Partida Rol por web

Hay mucha gente, pero ninguna se destaca en especial. Hay esclavos y esclavas, hombres libres y guerreros pero ninguno se presenta como el thurl o la völva del clan de Tryggverson y ninguno destaca especialmente mientras mirs por encima de la gente en aquella marea que sube la calle hacia la casa comunal.

Tal vez la próxima primavera,- respondió a Kjartan lo de embarcarse-Ahora con el invierno encima es mejor quedarse en casa al calor de una buena hoguera.

Te gustará nuestra hidromiel, más aún si has estado tiempo fuera, te sabrá a gloria- sentenció- Está misma noche lo comprobaras.

¿No presentas a Thorgrím a tus compañeros? - le preguntó mientras evaluaba si alguno del resto de la comitiva tenía pinta de saber lanzar una maldición.

Kjartan presentó a Thorgím ante sus compañeros, los guerreros que caminaban a su lado. No parecía que ni entre ellos ni entre los bondis y esclavos que los seguían hubiera algún hechicero, pero aún así se mantenía en guardia. Los hombres tenían ganas de que la fiesta comenzase y mas de uno ya hacía alusiones a las pruebas y juegos que harían aquella noche entre cerveza e hidromiel.

Hild se acercó tímidamente cuando su amiga la llamó saludando a todos con una inclinación de cabeza, no pudo evitar sonrojarse ligeramente cuando le presentaron a Strigandi pero disimuló como pudo centrando su atención en la hermana de Jorunn.

- Gracias Gudrid... -La muerte de su madre había sido un duro golpe del que aún no se había respuesto, pero la vida tenía que continuar y ella había sido la elegida por lo que tenía que ser fuerte.- Se te ve muy bien, parece que tu embarazo está yendo estupendamente. -Había correspondido al abrazo con una leve sonrisa.

-Si, todo está yendo muy bien, rezo a Freyja para que el parto sea rápido.. aunque eso no quita que algunas mañanas la tierra me de vueltas al rededor-dijo la mujer que empezó a reir.

Los mareos se quitan con hidromiel que además nutre al niño. Pero vamos dentro... tienes que estar agotada— respondió Jorunn con un impetú renacido. Pronto empezará la celebración.

Las charlas alegras entre familiares, las risotadas y las chanzas entre los hombres del clan y los recien llegados duraron durante todo el tramo hasta llegar a la casa comunal, la casa donde se preparaba el banquete del Jöll. Hombres y mujeres iban de aquí para allá y varias esclavas recibieron a los recién llegados por orden de Hrolf. Con la promesa de verse en la cena y ponerse al día durante ella Gudrid subió a la habitación con su marido  y todas las personas que los acompañaron fueron  ubicadas de inmediato. El jarl knudsson se fue a recibir a otro invitado, pues su primo acababa de llegar desde noruega. Con unas cosas y con otras, en medio de aquel ajetreo el grupo se quedo solo. O todo lo solo que podían estar en un pueblo que acababa de triplicar e número de gentes que habitaban en él.

Cuando su hermana desapareció, los dioses quisieron que se reuniese con el grupo de la cacería casi al completo. La chica había estado a punto de lanzar una chanza a Hild sobre su cuñado, pero viendo que se acercaban todos... ¿qué diablos? Se habían librado de los guerreros del bosque y la maldición no parecía haber resultado efecto en su hermana.

—¿Qué tal te cae Strigandi, Hild? Es atractivo ¿no?— la chica parecía estar a punto de partirse de risa pero mantuvo la compostura. Parece que todo marcha bien ¿no?

Eso parece - Yngwe sonreía, ya tenía ganas de marchar a probar los licores y asados que trajeran los forasteros de otros lugares, probar otras bebidas, otros olores, otras "carnes". - Tal vez volvamos a coincidir, tras el brindis pretendo tocar la lira en la fogata más cercana a nuestro jarl, si a bien teneis de acercaros creo que os gustará. Yngwe pellizcaba con cariño las cuerdas de la lira comprobando si estaría listo su insturmento.

Eso parece.- contesto el berserker a la noble- A simple vista los hombres de tu cuñado no parecen capaces de lanzar una maldición. Al menos no más capaces de lo que lo sería el propio Thorgrim.- añade con una carcajada mientras se frota la cabeza.

No te preocupes, no me perdería una de tus actuaciones por nada del mundo- le dijo a Yngwe dándole una palmada en el hombro- Una copa de hidromiel, una buena fogata y tus canciones siempre allanan el camino.

Por supuesto. Tenemos el mejor scalda de Dinamarca ¡Cómo perdernos eso!—la joven apoyo las manos en un gesto de camadería en el hombro del scalda y el antebrazo de Thorgrimm mirando con simpatía a su amiga de la infancia. Por un momento había pensado en sugerir al scalda que no cantase sobre cierto tema, pero la chica ya se lo había mencionado con anterioridad y sabía que Yngwe no era estúpido.

Volvió a sonrojarse ante el comentario de Jorunn y le sonrió tímidamente, desde luego era un hombre con muy buena planta y parecía ser un buen guerrero pero Hild en aquellos momentos tenía la cabeza puesta en otros pensamientos. Cuando la familia de su amiga se alejó y al final quedaron los compañeros que habían participado en la incursión de la mañana, la völva consideró que era un buen momento para comentar lo que los huesos le habían mostrado.

- No quiero amargaros la fiesta pero es necesario que sepáis algo. -Miró a su alrededor para comprobar que algún extraño o algún esclavo pudiera escuchar sus palabras.- La maldición está lanzada y no podemos evitar el mal que se asienta sobre nuestras cabezas. Hay un traidor... un traidor que traerá sangre y dolor a este pueblo. Tenemos que andar con los ojos bien abiertos y sobre todo tener cuidado.

La sonrisa desapareció del rostro de la noble y se vio sustituida por una expresión de asombro, aunque no de incredulidad. Confiaba plenamente en las palabras de su amiga y aquello era peor de lo que había imaginado.

—¿Un traidor? Pero...en nuestra ciudad o entre los hombres de Gudrid...no... tanto no sabes ¿verdad?— preguntó sabiendo ya la respuesta. Hild no se andaría por las ramas si lo hubiese sabido. Suspirando torció el gesto y miró al scalda sin girar la cabeza, moviendo sus ojos de color miel —Creo que ya sabeís lo que tenís que hacer. Hild lo ha resumido muy bien...ante todo, normalidad. Eeeh...Yngwe, bebe lo que quieras, pero no permitas que el alcohol nuble tus sentidos. Eres el que tendrá más oportunidades de oir algo. Palmeando el hombro del scalda se separó de este y del bersheker para acercarse a su amiga, que estaba cerca de Sigurd.

—Puede que esa maldición traiga dolor Hild, pero no permitiremos que dañe a nuestro pueblo

Al hombretón no le gustaron las palabras de Hild, aunque en ningún momento las puso en duda, ella era la volva.

¿Un traidor?- dijo pensativo. La traición era uno de los peores crimenes en la escala de valores de berserker, un crimen que merecía la peor de las muertes, y más si esa traición iba acompañada de sufrimiento para los suyos.

Como desees Jorunn, normalidad- aunque para Thorgrim esas palabras significaban competiciones de beber cerveza hasta que el contrario perdiera el conocimiento, echar pulsos y divertimentos similares.

Asintió a las palabras de Jorunn, era lo mejor que podían hacer por el momento... estar atentos a los participantes en la fiesta y tener los oídos abiertos por si escuchaban algo sospechoso. No se podía hacer nada más.

A pesar de las malas noticias, Hild se sintió un poco más aliviada al haber podido contar lo que había visto en los huesos y su ánimo se elevó lo suficiente para poder disfrutar de la fiesta y que alguien pudiera extrañarse o sospechar por tener aquella cara de preocupación.

- Eso espero Jorunn, que el daño sea el menor posible.

Sigurd asintió con la cabeza. 

-Así se hará, mantendré los ojos abiertos.

y así se hizo. El grupo se preparó y se vistió con sus mejores galas para la ocasión. Despues cada uno fue al gran salón donde estaba reunido todo el mundo y empezó la fiesta del Jöll.

La casa comunal está atestada de gente. El humo de las antorchas se eleva hasta quedar enredado entre las vigas y la paja del techo. Largas mesas se extendían a los lados con platos de madera y cuchillos y también cuernos para beber. Había una mesa, situada más cerca del trono del Jarl, donde se sentaba este, su familia, invitados importantes y algunos de sus mejores hombres. Las mujeres y los esclavos se afanan en llenar los cuernos con bebida. Se escuchaban las voces de todos, mas de doscientas personas, riendo y disfrutando de la velada.

Antes de empezar la velada se colocaron las armas de Hrolf en el estrado ante el asiento que él ocupa. Su espada está apoyada sobre dos figurillas de oro, un oso y un lobo. En aquel momento se hizo el silencio, bueno, todo el silencio que se puede conseguir en un ambiente con tantas personas. Uno a uno, los hombres del clan se postran ante la espada para renovar el juramento de fidelidad que los une al clan Kjari, así como algunos muchachos que pasan de ser niños a adultos. El jarl Knudsson a su vez les ofrece brazaletes de oro y plata u otros presentes para demostrar que es un buen líder y sabe recompensar esta fidelidad. 

Jorunn estaba en pie a uno de los laterales viendo como los hombres pasaban. A un lado tenía a su hermana, quien parecía contemplar a su marido. La joven, sin cambiar demasiado la posición inclinó la cabeza susurrando.

¿Como ves a padre? Ya hace tiempo que no le veías...

Realmente debía de ser un shock el cambio de aspecto que el jarl había sufrido desde que su hermana se fue, con todos los  conflictos políticos que estaban transcurriendo.