Partida Rol por web

    Poniendo rumbo directo hacia las puertas de salida de la ciudad, Enzo guió al grupo hacia el campamento del que había salido antes para reclutar a quienes ahora lo acompañaban. Por suerte para Khar, la caminata a través de los caminos que cruzaban el bosque fue lo suficientemente larga como para ayudar a que su cuerpo digiriera el alcohol y la comida que había tenido tiempo de ingerir antes de la apresurada salida. Tras lo que fácilmente fue más de media hora de travesía, todos ellos comenzaron a avistar el principio de un gran campamento.

    A primera vista, todos lo que no conocían el poder del mercader, quedaron sorprendidos por el portento que encontraron levantado ante ellos. Y es que no era de extrañar, al menos un grupo de media docena de carpas de tamaños similares al de una casa formaban el núcleo del asentamiento rodeadas de un sinfín de tiendas de menor tamaño, incluso podía encontrarse un cerco alrededor del lugar por el que un grupo de centinelas hacía guardia confiriendo a la escena un toque marcial.

    El bufón se adelantó al llegar a la entrada para hacer un intercambio de palabras con los mercenarios apostados que les permitiera el paso. Al oír el mensaje de Vincenzo, la pareja de imponentes semiorcos, alzaron sus poderosos alfajones y escoltaron al grupo hacia el interior del campamento. Por el camino pudieron observar herreros, orfebres, carpinteros y demás artesanos organizando y dando retoques finales a sus mercancías para los próximos días. Y eso no era todo, también pudieron ver artistas ensayando, jaulas con bestias desconocidas, cocineros preparando platos de tierras lejanas y hasta un pequeño séquito de magos y adivinadores, resultaba llamativo también el hecho de la diversidad aparente entre las razas de los trabajadores del mercader. Por absurdo que pudiera parecer, la idea de   perderse allí de no estar siendo guiados era algo bastante sencillo de imaginar.

    Finalmente, alcanzaron su objetivo, una de las dos carpas de mayor tamaño y también la zona en la que mayor concentración de mercenarios, ahora la mayor parte de ellos rodeaba un fuego mientras llenaban el estomago. Los semiorcos hicieron un saludo marcial al bufón al considerar cumplida su misión en espera de recibir la respuesta que los permitiera regresar a sus puestos por parte de su superior, aparentemente el Enzo gozaba de cierto rango entre los hombres de Malk.

    Solo restaba anunciar su llegada e iniciar las negociaciones y para eso Vincenzo sabía a donde dirigirse, la guardia personal del mercader siempre resultaba igual de vistosa, una triada de hombres lagarto que casi podían lograr hacer parecer menudo a un ogro. El mayor de ellos, de escamas rojizas, chasqueo su lengua bífida ante la llegada del hombre emplumado y cuando este se decidió a dirigirse a él, desapareció por un momento tras la lona que cubría la entrada a la par que sus compañeros cruzaban sus armas de asta para impedir el paso, momentos después reapareció apartando la tela y permitió así el paso a todos con palabras siseantes sin quitar los ojos de encima al bufón, detalle que la mayoría no comprendió muy bien. 

    Tal y como era de esperar, en el interior de la tienda, las muestras de ostentosidad no se detuvieron. La piel blanca de un gran bestia tapizaba el suelo, resultó curioso que, en cuanto los aventureros pusieron un pie sobre la misma, todos ellos sin excepción sintieron desaparecer todo el cansancio de sus piernas tras la caminata realizada e incluso como mejoraba su humor, a diestra y a siniestra varias estanterías mostraban un sinfín de artilugios y elementos de decoración de lo más singular y en el centro, una gran mesa rectangular de madera noble y fina talladura con elaborados relieves los esperaba rodeada de asientos del mismo estilo.

    Justo tras ella se encontraba un hombre que no podía de ser otro más que al que Enzo rendía cuentas. Un humano de edad media con el aspecto cuidado y rostro afable, sus ropajes eran cómodos, de piel de buena calidad y sostenía una copa de vino mientras con un gesto de la mano libre invitaba al grupo a rodear el mueble y así poder iniciar las presentaciones.

    -Buenas tardes, amigos.- Saludó sonriente alzando la copa con tono conciliador. -Hay vino para todos, aunque si deseáis algo de comer, puedo ordenar que os preparen lo que prefiráis si os urge, aunque preferiría dejar eso para más tarde.- Continua mientras señalaba un juego de copas de plata con su correspondiente jarra. Seguidamente dirigió su atención al hombre. -Vincenzo, viejo zorro, veo que tu astucia no se ha resentido pese a haber pasado tanto tiempo ya con vosotros, sin duda has logrado atraer a un grupo de lo más interesante combinando belleza,  sabiduría y fuerza, un brindis por haber conseguido semejante logro en un espacio de tiempo tan corto, no esperaba menos de ti.- Tras ello su mirada se posó en cada uno de sus acompañantes . -Bien, mi nombre es Malk'Evar, hombre de mundo a la par que de negocios así como el dueño de este humilde campamento. Me gustaría saber algo más acerca de vosotros antes de comenzar...- Seguidamente, sacó cuatro pequeñas bolsas de cuero que deposito sobre su lado de la mesa. -...tras ello entraré en materia y, una vez decidáis si os interesa lo que tengo que proponeros, daré el resto de detalles, tanto si aceptáis como si no, aquí hay un pequeño pago que podría tratarse como el primero de varios o como el precio por vuestra confidencialidad y las molestias de haber venido hasta aquí si rechazáis la oferta, cosa que espero que no ocurra, ya que creo que bien os merecería la pena lo que tengo para ofrecer.-

Los animos dentro de la taberna se elevaban cada vez más y ello sin duda terminaría mal por lo que todo el equipo decidimos salir, ya una vez afuera el camino hasta el señor de Vicenzo fue relativamente fácil salvo por unas caras no muy felices, vi otros magos, cosa que me llamo la atención indudablemente, esperaba de salida poder hacerles una escala.

Una de las cosas más sorprendentes era al llegar la tienda de campaña y la guardia personal, hombres largarto y uno de escamas rojas, sin duda transmitian mucho poder, sin embargo, estos no representaban amenaza al estar Vincenzo allí, pues este tras unas palabras obtuvo los accesos necesarios para permitirnos ingresar.

Ya una vez adentro conocimos a Malk, este era quien necesitaba nuestros servicios y tras una introducción puso ante nuestros ojos unas bolsas de dinero lo cual sería un adelanto o una compra de nuestro silencio, por supuesto si las cosas eran así, cobrar por presentarnos no era mal y daba buena espina.

Mi nombre es Lezard, y soy un mago recientemente iniciado y este es Xeros mi fiel amigo! vengo buscando conocimientos que me ayuden a fortalecer mis artes mágicas.

Khar quedo alucinado tras ver el despliegue de tantos mercenarios en el lugar, no podía dejar de ver las increíbles armaduras, y las formaciones que utilizaban, se sintió en un lugar con mucho confort, pero luego volvio en si. Un gusto que el camino nos allá juntado Malk, soy Khar Goldaxe hijo del Destino, mis maestro me encomendaron viajar por aprendizaje, me dijeron que tras un largo viaje es cuando el destino realmente se nos hace presente ante nuestro ojos y nos permite ver el destino que provendrá.

El campamento de Malk'Evar era casi tan grande como la aldea que había visto nacer a Caerwyn. La arquera no podía evitar mirar en todas direcciones, maravillada. Nunca había visto a un hombre lagarto; era una suerte que las sombras de la capucha impidieran al anfibio darse cuenta de que se le había quedado mirando. Cuando sació su curiosidad, se puso a pensar en por qué su futuro patrón buscaba desconocidos en una taberna cuando tenía a su disposición a tantos mercenarios de aspecto fiero y competente. Tal vez necesitara a sus mercenarios allí, cuidando de que nadie robara sus mercancías, en vez de arrastrándose por una torre perdida de la mano de los dioses. O tal vez necesitara una compañía más disciplinada: de todos era sabido que los orcos y su ralea no eran el epítome de la disciplina, y no creía que los hombres lagarto fueran una excepción.

Caerwyn rebulló incómoda cuando Malk'Evar mencionó la belleza. ¿Lo había dicho porque había visto a una mujer y suponía que era bella? ¿O simplemente trataba de ser amable? Nadie que mirase su rostro deformado por las quemaduras podía considerarla bella. Hasta al bufón que quería contratarla se le había escapado un mote hiriente.

Suspiró y se retiró la capucha, dejando a la vista su rostro quemado.

—Yo soy Caerwyn la Hermosa —empezó la arquera, camuflando la amargura que sentía con un tono ligero—; y os juro que hubo un momento en el que el apelativo no era irónico: al contrario, mi belleza era mi vida y todo lo que yo era y representaba. Después del accidente...

Miró al suelo, tragó saliva, y volvió a levantar la vista.

—... bueno... no tenía más remedio que encontrar otra cosa que me definiera. Fue la razón por la que me embarqué en la senda de la aventura, para que fueran mis hazañas las que me definieran, y no mi cara bonita. Y Canthus se vino conmigo —dijo, palmeando el enorme lomo del animal—. No encontraréis mejor arquera en todo Puerto Victoria, os lo garantizo. 

Al filo de guerra le sorprendió que un mercader hubiera llegado a tener lo que posee actualmente, eso significaba que no era un mercader cualquiera debía ser muy bueno en su trabajo y quizás ocultara algo más detrás de su aspecto afable.

A la hora de beber no aceptó su copa de vino con un simple gesto.

Cuando llegaron las presentaciones esperó a ser el último en hablar. Dando por hecho que no era necesaria la presentación de Enzo, pues ya se conocían, empezó a hablar el enano. 

Soy Kurin, y mi profesión para algunos puede resultar confusa pues no soy un guerrero común. Mi estilo de lucha combina maniobras y posturas, que podemos llamar técnicas aunque algunos lo llaman la magia de los filos. Muchos llaman a los que practican mi arte filos de guerra.

Tengo mucho interés en escuchar la propuesta que tiene que hacernos. Es de agradecer que nos pague ya algo de antemano simplemente por "las molestias" y la discreción.

Ah, y disculpar si no he brindado con vino pero no me gusta beber cuando voy a hablar de negocios.

Soy todo oídos. Terminó con una sonrisa que se veía tras su barba mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.

Enzo apenas podía contener la emoción durante el viaje de regreso al campamento. Daba saltos y se reía entre dientes mientras caminaba. ¡Ya tenía al grupo perfecto para la misión! Malk estaría taaaaaan contento. ¡Igual hasta le daba una medalla con forma de estrella! Cómo le gustaría tener una medalla con forma de estrella.

En cuanto llegaron al campamento, el bufón se encargó de decir las palabras pertinentes para que les dejaran pasar y llevó al grupo directamente a la tienda de su amo, Malk'Evar. ¡Qué felicidad escuchar los elogios! ¡Qué gratificante que le agradecieran el trabajo bien hecho! Con una gran sonrisa satisfecha en la cara, Enzo se quedó quieto y sorprendentemente callado mientras sus nuevos compañeros se presentaban. Cuando terminaron, el bufón los señaló y dijo:

 -¿No son estupendos amo? Eran los más inteligentes y los más fuertes de la taberna. ¡Elegidos personalmente para esta misión, amo! Oh, pero cuénteles de qué va la misión.- miró al grupo -Mi amo es el mejor orador del continente, ¡si os quedan dudas después de escucharle deberíais revisaros el oído o el cerebro! O ambos, que hay gente para todo.

Después de decir aquello, Enzo cogió algo de comer de la mesa y se puso por detrás de su jefe para tomar un tentempié mientras las explicaciones pertinentes eran dadas.

    El hombre de negocios fue ensanchando su sonrisa conforme escuchaba las presentaciones de aquellos hombres y la mujer que los acompañaba. Parecía estar más que satisfecho con la "captura" que Vincenzo le había traído. Así que por pura educación y el respeto que profesaba a los negocios, comenzó con dar a sus invitados lo que había prometido.

    -Pues bien, mi propuesta no es ni más ni menos que una expedición y para la cual requeriría de aventureros y gentes competentes de dotes diversas, por lo que dado que no me cabe duda de que en esta parte ha quedado satisfecha, pasaré a exponeros la otra.

    Recientemente he recibido una valiosa información sobre algo que llevaba buscando hace mucho tiempo, se trata de una vieja torre que en su día perteneció a un hechicero, no os alteréis, fácilmente podría ser anterior incluso a la gran guerra por lo que su dueño debe llevar años ya muerto. Mi interés reside en que os dirijáis a ella y os adentréis en las ruinas para traerme todo aquello de valor que encontréis y que no haya sido reclamado aún.-

    Seguidamente bajó la mirada y señaló a un punto muy concreto, uno un tanto alejado de Puerto Victoria y que se adentraba en las regiones indómitas del Este hasta llegar a alguna clase de monte o colina sobre la cual estaba escrito el nombre Järub. -Aquí es a donde deberéis dirigiros, el camino no es sencillo, tengo entendido que no muy lejos de allí una banda de asaltantes de caminos tiene establecida su base, pero con que los evitéis no deberíais tener mayores problemas. Según mis estimaciones, el viaje debería de llevaros alrededor de una semana, aunque la vuelta será más breve, ya que mi idea sería que nos encontrásemos en un punto intermedio, justo aquí.- Su dedo ahora se deslizó unas leguas hacia el sur para posarse en un emplazamiento con el nombre de Zehar. -Cálculo que podría llevaros en torno a tres días, cuando nos reencontremos podréis regresar a la ciudad por medio de la calzada real, lo que sería un par de jornadas de viaje, una incluso, si no paráis a descansar. Eso sí, tratad de no retrasaros, si el invierno se adelanta podríais encontraros algunos senderos bloqueados. Pero bueno, no nos adelantemos a los hechos, regresemos a lo interesante.

    -Vuestro objetivo son las ruinas de la Torre de Hron, una reliquia del pasado que ha sido ignorada durante todo este tiempo, una vez allí registradla y os pagaré generosamente en razón de lo que encontréis, especialmente por todos los posibles escritos, independientemente del estado en el que se encuentren. El primer pago lo recibiréis ahora, cien piezas de oro para cada uno y otras cuatrocientas a la vuelta a lo que se sumarán las comisiones por artefactos y demás que fácilmente podría convertir vuestra suma final en no menos de dos mil piezas de oro por cabeza. Al margen de eso os facilitaré útiles, provisiones y transporte, incluso alguna otra petición que se pueda considerar oportuna. Bien ¿Alguna duda que pueda resolver? Creo que es una buena oferta que merece la pena tomar.- 

Caerwyn se volvió a echar la capucha sobre el rostro.

—¿Qué sabéis de esos asaltantes de caminos? —preguntó Caerwyn, ya que aparentemente eran el quid de la cuestión—. ¿Cuántos son y qué tal están equipados? ¿Tienen magia a su disposición?

Kurin escuchó atento la conversación, y cuando oyó la recompensa que podía tener gracias a los escritos y objetos allí encontrados se le cambió la cara. Justo lo que había venido a buscar en tiempo record. Caerwyn parecía preocupada por los asaltantes, sin embargo al enano lo que le rondaba la cabeza era que quería salir ya a conseguir lo que hiciera falta para ganar cuanto más recompensa mejor. Se le pasó la idea de preguntar que ocurriría con el dinero de alguno de nosotros si fallecía en la aventura pero la verdad es que le daba ahora mismo un poco igual. Con tener una suculenta recompensa al final, que es lo que el mercader ofrecía, le bastaba. Así que sin más dijo cuenten conmigo para esta misión

 -Asaltantes... Bah. Ladronzuelos y haraganes que se dedican a robar a la gente para vivir cómodamente y sin esfuerzo. ¿Qué más quieres saber de ese tipo de gentuza? ¡Llegamos, los matamos y punto! ¿Magia? ¡Qué van a tener! ¿Equipamiento? ¡Lo que puedan arramplar por ahí! Si fueran bandidos mejor estructurados, descuida que mi amo lo sabría y nos informaría, ¿verdad amo?

En realidad Enzo no tenía ni idea de qué tipo de asaltantes se iban a encontrar, pero por lógica pura y dura seguramente serían matones desharrapados sin más organización que un jefe que les ladraba lo que tenían que hacer y ya.

 -Sólo con nuestro mago ya tenemos más magia de la que todos esos bandidos juntos habrán visto, así que no hay de qué preocuparse. ¿He contestado a vuestra pregunta, bella Caerwyn?

   Haciendo un gesto para tratar de calmar el fogoso ánimo del que hacía gala tan a menudo Vincenzo, Malk'Evar trató de mediar para que regresara la calma a la habitación, desconocía como se tomaría la mujer aquellos comentarios pero prefería darla sus respuestas antes de que la cosa pudiera descontrolarse y mantener el ambiente distendido.

    -No seáis tan ligero en vuestras consideraciones, Vincenzo, las dudas de Caerwyn son más que razonables, aunque ya os aviso de antemano que mi información al respecto no es muy extensa.- Seguidamente volvió su mano a un cuenco cercano del que tomó un dátil con el que comenzó a juguetear mientras respondía a las dudas de la dama. -El líder del grupo se hace llamar Kubard "La tormenta negra" y es seguido por no menos de una docena de sus esbirros a los que hace llamar "truenos". Ni si quiera la guardia conoce el número exacto de hombres con los que debe de contar y ya ha dado bastantes quebraderos de cabeza por ese y otros motivos, atacan caravanas, carrozas y demás procurando dejar el menor número posible de testigos, incluso han secuestrado al hijo de un noble local que pareció excederse en sus confianzas al cruzar estas tierras. No obstante, aún no han pedido un rescate por él y por ello se esta organizando una fuerza de combate para adentrarse en el bosque y sacarlos de su guarida de una vez por todas.

    Sin embargo, valoro que sin saber el lugar exacto del que provienen y al tratarse de una extensión de terreno tan grande, semejante tarea les sea imposible.- El mercader no pudo evitar encogerse de hombros, esos no eran sus asuntos y desde su punto de vista era más que posible que ya fuese demasiado tarde como para recuperar al joven con vida. Fue entonces cuando calló en un detalle más. -Ah, si, otro detalle que os podría resultar útil, la mayor parte de sus ataques fueron de noche y nadie parece ponerse de a cuerdo con respecto a la raza a la que perteneces, unos hablan de hombres inmensos que se funden con las sombras, otros de ojos plateados que los acechaban desde la oscuridad y algunos incluso llegan a negar todo lo anterior. En fin, no daría mucho valor a esa última parte, proviene de aquellos que presas del miedo salieron huyendo y lograron escapar de la muerte ocultos debajo de alguna roca hasta que pasó el peligro, así que seguramente tengan más de fábula que de verdad, además, sois un grupo reducido y armado, no tendríais que despertar su interés y tendréis más fácil evadirlos si sois precavidos.- 

    Finalmente, Malk'Evar introdujo el fruto en su boca para poco después escupir el hueso limpio en un segundo cuenco. -Bueno, si no queda nada más que aclarar y viendo que todos estáis conformes, creo que ya podremos dar por terminada la reunión, Vincenzo podrá guiaros hacia maese Stál para atender a cualquier petición oportuna acerca del equipo de viaje y dejaros organizaros el mismo por vuestra cuenta.-

Caerwyn esbozó una sonrisa de suficiencia en dirección a Enzo. Si ella era bella, con la cara llena de cicatrices, entonces el bufón era gracioso.

—Vaya, pues al final resulta que esa banda de bandidos son más que ladronzuelos y haraganes, ¿eh, bufón?

La arquera tomó una manzana de uno de los platos de cobre que descansaban en las mesas de la tienda de Malk'Evar. La lanzó al aire y la recogió en la mano, como si tratara de calcular su peso. Dedicó media sonrisa en dirección al mercader.

—Una demostración, antes de marcharnos. Para que sepa lo que está comprando.

Le lanzó la manzana a Enzo para que la recogiera. Sacó su arco y una flecha de la aljaba. Sonrió con frialdad.

—Bufón, ponte esa manzana en la cabeza —dijo, tensando el arco.

La manzana llegó demasiado rápido y Enzo tuvo problemas en cogerla entre sus manos, amenazando con irse al suelo en tres ocasiones. Finalmente, el bufón sonrió con la fruta entre sus dedos, aunque al oír la petición de la mujer unido a la visión del arco tensándose, hicieron que Enzo tragara saliva con la sonrisa convertida en un gesto de espanto.

 -Amo, no irá a dejar que esa mujer le haga daño al bueno de Enzo, ¿verdad?

    La salida de la joven hizo que el mercader incapaz de ocultar su gozo ante la propuesta. En verdad no dudaba de las capacidades de la arquera pero también tenía por costumbre no decir que no a un espectáculo, menos aún a uno tan interesante y con el plus de riesgo. Por lo que cuando el sorprendido bufón trató de acudir a él, Malk'Evar no hizo más que devolverle las mismas frases que había utilizado anteriormente.

    -Mi buen Vicenzo, creo que eso ya no está en mi mano, pero como tu mismo dijiste hace un momento son "los más inteligentes y los más fuertes de la taberna. ¡Elegidos personalmente para esta misión, amo!". Así que no veo motivo alguno para preocuparnos por las dotes de nuestra amiga, además, sabes que no puedo negarme ante una petición así, menos aún por parte de una dama.- Y con su más sincera sonrisa, Malk'Evar se recostó en su asiento con las manos cruzadas en espera de la resolución de la escena.

La expresión de espanto de Enzo había sido suficiente para Caerwyn. Era su pequeña venganza para con el bufón. Esperando que Malk'Evar la detuviera en cualquier momento argumentando que tal demostración no era necesaria, la arquera encajó la flecha y tensó el arco en dirección a la cabeza del elfo.

—Tranquilo. No sufrirás ni un rasguño, Enzo. He hecho esto cientos de veces —mintió Caerwyn.

La respuesta del mercader, empero, congeló la sonrisa de confianza de Caerwyn en un rictus de terror. Pero ya era demasiado tarde para echarse para atrás. 

—¿Estás listo, Enzo? —dijo en un tono funesto.

Tomó aire mientras esperaba que el bufón se pusiera la dichosa manzana en la cabeza. Se concentró y cerró un ojo para apuntar mejor.

Enzo tuvo que morderse la lengua para no empezar a maldecir a su benevolente y maravilloso amo. Maldita fuera su estampa mil veces. Tras dar un pequeño resoplido frustrado y sintiendo de nuevo el miedo corriéndole por la espina dorsal, Enzo sacó una carta de tarot de entre su camisa y le dio un besito antes de volver a guardarla.

 -Deséame suerte, GioGio.

Luego se puso recto y se colocó la manzana en la cabeza, tensándose entero para evitar ponerse a temblar.

 -Apunta bien, soy alérgico a los agujeros corporales extra.

Dicho esto, el bufón cerró los ojos y comenzó a rezar mentalmente. Ojalá el Viejo Dios que Ríe estuviera esa noche de buen humor.

El enano observaba la escena algo perplejo. Cuando vio el ligero cambio en las facciones de Caerwyn de divertida a miedo tuvo la intención de intervenir para parar este juego; sin embargo, el que allí pagaba había accedido y Enzo también. Por regla general no debería fallar el tiro, a no ser que no supiera manejar realmente el arco cosa que creía poco probable, pero en su experiencia siempre podía ocurrir algo que le hiciera errar el tiro. Y si en ese momento se rompía la cuerda del arco y la flecha se desviaba por ello, o y si alguien o algo causaba una distracción en la arquera o Enzo y esto daba lugar al desastre. A pesar de ello Kurin se mantuvo callado y expectante. A las malas si hería a Enzo lo normal es que no muriera de un flechazo y confiaba también en que ahí estaba su compañero enano Khar para en un momento dado curarlo. Ahora bien, si fallaba el tiro ¿sería contratada? La manera en que habían quedado expuestos tanto Enzo como Caerwyn le pareció gracioso.

Lezard se había mantenido en silencio hasta el momento escuchando el ir y venir de palabras entre los involucrados, escucho atentamente las palabras de la arquera y de Vincenzo, en fin de todos, las instrucciones y los datos eran importantes, esas criaturas nocturnas, el secuestro del hijo también muy posiblemente prometía una recompensa digna de intentar cobrar.

Luego de todo ello, Caerwin hizo una proposición interesante a Enzo quien como era normal reaccionó con algo de miedo, viendo que ninguno de los presentes dijo nada para proteger, Lezard tomo la iniciativa y dijo creo que estamos perdiendo tiempo valioso, y es diferente atacar a un blanco estático que a uno en movimiento, tras esto hizo un movimiento con sus manos y después de unas palabras ininteligibles* la manzana despego de la cabeza de Enzo y se movió de un lado a otro de manera erratica hasta llegar a las manos de Lezard, quien la coloco en la boca de su murciélago.

Aguafiestas, eso es lo que se le pasó a Kurin por la cabeza en cuanto intervino el mago, no se podía haber quedado quieto y callado como hace un momento, ha tenido que interrumpir la escena con un conjurito de principiante ohh suspiró, pero no de alivio si no de decepción o aburrimiento echando una corta mirada poco significativa a Lezard.