Partida Rol por web

Un fugaz vistazo a la entrada del callejón, para ver si Sigurd confirma que todo sigue en calma, precede a la amenaza de Klemet. Si bien Thorgrim es una amenaza en sí, con sus más de 2 metros de puro músculo, a buen seguro que el Thurl, manejando poderes que muchos mortales sólo pueden temer, ha calado hondo en los viejos huesos del esclavista. Aprovecho cuando Klemet acaba, simplemente para añadir:
- Calma, compañero, a buen seguro que nuestro buen amigo Guldeif no ha llegado a su edad cometiendo semejantes insensateces, verdad...??, tras lo que le obsequio una sonrisa serena.
Un leve tintineo de mi bolsa, oculta por las pieles, precede a mi siguiente frase:
- Llevanos allí ahora. Después de eso, serás recompensado. Además, como no habrás tratado con nosotros más que en una breve transacción en la plaza, tu vida continuará sin problema ninguno...

Cuando en viejo se gira para guiarnos, me acerco con discreción a Yngwe, y le digo, susurrando:
- Siguenos desde una distancia, y confirma que no nos siguen, y que nadie se interesa por nosotros..., tras lo que avanzo, siguiendo al viejo desde la distancia, como ha pedido.

- Que no se note que le seguimos, hermanos..., digo en bajo al resto de mis compañeros, cuando nos disponemos a abandonar el callejón, momento en que miro a Sigurd a los ojos, para ver si todo ha ido en orden desde allí.

A pesar de encontrarse un poco apartada del resto, preocupada porque alguien pudiera alterar la "charla" que se mantenía en el callejón, hasta Hild llegaba el sonido de las palabras que se cruzaban entre sus compañeros y el viejo. Todo parecía estar dicho y ella era la menos indicada, sobre todo después del pequeño enfrentamiento que había tenido con Jorunn, para añadir algo más.

Cuando se dio cuenta que la conversación ya podía darse por finalizada y que, al final, el viejo estaba dispuesto a indicarles el lugar donde estaban los que buscaban, se acercó a la entrada del callejón situándose junto a Sigurd, el cual tampoco había metido baza en la discusión, más preocupado por no encontrarse dentro de una encerrona que por saber qué sucedía en la oscuridad.

-Parece que ya tenemos una pista segura.

Yngwe queda en el callejón esperando que el grupo se ponga en marcha para finalmente echarse la capucha sobre la cabeza y mirando a ambos lados seguirles con paso tranquilo tan solo al alcance de la vista, esperaba no perderles. Anduvo mirando arriba y abajo, alguna que otra puerta de casas .

El viejo renqueaba calle arriba andando despacio por su leve cojera. Varios guardias pasaron a su lado y aunque miraron con extrañeza al grupo siguieron como si nada sin darle importancia. No eran pocos los guardias que se veían por aquellas calles, por no hablar de muchos hombres armados que iban de aquí para allá. Al cabo de unos minutos el viejo hizo un leve gesto con la mano para que se parasen y continuó andando hasta parar el mismo frente a una puerta de una cabaña de madera custodiada por dos guardias. Un fuerte ataque de tos que le hizo temblar de pies a cabeza os indicó que aquella era la puerta donde estaban retenidos los esclavos daneses.

Al cabo de unos instantes Guldeif se repuso y se alejó de la atenta mirada de los guardias para perderse al otro lado de la calle.

No notas que os siga nadie pero observas como las calles de esa zona tienen mayor actividad de hombres armados que lo que habéis visto por el resto de la ciudad, a excepción quizás del puerto.

Cuando el viejo da la señal de que aquella era la cabaña en la que, probablemente, estaban los principes, me giro, como de forma casual a la bocacalle mas cercana a donde estamos, aun a cierta distancia de la misma, esperando que los demás, menos Yngwe, que vela por nuestra seguridad en la distancia, me sigan. Tras asegurar que no hay nadie en ese callejón, me dirijo a mis compañeros apenas en un susurro:

- Bien, esa es la cabaña, pero, como dijo el viejo, está bien custodiada. Además, creo que a nadie habrá pasado por alto la cantidad de guardias y hombres de armas que hay por la calles: una pelea a plena vista sería nuestra perdición...

No tenemos mucho tiempo, así que quiero vuestra opinión o si no, una idea mejor sobre como tratar de encontrar una vía de entrada "a aquellos que buscamos", digo, lanzando una mirada penetrante sobre el juto que casi revela datos de mas al viejo esclavista, que no sea esa puerta custodiada... Quizá la "vieja" Jorunn hubiese impuesto su mando, pero creo que hay que aprovecharse de los errores cometidos para no volver a caer en ellos: Seremos mucho mejores si todos nos implicamos en las metas que nos propongamos. No volveré a cometer ese error.

- Ahora debemos encontrarnos con el viejo, y pagarle lo prometido. Creo que seria bueno que fuera yo, pues, al final, quiero ver en sus ojos que no nos engañará, pero tranquilos, digo, silenciando con una mano las quejas que probablemente esto pueda levantar, creo que sería buena idea que alguno de nuestros guerreros me acompañe: una buena mirada intimidatoria afianzará el silencio del viejo... por su propio bien, acabo, paseando la mirada por cada uno de mis compañeros, buscando a la vez confirmación, y a la vez la fuerza que me gustaría tener en estos momentos...

Nadie os está escuchando, tranquilos.

Yngwe subió el callejón hasta llegar al grupo que ya se devanaba los sesos.  - Ahora mismo toda la maldita calle está llena de piratas. Si al anochecer tras la cena las calles no estuvieran abarrotadas, creo que podría dar esquinazo a los dos guardias de la puerta.

Se me ocurre que podría hechizarlos con una nana, retirar los uniformes, vestir con ellos las dos mariposas danesas y salir de aquí... o quizá vestirme tan solo yo como uno de ellos por si nos dieran el alto por ahí.

Pero hay que hacer algo con toda la calle. Hay demasiados mirones para poder cogerles las llaves y abrir la puerta.... si pudiéramos llamar su atención lejos de aquí .... - Miró a Thorgrimm con suspicacia.
 

Sigurd no había encontrado nada digno de sospecha, aunque bien era cierto que estaba más preocupado porque el viejo no se la jugase al grupo que por quienes pudieran verle. Al fin y al cabo se iban a fiar de la palabra de un desconocido en tierra de piratas, claro que no tenían elección.

Cuando Jorunn le miró le indicó con un asentimiento que todo estaba correctamente.

La cabaña sin duda estaba lo suficientemente vigilada como para que fuera inútil un asalto frontal, más aún con los guardias que había en las calles.

-Si quieres te puedo acompañar yo.

El ulfhednar se ofreció a escoltar de nuevo a Jorunn, aunque esta vez sólo sería a pagar al viejo, no creía que a Jorunn le diera tiempo a hacer demasiadas estupideces y, por lo que parecía, alguien le había metido en la cabeza algo de sensatez... cosa de agradecer, ciertamente. La piel de lobo, en principio, debería bastar para intimidar lo bastante a ese viejo, o a cualquier guardia que quisiera propasarse.

Aunque por supuesto, si Thorgrím tenía ganas de ir, Sigurd no se iba a interponer.

Por fin habían conseguido encontrar el lugar donde estaban retenidos los prisioneros, para Thorgrim ahora solo quedaba entrar, salir con ellos de aquella cabaña de madera y para pronto poder estar de nuevo Fynn.

Si yo fuese el guardia de esa chabola no se movería de su posición. Tendremos que esperar a la noche entonces será todo mucho más fácil y habrá menos guardias.- Dijo corroborando las palabras de Yngwe.- Ahora, si Sigurd acompaña a Jorunn a saldar la deuda con el viejo Gudeif mejor Thorgrim mueve su trasero a una de esas tabernas, tal vez alguno de los parroquianos sepa decirme por qué hay más guardias que esclavos en la ciudad de las cadenas.

Escucho atentamente a Yngwe con una sonrisa en los labios, eso podría funcionar si los guardias fueran féminas, seguro que caerían en tus brazos en cuanto dieras a conocer tus encantos...pero, por desgracia no es así, creo que deberíamos esperar a la hora de la cena o ya de madrugada cuando no haya tanto movimiento...quizás entonces Hild o vos misma podríais utilizar vuestros encantos con esos guardias, quizá sea la forma mas sutil de distraerlos...

Parecían que habían encontrado el lugar donde tenían retenidos a los daneses, pero eso no solucionaba sus problemas pues el rescate se veía muy complicado. Extrañamente se veían demasiados guardias por esa zona de la ciudad y eso sólo dificultaba cualquier movimiento que quisieran hacer.

Era normal que las ideas, por muy descabelladas que fueran, salieran de sus bocas, pero con lo que no contaba la völva fue con la propuesta del thurl. ¿Acaso las estaba tomando por vulgares rameras... a ellas, la hija del jarl y la völva de la aldea? Hild frunció el ceño ante aquella idea que, estaba convencida, de poco serviría.

-Si son buenos guardias no se dejarán engatusar tan fácilmente. La idea de Yngwe de intentar dormirlos me parece mucho más eficaz que actuar como rameras ante dos hombres que no dejarán su puesto tan fácilmente. Y aunque uno solo aceptara ¿qué pasaría con el otro? ¿Qué pasaría con nosotras?

- Haría lo que fuera necesario para liberar a todos, Thurl, pero creo que entre mis virtudes no está la de engañar a nadie, y esos guardias se darían cuenta enseguida de que no soy lo que se supone que sería... Además, no me gustaría ni por un solo segundo sentirme como una ramera..., digo, cuadrando la mandíbula, y desechando la idea con el dorso de la mano. Además, Hild tiene razón, que pasaría si solo uno de ellos acepta?? Estaríamos en la misma tesitura. Solo hace falta un hombre para dar la alarma..., acabo, con una sombra en la mirada.

Moviendo la cabeza para desechar los funestos pensamientos que implicarían una alarma para nosotros, frunzo el ceño, estudiando el plan del Scalda: Me convence mas el plan de Yngwe, no está al alcance de todo el mundo poder darse cuenta del galdralist, para el caso en que no se viesen engatusados por tus encantos, aunque doy por sentado que así será, digo, obsequiándole una sonrisa sincera, que refuerce su convicción.

- Me parece perfecto que me acompañes, Sigurd, digo, asintiendo al ulfhednar, como en los viejos tiempos, estoy a punto de continuar, pero con buen criterio, creo, simplemente lo pienso, pues aún están cicatrizando viejas heridas, y no es bueno sacarlas a colación. Si no hay problema, estaremos de vuelta en un momento. Venga, vamonos, digo, sacando las monedas antes de salir, pues no quiero andar aireando dinero a la vista de este nido de piratas.

- El resto, quiza podiais ir con Thorgrim a la taberna. Quizá oigamos algun rumor que nos pueda ayudar esta noche...

Me vuelvo a calar la capucha, y asiento a Sigurd: No podria tener mejor protección, pienso con gratitud, recordando sus ultimos combates. Enfilamos la calle, dejando atras la cabaña, hacia el giro por el que se que nos estará esperando el viejo...

Pues Yngwe, ni corto ni perezoso y de camino a la taberna, se para en algún puesto viendo qué más venden en la Ciudad de las Cadenas. Tal vez hayan esclavos al alcance de su bolsillo o algun que otro souvenir con el que volver a la aldea. Por lo demás sigue a Thorgrimm a la taberna, le interesa saber si en las tabernas, como en el resto de la ciudad, la cantidad de mujeres por hombre sigue en un ratio nulo.

Me giro hacia Jorunn y Hild, no era esa mi intención, os tengo a ambas en muy alta estima como para ni siquiera insinuar que os comportéis como unas simples fulanas, os pido disculpas si con mis palabras os he causado alguna vergüenza, desconozco los poderes que le pueden haber otorgado los Dioses a nuestra völva, a esos poderes me refería, pero como bien decís Jorunn seguro que Yngwe es suficientemente capaz de conseguirlo.

Tras haber aclarado la situación me encamino junto a Yngwe y a Thorgrim hacia la taberna, bueno refresquemos nuestras gargantas ahora que podemos...

-Yo creo que le dais demasiadas vueltas. Lo mejor será venir esta noche cuando haya menos hombres en las calles y atacar. Esos dos no suponen ningún problema y podremos sacar a la princesa de ahí-replicó el juto.

Me estoy preparando para salir a la calle principal con Sigurd, cuando el juto, que ya ha estado a punto de revelar datos de mas a Guldeiff, el Esclavista (datos que quizá sus viejos sentidos, acostumbrados a las medias verdades y a las dobles mentiras puedan haber desentrañado a estas alturas), despotrica con atacar, simplemente, al anochecer. Me freno en seco, y cogiendo aire lentamente, me giro, y le digo, practicamente siseando:

- Juren, habeis venido a ayudarnos en esta empresa, pero no te confundas sobre quien está al mando, le digo, mirándole fijamente a los ojos, los míos hirviendo con cólera contenida. Estuviste a punto de decirle al viejo a por quien veníamos a la Ciudad de las Cadenas, y ahora lo que propones es que arriesguemos, no solo nuestras vidas, si no también las de aquellos a los que venimos a buscar con un ataque frontal, cuando estamos rodeados de enemigos??!!, acabo, sin siquiera pestañear, mientras le taladro con la mirada...

El hombre no parecía estar muy conforme con eso de que le dieran ordenes pero no dijo nada. Su compañero enseguida se adelantó y dio la razón a la hija del jarl.

-Ella tiene razón, si algo saliese mal la princesa correría peligro. Será mejor que seamos discretos...-le dijo mientras echaba a andar hacia la taberna donde se dirigían.

El lugar era un sitio apestoso y lleno de gente. Varios piratas cubiertos de pieles hablaban con muchachas ligeras de ropa mientras otros reían o cantaban aquí y allá. Un fuego pequeño intentaba calentar la sala con poco éxito. El olor a vómitos y alcohol se adhería en la madera sucia de las paredes. Pese a que el grupo llamaba la atención allí a donde fueran nadie pareció hacerles caso y todos los que allí estaban seguían a lo suyo sin levantar las cabezas de las jarras o de los muslos de las muchachas.

Cuando veo que el juto no contesta, me voy calmando, y con un gesto de aprobación a Ligurd, le hago otro a Sigurd para que partamos: El viejo estará esperando... Nos vemos en la taberna, en cuanto acabemos, digo al resto, al separarnos.