Partida Rol por web

Gabrielle parece agacharse muy concentrada y coge algo pequeño con las manos. Se levanta y tras examinarlo se lo enseña a sus compañeros. Era un trozo de hueso encorvado muy pequeño.

Parece algun tipo de talismán. Dice haciendo suposiciones. También hay huellas. Las señala con extensión. Se dirigen al mercado. Dice aún concentrada.

Yo seguía atenta a todo lo que pudiese pasar..Nuestro entorno estaba en calma,pero bien pudiera ser que alguien nos estuviese vigilando.Al llegar a un pueblo unas desconocidas armadas seguro que levantamos sospechas..Veo ojos expectantes y criosos través de rendijas,pero nada que suponga una amenaza..Aún así,no estoy tranquila..
-Debemos darnos prisa-sugiero,sin dejar de mirar por el rabillo del ojo

Al mercado?...allí no hay forma en la que se oculten los que han secuestrado a las personas de la aldea. Supongo que estarían de paso en su ruta de salida. Ademas, supongo que para el siguiente paso querrán un poco de privacidad. Se me olvido preguntar cuanto tardaba en hacer efecto.

-sigamos su rastro,es la unica pista que tenemos!Aunque nos lleven gran ventajamun grupo tan voluminoso ha de ser fácil de seguir.Probablemente fueron a otras aldeas a por más hombres.

No me gusta como suena. Observo las reacciones de todos.- Bien, vamos pero todos atentos.

Me quedo un paso atras, para poder susurra a Ares.

- Entre tu y yo ¿Que esta pasando, Ares?.- Le susurro.

Contemplo divertido a Xena cuando retrocede con todo cuidado para que sus compañeras no puedan verla ni oírla. Luego sus palabras me irritan en cierta manera y siento como un musculo en mi mandíbula se tensa de forma refleja.

Entre tu y yo Xena?. Hace mucho teníamos algo entre tu y yo. Puede que no fuera perfecto pero me traicionaste y terminaste ese entre tu y yo. Es una respuesta mas irreflexiva que otra cosa, pero que me sale de dentro antes de que pueda evitarlo.

- Tu deberias saber que las cosas no siempre son tan sencillas, lo nuestro no habria funcionado, lo sabes. Fue bonito engañarse un tiempo pero tu no puedes cambiar lo que eres... ni yo tampoco. No esperes que me disculpe, no voy a hacerlo. Mis razones tuve para hacerlo pero eso no deberia ser motivo ahora de debate...... o de venganza.-dejo caer temiendo que sea una encerrena por la afrenta de haberle abandonado. El orgullo masculino es el mas fragil de los materiales.

Al pasar por el mercado ven mesas caídas, frutas podridas, muchas con la señal de haber sido pisadas, y la mayoría de los puestos ennegrecidos, como si les hubieran prendido fuego.

Nadie sale a recibirlos, todo está en silencio.

Entonces...

Una luz brillante hace aparición. Parada frente a vosotros, con su mágnifico vestido blanco y sus rulos dorados está la diosa de la caza.

Artemisa no pronuncia palabra, solo los mira. Sus pies quedan flotando a centímetros del suelo, como si no le importara resaltar que se trata de una diosa...

Antes de decir nada mas, siento lo que esta a punto de ocurrir y miro con una especie de resignación forzada al punto en el que se materializa la Diosa que menos me apetece ver en estos momentos.

Al verla contengo un suspiro de disgusto, ya que su llegada solo puede significar mas problemas. Al menos para mi.

- Bien... bien... bien -dice la mujer sonriendo apenas y luego volviendo a su semblante sereno -veo que Ares ha hecho caso a mi consejo por una vez en su vida.

Los pies de Artemisa ahora tocan el suelo y se acerca a las muchachas, saluda con una corta reverencia.

-Señoritas, creo que estamos aquí por lo mismo y he venido a dejarles un presente...

Si se cree que le he echo caso es que me conoce bien poco... me detengo con los brazos cruzados a la espera del regalo que esta por hacerles a las mujeres.

Creo que ya me tienen a mi...que soy todo un regalo para sus sentidos.

Miro a Ares con cara de

Como alguien no me diga que esta pasando van a llover tortas como panes

- Perdon, ¿Podria alguien informarnos sobre que esta pasando? No es que desprecie el regalo de una diosa pero me gustaria saber a que fin responde, si no es mucha molestia.- digo con tono respetuoso aunque ando a un paso de sacar la espada a pasear.

Por mi parte miro a Xena con cara de...

Pues bien que rechazas una y otra vez los regalos que yo intento darte.

Estoy seguro de que si le dejas tiempo lograremos que Artemisa nos cuente el motivo de su visita antes del fin de los tiempos.

-Xena, gloriosa guerrera, Gabrielle, antigua y gran reina amazona y Calisto, una mujer que una vez fue una diosa y pudo volver a ser mujer; todas tenéis mis más sinceros respetos.

Artemisa saca un cuerno que tiene figuras esculpidas y se lo entrega a Xena, ignorando deliberadamente a Ares.

-Es el cuerno de la virtud. Todo lo impuro, todo lo corrupto y lo malvado, lo que teméis será visto por él. Cuando el enemigo que estáis por enfrentar esté cerca, el cuerno dará una melodía que solo vosotras y... él aquí... oirán. Será una advertencia de que el mal está cerca y de que, lamentablemente, estáis en buen camino.

La diosa deja el cuerno en manos de Xena y responde.

-Los Ergidos son una tribu maldita, han sido creados por un ser maléfico con fines odiosos. No sé dónde están pero sé que han pasado por aquí y sé que mi cuerno os avisará de su cercanía.

Mirando a Ares.

-Sabes que el mal está creciendo, aunque te aborrezco y me produces ... cosas... guárdalas, o te juro te las verás conmigo Ares.

Dando dos palmadas la diosa desaparece. Como siempre, sin decir nada más.

No tengo muy claro que en mis manos sean las mas virtuosas, despues de todo lo que he tocado y hecho con ellas....

Agredezco el gesto de la diosa con una leve reverencia y se marcha antes de que se lo pueda agradecer.

- Gabriel, guardalo tu. En tus manos estara... mejor.- Digo entregandoselo con cuidado de que no se caiga o sufra daño.

Tomo el lugar a la cabeza del grupo, si los enemigos estan cerca no quiero que ella abra el paso. Si, la sobreprotejo como haria una hermana mayor pero no puedo evitarlo. Camino en silencio, se que Ares sigue resentido conmigo pero no puedo reprocharle eso.

-Ya tenemos algo mas que nos ayude en la busqueda! Sigamos nuestro camino!
El encuentro que acabamos de tener me dejo un amargo sabor de boca..Antaño fui como ella por un tiempo,supe lo que eran el poder absoluto y la inmortalidad..Se me hace dificil recordar que vuelvo a ser solo humana..

Gabrielle toma el objeto con mucho cuidado y lo guarda en su mochila de viaje. Durante todo el camino ha observado a Ares con rencor. Tenía unas ganas immensas de acabar con esto y que se esfumase.

Pero por lo que había dicho Artemisa, esto iba a ser más difícil de lo que se pensaban y le gustase o no necesitarían la ayuda del Dios. Lo que más le preocupaba, era qué pedía o ganaba él con esto.

¿Qué ganas tú con esto, Ares? Pregunta directamente. Ares no solía ayudar de gratis. Mientras prosigue el camino.

Que gano yo?...supongo que decir que lo hago por la bondad de mi corazón y porque no quiero veros muertas en el borde del camino no te convencerá , verdad?. La miro con una sonrisa dulce y a la par tranquila, sin poder evitar burlarme de ella de la misma manera que ella es incapaz de expresar el asco que siente por mi en cada una de las miradas que me lanza o las palabras que profiere. Así que diré que os ayudo con la esperanza de llevar a alguna de vosotras a mi lecho, o incluso a las tres si tengo un poco de suerte.

Continuo andando junto a ellas, mientras pienso si la taimada Artemisa, que también me tiene un poco cruzado me haya incluido a mi en el conjuro de el cuerno. Solo me faltaría oírlo y terminar como cualquiera de los Ergidos.

Las tres guerreras y el dios siguen caminando, atraviesan el mercado y ven la salida del pueblo. Por allí tuvieron que pasar los soldados para irse con los cautivos. Entonces una voz los llama. Es Elizabeth quién trae 4 bolsas.

-Señores, no... no es mucho pero estas raciones de comida os durarán al menos tres días a cada uno.

Le dá una a cada uno aunque cuando está cercana a Ares simplemente estira el brazo esperando que el dios tome la bolsa y con evidente miedo de acercarse mucho, aunque con una mirada baja, de respeto.

-Señor... por favor, tómela.

Luego Elizabeth se retira y se dá media vuelta antes de ir a la posada diciendo.

-Que Zeus los acompañe... espero volver a ver mi esposo y, de no ser así, espero que nadie más sufra lo que sufrimos esa noche.