Galería Umbriana

Subida por Venifer

Íbamos The Gene Genie y yo caminando por una importante avenida de Buenos Aires, desapercibidos bajo el letárgico sol de las once y media de la mañana, cuando de repente creo ver pasar a alguien conocido a mi lado. Tardé un par de segundos en encausar mi percepción aletargada, y de repente me di cuenta que era Diego Peretti, un conocido actor argentino que da la casualidad que además me parece uno de los mejores que tenemos de estas últimas décadas. Tras confirmarlo con una lacónica frase de: "Es Peretti, ¿no?" y recibir una respuesta de: "No sé, de espaldas no te puedo decir", me doy vuelta y lo veo cruzar la calle parando a un taxi. "Bueno, ahí se termina la suerte", pensé, y me iba a dar vuelta para seguir caminando... y el taxi no le paró.

El hombre se paró en la esquina esperando otro taxi, así que crucé la calle y lo abordé de la única forma que se me ocurrió.

- ¿Diegoo...?

Tras el momento de silencio de rigor que se hace siempre que te aborda alguien que no tienes la menor idea de dónde ha salido, Peretti me sonrió y asintió. En ese momento, todo lo que pude decirle se esfumó: todos los nombres de las obras donde había actuado, todos los comentarios sobre lo mucho que me gustaba su forma de actuar. Me quedé totalmente en blanco. Gene había cruzado y le miraba sobre mi hombro, sin decir nada. Entonces, tras un breve momento de silencio inzanjable, dije lo único que se me ocurrió decir:

- ¿Te molestaría...? ¿Me puedo sacar una foto con vos?

Vale, el pobre hombre acostumbrado a su fama asiente hacia la fanática loca muda por la emoción. Le doy a Gene mi teléfono móvil nuevo, nuevísimo, comprado ayer, para que saque una foto de buena calidad. Le preparo la cámara y le digo que apriete el botón del costado, mientras él me dice que no ve nada pues le daba el sol de frente en los ojos, y que hará lo que pueda. Me vuelvo con Peretti, él me rodea con un brazo, y con el mayor disimulo que pude, saqué del bolsillo del cartel del equipo y lo desplegué. Vi que él miraba de reojo mis movimientos que pretendían ser sigilosos y que había un rictus indescriptible de incertidumbre en la esquina de sus ojos...

Gene me pasa el teléfono para ver cómo salieron las fotos, pues no había podido ver ni lo que estaba sacando, y mientras me estoy fijando con Peretti mirando por encima de mi hombro, y sin poder ver nada pues el sol daba un reflejo abrumador, se me ocurre que tengo que decir algo para sonorizar el momento. Lamentablemente, no estaba con todas mis luces:

- Sí, es que, me estaba sacando toda esta ropa y de repente te vi pasar. Y bueno. ¿Qué calor, eh?

[lo peor, era verdad: era lo que estaba haciendo cuando vi pasar a Peretti]

Al final, le dejamos ir luego de indicarle dónde quedaba una calle que nos preguntó, pues tenía que irse y ya le habíamos demorado mucho tiempo. Nos fuimos a la sombra a ver cómo habían salido las fotos, y he aquí el resultado. Con ustedes allí arriba, señoras y señores, LA SOMBRA DE DIEGO PERETTI [más un tercio de The Gene Genie, más su maletín en el suelo, y presumiblemente un trozo de mi mano izquierda].