Partida Rol por web

Centro Correccional Vernon C. Bain

Estacionamiento y entrada principal al centro en Hunts Point, Bronx, Nueva York

Capacidad 870

Abierto 1992

El Vernon C. Bain Center (VCBC) es también conocido como Vernon C. Bain Maritime Facility  y bajo el apodo de "The Boat". Se trata de una barcaza con capacidad para unas 800 personas, pues nunca alcanza su aforo máximo por medidas de seguridad. Dicho edificio floante se usa para retener a los reclusos de Nueva York. La barcaza está anclada en la costa sur del Bronx, cerca de Hunts Point.

Se construyó en Nueva Orleans a lo largo del río Mississippi por 161 millones de dólares y se transportó a Nueva York en 1992 para reducir el hacinamiento en los edificios terrestres de la isla a un precio más bajo. Apodado "El Barco" comenzó a usarse por el personal de la prisión y los presos.  Dicho centro está diseñado para manejar a los presos de seguridad media a máxima en 16 dormitorios y 100 celdas.

Actualmente es la única barcaza en uso,  pero el Centro Vernon C. Bain fue la tercera barcaza de prisión que utilizó el Departamento de Correcciones de Nueva York. En su historia, la prisión ha servido para albergar a los reclusos tradicionales, a los reclusos juveniles y actualmente se utiliza como centro de detención y procesamiento temporal. La seguridad adicional de la prisión al encontrarse en medio del agua ha impedido al menos cuatro intentos de fuga.

Como curiosidades, la prisión lleva el nombre en memoria del director Vernon C. Bain, quien murió en un accidente automovilístico. En 2014, la gabarra de la prisión fue nombrada la barcaza de prisión más grande del mundo en operación por los Récords Mundiales Guinness.

Lo cierto es que esos 24 minutos que marcaba google maps, fueron tres veces más, pues casi tardaron una hora en atravesar todo Manhattan a esas horas de la mañana. El tráfico en día laborable era realmente infernal en aquella isla donde vivían 1,6 millones de almas. A la llegada a la institución, los cuatro agentes se identificaron como miembros del Departamento de Policía de Nueva York y tras realizar varios protocolos y entregarles unas tarjetas identificativas, les dieron acceso al centro flotante.

Media hora después, se encontraban en una sala de interrogatorio a la espera de que compareciera el señor Finwë Brock escoltado por varios funcionarios del centro penitenciario. No estuvieron demasiado tiempo a solas en la sala, pues desde su llegada hasta que el señor Brock apareció por una puerta diferente a la que ellos habían empleado, no pasaron más de diez minutos.

Aquel enano se trataba de un varón con la cabeza rapada, ojos verdes a juego con una barba recortada y trenzada y con un tatuaje tribal sobre su oreja derecha. Lo cierto era que su mirada no era la típica de un psicópata y hasta parecía la de un ser con buen corazón. No obstante, atendiendo a su pasado, parecía evidente que las apariencias en este caso engañaban.

- Todo suyo… - Dijo uno de los funcionarios de prisiones tras encadenarlo con sus grilletes a una argolla que sobresalía de la mesa de interrogatorios.

- Buenos días caballeros... - Dijo el enano. - Me ha dicho que quieren hacerme unas preguntas... - Miró de arriba abajo a los tres agentes varones, mientras que ignoró por completo a la agente Vaamar. - Díganme en que puedo ayudarles...

Zodert entendía el gesto hacía su compañera por parte del enano; los elfos eran la sociedad elitista que gobernaba el mundo y se aprovechaba del resto de razas "inferiores" que moraban junto a ellos, los denominaban bestias de carga como denotando que no eran iguales, solo un medio para evitar trabajos que a ellos no les agradaban, pero, aunque a él tampoco le caían bien los elfos, su compañera Vaamar era buena gente.

Zoddert se mantuvo callado esperando que sus compañeros, que aun no le habían puesto al corriente de todas las nuevas pruebas, empezaran el interrogatorio. Los muy troles habían estado hablando estupideces, impresiones de la charla con el jefe y cosas por el estilo en la hora y pico de viaje a la prisión... total! para que iban a poner al día al recién dado de alta Orco! debían de entender que su trabajo era recibir balazos mas que investigar. 

- Soy la oficial Vaamar, adscrita a la unidad de crímenes raciales del Departamento de Policía de Nueva York. - Se presentó la elfa. - Estamos investigando un caso y las pistas nos han llevado hasta usted. - Habló Celarian, pero aquel enano no parecía querer prestarle atención. - Le pedimos que responda a algunas preguntas. ¿Va a colaborar con nosotros, señor Brock? - Le preguntó amablemente tratando de ocultar la rabia que le daba el ser ignorada sistemáticamente.

Ryan ingreso como en su casa, quitándose la campera y quedando en camiseta de manga larga, de esas que se abotonan a la altura del cuello con tres botones.  Observo a al Enano, observo como ignoraba al Celerian, y se puso frente a el, observándolo a los ojos de forma sostenida, sin decir nada.

¿Disculpame, Cel, Finwë no es un nombre de elfo? – dijo a modo de romper el hielo, el ex militar.

Al igual que Zoddert, Frank decidió permanecer en silencio, con las manos cruzadas sobre el pecho. Vaamar había comenzado bien el interrogatorio, por lo que no quería empezar a hacer preguntas que sólo sirvieran para incomodar al recluso enano.

No obstante, le llamó la atención la pregunta de Raynor, directa, contundente y sin embargo efectiva. El orco recordaba que, cuando Raynor y él habían recibido el mensaje de Vaamar en la sede de la Asociación élfica, había llegado a pensar que Finwë Brock era un elfo, por lo que no le extrañaba que Raynor también lo hubiera pensado. ¿Quizá era ese el motivo del odio de aquel enano por los elfos? ¿Que le habían puesto el nombre de un "orejas picudas"?

- Suele pasar que la gente se confunda... - Dijo con un tono de voz muy templado. - ¿Por qué cree que Finwë no es un nombre enano? - Preguntó y antes de que pudiera responder añadió algo. - Todos creen que los enanos somos tipos rudos. Tipos fuertes sin ningún tipo de aptitudes para las artes. Dicen que no apreciamos la música, la poesía y todas esas cosas. - Sonrió de forma maliciosa. - ¡En muchos casos es verdad! - Soltó una risotada. - Yo mismo, no soy más sensible que una suela de zapato! - Bromeó. - Es por eso que los humanos, elfos y otras razas creen que los nombres enanos tienen que sonar rudos y poderosos. Es verdad que Finwë suena... ¿Melodioso? - Encogió los hombros. - No lo sé... pero lo que sí sé es que mi nombre es completamente enano... - Concluyó.

-No, no lo es -dijo Jefferson, en tono cortante, solo para llevarle la contraria al enano-. Finwë no es un nombre enano, es un nombre élfico.

En realidad, el agente orco no lo sabía con seguridad. El nombre le sonaba a elfo, pero quería comprobar cuál era la reacción de aquel enano racista si le decían que tenía un nombre de elfo.

-Conozco a muchos elfos que se llaman Finwë -mintió, mientras se rascaba la calva cabeza-. Ahora que lo pienso... Finwë rima con Nimwë, ¿le suena de algo ese nombre?

Raynor le siguió el juego a Frank.

Si… espera… lo tengo. Finwë no es uno de los elfos del escritor… Tolkien? Si. ¡Totalmente, es un nombre de elfo.! ¿Que ocurrió, su madre era una enamorada de los orejas puntiagudas? Apuesto a que si.

Y es que eso le sonaba. Odio a los elfos, no hablarle a las mujeres, cualquiera salido de la academia sabria que aquí habia problemas de Edipo. Ryan quería romper la máscara de amabilidad del enano, tocando su punto débil, Jefferson lo habia captado al segundo, y ahora tenían que sacarle provecho.

Cuéntenos la historia del nombre, debe ser hilarante. -

- ¿Vale la pena discutir? - Dijo con una sonrisa en los labios. - Desde luego, yo creo que no. Al fin y al cabo ustedes son los agentes de la ley y yo un mero delincuente bajo rejas. ¿Verdad? - Se encogió de hombros. - ¿Tengo a caso alguna credibilidad ante ustedes. - Levantó el trasero del asiento y se recostó sobre la mesa mirando directamente a los ojos de Frank y de Ryan. - ¿Eh, la tengo? - Dijo con un tono mucho más serio y hasta cierto punto, incluso amenazador. - Sé que pretenden. Quieren que pierda los nervios. Quieren que diga alguna tontería. ¡Conozco a los de su calaña! - Soltó una risotada. - ¿Qué pretenden? ¿De qué va todo ésto? - Preguntó.

- No me ha dirigido ni una mirada desde que estamos aquí, señor Brock... - Dijo la elfa. - Además... ha ignorado todas mis preguntas. - Celarian arqueó una ceja mientras miraba a aquel extraño enano de barba verde. 

Entendía lo que trataban de hacer sus dos compañeros. Intentaban sacar de quicio a aquel hombre. Cierto era que parecía poder conservar muy buen sus nervios. Era como si se estuviera tomando aquel interrogatorio como una broma. Pero si aquel enano era tan racista como la agente Vaamar pensaba, muy pronto lograría que su voz se alzara y escupiera saliva por la boca.

- Enanos... - Dijo ella con tono despectivo. - Racistas... - Meneó la cabeza de arriba abajo mostrando disgusto mientras miraba al señor Brock. - Lleváis milenios enfadados con los de mi raza y ya no sabéis ni porqué... Sois tan básicos... - Dejó caer.

Finwë Brock miró con sus preciosos ojos verdes inyectados en sangre a la elfa. Aquello que acababa de decir parecía haberle hecho enfurecer. Resopló enfadado a la vez que apretaba los puños.

- ¡Qué cojones sabrás tú, niñata! - Le espetó. - ¿Sabes algo de racismo? ¡Racismo es lo que ejercen los orejas picudas hacia el resto de pobladores de este jodido planeta! - Se mordió el labio. - ¿Milenios dices? ¡Por algo será! ¡Nadie soporta a los tuyos, zorra! ¡Eso eres, una zorra! ¡Como todas las jodidas elfas! ¡Y todos los putos elfos son una panda de maricones! ¡Eso es lo que son!

-¡Basta! -dijo Jefferson, con dureza, queriendo mediar en la discusión entre la elfa y el enano.

Se aproximó hasta Brock, observándolo fijamente, sin quitarle los ojos de encima.

-No hemos venido aquí a sacarte de tus casillas ni a demostrarte que cualquiera de nuestras razas es mejor que la tuya -le espetó el orco, en tono severo-. ¡Joder, si incluso teníamos a un compañero en la unidad que medía más o menos lo mismo que tú! -Mientras decía aquellas palabras, Jefferson se preguntó qué habría sido de O'Malley en su nuevo puesto. Tal vez un día de estos le llamase para preguntarle qué tal le iba-. Verás, Finwë, si hemos venido aquí es porque tu testimonio puede sernos de mucha ayuda para resolver un caso. Un caso que, si no lo resolvemos, precisamente puede terminar siendo utilizado por esos elfos que tanto te repugnan para continuar ejerciendo el racismo contra las otras razas a las que consideran inferiores. Los tuyos y los míos. A muchos elfos no les importará que varios de sus congéneres hayan podido ser asesinados por otros elfos, mientras no haya pruebas para demostrarlo. No. Nos culparán a los orcos y a los enanos.

Jefferson consultó brevemente en su Smartphone las fechas de los cuatro crímenes y después añadió:

-Finwë Brock, ¿dónde estuviste en las madrugadas del 12 y 18 de febrero de este año?

Ryan estaba eligiendo que munición usar, era obvio que habia dado en la diana, pero la flecha no había penetrado en la dura coraza del enano, pero fueron las palabras de Celerian las que terminaron de llegar al lugar indicado. Estaba por saltarle a la yugular, cuando Frank demostró porque merecía un puesto en el sector de detectives. El no podría haberlo dicho mejor, era su momento de callar y dejar al otro actuar.

Lo que si llamo la atención, fue la barba del enano. ¿No era inusual ese color? ¿O demasiado coquetería teñirla?

- ¡Y yo que coño sé! - Exclamó enfadado. - ¡Si no recuerdo que he desayunado, voy a acordarme de donde estaba en esas fechas! - Estaba muy alterado su rostro había enrojecido. - ¿Pero de qué va esto? - Golpeó sobre la mesa. - ¡Me lo quieren decir! - Vociferó.

El enano respondía con evasivas y, aunque Jefferson se imaginaba que aquel recluso no tenía nada que ver con los asesinatos de los elfos, era el momento de salir de dudas.

-Está bien, está bien, señor Brock -dijo el orco, con un ligero resoplido-. Supongamos que nos creemos que no recuerda ni qué desayunó esta mañana. ¿Puede responderme a una pregunta? ¿Conoce a Eldren Nimwë?

Ryan le hizo un disimulado gesto a Cel, al parecer, ella tenia la habilidad de desequilibrarlo al enano… y siendo sinceros a el, al jefe de policía, Frank, y un monton de personas. Se encogió de  hombros, y le hizo el gesto de que mantuviera la presión. Ella debía ser la policía mala, y Frank el bueno.

- ¿Quién no conoce a ese payaso? - Preguntó el enano a modo de afirmación. - ¡Está en todas las putas cadenas de televisión! - Apretó los puños y una vena de su cuello se marco. - ¡Cómo salga de alcalde de Nueva York, la ciudad se va a la mierda! - Afirmó con rotundidad. - ¿Por qué lo preguntan? ¿Qué ha hecho?

Zoddert creía que se había equivocado volviendo a la unidad, estaba muy perdido en el caso ya que sus compañeros no le habían explicado casi nada de las novedades, por lo que se mantuvo sereno y escuchando hasta que creyese que valía la pena entrar en en el interrogatorio.

-No debería importarle qué es lo que haya hecho el señor Nimwë, al menos no aún, sino lo que ha hecho usted, señor Brock -dijo Jefferson, adoptando un tono de voz tranquilo-. Tiene usted mucho en común con el señor Nimwë. No sólo en la similitud de sus nombres. ¿Sabía que ambos tienen el mismo modelo de coche? Nada más y nada menos que un Lambda -El orco sonrió-. Un tipo de vehículo muy concreto que fue visto hace tiempo en el escenario de un crímen. Arathar Mälensen. ¿Le dice algo ese nombre?