Partida Rol por web

-Sin duda alguna. Que Dios se apiade se su alma- me santiguo con expresión apenada y preocupada. No entiendo porque alguien querría matar a esa mujer de tal modo, es algo que no alcanzo a comprender.
-¿Por qué estaría ella aquí...?- miro a ambos varones y nuevamente a Regina frotándole un poco la espalda para mostrarle mi apoyo y ofrecerle algo de consuelo, aunque sé que no será gran cosa pero según parece no eran parientes y eso menguará un poco el dolor.

Espero unos segundos alguna posible teoría, empezando a impacientarme entonces por otro asunto.
¿Cómo es posible que nuestro compañero tarde tanto? Normalmente sería el primero en reaccionar y presentarse raudo a los gritos de auxilio, aunque realmente hubiera comprobado el perímetro ya debería estar aquí... o quizá sólo me esté volviendo paranoica por momentos.

Finalmente me decido a apartarme de Regina para acercarme a una de las ventanas y abrir los toscos portones que la cubren, asomándome un poco al oscuro exterior.
-¿¿Kamal...??- pregunto alzando un poco la voz. Si realmente está cerca debería oírme.

Me levanto con algo de dificultad, recordando aún las heridas que recibí, y pensando en esa misteriosa mujer. ¿Quién sería? Sus ojos felinos parecen haberse quedados clavados en mi memoria, apareciendo en el suelo que miro en cuanto logro incorporarme, sin ganas de ningún tipo. Miro hacia mis pies, intentando hacer un acopio de mis fuerzas para levantarme y entrarme qué es el revuelo que hay abajo. Cuando finalmente me levanto, suspiro hondamente antes de arrodillarme mirando hacia la Meca para hacer mis oraciones matutinas, para las cuales encuentro que no estoy del todo concentrado. Sin embargo, agradezco a Alá que me haya permitido salir vivo de esa experiencia extraña y me deje ver un nuevo día.

Debo encontrar las respuestas por mí mismo... -pienso, colocándome la ropa y mis sandalias, con desgana, antes de salir de aquel habitáculo en busca de mis compañeros y bajo, pidiendo que no sean más problemas, quitándome el pelo de la cara para poder ver.

Alertado por el ruido que no he oído antes, llego hasta abajo para encontrar aquella escena de revuelo, con una mujer desmayada o quizás peor, por las heridas tan grandes que tiene. Me acerco, algo confundido, a los presentes, quedando detrás de Patrícia, a la que veo algo atónita. Sin embargo, mis energías escasas ni siquiera me permiten terminar de sorprenderme.

Salaam... -murmuro, mirando fijamente a aquella mujer-. ¿Qué ocurre? Más desgracias... veo... -bajo la cabeza, acordándome de lo que he vivido, pensando si quizás sea un presagio de mi futuro. Doy un paso hacia adelante, quedando a la misma altura que mi protegida y miro a Luis durante unos segundos para luego dirigir mi mirada hacia Alonso, que parece estar hablando con la buena mujer que regenta la posada.

Cuando Kamal desciende las escaleras debo admitir que me quedo totalmente perpleja. Miro de nuevo al exterior y a él antes de decidirme a cerrar los portones de la ventana sin acabar de comprenderlo.
¿Realmente seguía durmiendo? Provocamos mucho ruido ante la llegada de Miracles, incluso Osorio y yo reaccionamos con mayor prontitud. No sé si sentirme decepcionada o sencilla terriblemente extrañada.

-Ella es Miracles, llegó a la posada moribunda y murió sin que pudiéramos hacer nada por ayudarla... Al parecer recibió una severa y cruel paliza pero no sabemos porque o de quién- mis pensamientos vuelven a vagar un poco con tantas preguntas sin respuesta, contemplando el cuerpo de la muchacha distraidamente antes de volver mi atención a Kamal, que tan mal disimula cuando algo sucede esquivando mi mirada.
-¿Te encuentras bien...?- le pregunto en voz queda acompañada de una mirada inquisitiva.

Patricia ya estaba ofreciendo su consuelo a Regina, él ya no hacía falta para esa tarea, y de buen seguro ella lo haría mejor que él. Regresó hasta la mujer recién muerta, volviendo a poner las ropas de esta donde deberían estar, tapando la mayor parte de las crueles heridas. No era necesario seguir mostrándolas y tan sólo herirían sensibilidades o alentarían a la ira como la muerte del párroco.

Apenas había terminado de taparla, cuando el fuerte viento abrió un par de ventanas. El mismo viento que la noche anterior. Instintivamente llevó la diestra a la empuñadura de su espada, para relajarse al poco. Sabía que el acero era inútil contra aquello. En silencio, abstrayéndose del resto de la escena, concentró sus sentidos mientras caminaba un poco autómata hasta las ventanas para cerrarlas. (Percepción + Consciencia)

Ante la pregunta de Patricia, acerca de los motivos de la mujer, Alonso contesta llanamente.

- Nuestra buena Regina es la sanadora del lugar, o al menos quien más conocimientos tiene al respecto, según me comentó a ella. Por eso me trajeron aquí cuando me encontraron herido por el acero hace dos noches. Miracles buscaba ayuda para sus heridas.

Entonces Patricia se acerca a la ventana para llamar a Kamal. Poco después este baja las escaleras, confundido y con poca energía. Todos pudieron oír la llamada en la puerta, él mismo gritó para despertarlos y pedir ayuda, además de llamar a su puerta mientras corría abajo. Kamal era un hombre de espada, por lo que era esperable que tuviera un sueño ligero para sobrevivir. Demasiadas cosas andaban mal a la vez. No podían hablar libremente con Regina allí, o podrían empeorar las cosas para ellos.

Para cuando había terminado su hilo de pensamientos, Patricia ya le había explicado la situación a Kamal. Alonso se acercó a Regina, con voz suave y respetuosa por lo ocurrido con su amiga.

- Regina, su marido, Txetxu, debe saber lo que ha pasado, incluso quizás pueda arrojar algo más de luz a este asunto. Sería mejor si alguien que él conoce le da la noticia. ¿Hay algún vecino cercano que os pueda acompañar a ver a Txetxu? No me sentiría tranquilo si salís sola a estas horas con lo que ha ocurrido, y nosotros deberíamos guardar el cuerpo…

Dirige una mirada furtiva a Kamal, cargada de un claro significado: debemos hablar. Luego vuelve su mirada a Regina dando a entender que no debería ser delante de ella.

Se escuchan golpes en la puerta, algo que no os esperais y os sume en una cierta estupefacción.

Asimilo poco a poco la información que me da Patricia, tardando un poco en reaccionar, intentando atar cabos aunque noto que me cuesta. Al cabo de unos segundos es cuando acabo reaccionando a su pregunta, girándome de nuevo hacia ella con lentitud, como si mis movimientos se hubieran vuelto viscosos:

No del todo, pero no te preocupes... -le contesto, encogiéndome de hombros-. He tenido un mal sueño, eso es todo...

Tomo un taburete cercano y me siento, suspirando de nuevo, y mientras lo hago, mi mirada se cruza con la de Alonso, que parece sumamente nervioso. Le mantengo la mirada durante un poco, aunque acabo por volver a mirar a Patricia, quedándome en sus hombros por no continuar elevando la cabeza. Examinando todo en silencio, sólo espero a que decidan qué hacer y vean si Regina debe ir a ver a ese tal Txetxu.

¿Era la mujer de Txetxu Maçueles? -pregunto, al aire, dándome cuenta de que quizás no sea precisamente amable para con la posadera y, por lo que parece, curandera local, mandarla con el principal sospechoso de la muerte del mosen Pau y quizás incluso de su propia esposa.

Alonso se da cuenta de que Kamal será de poca ayuda durante un rato. Si lo han drogado o envenenado poco sacará de un examen superficial normal, duda que el árabe se fie lo suficiente de él o no sea tan orgulloso como para permitirle explorar más a fondo salvo que se muera, que afortunadamente no es el caso, y no puede recurrir a sus plegarias delante de Regina y no está muy seguro de si sería visto con buenos ojos del todo por los dos durmientes que acompañan a Kamal.

No se le pasa el hecho de que Kamal sepa el apellido del tal Txetxu, el cual al no ser italiano descarta que sea familia del tal pepino ese. Siendo ellos recién llegados como él no han tenido tiempo de entablar mucha conversación con los aldeanos, por lo que debera ser una persona relevante de los últimos acontecimientos, quizás el pelirrojo o el Batle, pero no es momento de preguntar.

Antes de que Regina pueda contestar suenan golpes en la puerta, ante lo que Alonso vuelve a llevar su diestra a la espada de forma instintiva, y volviendose a la puerta. Él cree que debe hacerse cargo de la situación como único defensor de los presentes, al menos hasta que Kamal recupere las fuerzas. Pregunta en alto con la espada dispuesta pero aún enfundada.
- ¿Quién vive?

Se escucha una voz de hombre tras la puerta:
-¿Regina, estás ahí Regina?-

Alonso se coloca al lado de la puerta, con la espada en la mano, dispuesto a abrir de golpe la puerta y poner su acero entre él y quien quiera que esté al otro lado. Mira hacia atrás como esperando a que los demás le indiquen que lo haga.

Si pretendía tranquilizarme no es que lo haya conseguido del todo. Si realmente "sólo" era una pesadilla, hubiera despertado de todos modos con los gritos de alerta de Alonso, y tampoco explica que se encuentre tan evidentemente cansado.
Algo más ha debido ocurrir, algo que no quiere decir aquí y ahora o que sencillamente ni él comprende, como tantos otros hechos que nos rodean.

Me sitúo tras de él con un suspiro, dejando apoyadas las manos en sus hombros hasta que la pregunta surge de su boca.
Ni se me había pasado por la cabeza pero ante esa idea no puedo evitar ponerme algo tensa y pálida, por lo que los golpes en la puerta me sobresaltan enormemente.

-Si realmente es ese hombre...- dejo la frase inacabada con voz mas insegura de la que me gustaría, apartándome de Kamal para volver junto a Regina a paso rápido y llevármela hasta la cocina haciéndole un gesto de silencio.
No quiero correr riesgos, si realmente es un brujo no creo que planee nada bueno para ninguno de los presentes y lo menos que puedo hacer es intentar poner a salvo a la inocente Regina hasta que estemos seguros de quién es el que llama.

No parece ser la voz de Txetxu. Parece la de un hombre cualquiera. Regina reacciona.

-Es Bernat, es el cestero, alguien de confianza.-

Osorio mira perplejo a los presentes. Aun parece impresionado por las horribles heridas de Miracles.

-¿El cestero? Si viene a estas horas, debe tratarse de algo excepcional. Será mejor que le abra.

Sin más, se dirige a la puerta y abre lo suficiente como para observar al individuo que espera fuera, por si acaso el cestero está acompañado de gente no amistosa.

Bernat parece un hombre de unos treinta años, nudosas manos y digno exponente de la casta de artesanos que, junto a carpinteros de rivera y herreros, hacen la vida más fácil a los habitantes de Badalona.

Al parecer viene acompañado por un par de hombres más, un jovenzuelo pecoso y un hombre de recia constitución y barba mal cuidada. Este último porta un candil en la mano para iluminar el camino.

-Perdonad.- Dice el tal Bernat con un deje de timidez. -Estamos buscando a la mujer de Txetxu por todo el pueblo, ha desaparecido y no sabemos donde está. Su marido está muy preocupado y nos ha llamado a unos cuantos para buscar por todo el pueblo.-

Al oír la voz del cestero colarse por la puerta hasta adentro, enarco una ceja, incrédulo ante la manera tan descarada que tiene quien sea que orquesta todo el asunto de estos asesinatos de tirar de los hilos para meter en problemas a medio pueblo. Niego con la cabeza, suspirando, echando una mirada algo hastiada a los demás; aprendida ya la rutina de entrar en problemas justo al salir del anterior. Sin embargo, no digo nada, sino que espero para observar cómo se van sucediendo las cosas, apostando para mis adentros qué reacción tomarán si se enteran de que la pobre mujer ha muerto con nosotros cerca, teniendo sobre todo en cuenta que ayer nos vieron intentar disuadirlos de quemar la casa de los italianos.

Tras la alusión a que "sólo" se trata del cestero, mi cuerpo se relaja un poco más y alcanzo a aventurarme hasta el marco de la puerta que separa la cocina de la sala común donde se encuentran todos los varones, sosteniendo a Regina junto a mí pasándole un brazo por los hombros, apretándola un poco más de lo debido contra mí debido al nerviosismo y tensión de la situación que se acaba de producir. No sé si en un intento de protegerla o de protegerme a mí misma.

-Ella llegó hace escasos momentos muy asustada y con graves heridas para que Regina pudiera sanarla... Pero ya era muy tarde, tras mencionar que "le quería" expiró su último aliento. Creo que huía de alguien... y no creo que haya muchas dudas de a quién podía querer- las pruebas para mí son bastante evidentes, pero quizás haya emponzoñado sus mentes con mayor ahínco cómo hizo contra Peppino y entonces cualquier cosa que intentemos decir no servirá de nada.
Aún así es obvio que el cadáver está allí y mentir acabaría siendo peor. O eso creo...

Alonso baja la espada, pero no la enfunda. Aún no se fía de cómo pueda acabar esta visita.

- Osorio, dejadles pasar, por favor. Querrán dar su último adiós a la pobre Miracles.

Cuando entren los hombres los mira con cierta desconfianza y con aspecto un tanto cansado.

- Disculpen nuestro proceder, mas estamos algo alterados por los sucesos que la joven Patricia les ha relatado. No estábamos seguros de si era el agresor de Miracles quien venía a cerciorarse del final de su macabra obra. – mira un instante en dirección a la mesa donde esta la mujer muerta – Allí esta, buenos hombres. Podrán entender mejor nuestro estado trastornado al ver las brutales heridas que recibió la pobre mujer. ¿Dónde está Txetxu?

-¡Parece que estamos malditos!- Lamenta Regina mientras reprime un sollozo. EL grupo entra y ve incrédulo el cadáver de Miracles, tan dañado como está. Murmuran entre ellos en voz baja, pensando en quien puede ser capaz de tal cosa. El hombre grueso que parece el más visiblemente incomodo de los tres que han venido dice de ir a llamar a su esposo para darle tan mala noticia. Dicho esto último se va con paso ligero, como si alejarse del lugar aliviara la aprensión que todos sienten.

-Hoy por la mañana venía el nuevo parroco. No va a poder creer toda la gente a la que debe oficiar el entierro.- El artesano agita la cabeza entristecido.

Alonso asiente grave a las palabras de Bernat.

- Tenéis razón, buen Bernat. Ahora si nos disculpan, este hombre – dirigiendo una rápida mirada a Kamal – parece enfermo. Tengo algunos conocimientos médicos aprendidos de los físicos de los barcos donde he navegado, por lo que podría discernir si es simple cansancio por los acontecimientos tan intensos de estos días o algo más. – mira a Osorio y Patricia – Si desean acompañarnos me vendría bien alguien que sujete el candil para explorarle.

Espera a ver si su idea para poder retirarse los cuatro a hablar surte efecto sin levantar sospechas en nadie, y si ellos tres están dispuestos a seguir su idea.