Partida Rol por web

- Calisto, desmonta. Esconderemos los caballos entre los arboles y esperaremos, es buen sitio para tender una emboscada. Esconderos bien y prepararos, dos a cada lado del camino.

Señalo a Gabriel y Calisto- Vosotras a ese lado, rapido.

Miro a Ares- Tu conmigo, prefiero tenerte a mi lado que a mi espalda.

Me encojo de hombros y me pongo junto a Xena . Pues hace un momento en el caballo no te importaba tenerme a tus espaldas. me río por lo bajo mientras observo como las mujeres se desenvuelven, aunque algo me dice que es muy posible que esto sea demasiado hasta para ellas.

- No dije que me importara, dije que lo preferia.- digo desenvainando la espada para prepararme.

Los caballos y los ocupantes toman posición, haciendo caso a la Princesa Guerrera. A la derecha del camino, Calisto y Xena se ocultan y a la izquierda Ares y Xena.

Unos minutos pasan que se hacen exageradamente largos. De pronto aparecen los Ergidos, caminando por el sendero, por lo visto vuelven al pueblo.

Son al menos 50 hombres. Delante de todo hay uno en especial que tiene una armadura distinta del resto. Sus ojos centellean y mira alrededor, alerta.

La procesión no termina de pasar, caballos grandes y fuertes y guerreros bien armados, con espadas, mazos, lanzas y éste hombre que se detiene y deja pasar al resto.

Este hombre tiene un aire aterrador... Ares siente una gran fuerza que emana de él.

Uploaded with ImageShack.us

Otra cosa que se siente en el aire es un hedor a podredumbre espantoso, como si simplemente los muertos estuvieran pasando delante.

Habiéndolos visto y sabiendo que Xena no puede hacer ruido justo ahora, me acerco a ella y le rodeo por la cintura antes de atraerla hacia mi para darle un beso que no es de los castos precisamente.

Me toma por sorpresa, no lo rechazo pero le devuelvo el beso con los ojos abiertos para controlar a esos diez hombres.

Se me ocurre dejarles pasar y seguirles aunque mis ganas de lucha estan clamando por una buena batalla, en este momento solo pienso en la lucha. Ares debe notarlo, mi necesidad de lucha no puede pasar desapercibida para el dios de la guerra. Era la llama que le atraia.

Sin un solo ruido,por gestos,le indico a Gabrielle que atacaremos a los más cercanos a nosotras..Ella prepara su boo y yo mi espada...

Me aparto un poco de ella y le miro sonriente mientras acaricio su estomago con la mano.

Deseas luchar con ellos.Pero lo deseas para que paguen por sus crímenes, o porque estoy yo junto a ti, princesa guerrera?.

- Deseo la lucha, la necesito como los pajaros volar- Le susurro en voz baja con la vista puesta en los enemigos

Gabrielle asiente a Calisto y se queda mirando algo preocupada a los erguidos. Eran muchos y ese en especial, parecía realmente fuerte y lo que era pero, parecía inmune a ataques normales. Como si fuese un zombie.

Se prepara para saltar en cualquier momento, suponía que Xena daría la señal de comienzo con su típico grito de guerra.

Eso esta bien Xena. Debes luchar contra todos excepto contra mi. Eso no tiene ningún sentido. Mientras hablo me pego mas a su cuerpo y hablo pegado a su nuca, rozándolo con los labios hasta que termino por besarla y luego morderla suavemente.

Yo ya no puedo esperar,y me lanzo al ataque..El ergido que esta mas cercano a mi es mi primera futura victima.Preparo mi espada para rebanar su cuello,,

Calisto sale de entre la maleza, y ataca al Ergido más cercano. Un hombre de anchas espaldas, pelo cano, y ojos grandes, como dos huevos.

El Ergido tiene una maza y Calisto ataca con su espada.

Gabrielle estaba esperando el grito de guerra de Xena para hacer lo mismo pero resulta que su compañera tenía demasiadas ansias en la sangre para esperar más.

El Ergido se dá vuelta y gruñe, levanta su maza. Los otros hombres no hacen nada, miran al soldado rubio que levanta la mano en señal de que esperen.