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En los albores de la Humanidad, los Titanes, unas entidades cósmicas increíblemente poderosas que encarnaban las fuerzas elementales de la Creación, se enfrentaron a sus hijos, los Dioses. Mientras que los Titanes eran entidades amorfas apenas conscientes de lo que existía más allá de sus dominios, los Dioses habían elegido adoptar forma humana y vivir entre los humanos. Sabedores de que el dominio de los Titanes solo traería caos y destrucción al mundo, y que subyugaría a la Humanidad a la que amaban, los Dioses se rebelaron y libraron una guerra cataclísmica contra sus padres. Los Dioses de diferentes culturas y panteones se unieron, y aunque casi fueron derrotados, al final lograron la victoria. No podían destruirlos, porque si lo hacían, los conceptos que encarnaban serían igualmente destruidos en el mundo, así que optaron por encerrarlos en el Tártaro para toda la eternidad.

Después de la Titanomaquia, los Dioses vivieron entre los humanos, los amaron y tuvieron descendencia con ellos. En esta época es cuando se libraron las grandes gestas épicas de los héroes de la antigüedad y cuando se escribieron las más gloriosas sagas y leyendas. Sin embargo, el aura legendaria de los Dioses era demasiado potente para el tejido de la realidad, y allá donde un Dios iba, el Destino traía desastres y cataclismos. Así que, para proteger a la Humanidad a la que amaban, los Dioses se retiraron del Mundo y fueron a vivir al Supramundo, el reino de posibilidad infinita donde se había librado la guerra contra los Titanes, y que cada panteón divino podía amoldar conforme a sus deseos. Los Dioses de los distintos Panteones hicieron un pacto de no interferir los unos con los otros y no afectar a la Humanidad de forma directa. Y así, exiliados voluntariamente del Mundo, siguieron contemplando como la Humanidad crecía y se desarrollaba sin ellos.

Sin embargo, en la época actual, ha ocurrido lo impensable: los Titanes han roto los muros de su prisión en el Inframundo, y han escapado. Casi de inmediato, han comenzado a asediar a los hijos rebeldes que una vez los encerraron, y su progenie maldita vuelve a caminar por el Mundo buscando formas de dar más poder a las caóticas entidades. La Humanidad se enfrenta a la completa destrucción o a la esclavitud, ya que los Titanes son bastas fuerzas cósmicas sin humanidad alguna, y si logran derrotar a los Dioses e imponer su yugo sobre la Creación, la Humanidad solo conocerá un caos como nunca se ha visto. Por ello, los Dioses han salido de su exilio. Vuelven a caminar entre los hombres, y vuelven a tener descendencia de sangre divina con ellos. Visitan a sus hijos mortales, y les otorgan reliquias y poderes para que puedan luchar contra los Titanes y sus servidores. Estos campeones de ascendencia divina, dotados del ingenio y la libertad de los seres humanos, y de la fuerza y los poderes de los Dioses, son la única oportunidad que tiene la Humanidad de sobrevivir a la guerra contra los Titanes.

 

Scion es editado en inglés por White Wolf; no hay traducción al castellano.

Reseña: Drakenhof

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