplearme a fondo ideando y colocando las trampas, me encontraba cansada. El agotamiento hacía mella en mí, ya era mucho lo vivido en todo esto.

-Si vamos a quedarnos aquí, no nos vendría mal conseguir algo de comer, ya que agua hay de sobra. ¿Alguien trajo provisiones? Sino, convendría salir a cazar.