Partida Rol por web

La cara de Ziyak se convierte en la viva imagen de la perplejidad tras los gritos de Kyuu, encogiéndose ligeramente a causa del acto reflejo cuando da el sonoro portazo.
Hay que admitir que se esperaba un enfado por su parte, pero no de tal magnitud... El silencio se vuelve algo incómodo mientras todos van tomando sus posiciones para dormir o vigilar, por lo que acaba carraspeando pasando uno de los brazos por los hombros de Axel para sentarse junto a él en una de las rocas cercanas.

-Seguro que se le pasará pronto, ya sabéis que puedo apañarme solo- comenta en actitud despreocupada, soltando al joven para acabar apoyando las manos en los muslos mirando con intriga el bolsillo en el que hunde la mano.
-No tienes que enseñármela si no quieres pero la verdad es que me gustaría saber cómo algo tan pequeño te hizo cambiar de opinión y que la guardes con tanto cuidado...- espera pacientemente una respuesta o una negación, hablando en susurros para no alterar al resto que intentan dormir.

Axel no puede evitar girarse para observar la escenita de la asiática. La verdad es que la muchacha tiene bastante genio, y así lo demuestra, aunque la rabieta es muy infantil...
Jeje. Joder con la pequeñaja, menudo mosqueo se ha pillado...
No puede evitar sonreir ante sus palabras y el apoteósico final con portazo incluido.
-Si claro que se le pasará. Es sólo una rabieta de niña pequeña jeje...-comenta en voz baja para que sólo le oiga Ziyak.-La verdad es que el que más seguro estará en los túneles eres tú, eso no me preocupa.-comenta despreocupado y alzando la vista al cielo.
Rápidamente la conversación se centra en la cajita de "Charlie". Axel se incomoda un poco al principo, pero enseguida se despreocupa.
-Si, no pasa nada.-dice sacando la pequeña caja y ofreciéndosela a Ziyak.-No te creas, no he cambiado. Sigo pensando que los infectados son una amenaza. Simplemente me ha trastocado un poco porque concuerda con lo que me dijo John...Ya verás, en la caja no hay nada muy importante, pero me da que son las únicas posesiones de ese pobre ser, lo único que quedaba en este mundo que realmente pudiera apreciar...y por alguna razón me lo dió a mi, que horas antes le pegué una patada e intenté matarlo...Este tipo de cosas me come la cabeza. ¡Je!-dice mirando al horizonte, como ausente.

Ziyak sonríe agradecido y complacido por la confianza que demuestra Axel, recibiendo la pequeña caja de cartón para abrirla con cuidado e inspeccionar detenidamente todo lo que contiene, a pesar de no ser mucho.
-Es extraño sí, yo tampoco me he topado con ningún infectado que se comportara así, pero al parecer éste quería demostrarte "algo". O agradecerte que no le matarais- observa las canicas bastante sorprendido, pasando por alto las balas mientras observa de reojo a su compañero, el cuál parece bastante ensimismado en sus nuevos pensamientos, generados sin duda a raíz de ésta "donación".

-¿Sabes lo que es esto...?- pregunta tras unos segundos de silencio alzando la extraña tarjeta entre sus dedos, mostrándosela antes de empezar a observarla él mismo con mayor detenimiento.
-Es una llave, se usan en la ciudad para cierres de seguridad relativamente importantes... No sé cómo diablos pudo conseguirla- admite tras mirarla concienzudamente por todos lados, al parecer intentando comprobar el circuito interno.
-Creo que puede funcionar, debería llevarla conmigo, quizá nos sirva quién sabe...- aún así te devuelve la caja con todo ya que la decisión y el regalo recaen únicamente en ti. Ziyak es así, cada uno debe ser consciente y responsable de sus propias acciones.

Después del berrinche de Kyuu, te acomodas en el asiento delantero, reclinándolo lo suficiente para poder tumbarte y cubrirte con alguna manta o chaqueta durmiendo mientras fuera del vehículo otros hacen guardia por ti.
No sabrías decir exactamente cuánto tiempo a pasado cuando empiezas a notar un suave zarandeo en tu hombro, pero lo que sí tienes claro es que aún tienes sueño.

-Lo siento...- es lo primero que alcanza a decir Ziyak con cierto tono de culpabilidad, apoyando las manos a ambos lados de tu puerta antes de sonreírte afablemente.
-Es nuestro turno- se limita a decir, apartándose para dejarte espacio y dejándose caer en el suelo cubierto de hojas que crujen ligeramente ante su peso, apoyándose en el vehículo con un suspiro.

Te mira un momento y después se frota los ojos, aparentemente cansado o soñoliento, aunque no emite queja alguna al respecto.
-No te preocupes por Kyuu, se le pasará- responde a la pregunta no formulada por lo que pudiera estar pasándote por la cabeza. Después de todo parece que la conoce algo mejor que tú, aunque no sabrías adivinar hasta qué punto exactamente.

Permanece callado mientras Ziyak le echa un vistazo a la caja y lo que contiene.
-Ni idea colega...-comenta respondiendo a la teoría del grandullón. La verdad es que por muchas vueltas que le daba al asunto no conseguía aclarar porqué le dió la caja...
Cuando le pregunta sobre la tarjeta Axel simplemente levanta una ceja y observa a Ziyak para asegurarse de que no le toma el pelo. Esa expresión cambia del todo y se transforma en una de asombro cuando se entera del uso de esa "llave".
-No jodas...Pfff esto es cada vez más extraño...-dice negando con la cabeza.
Cuando recibe la caja de nuevo, se pone a examinar la tarjeta imitando a Ziyak, pero al final termina devolviéndosela.
-Si, mejor llévala tú que al menos sabes para qué sirve...Y ya que estás te voy a pedir un favor.- diciendo esto se lleva la mano a la parte trasera del pantalón y saca su navaja.-Esta navaja es el regalo de un amigo mio, y la aprecio demasiado como para que me la quiten al entrar a la ciudad...¿podrías llevarla tú? Ya me la devolverás cuando estemos todos juntos...-dice mientras se la ofrece, aunque al principio le cuesta desprenderse de ella.

La noche tranquila se ve cortada por un estruendo seco. La puerta se golpea con una fuerza capas de cortar el universo. Casi un par de dedos quedan adentro y un refunfuñeo de enojada sale de adentro del jeep.
Con una Sonrisa media sorprendida John mira lo sucedido. Las acotaciones de Axel con respecto a Kyuu logran calar en la mente de John. "Es verdad es solo una niña, la valentía que a demostrado me hace olvidar a veces que es una niña, una adolescente viviendo en un mundo en el que nadie debería vivir. Ella tendría que estar pensando en novios y salidas con amigas, en blogs y tamagochis, no en tener que matar a un tarado con un hacha que la sigue."
Cuando Ziyak y Axel comienzan a hablar de la caja es el momento en el que John se levanta y se aleja un par de metros. Comienza a mirar el cielo y un par cálculos matemáticos salen de su Boca.
La mano levantada al cielo con solo el pulgar y el meñique extendido y los demás cerrados. Mueve la mano un par de veces a la derecha y observa las estrellas. La mano de John baja y sus ojos se clavan en una minúscula luz que se desplaza lentamente por el cielo. Casi un susurro sale de su boca. –Ahí están.

Ziyak observa distraidamente y algo pensativo la pequeña fogata que habéis encendido y frente a la cuál os habéis sentado.
Es un riesgo para atraer a "indeseables", pero si no el frío y la oscuridad serían excesivos, y para algo sirven precisamente las guardias que estáis haciendo.
Parece abstraerse en sus propios recuerdos o quién sabe qué mientras prestas atención a la singular tarjeta que tienes entre las manos, preguntándote si ése infectado la robaría de algún sitio o sería un fugado de la ciudad con menos suerte que tu acompañante.

Ziyak recibe nuevamente la tarjeta dedicándote una sonrisa amigable, depositándola en uno de los bolsillos traseros de su pantalón antes de que saques tu navaja. La observa con atención y asiente.
-La guardaré como si fuera mía, te lo prometo- dice convencido y sin dudar un ápice mientras a sujeta, concediéndote unos segundos para que acabes de decidirte y mentalizarte y la sueltes.

Abrí los ojos lentamente, bostezando y frotándome los ojos, con un deseo enorme de poder dormir aunque fuese un poquito más. Suspiré, era mi turno, ya intentaría dormir después.

-Descuida -susurré a Ziyak-, es mi turno y tenías que despertarme.

Abrí la puerta del jeep con cuidado y tras bajar la cerré con aún más cuidado. Me tomé las manos y estiré los brazos por encima de la cabeza, desperezándome.

-¡Auch! -exclamé por lo bajo al sentir cómo los huesitos de mi cuello y columna crujían- Creo que estoy un poquito contracturada -dije mirando a Ziyak con expresión divertida.

Me apoyo en el tronco de un árbol, frente a él y me pongo en cuclillas.

-¿Te piensas quedar ahí? Sube al jeep, hombre, necesitas descansar. Puedes acomodarte en la parte de atrás y así te estiras, adelante quedas demasiado encogido para descansar. ¿O prefieres que estire una manta sobre las hojas? Igual y es más cómodo.

La verdad es que lo veo cansado y no puedo evitar preocuparme, como lo haría con cualquiera de mis compañeros... al menos eso creo.

-¿Sabes con quién haré la guardia? No recuerdo que me lo dijeran, pero en realidad estaba tan cansada que de seguro me dormí antes de oírlo.

Acabo sentándome en el suelo y saco mi arma para examinar que esté con la carga completa. Verificado eso la vuelvo a guardar y miro a Ziyak.

-¿Quién era ella? -le pregunto de repente, susurrando y al ver que me miraba con expresión de duda o quizás haciendo como que no entendía a quién me refería, añadí- Ella, la mujer que me mencionaste cuando estábamos en el hospital.

-Dentro de poco podrás dormir como te mereces- responde a tu comentario tras estirarte mirándote con expresión tranquila, podría catalogarse incluso de amable.
Mira el jeep con cierta fijeza cuando le propones que debería recostarse en la parte trasera, aunque en realidad sería imposible a menos que la guardia le tocara a Kyuu o le pidiera que se cambiaran de sitio, y tras el humor de la oriental cuando se durmió probablemente sea algo que ninguno quiera comprobar ahora mismo.
Después contempla el suelo cubierto de hojas algo resecas en el que está sentado y su sonrisa se expande al imaginarte extendiendo una manta para él, pero aún así se guarda sus pensamientos como tantas otras veces.

-Me temo que será conmigo, me va a tocar turno doble... Pero no importa, tranquila. Estoy bien- te asegura antes de que intentes convencerlo de que debería descansar más, sobretodo teniendo en cuenta la herida que todavía surca su estómago y una doctora como tú no puede dejar de recordar.
La pequeña hoguera que os da calor y luz, a la vez os separa con sus pequeñas llamas bailando e iluminándoos con colores cálidos.
Compruebas tu pistola sin problemas, sólo has gastado una de sus balas por ahora. Parece que todo está en su sitio y nada podría hacerla fallar, así que vuelves a guardarla decidiéndote a preguntarle por algo relativamente personal.

Ziyak se queda observándote con expresión interrogativa, hasta que decides ser más explícita y se levanta de su sitio lentamente, tan solo para rodear el fuego y volver a tomar asiento tranquilamente a tu lado.
-Lidia... era enfermera, por eso se preocupaba tanto por los demás. Bueno, supongo que en realidad fue al revés- habla con la mirada perdida en los troncos dispuestos frente a vosotros, pero enseguida gira su rostro hacia ti para mirarte -Era mi prometida- admite con un ápice de nostalgia mezclado con otro poco de esperanza.

-¿Y qué sabes tú si estás bien o mal? Aquí la doctora soy yo y parece que a tí eso se te olvida -intento que mi tono suene serio y a reprimenda, pero la verdad es que mucho me cuesta y él no es un niño al que pueda regañar de esa forma ni mucho menos tengo la autoridad para hacerlo.

Guardo silencio, esperando a ver si él satisfará mi curiosidad o no. Mis ojos se mantiene fijos en la fogota, observando y disfrutando de la danza de las llamas y su crepitar. Le oigo hablar, mencionar su nombre y qué significó en su vida; lo miro de soslayo, dudando si lo correcto será mirarlo mientras evoca sus recuerdos, no deseo interrumpirlo.

-Lidia -musito y tomo una rama con la cual remuevo algunas brasas reavivando el fuego-... bonito nombre -sonrío al decirlo y lo miro un instante antes de apartar nuevamente la vista-... Duele perder a los seres queridos -miro esta vez al cielo, principalmente a las estrellas-. Creo que es un dolor del que uno nunca se repone -vuelvo a mirar a Ziyak y esbozo una sonrisa, resignada-, pero al final uno aprende a vivir con ese dolor y esas personas continúan vivas en nuestro corazón mientras su recuerdo no nos deje.

Me muerdo el labio y aparto un mechón de cabello de mi rostro. Me digo que no debo preguntar pero siento la necesidad de hacerlo.

-¿Te puedo preguntar qué pasó con ella? -agacho la cabeza y me miro las manos- Si no quieres contarme lo entiendo, se que no es fácil hablar de esas cosas.

Ante tu pequeño intento de reprimenda lo único que consigues como respuesta es una tierna sonrisa silenciosa, tal parece que en lugar de molestarle y sentirse culpable disfrute y le agrade tal actitud, aunque después de todo quizá sea por el hecho de comprobar que te preocupas, aunque no es ninguna sorpresa dedicándote a la medicina.

-Así es... dicen que el tiempo lo cura todo. Pude superarlo, pero siempre seguirá en mi memoria- admite con tranquilidad mientras observa las estrellas que se asoman entre el oscuro follaje de los árboles que os rodean.
Sin embargo tu curiosidad parece no quedar saciada todavía, por lo que Ziyak vuelve a observarte y se acerca un poco más a ti, lo suficiente para que vuestros brazos lleguen a rozarse de vez en cuando.

-Hubo un intento de rebelión por un grupo muy reducido de ciudadanos. Obviamente los soldados de la ciudad los redujeron sin problemas al ser tan pocos... Lidia recibió a varios de esos heridos en una sala del hospital, a ella no le importaba quiénes eran, su misión era curar a todo el que lo necesitara, es lo que siempre me decía- su relato se interrumpe con un suspiro, desviando la vista a una hoja que mueve entre su mano distraidamente.
-Al gobierno no le gustó en absoluto esa acción, todos los implicados fueron considerados terroristas y ejecutados de inmediato sin juicio ni posibilidad de defenderse- su puño se aprieta haciendo crujir la hoja, dejando caer los retazos sobre su propio regazo.

-Para cuando me enteré ya era tarde... Decidí que tenía que irme de esa cárcel con fachada de paraíso. Fui un cobarde- baja la mirada, su ceño se frunce y su mirada tiembla, claramente avergonzado y probablemente culpabilizándose de forma inevitable.

Me mantuve en silencio todo el rato escuchándolo con atención. Noto el roce de su brazo, su cercanía, pero no me aparto, aunque si me pongo a jugar con una rama seca y remover la hojarasca que posteriormente arrojo a la fogata.

-No fuiste ningún cobarde -lo miro- y espero que no te estés culpabilizando de algo porque nada podías hacer... perdiste a alguien a quien amabas y entiendo que en ese momento quedarse no era una opción. No fue cobardía, Ziyak, sino  la oportunidad de seguir adelante y vivir tu dolor en lugar de estar ahi dentro y alimentar el odio -le sonrío-... Si fueras un cobarde no estarías pensando ahora en volver.

La mirada de Ziyak se pierde en el movimiento de tu propia mano, al cuál parece prestarle bastante atención cómo si le resultara de lo más interesante, pero no es demasiado difícil adivinar que en realidad está evitando tu mirada en estos momentos.
Alcanza a sonreír ligeramente ante tus palabras, y cuando terminas de hablar alza la vista para observarte, más animado y reconfortado después de lo dicho a pesar de que a ti pudiera resultarte lo más natural del mundo.

-Eres un ángel- afirma con convicción y un tono de voz tan suave que llega a sorprenderte proviniendo de alguien como él. En realidad no se puede decir que le conozcas mucho porque si no dirías que incluso ha sido cariñoso.
Se queda mirándote con expresión embelesada ni se sabe cuánto, pues el tiempo parece expandirse y contraerse a cada gesto, mirada y palabra dependiendo de cada uno.
-Me gustas- acaba por admitir de forma escueta pero realmente directa y contundente, sin dejar de mirarte como si fueras el mayor tesoro descubierto en años.

Me quedo helada cuando él me dice que le gusto. Intento decir algo pero no consigo articular lo que es ni una sola palabra. Me pongo nerviosa y me aparto repetidas veces un rebelde mechón de cabello del rostro, el mismo que me cae todo el tiempo pero que ahora me molesta más que piedra en el zapato.

Me quedo en silencio, miro la fogata, luego a él y otra vez la fogata. No tengo la menor idea de qué hacer o decir. ¿Le gusto? Para mí que se confunde, él lo dijo, le recuerdo a ella, no es más que eso. No nos conocemos, él no sabe nada de mí ni yo se nada de él salvo lo que me acaba de contar. Me atrae, sí, mucho, diría que demasiado, más cuando me mira y habla de ese modo. Está tan cerca mío que se que basta un sutil movimiento para que pueda besarlo y aunque siento el impulso me contengo, aunque cada vez me cuesta más apartar mis ojos de los suyos.

Empiezas a gesticular nerviosamente sin poderlo evitar, incluso sin darte apenas cuenta o al menos al principio.
Él se limita a mirarte pacientemente, sin perder su expresión afable a pesar de que no respondas nada después de su escueta confesión.
Duda, titubeo... Son las dos palabras que mejor te definen en estos momentos, resulta tan claro como contemplar un charco de agua.

-Lo siento, no debería haberlo dicho... pero lo necesitaba- desciende su mirada a tus pantalones por un instante, abstraído en sus propios pensamientos y sentimientos.
Resulta algo confuso no haber recibido un no rotundo ni tampoco un sí de forma clara, pero aún así vuelve a levantar la mirada, devolviéndotela.
Se acerca más a ti, por un instante parece que el corazón vaya a darte un vuelco, pero finalmente se limita a olerte el cabello, cerrando los ojos y disfrutando enormemente de ello a pesar de lo sucio que pueda estar bajo tu punto de vista.

Tras unos segundos se aparta nuevamente y se limita a contemplar el baile de las llamas en silencio.

Siento que mi corazón está bombeando cada vez más fuerte. Sigo nerviosa, me parece que es imposible no estarlo, pero a la vez me siento tan a gusto que no puedo ocultar la sonrisa que se me ha dibujado en el rostro.

Parpadeo despacio al sentir su respiración sobre mi cabeza y la ladeo. Me siento bien, nerviosa pero también relajada; extraña mezcla pero así es. Cuando él se aparta respiro profundo, aunque por el sonido que emito al soltar el aire más parece que suspirara.

-Gracias -musito y levanto la vista. Como él mira hacia el fuego puedo observar su perfil- y disculpa que no diga nada más -continúo mirándolo, mi voz es apenas un susurro- pero es que no se qué decir... casi ni nos conocemos.

La tenue iluminación de la pequeña fogata provoca que la luz y las sombras bailen ligeramente a vuestro alrededor y en vuestro propio rostro, confiriendo un ambiente más misterioso y cálido a la situación pero aún así demasiado precipitada según parece.
Finalmente alcanzas a hablar y su mirada se centra en ti, pero apenas se gira al hacerlo.

-No tienes que decir nada, tranquila... Necesitas más tiempo, lo entiendo- se encoge ligeramente de hombros y se apoya mejor en el tronco del árbol con un hondo suspiro, entrelazando las manos sobre el vientre y quizá sobre su propia herida, elevando la mirada al cielo nocturna pensativo y meditabundo, algo arrepentido por haberse lanzado de esa forma pero... quizá sea la última oportunidad que tenía.

Me quedo mirándolo y me muerdo el labio, el corazón me late tan fuerte que pareciera que me está faltando el aire.

-¡Dios soy una tonta! -resoplo y echo la cabeza hacia atrás para mirar otra vez el firmamento- Una tonta y una loca -bajo la mirada, cohibida-... Por favor prométeme que te vas a cuidar y que no vas a dejar que nada malo te pase -susurro y lo miro-... tú también me gustas y no se si sería capaz de soportar otra pérdida.

Tras tu primera exclamación Ziyak te mira algo sorprendido, sin comprender demasiado bien a qué viene esa reacción pero aún así prestándote atención.
Para cuando terminas de hablar su sonrisa es tan amplia que llega a achinar sus ojos confiriéndole un aspecto tierno e incluso gracioso que ya habías podido ver en alguna ocasión, pero no con éste grado de intimidad envolviéndoos.
-Sé cuidarme bien... Te prometo que sobreviviré lo suficiente para oírte preocuparte por mí mil veces más- su sonrisa vuelve, esta vez más serena pero totalmente complacida, con un destello de felicidad en su mirada.

Su amplia mano busca la tuya hasta envolverla con suavidad y calidez. Después de ese contacto y tu confesión directa parece que se siente más seguro y decidido, por lo que se aproxima nuevamente a ti lentamente, paladeando el momento sin prisas... Esta vez no parece que su objetivo sea tu cabello.

No paro de sonreírme todavía medio cohibida, lo miro a los ojos, me gusta el modo en que me mira y más cuando sonríe.

Me toma la mano, su mano me la envuelve casi por completo y se la acaricio suavemente con el dedo pulgar. Lo veo aproximarse, mi mirada pasa de sus ojos a sus labios y viceversa hasta que se queda casi del todo fija en su boca. Ya puedo sentir su respiración y alzo el rostro, apenas lo justo, contribuyendo a acortar los escasos centímetros que nos separan y en el momento que mi nariz rozó la suya cerré los ojos...